Capítulo 8 Nuevo enemigo
Su mente estaba turbia, no reconocía donde estaba pero la incomodidad de su posición si le era familiar. Estaba amarrada, no como con Viktor, esta vez estaba de pie aguantada por cadenas que la mantenían prácticamente colgada por sus muñecas. Observaba el lugar donde se encontraba con detenimiento.
Las paredes en metálico, ¿Pintura?. Las vigas de metal por encima de ella le decían que estaba bastante lejos de la cuidad. Los recuerdos empezaban a invadir su mente a medida que se percataba de la mirada de aquellos que la rodeaban.
Acababa de salir de su apartamento, no hacía tanto frío como en los últimos días. Caminó unas manzanas y compró un café en la cafetería cerca de donde hacía dos días había chocado con el hombre que le dio el dispositivo USB. Tomaba su café en paz mientras iba en dirección a la estación del metro cuando alguien se interpuso en su camino.
— Perdone señorita— el hombre que le habló era alto y tenía un marcado acento, definitivamente no era del país— pero el señor Löwe nos envía a buscarla— desde que le había cortado el paso le había dado una mala sensación, pero usaba el nombre de Viktor y eso solo incrementaba su desconfianza.
— Dígale a su señor que puede meterse sus envíos por donde mejor le quepan— no le daba miedo contestarle de forma brusca, la hacía sentir más cómoda incluso. Le pasó por al lado, esquivándolo en un intento de alejarse de él.
— Señorita— la llamó de nuevo, al ella girarse vio que había otro hombre detrás de él sosteniendo abierta la puerta de un auto— por favor, no dificulte nuestro trabajo— aquello alarmaba a Lexie, ese no era el estilo de Viktor.
Sabiendo que tal vez no eran hombres de ese león estúpido, sino de alguien más que había descubierto su "relación" con ella, o eso creía, se supo en problemas.
— ¿No les ha dicho para qué me quiere?— pregunto intentando ganar tiempo mientras quitaba la tapa a su vaso de café caliente.
— No, me temo que no nos da esos detalles— dijo el hombre visiblemente más relajado al creer que había conseguido engañarla, esa fue la señal definitiva. No eran de él.
Lexie lanzó un suspiro simulando derrota y dio un paso más cerca del primer hombre. En un rápido movimiento le tiro el café caliente a la cara y salió corriendo dejándolo retorciéndose de dolor en el suelo, mientras que el que lo acompañaba corría tras de ella.
Su resistencia era buena, no tanto como antes pero lo que bien se aprende no se olvida. Dobló en una esquina buscando una calle menos concurrida, no podía fajarse a plena luz del día con otro hombre y la policía le sería inservible en ese momento.
Encontró un callejón desierto en una manzana dos cuadras más allá de donde había doblado. Tenía salida pero prefería pelear, tiró su bolso al suelo y se quitó la bufanda. También sacó dos bolígrafos tácticos en lo que el hombre la alcanzaba. Ya estaba allí.
Apenas él dobló la esquina en el callejón el primer bolígrafo se enterró en su hombro con fuerza y exactitud. Una mueca de dolor, aunque sin grito, se vio en el hombre. Levantando la pistola para apuntarle no pudo ver el otro bolígrafo que terminó impactando en su mano.
Alexis recogió su bolso y dándole un puñetazo en la cara lo dejó atrás mientras corría nuevamente. La bufanda seguía en su mano, era la única arma que le quedaba. Agradecía haber aprendido algo de sus entrenamientos de juventud.
Un par de manzanas más allá el hombre al que le había aventado el café la alcanzó. No la apuntó con una pistola, cosa que extrañó a Lexie considerando que hubiera sido más fácil, sino que se fue contra ella a golpearla. Con la agilidad que la caracterizaba esquivó el golpe mientras le daba una patada en la espalda al pasarle por al lado.
El hombre se volteó furioso y emprendió su camino de nuevo a intentar golpearla, Lexie enrolló la bufanda en el puño levantado que se dirigía a su rostro y haciendo un giro le torció el brazo en la espalda. Todo parecía ir bien hasta que un golpe en la nuca le hizo sentir un gran dolor y luego la oscuridad la engulló.
Ahora despertaba allí, presa de alguien y con el matón de la cara vendada, al que ella había quemado, mirándola con una rabia capaz de atemorizar a un pueblo y un señor gordo de gafas pequeñas rodeado de otros muchos hombres mirándola fijamente. Probablemente el jefe.
— Por fin decide unírsenos, señorita Rosenberg— dijo el gordo con voz sosa pero en la cual destacaba un matiz de peligro.
Lexie decidió permanecer en silencio, no sabía si funcionaría pero eso exasperaba lo suficiente como para que él siguiese hablando hasta decir su objetivo. Pasaron los segundos donde ambos solo se miraban fijamente, ninguno cedía.
— Ya veo— dijo el hombre por fin— Bien, vamos al punto si es lo que desea. ¿Dónde está el pendrive?— Lexie lo miró inicialmente como si no comprendiera nada, mientras más inocente se viera mejor para ella— No se haga la tonta, sabemos que se lo dieron a usted con orden de entregárselo a Viktor Löwe— dijo el grasiento hombre que empezaba a sudar en cantidades.
— Oh— dijo Lexie en una inspiración brusca pero sencilla, imitando la expresión de entendimiento lo mejor posible— No se la entregué— el rostro del hombre se vio visiblemente complacido.
— Eso es bueno señorita Rosenberg— dijo este sonriendo— Muy bueno. Entonces, ¿Dónde está?
— Lo rompí— dijo Lexie luego de suspirar y con mucho miedo reflejado en ella. No tenía el dispositivo USB, sino les era útil las probabilidades de sobrevivir eran pocas. Su única oportunidad era que creyeran que sí lo tenía y que les estaba mintiendo.
— ¿QUÉ?— el grito fue histérico y marcado de furia. Se desata la tormenta— No es posible, no te creo, no lo harías— exclamó el hombre.
— Verá, no es que...Viktor y yo no estamos en buenos términos. Cuando ese hombre me dijo que el pendrive era para él pensé en hacerle pagar un poco por su última ofensa. Por eso lo puse en el suelo y le pegué con un mortero para triturar de hierro macizo. No la revisé, pensaba que era algo suyo. Jamás se me ocurrió que alguien más pudiese estar interesado— explicaba Lexie deprisa y desesperada.
Necesitaba que no la creyeran, comprar tiempo para que alguien la salvara. No era muy optimista pero sabía que Viktor era demasiado obsesivo del control como para mantenerse ajeno a un secuestro así. Confiaba en él, desafortunadamente.
— Lo juro, jamás fue mi intención que llegara a esto, no lo sabía. De haberlo sabido o se la hubiera dado o no sé...algo más, no sé realmente— no le creyó, lo supo enseguida.
— Creo que mientes y mentir es algo muy feo— si cuando gritaba era aterrador, la forma en la que habló marcó una orden aun peor.
El hombre del rostro vendado rió pese al dolor que debía causarle. Se aproximó a Lexie, ella se preparó para el golpe que no se hizo esperar, le dio en las costillas haciéndola expulsar todo el aire de sus pulmones. Un puñetazo fuerte y certero que provocó satisfacción al quemado hombre.
— ¿Has cambiado de idea sobre mentir?— lágrimas debido a la leve asfixia impregnaban sus ojos, la mirada se le perdió por un momento, entonces reaccionó de nuevo.
— Estoy diciendo la verdad— su voz sonaba rara pero todavía tenía matices de imposición.
— No te creo— otro golpe, esta vez en el rostro. Sintió el sabor metálico de la sangre llenando su boca, la herida de su labio inferior debido al choque de este con sus dientes dolía, se sentía la cara adormecida— ¿Nada? De nuevo.
Otro golpe más, seguido de otro, llegado cierto punto el dolor dejó de formar parte de la ecuación. Su mente se abstrajo de todo, viajó a otro lugar, uno seguro donde no estaba sola.
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— Señor— dijo Nathaniel irrumpiendo en la oficina de Viktor como alma que persigue el diablo.
— ¿Qué sucede Nathaniel?— Viktor no era de alterarse, pero sabía que Nathaniel era menos perturbable que él. Si llegaba en esas condiciones nada bueno estaba pasando.
— Nos llegó un mensaje del enviado que debía de haber llegado hace dos días con la información— explicó Nathaniel.
— Déjame adivinar, no llegó— le interrumpió Viktor.
— No, señor, sí llegó pero fue interceptado antes de poder contactar con nosotros— Viktor dio un sonoro golpe contra su buró.
— No puede ser, entonces Dmitri tiene la información de regreso— exclamó.
— No, señor. El hombre logró darle el dispositivo a alguien antes de ser capturado, pidió que le fuera entregado a usted pero...— dijo Nathaniel, luego calló. Sabía exactamente qué pasaría cuando Viktor lo supiera.
— ¿Pero qué Nathaniel?— preguntó Viktor ya irritado.
— Se lo dio a la señorita Alexis Rosenberg— confesó Nathaniel, Viktor se mantuvo alarmantemente calmado.
— Eso explica por qué no ha llegado a mí— admitió en un pensamiento en voz alta sin expresar emoción ninguna.
— Señor— insistió Nathaniel— la señorita Rosenberg fue secuestrada esta mañana por hombres de Dmitri Casadeus— admitió al fin Nathaniel.
La explosión tardó unos segundos, pero Nathaniel supo que el problema era grande cuando Viktor tiró de un golpe todos los objetos de la mesa luego de ponerse de pie de forma brusca. Nathaniel sabía cuáles eran las órdenes, lo había sabido siempre, por eso ya había tomado medidas para ejecutarlas.
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El frío del agua que caía en su rostro la forzaba de vuelta a la consciencia. Era la tercera vez que Lexie se desmayaba. Solía entrar en su zona de confort enajenándose del dolor, pero su cuerpo sucumbía allí donde su mente no, al volver tenía que empezar todo de nuevo.
— ¿Lo has pensado mejor?— repitió una vez más el hombre gordo, obviamente estaba disfrutando del espectáculo— Supongo que no ¿eh?, pues en ese caso...
— ¿Qué es esto?— la voz que habló hizo temblar a todos, cada ser dentro de ese lugar giró a observar al rubio que acababa de hacer entrada.
Lexie miró que debía de ser un poco más bajo que Viktor y más joven. No puede llegar a los 30, pensó. Fijarse en aquellos detalles la calmaba, como el hecho de que tenía el cabello recogido en una media cola y le llegaba hasta por debajo de los hombros o que sus rasgos eran algo juveniles.
Los hombres hablaron en un idioma que ella no entendió. ¿Ruso?, no importaba cuanto forzara su mente no podía decir. No supo que dijeron pero sí vio la reacción del hombre de la cara vendada cuando, por una orden del rubio, rápidamente la liberó de sus cadenas y la cargó hasta llevarla a una habitación más pequeña y cerrada.
Lexie reparó entonces en que el sitio debía de ser la construcción de una obra que estaba detenida, aquella era probablemente la oficina del ingeniero a cargo.
— Lamento el comportamiento de mis hombres— dijo el rubio cuando el matón hubo dejado la habitación, acercándole a ella una caja de toallitas húmedas con las que limpiarse la sangre y suciedad— Estarás morada y adolorida un tiempo. Lo siento de verdad, a veces pueden ser animales.
— Está bien, no importa. Supe lo que pasaría desde antes de llegar aquí— dijo ella aceptando la hospitalidad, de poder llamarse así y limpiando con cuidado la sangre de su rostro y manos.
— Sí— admitió el rubio riendo quedadamente mientras envolvía hielo, de una hielera para bebidas, en un pañuelo— Eso escuché. Buena técnica, aunque muy poco occidental— reparó él.
— Lo dice el ruso con ascendencia asiática— recalcó ella.
No sabía si era de Rusia, eso era una suposición, pero que tenía ascendencia asiática era un hecho. Sus rasgos lo delataban, no era exactamente algo visible pero allí estaban. Para un ojo usual pasarían inexistentes pero para ella no. La forma de hablar, los gestos, ligeros rasgos casi inexistentes.
— Te diste cuenta— dijo él sonriendo— Pues yo también me di cuenta de que fuiste entrenada en artes marciales. Si tuviese que adivinar diría que...kung fu— exclamó pensativo a medio camino para una pregunta.
— Una mezcla de todo, pero la verdad es que fui entrenada más en las artes japonesas— explicó ella— ¿Corea o China?
— China— contestó él— ¿madre o padre?— preguntó mirándola fijamente mientras le pasaba el pañuelo con los hielos, que ella aceptó y rápidamente colocó en su rostro.
— Madre— dijo al fin.
— Adoptiva— terminó él y Lexie rió con tristeza, él tenía razón— ¿Qué hiciste con el pendrive?— preguntó llegando finalmente al asunto en cuestión.
— Estaba enojada con Viktor...—inició ella, entonces rectificó— No, ¿sabes qué? Aún estoy enojada con él, ahora más que antes. Es un imbécil y un hijo de puta. Creí que el pendrive era suyo y en un ataque de rabia le hice lo que a él no podía, tomé el mazo de hierro macizo y le pegué hasta hacerla polvo, a ver si aprendía a joderse de vez en cuando. No pensé que me explotase así en la cara— admitió por fin.
— Él suele causar ese efecto— el tono melancólico del rubio le hizo mirarlo, no era normal que alguien como él se expresase de esa manera.
— ¿Causó ese efecto en ti?— no pudo contener la pregunta, brotó sola de dentro de ella. Inmediatamente él se tensó, la rabia nubló sus ojos y por un segundo Lexie temió haberse extralimitado.
Entonces lo escuchó, la balacera armándose afuera, el estruendo que hizo crujir la puerta para luego echarla abajo, Viktor de pie delante de ellos con arma en mano mientras detrás sus hombres se enfrentaban a sus captores.
— Lexie— dijo apenas estuvo dentro pero sin quitarle la vista de encima al rubio— ven a mi lado— ordenó.
Dada la situación no era como si Lexie pudiese negarse. Tan rápido como pudo corrió hasta él cuando el disparo detrás de ella resonó alto en la habitación por encima de los de afuera.
— No puedo dejar que te la lleves Viktor— dijo el rubio apuntándole con el arma.
— No te la voy a dejar Dmitri, no pasará— admitió Viktor.
— Ella no puede ser tan importante— rebatió este.
— Estoy aquí, me la llevaré conmigo y si te metes en el medio te mataré en el proceso— exclamó Viktor mientras Lexie se paraba a su lado.
Nathaniel apareció pronto allí también y Dmitri vio que esa batalla estaba perdida. Por encima de todo aquel ruido el sonido inconfundible de un helicóptero les llegó a ellos. En nada una escalera de cuerdas se veía por la gran ventana a espaldas de Dmitri y sus hombres rompieron el cristal a tiros desde afuera.
Viktor se tiró contra Lexie, impactando ambos en el suelo y Dmitri aprovechó aquello para escapar. Cuando se hubo ido, Viktor volvió a ponerse de pie y ayudó a Lexie a hacerlo también, manteniendo una mano en su espalda para ayudarla a sostener el equilibrio.
— ¿Estás bien?— Lexie se vio incapaz de contestar.
Un mareo intenso se apoderó de ella mientras su campo de visión desaparecía. Lo último de lo que fue consciente fue de las manos de Viktor alrededor de su cuerpo alzándola en volandas mientras él sonaba preocupado.
— Llama al doctor, dile que...Lexie, Lexie...te pondrás bien.
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Epa epa epaaaaaaaaaaa...qué les parece el cap? Les gustó? Y el personaje de Dmitri?
Qué habrá pasado entre él y Viktor eh?
No se me vayan todavía que como prometí sería doble actualización así que...pasen al siguiente mis pinkypitufos😍🐷
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