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Capítulo 5 ¿Un trato o un favor?

Camarera. Un título universitario y veme aquí, sirviendo copas en un trabajo de medio tiempo mientras los ricachones corruptos disfrutan de su fiesta de lujo.

Alexis no había podido conseguir trabajo después del escándalo de sus últimos empleos. Era casi menos problemático servirle a esos ricachones si la mayoría de ellos no fueran pervertidos viejos verdes, grasientos y asquerosos.

Había obtenido el trabajo gracias a un viejo contacto de la universidad, la paga no era mala, especialmente cuando las celebraciones a atender eran como aquellas. Aun así el trabajo no estaba hecho para ella.

— Tomaré una— estaba tan ensimismada que no se dio cuenta de quién era la persona que cogía una copa de champán de las que ella llevaba en una bandeja.

— Claro, adelante— dijo cortésmente. Cuando vio sus oscuros ojos azules mirándola sintió que su cuerpo la abandonaba, de no haber recapacitado rápido las copas habrían terminado en el suelo— Viktor— el nombre cruzó sus labios a la misma velocidad que pasó por sus pensamientos.

— Así que a esto has tenido que llegar— comentó él— Cuando la fiesta termine te estaré esperando a dos cuadras de aquí, el mismo auto de la otra vez, sabrás encontrarme— le dijo.

Era lo más cercano a una orden que ella había recibido de él desde aquel día cuando le bajo el azúcar. Por algún motivo el enojo hirvió dentro de ella pero después de que él la ayudase, aun cuando no se lo pidió, lo menos que podía hacer era ir a verle.

— Cuando la fiesta acabe tenemos una hora para limpiar— le contó.

— He dicho que esperaré ¿no?— repuso él.

— Señor Löwe— otro de los invitados lo llamaba.

No intercambiaron más palabras, de hecho no se volvieron a ver el resto de la noche. Cuando todos los invitados se marcharon, los trabajadores se pusieron a limpiar el sitio. En un apuro que no reconocía propio de ella, se vio terminando el trabajo que le correspondía en media hora y el jefe responsable la liberó por el resto considerando que ya había acabado.

Se cambió en las habitaciones de servicio, el traje de camarera era bonito de cierta forma pero no pensaba andar con él por las calles, menos aún con el frío que ya azotaba a la ruidosa Seattle. Se vistió con sus jeans aguas claras degastados, una camiseta blanca, unas botas carmelitas, por encima se puso una sudadera ancha gris sin capucha que solo se pegaba en los puños y con las palabras “It’s mine” escritas en negro y bien grandes.

Salió a la calle, el frío resultó ser mayor del esperado por lo que sacó de su bolso una bufanda de color arena y se la puso. Le sujetaba el cabello y le daba calor protegiendo su cuello y boca, buscó sus guantes pero se le había olvidado cogerlos por lo que alargó un poco más las mangas de la sudadera, estirándolas para que taparan cuanto pudieran de sus congeladas manos.

Caminó por unos minutos las dos cuadras que él le había indicado. La limusina, que llamaba la atención igual que un león en la Antártida, estaba estacionada esperando su llegada y parado a un lado de esta estaba Nathaniel.

— Buenas noches— la saludó cuando ella estuvo cerca.

— Buenas noches— Decir eso a las 2 y media de la madrugada.

— Por favor— dijo abriendo la puerta trasera del coche.

Lexie se adentró en él mientras Nathaniel cerraba la puerta detrás de ella. Viktor miraba pacientemente y de cierta forma divertido como Lexie se frotaba las manos y soplaba aire caliente en ellas.

— Toma— le tendía un café, al cogerlo Lexie reparó en que estaba caliente, de hecho por la boquilla echaba un humo ligero que inundó el ambiente de la limusina con el agradable olor.

— De un restaurante de comida rápida ¿eh?— advirtió Lexie.

— Pareces disfrutarlo más— respondió Viktor, no como excusa sino como detalle.

— ¿Qué quieres de mí?— le preguntó luego de darle un gran sorbo a la reconfortante bebida.

Viktor calló durante el tiempo que Nathaniel se tomó en subir a la limusina e incorporarse al tránsito. Tocando un botón un panel subió dividiendo los compartimentos, dándoles privacidad absoluta e independencia del espacio del conductor donde Nathaniel parecía un robot autómata. Como siempre.

— Revisa esto— le tendió una carpeta, la cual Lexie tomó colocando el vaso de café en el portavasos que estaba en el reposamanos de los asientos.

Viktor no miraba a ningún lugar en concreto mientras Lexie extraía los documentos de dentro de la carpeta. Fue leyendo cuidadosamente con su rostro mostrando una expresión inescrutable.

— Preguntar dónde lo conseguiste es estúpido, supongo— afirmó dejando el documento en sus muslos sin terminar de leerlo.

— Hice desaparecer los últimos antecedentes, nada que haya pasado con Ethan Farsh tendrá registro pero estos son antiguos— explicó Viktor.

— No tengo que darte explicaciones por ellos— se defendió Lexie.

— No he pedido explicaciones— aclaró él— quiero otra cosa.

— ¿De qué se trata?— preguntó Lexie intrigada.

— Sé que por esto es por lo que estuviste trabajando para la policía, quiero que hagas algo parecido pero menos peligroso— respondió él mientras encendía un cigarro.

Bajó un poco la ventanilla para que el humo saliera por allí. Lexie retomó su dedicación a beber café mientras esperaba a que Viktor terminase su explicación pues prefería eso a quedarse enternecida mirándo la forma erótica del humo saliendo de sus labios.

— Hay una compañía que quiero tener, su dueño actual se niega a vendérmela y no quiero recurrir a métodos más extremos de lo necesario por eso tus habilidades me vendrían bien.

— ¿Qué tendría que hacer?— preguntó ella pese a que se hacía ya una idea.

— Lo que haces siempre pero informándome de todo. Si encuentro el punto por el cual les entra dinero y quién es su inversor, puedo llevarlos a la quiebra y quedarme con ella— explicó Viktor.

Lexie meditó la situación por unos minutos. Ella le debía un favor, además él encontraría la manera de conseguir su objetivo, al menos de esta forma las medidas no serían drásticas. Se quitó la bufanda, dentro del auto hacía más calor, también se remangó las mangas hasta casi el codo.

— ¿Qué compañía?— preguntó estando ya resuelta a aceptar.
 
— MMOtheo— respondió Viktor.

— ¿Cómo se supone que trabajaré allí?— inquirió irritada de la arrogancia de Viktor por creer que podía meterla a trabajar en una compañía que competía con la suya propia, aunque no la vencía.

— El antiguo contable sufrió un accidente y están buscando personal. Por los perfiles de quienes se presentan tú eres la mejor candidata, además de que serías la única mujer que se presentaría, tanto como se me ha informado— le expresó él.

— Supongo que los entrevistadores son hombres heterosexuales o bisexuales, ya que el que yo sea mujer lo dices como una ventaja— repuso intentando obviar el que él la valorara en su trabajo.

— Sí, algo así. No te tendrías que insinuar ni nada, solo con presentarte ya eso te da una ventaja. Ellos no tienen por qué conocer que tienes un cuerpo muy lujurioso— el tono de su voz había cambiado, perdió los matices profesionales y se había vuelto algo parecido a un ronroneo sensual y excitante. Lexie se puso muy roja debido al comentario.

— Mi cuerpo no es lujurioso— respondió insultada— eso fue tu cul…— Viktor la había tomado del brazo y tiró de ella tan fuerte que la atrajo hasta dejarla prácticamente sentada encima de él, tomó el vaso vacío de café y lo dejó en uno de los mini estantes de la limusina.

— Eso no es lo que recuerdo— le susurró de la misma forma en el oído, volviendo a morder su oreja como aquella vez.

El cuerpo de Lexie la traicionó reaccionando como en aquel entonces, lo peor era que esta vez no podía decir que había sido por ninguna droga.

Las manos de Viktor recorrieron su cuerpo, ella intentó oponer resistencia pero las palabras perdían consistencia a medida que él le respiraba cerca, que la mordía o besaba en el cuello, en la parte de atrás de su oreja y en sus hombros.

Logró quitarle la sudadera aun cuando ella hacía leves movimientos para impedirlo, perdiendo su convicción con cada segundo en el que aumentaban sus deseos. Una de las manos de Viktor se coló debajo de su camiseta y a medida que ascendía en el camino subía la prenda de ropa aún más.

Llegó hasta el sujetador pero eso tampoco sería impedimento para él, con la mano libre desabrochó la última barrera contra su objetivo y logró llegar hasta los senos de Lexie, que le llenaban totalmente la mano y cuya suavidad era adictiva.

Los pequeños pero erectos pezones fueron fustigados por sus expertos dedos mientras su lengua recorría el interior de su oreja y descendía por su cuello y sus hombros dejando una fina película de saliva. Los jadeos habían pasado a ser gemidos, su mente volvía a hacer mutis con la razón dejando todo el control a las sensaciones.

Ella no se dio cuenta de cuándo, pero él le había desabrochado los jeans y pronto la familiar sensación de sus dedos presionando su clítoris trajo de vuelta temblores y deliciosos calambres que salían desde allí hasta cada rincón de su cuerpo.

Viktor introdujo dos dedos en el húmedo y cálido sexo que los recibió con un hambre que le hizo a él desear perder el control y entrar en ella, pero todavía no. Su pulgar presionaba incansable el punto en la cúspide mientras otro dedo se unía al entra y sale tortuoso del cual él llevaba el ritmo.

Las manos de Lexie buscaban algo a que aferrarse, sus dientes se clavaban en su labio inferior buscando contener los gritos. No aguantaba mucho más, él lo sabía. La tensión de sus músculos, las compresiones alrededor de sus dedos se lo gritaban. Apresuró un poco sus caricias y eso fue el detonador final. Un grito incontenible se escapó de dentro de ella mientras se retorcía encima de él. Cuando el efecto pasó, simplemente el hambre estaba desatada, no era suficiente.

Viktor le bajó los jeans hasta por debajo de las rodillas y la hizo sentarse encima de él, dándole la espalda. Sacó del bolsillo interior de su traje un preservativo, abrió su pantalón y dejó libre su muy entusiasmado miembro que cubrió con el baboso látex y la hizo a ella descender sobre este.

La sensación de que la estuviesen abriendo, llenado totalmente, pensó por un momento que no había cosa en este mundo más maravillosa que aquel sentir. El calor lo envolvió en su totalidad, se esparcía desde la punta hasta la base, era el hogar.

Las embestidas eran desenfrenadas, ninguno de los dos llevaba el control ya, esa palabra había desaparecido con su significado del diccionario de ambos. Lexie descendía por el miembro en el mismo momento en que Viktor embestía con todas sus fuerzas, ambos se sentían colmados.

El orgasmo de Lexie fue el primero, cada fibra de su cuerpo vibraba como la cuerda de una guitarra que en aquellos momentos era de rock. Las inconfundibles contracciones de su interior llevaron al orgasmo a Viktor, quien se vació dentro de ella protegido por la barrera de goma. Aun así la sensación era inexplicable, descomunal.

Él no sabía nada de almas, pero sus cuerpos nacieron para unirse.

Cuando el éxtasis pasó, la realidad de todo golpeó de lleno en Lexie como si una avalancha le hubiese caído arriba. Salió de encima de Viktor tan rápido como pudo, arreglando su ropa y colocándose rápidamente la sudadera de vuelta.

— Tú…— querría reclamarle, pero ¿qué?

Ella misma se había dejado, había algo en él que le quitaba toda fuerza de lucha, al menos en ese aspecto. Viktor la miraba divertido mientras la culpa y el deseo liberaban una lucha dentro de ella, visiblemente reflejada en su rostro.

— Aquí termina nuestro paseo— Lexie miró por la ventanilla, estaban a dos manzanas de su actual apartamento. A esas alturas poco le extrañaba que el supiera dónde vivía— preséntate en dos días en la sede de la empresa, estoy seguro de que te aceptarán. Tienes que enviar tu currículum a esta dirección de correo electrónico— le informó pasándole un papel con un e-mail escrito. Lexie lo tomó como si tuviese candela y fuese a quemarla.

— Ojalá y te pudras— fue lo último que dijo antes de salir dando un portazo.

Se convertirá en su marca registrada, pensó Viktor divertido refiriéndose a su estruendosa forma de despedirse siempre.

Al llegar a casa Lexie se dio una ducha de agua caliente y recalentó la comida de la noche anterior, arroz con garbanzos y zanahorias dulces. Encendió la televisión buscando que el silencio no la abrumara. El apartamento era una mierda de solo tres divisiones.

Cuando abrías la puerta te dabas de bruces contra un sofá como único mueble diferente a la cama y delante de esta el televisor estaba en una especie de mesa, la única del sitio. A la izquierda una pared divisoria diferenciaba la cocina, aunque al ser de un metro por dos no había puerta para ella ni espacio. Tenía una nevera pequeña para guardar lo indispensable, de la misma manera pasaba con los utensilios e instrumentos de cocina.

Su ropa estaba guardada en maletines tirados en el suelo junto con su portátil, entre otras pertenencias. Era deprimente, por decir lo menos, pero era lo único que se podía pagar. Después de la universidad, la deuda, el proceso judicial y el hecho de que cada que conseguía un trabajo era para hacer quebrar a la empresa o entregar a la justicia a su dueño, no había podido reunir mucho dinero.

En dos días, espera…oh, mierda.

Mientras comía meditaba la oferta de Viktor. Si lo pensaba con detenimiento él no la había chantajeado ni nada parecido, ella misma se había ofrecido voluntaria.

*******
Epaaaaaaa...qué tal el capítulo mis pitufibolas de algodón?

Les ha gustado?

Alguna hipótesis de qué es lo que hizo Lexie?

A mi me ha encantado Viktor todo vacilón follandose a Lexie, para que mentir🤣🤣🤣 y a ustedes?

Ya saben, por favor dejen su estrellita si les ha gustado y así ayudan a esta escritora novata y comenten para que yo me entretenga❤❤❤.

Besitos burbujas bebés. 😘😘😘

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