Capítulo 4 Defendiéndose
— Señor Farsh, los contratos con Löwenterprises están listos, ya los revisé y todo parece perfecto— explicaba Lexie sentada enfrente del escritorio de Ethan.
— Me alegra escucharlo— dijo este, estaba obviamente de buen humor.
La noche los había alcanzado hacía una hora y un poco, los empleados se habían ido y de no ser por los guardias de seguridad el lugar estaría ocupado solo por ellos. Lexie había intentado evitar esa situación pero ese día en particular se le había hecho imposible.
— Eres muy hermosa y hoy estas sublime.
Lexie sintió como su piel se erizaba ante aquel halago. Desde el inicio había sentido la atracción palpable que su jefe sentía por ella y por eso había puesto tanta distancia como le fue posible. Esa noche había cometido un error. El peligro era palpable, ella intentaba obviarlo pero cada segundo su presencia en la oficina se hacía más imperante.
— No sabía que te gustaban los ornamentos chinos— comentó ante el silencio de Lexie, haciendo alusión a los kanzashis que llevaba ese día sosteniéndole el cabello.
Afortunadamente vestía pantalones y plataformas de tamaño medio, se veía delicada pero al mismo tiempo eran prácticas para correr. Lexie pensó que al menos no todo había sido desafortunado ese día si al menos su ropa le permitía defenderse y huir.
— Son japoneses— explicó lacónica.
— Oh, ya veo— dijo este divertido con una sonrisa escalofriante. Esa sonrisa le recordaba a alguien más, la había visto en otra persona antes y las bilis se le subieron a la garganta pero supo contener la compostura.
— Creo que nuestro trabajo aquí ha acabado— dijo ella intentado dejar la oficina lo más rápido posible— si me permite, me retiro— ya se había despedido, solo quedaba salir de allí. Caminaba hacia la puerta cuando las palabras de Ethan la detuvieron en el acto.
— Haran’s company— pronunció este alto y claro— sé que descubriste las inversiones, sé que sabes la verdad— dijo mientras salía de detrás del escritorio para sentarse en la parte frontal de este apoyando ambas manos sobre la madera— me impresiona que no hayas dicho nada— apuntó cuando Lexie se giró para mirarlo— me pregunto qué podrías querer.
Esa frase puso a máxima velocidad al cerebro de Lexie que buscaba una forma de salir de esa situación. Todas sus alarmas de autopreservación estaban encendidas y gritándole que huyera.
— No quiero nada— respondió rápidamente— esos negocios no son de mi interés, me importa nada lo que usted haga. Mi trabajo no es juzgar u opinar, no deseo nada a cambio de dicha información a no ser el fingir que no lo sé y que usted pretenda también— aclaró lo mejor que pudo, mirándolo fijamente en todo momento.
— No me suena convincente— afirmó este mientras caminaba hacia ella, Lexie respiró hondo, sabía lo que podría ocurrir y se preparó— cuando alguien conoce algo mío debe darme algo a cambio de dicho secreto—dijo caminando alrededor de ella, tan cerca que su aliento rozaba su piel.
— No tengo nada que darle— intentó hacerle entender.
— Opino diferente— repuso él acariciando con su manos los hombros de Lexie.
— ¿Eso crees?— dijo ella en tono sensual y provocativo.
— Sí, eso creo— confirmó él y ella supo que tenía una oportunidad.
Lexie se pegó más a su cuerpo, respiró agitada ante el tacto de sus manos por su vientre que ascendían buscando sus senos. Llevó su mano a su cabello y tomando el kanzashi metálico lo dejó caer en una castaña lluvia alborotada, él le apartó el cabello del cuello y la besó allí a lo que Lexie emitió un suspiro.
Ella giró entre sus brazos y se puso de frente a él, respiró hondo mirándole a los ojos, sonrió de medio lado y encajó con todas sus fuerzas el kanzashi en el abdomen de Ethan, justo por debajo de la última falsa costilla.
El aire escapó de los pulmones de Ethan mientras su rostro era cubierto por una mirada de horror. Sabía que de retirar el kanzashi él se desangraría, había oportunidades de que viviera si lo dejaba dentro. Por eso, aun debatiéndose consigo misma, corrió fuera de la oficina dejando el arma en el cuerpo de él. No le asesinaría.
Los ascensores se le hacían lentos para la adrenalina que recorría su cuerpo así que descendió las primeras cuatro plantas por las escaleras. El sudor pegaba su ropa a su piel, su cabello se le interponía en el medio y podía sentir sus piernas temblar pero no se detenía. Cuando salió al segundo piso encontró a uno de los guardias nocturnos.
— Señorita— dijo el señor alto de unos cuarenta años y de tez rojiza. Se veía muy preocupado al verla— ¿Qué ocurre?— preguntó mientras miraba hacia atrás esperando que de la puerta que daba a las escaleras saliera alguien persiguiéndola.
— Policía— logró decir entre jadeos apoyándose en su hombro. Sus fuerzas la abandonaron cuando se sintió a salvo en compañía.
El señor no hizo más preguntas, marcó el número de la policía y esperó. Cuando la voz femenina habitual contestó Lexie tomó el celular de sus manos, fue entonces que el hombre reparó en la sangre en su mano derecha, la manga de su camisa y la parte superior derecha de su pantalón.
— VampireDesire, la sede de la compañía, hay un hombre herido.
Lexie hablaba atropelladamente pero de forma entendible, era increíble como lograba mantener la compostura pese a que era obvio que algo malo había pasado.
— ¿Me puede especificar el tipo de herida?— preguntó la señorita de atención a emergencias cuando recibió la información.
— Punzante, un ornamento japonés de pelo fue usado como arma— Lexie sabía que podía salir perdiendo pero si se iba y no decía nada podría ser peor.
— Estoy enviando la ambulancia y la policía, ¿la persona que lo hirió se encuentra allí todavía?— preguntó la mujer de forma conciliadora. Se nota que sabe hacer su trabajo.
— Sí, he sido yo— la confesión tomó por sorpresa tanto al guardia como a la mujer al otro lado de la línea.
La policía tardó cerca de quince minutos, afortunadamente la ambulancia era más eficaz, estuvo allí en diez y rápidamente le ofrecieron asistencia médica a Ethan, quien todavía vivía. Lexie tenía sentimientos encontrados respecto a ello, por una parte deseaba que ese hijo de puta hubiese muerto pero por otra se aliviaba de no tener que cargar con acusaciones de homicidio.
— ¿Señorita Rosenberg?— preguntó el oficial que se acercaba a ella. Era un hombre moreno con una barba de un mes por lo menos. Ella asintió, estaba sentada en uno de los asientos del lobby de la compañía— soy el oficial Strada, tendrá que acompañarme a la estación.
— Sí, lo sé— dijo ella mientras se ponía de pie, ya había mentalizado a que volvería a sentir en su piel el metal de las esposas y la claustrofobia de las rejas— ¿Me pondrá esposas?— el oficial la miró, había un deje de lástima y consuelo en su mirada, negó con la cabeza.
— Usted misma nos llamó y se entregó, no creo que sea necesario— dijo con una sonrisa que tranquilizó a Lexie. El alivio que recorrió su cuerpo fue superior a lo que ella estaba acostumbrada, no sabía que tanto la atormentaba el volver a ese lugar sino hasta que vio que el oficial no quería hacerle daño.
— Gracias.
La llevaron en el auto de la policía hasta la estación, allí la hicieron esperar en una de las salas de interrogación con un café amargo para que se calmara mientras decidían que hacer. Para Lexie la paciencia no era un punto fuerte pero estaba inundada de ella en esos momentos.
— Muy bien, señorita Rosenberg— dijo el oficial Strada cuando entró en la sala.
— Lexie, por favor— pidió ella, el movimiento ondulante que se reflejaba en el marrón líquido demostraba su miedo, aun con la serenidad de su rostro. Que le dijeran Alexis la ponía incómoda así que si iba a enfrentar la situación quería estar lo más a gusto posible.
— Lexie— repitió el oficial— necesito que me cuentes qué sucedió— que la creyeran no era imposible pero tampoco lo era que aun creyéndola hicieran que pagase. A fin de cuentas ella era nadie al lado de aquellos que iba a delatar.
— Muy bien, la cosa es así…
De esa forma inició una detallada explicación de lo que había encontrado en las cuentas de la compañía. Aludió al miedo que no había sentido pero que dijo sentir para agradar más al oficial, contó sobre el intento de chantaje de Ethan y su forma de defenderse. Esperaba que debido a la posición de poder que Ethan mantenía sobre ella y el que ella pudiese probar lo que decía del lavado de dinero, tuviese una oportunidad de salir impune.
— Sé que fue un ataque calculado pero mi padre me enseñó a defenderme, a mantener la mente serena y encontrar la vía que te proporcionase mayor beneficio en situaciones de estrés, lo hice y honestamente lo volvería a hacer.
— Entiendo— fue lo único que dijo el oficial en relación a la confesión de Lexie— ¿firmaría la declaración por escrito?
— Sí.
— Con permiso— salió de la habitación y la dejó dentro, sola, mirando al cristal que para ella era un espejo pero para la persona en la sala conjunta era como estar en la misma habitación mirándola directamente.
— Señor— dijo Nathaniel cuando colgó la llamada que había recibido por el celular hacia unos instantes, le habían interrumpido una conversación importante con Löwe sobre sus nuevas rutas de ventas y Nathaniel descolgó y atendió la llamada porque sabía que era una emergencia— hay una situación que tengo que comunicarle.
— ¿Qué sucede?— Viktor estaba analizando unas propuestas de una nueva vía abierta que le proponía Mikhael Vitranov.
Había estado intentando negociar desde hacía algunos meses con el Jefe de la Mafia italiana y finalmente empezaban a llegar a un acuerdo. Vitranov no era el tipo de hombre con quien Viktor se sentía cómodo y le gustase negociar.
Desafortunadamente hacía unos años llegó al poder como líder del bajo mundo en la Toscana y Löwe no había podido ignorar mucho más su poder. Por el bien de todos los que trabajaban para ambos y que eran los que terminaban pagando las consecuencias de las guerras entre mafias, Viktor decidió establecer algún tipo de acuerdo con Mikhael.
— El señor Ethan Farsh está en el hospital, fue herido de seriedad y pudo haber muerto. Los médicos aún lo están atendiendo— le contó Nathaniel. Viktor levantó la vista de los documentos y lo miró fijamente. Nathaniel sabía que hacía un esfuerzo por contenerse.
— ¿Quién ha intentado sabotear mis proyectos?
La furia crecía en él, no toleraba que se interpusieran en su camino, mucho menos que intentaran frenar sus proyectos. Su tolerancia disminuía más aún cuando, en casos como este, su negocio era mayor. A fin de cuentas VampireDesire era solo una pieza de ajedrez que estaba destinada a hacer de camino para negociar con Gregor Haran.
— Señor, fue la señorita Rosenberg— anunció Nathaniel. La mirada de Viktor se transformó en furibunda, en esos momentos Nathaniel sabía lo que se avecinaba.
— ¿Por qué?— las palabras salían bañadas en ira sangrienta.
— Por la confesión que hizo en la policía, el señor Ethan se enteró que ella sabía sobre sus negocios ilícitos con Gregor Haran. Preparó un escenario de fuerza y la chantajeó para tener sexo con ella y la señorita se defendió apuñalándolo con una ornamenta para cabellos japonesa para luego llamar a la policía— Nathaniel no se amedrentaba por ver a Viktor furioso, lo conocía demasiado y entendía más sobre él que Viktor mismo.
— ¿Dónde está ella ahora?— preguntó Viktor mientras apretaba con tanta fuerza el lapicero en sus manos que lo partió al medio.
La celda no estaba tan mal, la habían puesto en una particular para evitar problemas con las demás presas. Estaría allí hasta que pudieran obtener una confesión de Ethan con su versión de los hechos. Estoy hundida.
— Señorita Rosenberg— era el oficial Strada— su fianza está pagada y su abogado vino a verla.
— ¿Qué?— Lexie no entendía nada, no tenía dinero para pagar la fianza y mucho menos un abogado. La sacaron de la celda y la guiaron a uno de los cuartos de interrogatorio donde estaba su supuesto abogado.
Un hombre de tez rojiza vestido en un traje azul marino, alto y definitivamente sofisticado la esperaba. Detrás de este el cuatro ojos estaba parado con su habitual vestimenta. Intentó recordar el nombre para quizás dejar de decirle cuatro ojos pero pronto se percató de que no lo había escuchado nunca.
— Señorita Rosenberg— dijo el hombre de traje azul.
— Buenas— contestó ella estrechando su mano y evitando que el oficial Strada notara la verdad detrás de la relación, inexistente, entre ella y su “abogado”.
— Los dejó solos— se disculpó para salir el oficial.
— Soy el abogado Josep Greymord— se presentó el hombre cuando supo que solo podían escucharse ellos tres allí presentes.
— ¿Cómo llegó la noticia hasta él?— preguntó Lexie mirando al cuatro ojos, quien la ignoraba colosalmente— te hablo a ti cuatro ojos.
— Nathaniel— le rectificó— y no puedo responder a su pregunta.
— Estoy aquí para ayudarla, la situación es delicada pero el señor dijo que se encargaría de todo mientras yo tratase los asuntos legales— explicó el abogado sin hacer caso a la cruzada entre Nathaniel y Lexie.
— E imagino que no quiere nada a cambio, su señor digo— aclaró Lexie al ver la falta de comprensión del abogado.
— Eso no es parte de mis funciones— respondió este inmutable.
— Muy bien— aceptó ella tomando asiento finalmente y cruzándose de piernas— juguemos.
Viktor hablaba por teléfono, los fiscales habían cedido a su petición y la visita que sus hombres le habían hecho a Ethan Farsh le había refrescado las ideas sobre denunciar a Lexie. Todo empezaba a tomar su curso.
— Señor— se anunció Nathaniel— el abogado llamó, todos los problemas legales de la señorita Rosenberg están resueltos pero usted tal vez quiera ver esto— dijo pasándole una carpeta con documentos dentro.
Viktor lo tomó y extrajo los papeles, eran los registros legales de Alexis Rosenberg.
— ¿Qué demonios?
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Yyyyy...ahora sí....estos son los caps que les debía mis pitufibolas adorables. Ahora ya todo va al día. Espero que les haya gustado y me dicen que opinan de todo lo que va pasando.
Sé que por ahora hay muchos cabos sueltos y espacios en blanco pero es que...basicamente de eso va la cosa no? 🤭🤭🤭
No se olviden dejarme la estrellita si les ha gustado y además comentar para yo saber si les va gustando o no. Os amo. Besitos💙
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