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Capítulo 3 En el medio de nuevo

ADVERTENCIA: hay un momento en que Lexie se hace una pregunta mental algo delicada para nuestra sociedad. Antes de comentar cualquier cosa sobre ella leer la N/A q está al final del cap. Sin más...disfruten.
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Llevaba tres semanas de trabajo en VampireDesire, una compañía especializada en productos de satisfacción personal tan variados que iban desde simples cosméticos y estilistas para ayudar al cliente hasta productos de ámbito sexual.

Había dejado su trabajo en la compañía Blothom tan pronto como volvió de su breve pero intensa aventura en el bajo mundo. No quería volver a inmiscuirse en asuntos de la mafia, pero como siempre, era como si tuviese un imán para ellos.

Revisando las finanzas encontró las inversiones, no justificadas en material pero sí en documentos, de Haran's company. Aunque antes en uno de sus trabajos para la policía había encontrado cosas de él nunca habían podido demostrar nada, pese a las cuentas en registros, por tanto era un pez gordo.

Ya no tengo nada que ver con esto, se recordó. Con John muerto, no era asunto suyo qué sucediese en las investigaciones policiales. Aunque me gustaría encontrar una empresa donde no estén metidas las manos sucias. Por más bonito que fuese el deseo, era prácticamente imposible.

— Señorita Rosenberg, el jefe la llama a su oficina— le comunicó su secretaria, una señora mayor entrada en canas que intentaba disimular con tintes rubios. La mujer definitivamente la odiaba por algún motivo desconocido.

— Gracias, Sarah. Voy en camino— le respondió cortésmente.

Antes de salir decidió revisar su imagen, iba profesional pero sensual con una falda ajustada gris que llegaba por encima de la rodilla pero que se cruzaba adelante dando la impresión de ser una tela envuelta.

Además la camisa era ancha pero perfecta para marcar su cuerpo, de un intenso color rojo traslucido que dejaba ver la blusa del mismo color que llevaba debajo. Jamás se le ocurriría en su trabajo llevarla solamente con el ajustador. Los tacones, poco maquillaje y el cabello suelto enmarcando su rostro, con solo aretes y un reloj por joya completaban el atuendo.

No era que le gustase molestar a la señora, pero le agradaba saberse observada por ella y que fuera incapaz de encontrar ningún desperfecto criticable. A fin de cuentas todos eran humanos. Por eso se sintió bien cuando la mujer emitió un sonido como de quien se ahoga después de su primer chupito de tequila. Miró la hora, tenía unos 45 minutos antes de necesitar comer algo, le debía de dar tiempo.

La secretaria anunció su llegada y la hicieron pasar de inmediato. Ethan Farsh, en su traje azul cielo a juego con sus ojos y que hacía un mal contraste con su cabello cobrizo, la esperaba dentro.

— Cierra la puerta, por favor— aunque intentaba ser encantador había algo que no la convencía.

No solo porque ya sabía que tenía negocios con la mafia, sino desde antes, pero fue el primer lugar donde la aceptaron luego de dimitir en la compañía Blothom así que intentaba no quejarse.

— ¿Qué puedo hacer por usted, señor Farsh?— preguntó displicente, pero dando el toque de cortesía necesario para que no fuese ofensivo.

— Necesito darte un encargo— explicó él pasando por alto el tono de Lexie— haremos negocios con Löwenterprises, quiero que tu atiendas a la reunión y me asesores— el aire le faltó de momento, lo último que necesitaba era tener que encerrarse durante horas en una habitación con Ethan Farsh y Viktor Löwe.

— Señor mis funciones no son esas— intentó evitar semejante reunión catastrófica desde su punto de vista.

— Lo sé pero necesito esto, además te pagaré el doble por las horas— le justificó Ethan.

El dinero era algo que ella necesitaba desesperadamente, tanto cambiar de trabajo para la policía le había quitado ciertos beneficios dignos de su puesto de trabajo. Le vendría bien las horas extras pero...

— Bien, está decidido. La reunión es a las siete— aseguró Ethan como si ella hubiese aceptado— ya puedes irte— le hablaba informalmente, otra cosa que no soportaba de él.

Asintió con la cabeza y dejó el despacho, aquello era un desastre. El resto del día fue pesaroso para Lexie. No se concentraba, apenas si veía los documentos delante de ella, tuvo que ir a refrescarse al baño varias veces echando agua fría en su cuello, rostro y brazos. Conforme pasaban las horas la ansiedad ganaba más terreno.

— Señorita Rosenberg, el jefe me envía a avisarle que la reunión comienza en diez minutos— le anunció Sarah.

— Gracias— le respondió como pudo sintiendo su corazón acelerarse, aunque estaba por ver que causaba esa reacción, el miedo o la expectación.

No había podido negarse que cuando pensaba en lo que había ocurrido aquella noche la invadían sentimientos contradictorios. Por una parte estaba enfadada, la había violado, ultrajado y humillado, pero por otra la excitación se hacía presente y más de una vez había terminado tocándose a sí misma recordando aquel momento.

¿Realmente es violación cuando lo disfruté tanto?

Se retocó el maquillaje y soltó su cabello de la ajustada goma que lo mantenía quieto. Acomodó su ropa y respiró hondo, Showtime.

Ethan la esperaba para pasar, afortunadamente faltaban cinco minutos para la hora oficial de la cita acordada.

— ¿Lista?— le preguntó al verla, Lexie solo asintió con la cabeza mostrando una serenidad que no sentía.

Abrieron las puertas y entraron, a la reunión asistirían Ethan, el gerente de economía y ella. Dentro se encontraban el cuatro ojos, el guardia que había estado a su lado aquel día y otro más que nunca había visto, por supuesto todos en negro, y él.

Enfundado en un traje de un azul prusia y negro que hacía su presencia aun más imponente estaba Viktor Löwe. Se pusieron de pie al verlos entrar, ella sintió la mirada escrutadora de él al instante. Sostuvo con fuerza una carpeta que llevaba en las manos, no temblaba o eso quería creer.

— Buenas noches, señor Löwe, caballeros— saludó Ethan— estos son Richard Smith, mi gerente de economía y la señorita Alexis Rosenberg, contable de la compañía— los presentó Ethan.

— Señor Farsh— saludó Viktor— señor Smith, señorita Rosenberg— su penetrante mirada hacía estragos en ella, el azul turbio de sus ojos acrecentaba la profundidad de estos.

— ¿Podemos comenzar?— preguntó Ethan, sintiéndose repentinamente incómodo por la atención de Viktor hacia Lexie. Ambos se percataron del cambio de humor del señor Farsh pero ella prefirió hacer caso omiso de él.

— Claro, señor Farsh— indicó Viktor.

Durante la hora y media siguiente estuvieron discutiendo asuntos de negocios. Lexie no opinaba pero se encargaba de tomar nota mental de todo. En ese transcurso de tiempo Viktor le dedicaba miradas furtivas, ella hacía hasta lo imposible por no mirarlo pero no podía evitar hacerlo hasta quedarse espaciada de su alrededor.

Después de un largo tiempo de discusión llegaron a un consenso, Lexie ya empezaba a sentirse mareada debido a la falta de azúcar. Debió de haber comido algo antes de que empezara la reunión pero los nervios no se lo permitieron.

— Bueno, ha sido un placer— dijo Ethan estrechando la mano de Viktor.

— Lo mismo digo— aseguró Viktor mientras le devolvía el apretón de manos.

— Señor Löwe— dijo Richard.

— Señor Smith.

— Señor Löwe— las manos de Lexie temblaban, pero ya no era por excitación e incluso Viktor notó la diferencia. Sus ojos habían perdido el brillo, el color de su rostro había desaparecido y su audaz mirada ya no estaba.

— Señorita Rosenberg— su tono de voz había pasado de indiscreto e insinuante a preocupado, aunque disimulaba bastante bien este hecho su serio rostro y mirada oscura lo delataban.

Todos dejaron el salón de reuniones. De pie esperando a que los invitados se fueran se quedaron Ethan, Richard y ella.

— Bueno, me gustaría hablar contigo a solas si es posible— dijo Ethan dirigiéndose a ella.

— Lo lamento señor Farsh pero por esta noche me retiro, tengo otro compromiso que atender y se me ha hecho tarde— se disculpó rápidamente, evitando todo tipo de confianzas entre ella y él. El rostro de Ethan se contrajo perceptiblemente en disgusto, pero no podía retenerla a la fuerza.

— Claro, nos veremos mañana— dijo rápidamente.

— Con permiso— se disculpó ella dejando atrás a los dos señores.

En su oficina recogió sus cosas tan rápido como pudo y salió casi corriendo hacia el ascensor. Hacía mucho que todos los empleados se habían ido y no le gustaba estar en la empresa tan tarde estando prácticamente sola.

Cuando llegó al primer piso se puso la chaqueta por encima, el invierno se acercaba y cada día las noches eran más frías en la concurrida ciudad. Su auto anterior era de la compañía Blothom por ello ahora andaba en metro, pero considerando su padecer decidió que el taxi sería más eficiente.

Luego de veinte minutos de intentar parar uno sin éxito, era hora punta y los pocos que había vacíos eran rápidamente detenidos por otras personas, sintió los estragos de su descuido. Todo empezaba a dar vueltas, no iba a sostenerse en pie mucho más.

La limusina negra de vidrios polarizados paró frente a ella, aunque inicialmente no fue capaz de asociarla a nada, cuando Viktor abrió la puerta por primera vez desde que lo conocía en persona se alegró de verlo. Aun lo odiaba pero al menos era alguien que no fuese Ethan que podía ayudarla.

— Entra— la orden era directa.

No era momento de discutir y carecía de fuerzas para hacerlo, por ello entró torpemente al auto y este echó a andar hasta incorporase en el tráfico inmediatamente que él hubo cerrado la puerta. No estuvieron conduciendo por mucho, al menos no que ella supiera, lo próximo que notó en su malestar fue que Viktor le abría la puerta desde afuera. ¿En qué momento...? Ya no razonaba con precisión.

La tomó del brazo haciéndola dejar sus pertenencias dentro de la limusina y, seguidos por el cuatro ojos, entraron en un establecimiento. Lexie no era capaz de distinguir a primera vista donde estaban, solo supo que él la hizo sentarse en un cómodo asiento y que le puso delante en cuestión de segundos una taza extra grande de café capuchino. La figura artística era un bonito trébol de cuatro hojas pero el olor fue mayor que el deseo de contemplar la belleza.

— Bebe.

La orden era innecesaria, casi como si la bebida fuese a desaparecer Lexie bebió del café no importándole lo caliente de este, la mejora tardó unos minutos en llegar. Sus manos pararon de temblar, su rostro recobró el usual tono rosáceo en las mejillas, su visión volvió a la normalidad y los malestares y mareos se detuvieron.

Más controlada observó el lugar, era un café y por lo que veía era sumamente lujoso, uno que ella no podía permitirse así que obviamente pagaría él. No quería mirarlo, no le daría las gracias. Después de lo que le había hecho lo último que deseaba era agradecerle nada. Aun cuando le había salvado la vida, dos veces.

— Gracias— no era costumbre, era algo más. Se sintió en la necesidad de decírselo. Miró momentáneamente alrededor y no vio al cuatro ojos. ¿Qué raro?

— ¿Eres diabética?— no era extraña la pregunta, a fin de cuentas la había visto desvanecer dos veces, sino el interés de él por saber.

— Desde los diez años— contestó ella sintiéndose en el deber de dar una explicación que lo pusiera en situación.

— Deberías cuidar más tú condición, podrías morir si no tienes cuidado— no supo decir si fue la impresión que le causó su preocupación o el que lo dijese él, pero ella permaneció sin decir nada por unos minutos.

Una camarera se acercó a ellos, obviamente coqueta hacia Viktor, y depositó enfrente de ella un plato con una porción de una torta de tres leches con relleno de almendras y un decorado con cerezas.

— No sé si te gusta, pero igualmente lo necesitas— quiso discutirle pero la mirada casi asesina de Viktor le dijo que no sería prudente.

Respiró hondo y empezó a comer. Devoró lo más rápido posible el bizcocho y pronto lo estuvo mirando con el plato vacío delante.

— Asumo que ya podemos irnos— dijo ella altanera, no era momento de hacerse la fuerte pero su orgullo era superior a su control.

— Claro.

Salieron del establecimiento, Lexie pudo ver de nuevo al cuatro ojos que de repente volvía a ir detrás de ellos. ¿Pero dónde...? Dirigida por la mano fuerte de Viktor en su espalda volvió a entrar en la limusina. Pronto volvieron a estar en marcha, aunque ahora ella no sabía a dónde iban.

— Entonces Alexis...— inició Viktor.

— Lexie— le interrumpió ella arrepintiéndose de inmediato, no tenía intención de que él supiera nada de ella.

— Lexie, parece que siempre consigues meterte en mis asuntos— le dijo y aunque el tono era serio ella captó una pisca de diversión en él.

— Tú tienes muchos cojones de hablarme luego de lo que me hiciste— le soltó ella de sopetón, haciéndolo mirarla bruscamente.

— ¿Lo que te hice?— repitió riendo por lo bajo— a ver, usualmente asesino a aquellos que se meten en mis asuntos. Tú en cambio recibiste un placer que te vi aceptar de buena gana y te salvé la vida, dos veces— remarcó él mirándola con una ceja levantada y expresión casi gatuna.

— Pero eso fue porque tú me drogaste cabrón— rebatió ella insultada y sonrojada.

— Esa lengua— le advirtió él— tienes muy malas manías cuando no estás tratando con alguien profesionalmente.

— Eso a ti que te importa— aunque le daba pelea no podía evitar sentir que estaba justo donde él la quería.

— Llegamos— le dijo cuándo la limusina frenó. Lexie miró afuera y vio que estaban en la avenida, un taxi se hallaba frente a ellos— el taxi es tuyo, ya le he pagado y no quiero escuchar nada al respecto porque la otra opción es que yo mismo te lleve a tu casa.

Lexie sabía que era capaz de cumplir su amenaza, por eso decidió no luchar. Una persona inteligente sabe enfrentar a sus enemigos y retirarse a tiempo ante la derrota. Esa frase no la había dicho ella, la había escuchado de alguien más, alguien a quien Lexie no podía ponerle rostro.

— Como sea.

Tomó sus cosas y bajó rápidamente del auto cerrando con un portazo, iba a caminar hasta el taxi pero se arrepintió en último momento. Regresó y le tocó la ventanilla, Viktor bajo el cristal y la miró interrogante.

— Solo para que quede claro— dijo rápidamente— no me gustan los dulces— en un movimiento ágil y atrevido Lexie estampó su puño contra el rostro de Viktor, quien se vio más sorprendido que dolorido.

Luego caminó veloz y furiosa hacia el taxi, entró, dio su dirección y le ordenó al chofer llegar lo más rápido posible. Mientras, Viktor se tocaba el rostro allí donde se enrojecía debido al golpe.

— ¿Está bien señor?— preguntó el cuatro ojos.

— Sí Nathaniel, estoy perfecto— dijo rompiendo a reír— podemos irnos.

*****
Explicación de la advertencia:
Bajo ningún concepto creo yo que el uso de drogas o afrodisíacos en una persona en contra de su voluntad para aumentar su estimulación e inhibir su razonamiento está bien y creo que cuenta como violación y debería de ser penado por la ley. PERO este libro es mera fantasía para entretener y por ende no es real lo que significa que no expresa mi verdadera opinión sobre el tema y me permito la libertad de manipular la situación como desee.

Dicho esto...Buuuueeeeenaaaaas. Qué tal? Les gustó el cap? Uy que genio que se carga nuestra Alexis🤭🤭🤭y a Viktor parece gustarle eh? Ustedes que creen?

Les dejé otro cap por ende sigan adelante por favor👉🏻👉🏻👉🏻 o 👇🏻👇🏻👇🏻

No se olviden de dejarme si estrellita y algún comentario que yo los leo todos y me ayudan a seguir adelante.🥰🥰🥰

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