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Capítulo 23 Complaciendo deseos

Aunque habían repasado el plan cien veces, había algo que a Lexie no la convencía. Por algún motivo tenía la impresión de que algo malo pasaría, pero claro, eso no sería lo que la detuviese. Llegados a ese punto nada la detendría. Todo estaba listo para el día siguiente, pero en esos momentos algo más ocupaba su tiempo y ella estaba totalmente enfocada en eso.

Era la víspera del cumpleaños de ese león insufrible y Nathaniel había conseguido lo que ella no esperaba, que Viktor regresara a casa sobre las 11 de la noche. Sabiendo cómo terminaría todo, Lexie en lugar de cocinar pesado había preparado ensaladas con filete poco hecho. Conociendo a Viktor lo más probable era que apenas si prestara atención a la comida.

Lexie había comprado un montón de velas de cristal de suave olor y las había colocado por todo el salón, había acomodado almohadones y almohadas grandes en el suelo, encima de la mullida alfombra que cubría casi toda la superficie habia colocado un edredón extra-camero para sentarse. Así sería más cómodo permanecer allí y además tendrían menos límites.

Se había curado a consciencia la herida y tomado los analgésicos, pues no quería que su dolor causara algún inconveniente. El regalo estaba escondido estrategicamente detrás del sofá, el cual había corrido con ayuda de Hide para dejar todo el salón en su espacio libre.

Por supuesto no podía faltar la parte esencial entre ellos, pues pese a todo Alexis era capaz de admitir que el sexo era un punto clave en la relación no amorosa que ambos sostenían. Por ello Lexie llevaba puesto una tanga de encaje roja, que tenía un gran lazo en la parte superior de sus nalgas, junto con una liga a juego, también con un lazo rojo, en uno de sus muslos.

Para arriba llevaba un sujetador de encaje rojo, que tapaba con el encaje la parte superior de sus senos mientras que de los pezones hacia abajo era semitransparente. Los tacones negros terminaban su look sensual y sexual por igual y ella se sentía poderosa de solo imaginar la reacción del salvaje animal enjaulado con ella al verla así. Por encima, para andar por la casa en lo que Viktor llegaba, se había puesto un albornoz negro que evitaba que se viera lo que traía debajo.

Se hallaba impaciente por verlo llegar y por esto los nervios le jugaron en su contra. De repente le pareció todo demasiado, creyó que tal vez no le gustaría el regalo o ella misma. Lo único que estaba segura que le agradaría era el champán, lo había comprado luego de preguntarle a Nathaniel cuál era el favorito de Viktor y Hide se lo había pagado, pese a ella haber protestado para que no lo hiciera, por el precio descomunal que tenía esa puñetera botella con burbujas.

Su celular vibró, cuando vio el nombre de Nathaniel en la pantalla temió entonces que tal vez algo hubiese surgido y que ya no pudiese irse temprano. Un nudo se atravesó en su garganta.

— ¿Qué pasó?— preguntó apenas contestó, Nathaniel notó el nerviosismo en su voz y no pudo contener una sonrisa.

— Acaba de entrar al edificio— le avisó— escucha, tienes que relajarte, ¿vale?. Todo va a salir bien, tú solo confía en ti.

— Ok, bien— dijo ella intentando convencerse a sí misma, era más fácil decirlo que hacerlo— ¿Nathaniel?— le habló de nuevo de forma suave.

— ¿Sí?— preguntó este, curioso.

— Gracias— colgaron.

Nathaniel se sentía feliz por Viktor, llevaban juntos más de una década ya y nunca lo había visto como en esos momentos. Estaba bien y feliz, aunque no sabía por cuánto tiempo más eso sería así. Lexie era una cosa buena en su vida y la experiencia les había enseñado a su jefe y amigo y a él que las cosas buenas no duraban mucho en el mundo que ellos vivían. Una llamada lo sacó de sus pensamientos.

— Dígame— contestó sabedor de quién sería.

— ¿Ya dejaste al tortolo en casa?— preguntó Hide jocoso. Nathaniel rió por la forma jovial de hablar del muchacho.

— Sí, está subiendo— admitió y Hide podía notar la sonrisa en la voz de Nathaniel, por raro que eso fuera.

— Perfecto, entonces no acepto un no por respuesta— exclamó Hide con seguridad.

— ¿Qué?— Nathaniel no entendía a qué se refería.

— Ven a mi hotel, tomaremos algo en el bar de abajo y no subirás a mi habitación, tranquilo— dijo Hide, pero entonces añadió— al menos que lo pidas, claro está.

— Hideki— intentó rechazarlo Nathaniel con la duda tomando su voz.

— Eh, eh, Nathaniel— le interrumpió Hide con rapidez y serenidad a la vez— he dicho que no aceptó un no. Te espero— colgó sin más.

.

.

Viktor entró en la casa y le llamó la atención la falta de iluminación, entonces levantó la vista mientras se quitaba el abrigo y no fue capaz de completar la acción de ponerlo en el perchero. La tela escurrió entre sus dedos hasta el suelo mientras sus ojos no se despegaban de la esplendorosa escena delante de él. En el pulido piso negro se reflejaban las llamas de las diferentes velas y en el centro, entre platos servidos para comer y una hielera con champán, Lexie lo esperaba sobre almohadas y edredones.

— Bienvenido— le dijo con voz sensual cuando él se detuvo frente a ella, sin pisar todavía el edredón.

— ¿Qué es todo esto?— preguntó Viktor suavemente, no podía creer lo que estaba viviendo.

— Sé que mañana no podrás, pero pensé que era necesario hacer algo por tu cumpleaños. A mí me gustan y quise intentar hacer una especie de celebración para ti. No te creas que fue sencillo, que con lo mucho que sé de ti fue infernal preparar algo, pero...bueno...—Lexie intentaba encontrar las palabras que la satisficieran— Nada extravagante, esto es lo que tengo.

— Alexis— susurró Viktor mirándola y con la voz cargada de una emoción extraña para él— yo me hubiese conformado contigo solamente— aclaró él.

— No es cuestión de conformarse, es de superación— alegó ella firmemente— ¿Tienes hambre?

— Claro— contestó él, decidiendo dar por terminado el debate sobre su regalo.

Luego de hacerle quitar los zapatos para caminar encima del edredón, ambos se sentaron uno frente al otro. Lexie se aseguraba de que no se viera debajo del albornoz para mantener la sorpresa de su ropa especial, mientras tanto comían y bebían un vino delicioso que Viktor había buscado de su colección especial, luego de que Alexis le aclarase que el champán solo se abría a las 12 en punto de la noche. Claro que con los analgésicos ella solo pudo darle sorbos pequeños a la copa de Viktor, pero al menos hacía compañía.

Hablaron de asuntos triviales, la relación entre Hide y Nathaniel, cosas de la empresa que habían pasado últimamente, noticias de última hora de la prensa rosa y amarillista, para cuando terminaron de comer habían agotado los temas de conversación, al menos los que podían tocar esa noche. Entonces el reloj marcó las 12 de la noche, era día 23.

— Feliz cumpleaños— le dijo Lexie con una sonrisa.

— Gracias— respondió él, mirándola arrolladoramente. Entonces Lexie se puso de pie y lo hizo pararse también, tomó la botella de champán en el proceso.

— Nunca he abierto una de estas, así que me enseñarás— ordenó más que solicitó, pero a Viktor eso le gustó en la misma medida en que le resultó cómico.

Se paró detrás de ella y sostuvo sus manos entre las suyas, ambos agitaron la botella, Viktor la ayudó a aflojar el corcho y cuando estuvo a punto llevó sus manos a las caderas de Lexie. Ella fue quien tiró el corcho, que salió disparado hacia el techo con un sonido fuerte y rebotó para parar en alguna parte del salón. La espuma se desbordó y mojó el piso, afortunadamente Lexie se había parado en el suelo para ello, de forma que los almohadones y cojines no se afectaran. Viktor tomó las dos copas que previamente Lexie tenía preparadas y ella sirvió la espumosa bebida.

— Por tu cumpleaños— brindó ella.

— Por ti— refutó Viktor, entonces Lexie decidió otra cosa.

— Por las incongruencias— Viktor rió, ambas copas impactaron armónicamente y el brindis estuvo hecho— hmmm— emitió Lexie tragando mientras soltaba la copa en el suelo y corría detrás del sofá— este es tú regalo— afirmó.

De detrás del sofá recogió algo que inicialmente Viktor no entendió, entonces se dio cuenta, era un león de melena negra con traje y corbata, grande como un niño de seis años y abrazable, un peluche de felpa para niños.

Una carcajada llenó la habitación mientras Viktor se sujetaba el estómago de tanto reírse, Lexie lo había visto reír algunas veces, pero una carcajada era la primera vez. Una sonrisa se abrió paso en su expresión mientras presenciaba una versión de Viktor que no creía que existía.

— ¿Te gusta?— preguntó, aun ligeramente insegura.

— Es perfecto— dijo acercándose a ella y tomando el peluche en sus manos mientras lo miraba cuidadosamente, apretándolo al comprobar lo suave de su material. Lexie caminó por detrás de él, aprovechando que Viktor estaba entretenido y se paró en medio del edredón.

— Vitya— llamó su atención, este se giró hacia ella.

Lexie abrió el albornoz y lo dejó resbalar por sus brazos, quedándose en el erótico traje que llevaba debajo. Viktor tragó saliva, la había visto desnuda muchas veces, la había tomado incontablemente, pero la única vez que la había visto con algo erótico a esa medida había sido la primera vez y él se lo había puesto estando ella inconsciente.

Esta vez ella lo había buscado, había tomado el primer paso, le deseaba y lo afirmaba de la mejor forma posible. Viktor caminó hacia ella, dejó caer al león en el proceso, la observó detalladamente de arriba abajo reparando en cada detalle de su cuerpo, finalmente la miró a los ojos y se perdió en la profundidad de estos.

— ¿Segura?— aunque lo estaba demostrando, necesitaba que ella lo dijera. No podía repetir lo de la primera vez.

— Sí— exclamó firmemente.

Viktor no preguntó más nada, le levantó el mentón con el índice y la hizo mirarlo. La besó apasionadamente, sus lenguas batían un duelo incansable y las manos de Viktor recorrían su cuerpo, apreciando las curvas que para él eran perfectas. Se deslizó por su cuerpo propinando besos y mordidas en su camino hacia abajo.

Lexie tuvo que quedarse de pie recibiendo descargas de placer, Viktor besó allí donde la liga estaba, luego más adentro, el punto donde sus muslos convergían y ella gimió. Él desabrochó el tanga por las tiritas que lo mantenían en su sitio y la prenda cayó al suelo.

El león se vio delante de lo que deseaba verdaderamente, su lengua encontró el camino y sus manos se aferraron a las nalgas de Lexie, forzándola más hacia delante, manteniéndola en su sitio. Ella apoyó las manos en los hombros de Viktor, sus gemidos eran la mejor música posible para él y haría que Lexie continuase produciéndolos.

El orgasmo llegó rápido y fuerte, sus piernas dejaron de sostenerla y Viktor se encargó de que ella bajara hasta quedar arrodillada delante de él. Alexis le quitó la camisa, besando allí donde los botones al abrirse dejaban descubierta la piel. Cuando Viktor estuvo desnudo de la cintura para arriba, ella presionó una mano en su pecho y lo hizo reclinarse un poco hacia atrás, haciendo que se apoyara en sus manos.

Lexie desabrochó sus pantalones dejando libre el erecto y fuerte miembro, sus manos pasaron a la acción y su lengua se unió pronto. Succionó dentro todo cuanto pudo, por más esfuerzos que hacía no podía llegar a la base. Viktor puso una mano encima de su cabeza, pero era ella quien marcaba el ritmo donde su lengua rodeaba el caliente miembro mientras ascendía, para luego descender en una succión fuerte y rápida.

Después de un rato él le pidió que se detuviese, ella se incorporó algo confundida, mostrándose a Viktor con sus sonrojadas mejillas y los labios rojos e hinchados, un gruñido bajo salió de la garganta del pelinegro.

Viktor llevó las manos a su espalda deslizando los dedos por su piel, desabrochó el sujetador de ella y atacó sus senos rápidamente. Sus mordidas, besos y succiones causaron el endurecimiento de los dos delicadamente rosados pezones. La fue guiando hacia atrás hasta que ella quedó acostada y él se posicionó entre sus piernas. Con su mano guió su miembro a la entrada, ambos se miraron a los ojos fijamente, había algo extraño en la forma en que se miraban, algo que no entendían.

Viktor empujó dentro. Lexie se sintió completa, llena, ella misma. Los envites eran desenfrenados, nada importaba, nada existía, solo la fuerza con que sus cuerpos se acompasaban. Sus manos se enredaban aferrándose a lo que encontraban, de vez en cuando sus bocas impactaban en un fuerte choque.

Viktor se alzó llevándose a Lexie con él, ahora era ella quien se dejaba caer encima de su miembro, la liga que aún llevaba rozaba sus cuerpos con cada embestida y ella movía sus caderas en círculos, hacia adelante y hacia atrás, rápido, lento.

Viktor empujaba, ella danzaba. Era una perfecta armonía, cada parte de su interior era golpeado por él mientras envolvía todo su miembro con calor, humedad y presión. Él mordía, chupaba o apretaba con las manos sus senos, sus pezones. Lexie lo hizo acomodarse completamente hacia atrás tomando todo el control. Cuando el clímax se hizo inminente Viktor marcó el ritmo poniendo sus manos en las caderas de Lexie.

Sudor.

Calor.

Pasión.

Gemidos.

Fuerza.

Ambos se miraron, tanto como Lexie pudo mantener los ojos abiertos, hasta que apretó con fuerza a Viktor dentro, hasta que el orgasmo pudo con ella. Al verla llegar a su máximo Viktor se supo incapaz de aguantar más, vació todo su ser dentro de ella, el calor la embriagó momentáneamente, lo sentía dentro, era único.

Se quedaron dormidos allí, abrazados encima del edredón, en el suelo. En medio de la noche Lexie se despertó, había tenido una pesadilla donde Viktor moría frente a ella, miró hacia el lado y él dormía plácidamente. Lexie se sintió tranquila de verlo allí.

Entonces se puso de pie, tomó el albornoz y se fue a beber un vaso de agua, al regresar Viktor dormía abrazado al león de peluche que había estado al lado suyo, cerca de donde ellos habían terminado durmiendo luego del sexo. Debe de haberme confundido con él, pensó Lexie riendo quedadamente.

Una idea irrumpió en su mente y se vio en la imperiosa necesidad de tomarle una foto en esa posición, buscó su celular y se acercó a él con cuidado, quitó el flash de su cámara pues la habitación estaba bien iluminada todavía, tomó la foto.

Se dejó caer a su lado mientras reía por su travesura de forma baja, intentando no despertarlo. Había puesto la foto de contacto con el nombre "Cute Lion". Se volvió a dormir.

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SUGAAAARRRR
Es que a veces se necesita un poco de azúcar pequepinkypitufos....pero se quedaron con la duda de qué pasó con Hideki y Nathaniel, por favor solo Continúen al siguiente capítulo 🤗🤗🤗

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