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Capítulo 22 Seducción por información

Lexie se había sentido mal, o más bien lo había fingido, llamó a Nathaniel y este le informó que tanto Viktor como él no estaban en la compañía y que podía retirarse si se sentía indispuesta. Aprovechando esto, tomó un taxi directo a casa mientras le enviaba un mensaje a Hide con la dirección, él estuvo allí incluso antes que ella.

Tener auto es bueno, tengo que meditar comprarme uno, llegó a pensar. Subió junto con él y nadie los detuvo, aunque Lexie sintió las miradas de todos en ellos. No los cuestionaba, todos sabían quién era Viktor, además Hide no era de mal ver si te gustaban asiáticos, tan alto como Nathaniel, con los rasgos típicos pero delicados. Era un año mayor que ella solamente y le encantaba ejercitarse, motivo por el cual su cuerpo estaba tonificado, aunque había algo más allá de la amistad que imposibilitaba el afecto físico-emocional entre ellos a nivel sexual y de pareja.

— ¿Segura de que puedo estar aquí?— le preguntó.

Aun si Viktor llegaba, en el club él traía lentes y el cabello teñido de castaño claro, cuando en realidad era de un castaño oscuro que pasaba por negro. Se lo había peinado con gel, pero generalmente lo traía suelto, llegándole hasta los ojos de largo, y vestido como una persona normal de clase media no tenía nada que ver con quien se había presentado en Luxus.

— Tranquilo, ya le diré— respondió ella— ¿le llegaron?

— Las envié ayer en la noche, debieron de estar en su oficina en algún punto de la mañana— le explicó Hide.

— Bien, ahora tenemos que buscar cómo comprobar la relación entre ellos y Mikhaelis— dijo Lexie entrando en la cocina, rebuscó para cocinar algo y al final se decidió por hacer una lasaña.

— Sobre eso, tengo una información de un contacto que puede saber algo que nosotros no. Desafortunadamente...— contó Hide mientras la ayudaba a sacar el jamón, el atún, el queso, pollo y salchichas. No eran la receta original, pero ambos eran fanáticos de la lasaña llena de todo aquello sellado con queso y las salsas correspondientes—...no cede ante presión. Necesita incentivos, pero con la cantidad de dinero que posee no creo que sea de ceder ante la billetera— comentó.

— Entonces cede ante dos cosas más, miedo o placer— aseguró Lexie— nuestros vicios, deseos y temores gobiernan nuestra vida.

— Miedo no, ya lo intenté y no funcionará. El hombre está preparado para morir, siempre que sea de forma rápida. En cuanto a la tortura, alguien así solo callaría sabiéndose muerto, tomaría trabajo y tiempo, ambos están carentes— dijo Hide.

— Placer entonces— concluyó Lexie— ¿hombre o mujer?

— Mujer— contestó él.

— ¿Qué día es hoy?— preguntó.

— 18.

— Lo veremos mañana— decidió al final.

Estuvieron hablando por largo rato, la idea era que Hide se fuera antes de que llegara Viktor, pero la verdad era que poco le importaba a Lexie que ambos se vieran.

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— Me llamó, señor Viktor— dijo Selena entrando en la oficina de Viktor en Heaven’s.

— Sí, tenemos que hablar de una situación delicada— afirmó él.

— Usted dirá— respondió ella.

— Desde hace algún tiempo alguien me ha estado traicionando, dinero y mercancía han sido desviadas, he estado investigando quién está detrás de ello y entre los sospechosos se encuentran tú y tu hermano— confesó Viktor.

Nathaniel y él habían llegado a la conclusión que si las fotos de los documentos eran ciertas, necesitarían actuar ofensivamente, se acababa el juego en espera.

— Señor Viktor— exclamó sorprendida— no puedo creer que…

— Lo que tú creas no me interesa— la detuvo Viktor tajante.

— Perdón, señor— dijo sumisa— Yo jamás lo traicionaría, y mi hermano tampoco. Le debemos tanto, no puedo entender que realmente lo piense— se defendió ella.

— ¿Qué? ¿Vas a lloras otra vez?— dijo Viktor sarcástico.

— Aquello fue un error, por favor no me lo tenga en cuenta— respondió avergonzada.

— Por tu bien y el de tu hermano, que sea mentira, porque ninguno de los dos sabéis de que soy capaz sino— sentenció.

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Ambos jugaban póker cuando la puerta principal se abrió, Lexie miró y vio a Viktor entrar seguido de Nathaniel. Estos no repararon en el visitante hasta que no llegaron al salón, inicialmente se quedaron callados, Viktor y Hide se miraban mientras Nathaniel miraba a Lexie con una interrogante en sus ojos, de pronto tanto ella como Hideki rompieron a reír.

— Perdón— dijo Lexie secándose las lágrimas que había derramado de tanta risa— es que toda ese mirar para aquí y para allá me dio risa— se justificó ella.

— Sí, ¿no?— concordó Hide— Un placer Inoue Hideki— se presentó.

— Viktor Löwe— estrecharon las manos, entonces Hide extendió la suya hacia Nathaniel.

— Nathaniel— le devolvió el saludo este, ambos se miraron un segundo y Lexie captó el brillo en los ojos de Hide.

— No…lo…hagas— dijo ella, dividendo las palabras para enfatizarlas, Hide soltó a Nathaniel y se giró hacia ella.

— ¿De qué hablas? Yo no he hecho nada— respondió en defensa.

— Conozco esa mirada— objetó Lexie.

— No es como si lo fuese a tirar al suelo y violar aquí mismo, no me estreses— dijo este mientras se ponía de pie, Nathaniel se puso rojo y abrió mucho los ojos a raíz de esa exclamación. Lexie reparó en que Viktor estaba tan sorprendido como ella misma de ver esa expresión en él.

— Como sea, ¿te vas?— preguntó ella.

— Algunos de nosotros tenemos alguien a quien matar en la mañana— comentó él.

— ¿Qué?— exclamó ella sin entender.

— Hitoshi pasará por el hotel a verme, tiene unas cosas de mi hermana que entregarme— comentó él mientras recogía sus cosas— si sale con vida pues te toca la tina de helado y si lo mato enterrar el cadáver.

— Conozco donde conseguir ácido para derretirlo— comentó ella en respuesta, los dos rieron— hasta mañana loco.

— Sayonara, Arekusus— se fue.

— ¿A qué vino eso?— preguntó Viktor apenas Hide se hubo ido.

— No es muy vergonzoso, no le da pena decir las cosas. Toma lo que quiere, cuando quiere y te aseguro que no es de esconder sus intenciones— respondió Lexie poniéndose de pie y dirigiéndose al cuarto— Nathaniel, yo que tú tendría cuidado, eres su nuevo objetivo y después de la expresión en tu rostro hoy, definitivamente le diste algo que desear.

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Estuvo despierta desde muy temprano, Nathaniel y Viktor se habían pasado toda la noche conversando en el estudio y ella se había ido a dormir. Para cuando volvió a ser plenamente consciente de ella, Viktor ya no estaba en casa. Era un extraño día libre en el trabajo, pero tenía otros objetivos.

Se arregló acorde a su ánimo y metió en un bolso grande ropa para la noche, durante el día el objetivo era buscar las cosas para el cumpleaños de Viktor, pero en la oscuridad nocturna iría a visitar a quien pudiera darle información sobre los Kreigh.

Se paseó por toda joyería, sastrería y tienda donde ella pudiese comprar, las opciones se le acababan y seguía sin nada. No podía llamar a Hide, él estaba ocupado atendiendo a su primo/ex-novio. En un momento de desesperación se dio por vencida y llamó a Nathaniel, si tenía suerte no estaría con Viktor.

— Dime— contestó al tercer tono.

— ¿Estás ocupado?— preguntó Lexie algo ansiosa.

— No, ahora simplemente estaba revisando unos documentos— respondió él.

— ¿Viktor?— insistió ella.

— En su oficina, no estoy con él— respondió Nathaniel sin entender nada.

— No sé qué hacer para su cumpleaños, es un billonario, empresario y….bueno— dijo Lexie desesperada— celebra su cumpleaños realizando negocios en un club de lujo que posee, ¿Cómo demonios supero yo eso?— Nathaniel se reclinó en la silla suspirando, había predicho que eso podía pasar.

— ¿Qué quieres regalarle?— preguntó con calma.

— Esa es la cuestión, que no sé nada de él. ¿Cómo voy a regalarle algo sino tengo ni idea de qué demonios le gusta?— increpó Lexie.

— Creo que es más el gesto que el regalo, al menos en este caso, regálale algo que signifique más de lo que vale en metálico. Estoy seguro de que sabes hacerlo— sugirió Nathaniel. Lexie se quedó un momento pensando, mirando al sinfín de tiendas que se alzaban delante de ella.

— Tengo una idea— susurró— Ya sé que hacer— exclamó con convicción.

— Bien. Oye por cierto, recibí una llamada de ese amigo tuyo esta mañana, ¿Cómo tiene mi número?— preguntó más intrigado que molesto.

— Debió de haberlo tomado de mi celular o algo así, no sé, tiene sus mañas para actuar cuando quiere algo. Te lo advertí— contestó ella.

— Sí, supongo— comentó Nathaniel ensimismado.

— ¿Le digo que deje de molestar?— sugirió Lexie.

— Eso no será necesario— contestó rápidamente Nathaniel— está bien.

— Ok— dijo Lexie condescendiente mientras sonreía al teléfono.

Colgaron.

Lexie se fue directo a dónde quería. Tenía razón, no sabía nada de Viktor, pero seguro que podía encontrar algo para darle con otro tipo de peso.

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— ¿Eso es lo que le regalarás?— preguntó Hide mientras conducía, iban camino a encontrarse con esa persona que podía darles la información necesitada.

— Sip— contestó Lexie.

— Me gusta, es original de cierta forma— dijo él— además de incongruente.

— Eso pensé yo— aceptó Lexie muy orgullosa de su elección.

— Bueno, aquí estamos— anunció Hide— quisiera entrar contigo, pero…

— Lo sé, tranquilo— admitió ella— estaré bien.

Dejó el auto atrás y caminó una manzana, el local era una especie de bar de la clase media del bajo mundo. Sabía a quién estaba buscando, pero eso no lo hacía más fácil. Dentro del bar el ambiente era tenso y todos la miraron, más disimuladamente algunos, desde el momento en que entró.

Fue hasta la barra y pidió una cerveza, aunque la miró con malos ojos, el barman se la dio. Ella miró hacia los lados, estaba buscando la señal, ese hombre tenía un anillo cuya piedra era un gran diamante en forma oval que a los lados tenía dos rubíes. Nadie aquí lo tiene, notó luego de un rato.

Dispuesta a irse después de una larga espera, bebió lo que quedaba de su cerveza, entonces el ambiente se tensó aún más. Alguien acababa de entrar por la puerta, trajeado en malva, con una imponente presencia, que a ella no la afectaba debido a que seguía siendo menor que la de Viktor, fumando un puro que sostenía con la mano derecha, en la cual brillaban un diamante con dos rubíes en el dedo medio.

Entró en el bar y se fue acercando, sin mirarla a ella o a algo en particular, entonces pasó por su lado y reparó en lo  mucho que destacaba la figura de una mujer allí dentro. Giró en seco y la miró interesado, ella simplemente levantó una ceja y lo miró desafiante, él sonrió de medio lado.

— No creo que sea apropiado que una mujer este aquí sola— advirtió él.

— ¿De qué otra manera puede una encontrarte?— expresó ella con coquetería.

— ¿Me buscabas a mí?— preguntó él incrédulo. Lexie sonrió.

— Bruno Dermont— dijo ella mirando la barra, luego levantó la vista y la clavó en él fijamente— ¿A quién sino?

.

.

Bruno servía un vaso de bourbon mientras Lexie miraba atentamente toda la habitación. Era su oficina dentro del bar, un lugar muy diferente al local inicial, blanca desde paredes hasta techo, muebles caros y un mini-bar con muchas botellas caras.

— Siéntate— le dijo él acomodándose en el sofá, palmeando el espacio al lado suyo.

— Me gusta quedarme de pie— negó ella— gracias— él la miró visiblemente intrigado.

— ¿Quién eres?— quiso saber.

— Mi nombre es Alexis Rosenberg, vengo por una…situación en particular— informó con voz pausada.

— Alexis, me dirás entonces para qué soy bueno— le dijo él.

— Necesito información, me dijeron que si eso necesitaba tú eras a quien buscar— afirmó Lexie— ¿me mintieron?

— No, pero hay un detalle. ¿Te hablaron de mis precios?— preguntó mirándola de arriba abajo.

— Seguro que podemos llegar a un acuerdo— contestó provocativa.

— Bueno, todo es arreglable— dijo poniéndose de pie y acercándose peligrosamente a ella.

Quedaron uno frente al otro, sus alientos se mezclaban y estaban casi rozando sus labios cuando el celular de ella sonó. Metió la mano en el bolsillo de sus pantalones y extrajo el móvil, ambos leyeron el nombre en la pantalla. A Bruno el nombre no le significaba nada, pero la imagen de Viktor Löwe fumando que tenía Lexie puesta de contacto sí que lo hizo echarse hacia atrás con la mirada marcada de miedo.

— ¿Quién eres pequeña?— preguntó, Lexie contestó la llamada.

— Dime— habló.

— ¿Qué tal va todo?— dijo Hide desde el otro lado.

— Sí, regresaré a casa antes de que llegues— dijo ella, Hide entendió que había funcionado, se les había ocurrido a última hora.

— Qué bien, entonces solo queda preguntar— dijo él.

— Si hoy no tienes tanto trabajo y ya terminaste en Heaven’s por qué no simplemente vas para la casa, yo estaré allí en hora y media— le dijo ella, solo significaba que de todas formas tendría que dar algo a cambio, pero al menos ahora era temida en cierto grado y al mismo tiempo deseada.

— Entonces nos vemos en media hora— se despidió Hide.

— Perfecto, entonces en hora y media en la casa. Si llegas antes que yo ni se te ocurra calentar nada, la comida de hoy no puede acercarse al microondas— exclamó como quien no quiere la cosa y habla muy serio sobre algo— besos.

— Oh, no, no, no, no, no, no, no— repitió Bruno— espera… ¿Rosenberg? He escuchado ese nombre antes, es…eres. Oye no quiero problemas— aseguró Bruno.

— Yo tampoco— ratificó Lexie— quiero información— Bruno meditó al respecto por un segundo, si lo pensaba con detenimiento su vida no corría peligro si nadie se enteraba de nada. Aunque no se atrevía a pedir que se acostara con él, siempre había otras vías.

— Muy bien— dijo a la vez que se sentaba y abría la bragueta. Lexie entendió la referencia.

Se acercó lentamente a él y se arrodilló entre sus piernas, tomó entre sus manos el flácido miembro y comenzó su labor. Pronto sus manos consiguieron poner erecto el pene de Bruno, una de sus manos trabajaba en el tronco, descendiendo y ascendiendo, rozando con las uñas el glande, o rotando su dedo pulgar por todo el perímetro. La otra jugaba con sus testículos, los apretaba con cuidado para luego soltarlos.

No era suficiente y lo sabía, le había dado algo por lo que obtener morbo de una situación menor a la que él quería originalmente, era el momento de actuar en consecuencia.

Su boca cubrió la totalidad de la punta mientras creaba succión, bajó introduciendo todo el miembro en su boca, con su lengua rodeaba cuando iba sacándolo y en el glande propinaba unas caricias con ella y los dientes. Siempre atenta de mantener bien definida la línea divisoria entre dolor y placer, luego succionaba de nuevo. Fue a su ritmo, él solo se dejaba hacer, el placer de jugar con el juguete del jefe del bajo mundo le daba un gusto inigualable.

Lexie aceleró sus movimientos, no tardó mucho en sentir el calor del líquido llenando su boca. Aunque no lo trago, tampoco lo escupió, sacó el miembro flácido una vez más y miró a los ojos a Bruno. Él señaló una puerta y ella fue hasta allí, era el baño, dentro escupió todo en el lavamanos y se enjuagó la cara y la boca varias veces. Al salir de nuevo Bruno volvía a su bebida y fumaba un puro.

— ¿Qué quieres saber?— preguntó ansioso porque se fuera lo más rápido posible, mientras más tiempo pasará allí, más riesgo corría él.

— Los hermanos Kreigh están trabajando con la mafia italiana, ¿con quién?— preguntó ella.

— Eso, creo yo, ya lo sabes— Lexie lo miró inquisitiva— Mikhaelis Vitrano— contestó al fin.

— ¿Dónde encuentro algo que me ayude a probarlo?— preguntó, sabía que en realidad solo debía de hacer una pregunta, pero también que él no se negaría a responder.

— Vitrano no deja huellas en papel, si quieres probarlo tendrás que conseguir evidencias de alguna reunión física de ellos. Lo que sé es que el 23 estarán en el puerto, hay un almacén allí, tengo entendido que los Kreigh harán una entrega y esta vez el hombre de confianza de Vitrano viene a recogerla. Si puedes entrar y grabar, fotografiar o lo que quieras tendrás tu prueba. No hay otra forma, con ellos al menos— contestó Bruno luego de una calada a su tabaco. Aunque no era lo que quería, era más de lo que esperaba.

Lexie asintió con la cabeza y se dio media vuelta, no miró hacia atrás, no tenía por qué, simplemente salió del bar como si nada. Hide la recogió en el punto pactado, tres manzanas más allá del bar. Entró e inmediatamente tomó su neceser y sacó un cepillo de dientes y pasta. Hide conducía mientras ella se cepillaba los dientes con furia, asegurándose de llevárselo todo. Se enjuagó con un vaso de café extralargo en el cual vertió agua, para escupir dentro y tirarlo por la ventanilla.

— ¿Y bien?— preguntó Hide.

— Bien— dijo ella.

Se enfrascó en un relato de los acontecimientos y le comunicó la nueva información, junto con el plan que iban a hacer. Si todo salía bien no debería haber problemas, pero cuándo en la vida algo sale bien.

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Pequepinkypituuuufos ❤❤❤ que les pareció???

Les gustó? Me odian por poner a Lexie a hacer estas cosas?

Me dejan saber que opinan shiii??? 🥺🥺🥺

Ya vamos avanzando más en la obra y me siento feliz de ver que les gusta, aunque solo sea por la cantidad de vistas constantes que tiene❤igual por fis si me apoyasen con un comentario o una estrellita os lo agradecería🤗 nos leemos en un día. 🥰🥰🥰🥰

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