Capítulo 15 Confianza traicionada
Viktor aterrizaba en Rusia, el intercambio se llevaría a cabo en un hotel cerca de la mansión de Dmitri. Supuestamente nadie debía de saber que el señor de la mafia rusa vivía allí, pero de igual manera no había mucho del bajo mundo que Viktor no supiera.
— ¿Rectificaste la hora de la cita?— preguntó a Nathaniel.
— Por supuesto, señor— respondió este— a las 22 horas, en el hotel acordado.
— Perfecto— respondió Viktor— Espero no haya inconvenientes.
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En la mansión llevaban todo el día locos, los hombres de negro andaban de arriba para abajo con armas y preparaciones, aunque discretos, el ambiente se sentía tenso y el exceso de movimiento revelaba la naturaleza de la situación.
— Escuché que te vas esta noche, ¿es cierto?— le preguntó Ekaterina.
— Sí, ese es el plan— aceptó Lexie.
— Para eso no veo que el señor Dmitri tenga que ponerse en peligro— el tono hosco de la chica no pasó desapercibido para Lexie. Se había dado cuenta, pero no se consideraba en posición de decir nada.
— ¿Sabes una cosa?— ¿Decir la verdad qué era lo peor que podría traerle? Ya se iba de cualquier modo— Si lo hicieras ver que ya no eres la niña pequeña que él recogió, es posible que correspondiera tu amor. Sé que te ama, tal vez solo necesita un empujón para cambiar la dirección de ese amor.
Ekaterina la observó con los ojos a punto de salirse de sus cavidades, el color había desaparecido de su rostro y sus manos temblaban. Lexie decidió ignorar esos detalles y continuar con su consejo.
— No puede verte como un padre, era muy joven cuando te encontró y tú muy mayor. Lo máximo que puede ver en ti es una hermana pequeña, puede que viendo que ya no eres tan pequeña decida dar el paso. A fin de cuentas, solo cede a hacer cosas por ti y cuando tú lo pides. No puede ser solo porque te vea como a una niña— prosiguió Lexie.
— No creo que funcione— dijo finalmente Ekaterina, profundizando en las palabras de Lexie.
— Uno nunca sabe— enfatizó Lexie, guiñándole un ojo.
— Llegó el momento de marchar— anunció Caius interrumpiéndolas.
— Bueno, supongo que ya no nos veremos— se despidió Ekaterina.
— No, Katya, la verdad es que siempre habrá algo que nos hará vernos de nuevo. Aunque espero que la próxima vez…— dijo acercándose a su oído— tenga que llamarte Ane-san— se alejó de ella hasta llegar al lado de Caius.
— ¿Qué es eso?— preguntó Ekaterina sin entender.
— Googlealo— respondió Lexie mirándola— no creo que sea un delito.
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Caminaron en silencio hasta el auto donde dentro Dmitri la esperaba. Se sentó junto a él, dos autos salieron antes que ellos y dos después. Lexie reparó en el arma que Dmitri portaba tapada con el traje.
— ¿Piensas abrir fuego?— preguntó Lexie.
— No, sino es necesario— remarcó él.
Los recuerdos de la última balacera entre él y Viktor la abordaron, los reprimió inmediatamente. Estaba cerca de verlo y la necesidad de tenerlo cerca se hacía más grande, la ponía más nerviosa. Para ella fue una eternidad lo que demoraron en llegar al hotel, se instalaron en una habitación de lujo. Solo para un rato, que derroche, llegó a pensar, pero le daba igual.
— Imagino que no tienes ni idea de lo raro que es esto— comentó Dmitri.
— ¿Qué cosa?— preguntó ella.
— Que dos jefes de mafias se encuentren para realizar un intercambio, mucho menos uno como este. Es estúpido que él venga a mi territorio a buscarte. Este son el tipo de cosas que me molestan— cuando terminó de hablar Lexie notó que hablaba más para sí mismo que con ella.
Sin embargo sus palabras llegaron a Lexie. Era cierto, si lo pensaba bien Viktor era el jefe del bajo mundo de su país, mantenía una imagen pública y dominaba las redes oscuras. Que viajara al territorio de poder de otro jefe, arriesgándose hasta tal punto de mostrar la cara, para realizar un intercambio nada ventajoso no podía ser algo coherente entre ellos. ¿Cuántos estarán cuestionándolo ahora mismo? No era un pensamiento productivo a tener en esos momentos.
— Ya están en posición— anunció Vladimir.
— Excelente— dijo Dmitri— llévensela y tráiganme la escrituras— ordenó.
Entonces Lexie se dio cuenta de que ellos no se verían. Pese a que Dmitri poseía el mayor poder en aquellas condiciones, entre las heridas de ambos y lo peligroso de la situación, prefería quedarse detrás.
— Hasta que nos volvamos a ver, gatita. Un placer.
— Adiós, Dmitri— fue todo lo que dijo.
Caius y Vladimir la llevaron hasta el ascensor, bajarían al lobby a intercambiarla discretamente por las escrituras, o eso le explicó Caius.
De allí que me hicieran maquillarme como muñeca, rizarme el pelo y acomodarlo. Además de montarme en semejantes tacones altos y enfundarme en este vestido tan transparentado a través del bordado y el tul del color de mi piel que por más que me llegue hasta los tobillos y no arrastre, es pegado hasta solo un poco más debajo de mis nalgas y de allí queda suelto junto con la rajada que deja expuesta mi pierna derecha. Es una locura y todo para mezclarme en el lugar.
Lexie se sentía insultada por aquello, pero aun así se sentía de cierta forma bien porque la primera imagen que Viktor se llevaría de ella después de tanto tiempo sería despampanante.
El sonido del disparo sonó tan cerca que la aturdió más que asustarla por un segundo, pero entonces sintió la mano fuertemente cerrándose alrededor de su brazo y arrastrándola fuera del ascensor que fue forzado a detenerse en otro piso diferente.
— Pero… ¿Qué haces?— dijo por fin, mientras Vladimir la llevaba a la fuerza y ella miraba hacia el ascensor donde Caius se retorcía de dolor. Le había disparado en la mano, justo con la que disparaba. No pensaba matarlo pues de quererlo ya estaría muerto, pero igual era traición.
— Cierra la boca, puta estúpida. Te aguantas— le rugió Vladimir.
Subieron al ascensor del otro extremo del pasillo y ascendieron unos pisos hasta que llegaron a su destino. Vladimir la volvió a arrastrar fuera del elevador y la hizo caminar hasta una puerta, dio un toque que parecía una clave secreta, un hombre trajeado en azul salió de dentro y los dejó pasar. Apenas entraron Vladimir la tiró con fuerza contra el suelo.
— Eso no son formas de tratar a tan preciada mercancía— la forma de hablar era rara, sonaba a italiano. Al levantar la vista Lexie supo que estaba en lo correcto. Oh, no— pequeña criatura, eres muy valiosa por lo que parece. Mira que intercambiar una cadena hotelera de billones por ti.
— Mikhaelis, no es tiempo para ello— que un subalterno rectifique a un jefe eso sí no lo había visto antes Lexie, aunque quien lo reprendía era Nero, su mano derecha— vamos a hacer la convocatoria y a llevar a cabo el intercambio nosotros.
— Sí, claro ese es el objetivo.
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— Señor— anunció Nathaniel— la señorita Rosenberg ha sido secuestrada cuando venía de camino para acá, nuestros hombres han localizado personal de Mikhaelis Vitrano dentro del hotel.
— ¿Qué dices?— la rabia incontrolable hervía en Viktor— Encuéntralos y tráemelos.
— Sí, señor.
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— ¿A qué te refieres con secuestrada?— sus hombres habían ido a buscar a Caius apenas este los llamó, lo estaban atendiendo por su herida.
— Vladimir— explicó Caius— No sé por qué, pero él se la llevó.
— Yo creo que yo sí sé— dijo pensativo Dmitri— Muévanse— ordenó— Él no se quedará quieto sabiendo que ella anda por allí, sería peligroso dejarlos. Vamos.
— Lamento no poder ir señor— pidió disculpas Caius.
— No te preocupes por eso— informó Dmitri— tú solo espera aquí.
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— Bueno es hora de llamar a esos dos para informar que yo tengo a la joven— dijo Mikhaelis.
Lexie se había fijado en sus rasgos que eran relativamente finos. De cabello entre castaño y grisáceo por las canas, corto en comparación con Dmitri. No era tan alto como Viktor o el ruso, pero seguía llevándole un buen tramo a ella. Además vestía informalmente, cosa que ella nunca había visto en ninguno de los otros dos.
— Toma— el hombre que había hablado antes le pasó un celular, ya debía de haber marcado porque Mikhaelis solo lo llevó a su oreja.
— Dmitri, viejo amigo.
— Bastardo, así que eres tú. ¿Cómo te atreves a sabotear mi negocio en mis tierras?— reclamó Dmitri.
— Por favor, compañero, es solo cuestión de negocios— respondió este zalamero.
— ¿Qué quieres?— preguntó contenido Dmitri.
— Las escrituras, me da igual quién me las de y quién se quede con la chica, yo solo las quiero. A las 23 horas, en donde mismo. Avisa a Viktor— colgó. Respiró mientras una sonrisa nada pacífica se formaba en sus labios— Vladimir, lleva a la chica a la otra habitación y espera allí mi llamada.
Vladimir no dijo nada, simplemente la forzó a ponerse de pie y la llevó a trompicones a la habitación conjunta, donde la tiró en la cama y le amarró las manos a la espalda para que no huyera. Cerró la puerta y se la quedó mirando.
— Eres una puta y una cerda— dijo por fin.
— Sabía que no te agradaba, pero no esperaba que traicionaras a Dmitri— comentó ella.
— No digas su nombre— reaccionó el irritado— tú no mereces tal honor.
— Ya, pero tú sí. Por favor— dijo ella sardónicamente.
— Mira, perra barata, más te vale comportarte. Una sucia como tú no debería siquiera vivir— la amenazó.
— Pero esta sucia era lo que tu amo quería todas las noches— lo provocó ella. No sabía qué ganaba con eso, pero simplemente no podía mantenerse callada ante semejante bastardo.
— Cierra la boca— corrió hacia ella con rabia y la volteó bocarriba.
Valdimir cerró sus manos alrededor de su cuello y apretó con fuerza. Lexie sentía la falta de aire, el calor entumecido de su rostro, era como si los ojos se le salieran de las orbitas. Vladimir solo seguía apretando hasta que notó que la estaba matando, entonces la soltó.
— Cerda provocadora— bufó.
Bajó una mano hasta los muslos de Lexie y comenzó a subirla por su interior. Ella cerró las piernas lo que podía, pero su cuerpo estaba muy débil debido al estrangulamiento y oponer resistencia no le estaba resultando.
— Ahora pagarás por tu inmundicia— dijo mientras sus dedos encontraban la entrada. Apartaba a un lado la braga negra exageradamente pequeña que Dmitri le había ordenado ponerse y entraba con sus dedos provocándole dolor a Lexie por la fuerte y nada placentera estimulación.
Sus dedos fueron aumentando la velocidad sin a él importarle que ella estuviera seca. Una de sus manos seguía apretando su cuello, evitando que ella gritase. En un veloz movimiento se había puesto entre sus piernas. Lexie intentaba moverse y pelear, pero la falta de oxígeno le impedía mucho.
— Si me hubieras hecho caso— comentó.
— Da igual, puedo hacerlo, solo déjame intentarlo— suplicó Alexis.
— Te queda poco tiempo si pretendes intentar algo— dijo ella— él está casi a punto.
— Yo puedo hacerlo, quiero verle de nuevo. Yo puedo— recalcó firmemente Alexis.
— Como quieras— cedió ella.
Lexie miró hacia los lados, no podía pegarle, no podía coger nada, apenas si podía moverse inmovilizada por su peso. Tengo elasticidad, se recordó a sí misma. Cerró los ojos e inspiró lo más profundo que pudo, entonces recogió su pierna derecha abriendo más el espacio, recibiendo más su cuerpo. Vladimir tomó eso como una acción de rendición y aminoró la presión de su estrangulamiento mientras se acomodaba para abrirse los pantalones y penetrarla.
Lexie vio su oportunidad, dobló su pierna hacia atrás hasta que su rodilla se pegó a su rostro. Vladimir estaba ocupado sacando su miembro como para notar el gesto hasta que fue demasiado tarde, el tacón se enterró en su hombro. El grito que profirió de dolor no fue tan fuerte como Lexie esperó, pero servía. Se quitó los zapatos y saltó fuera de la cama.
— Perra— bramó— ahora te vas a enterar.
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— Señor— anunció Nathaniel— este hombre es uno de los de Mikhaelis Vitrano.
— Por favor, colaboraré, por favor— suplicó el hombre que tenía tres pistolas apuntándole a la cabeza
— ¿Dónde está tu señor?— preguntó Viktor.
— Está en la undécima planta— contestó el hombre— tiene a la muchacha, nos pidió vigilar mientras espera que se asienten las cosas para intercambiarla por las escrituras.
— Mira…— Viktor fue interrumpido por el vibrar de su celular, contestó sin mirar quien era.
— Vitya, ¿Cómo has estado?— preguntó Mikhaelis.
— Hijo de puta, quiero lo que es mío— reclamó Viktor.
— Oh, vamos, vamos— dijo este dulzón— tranquilo, lo tendrás, solo dame las escrituras. Mira tú reloj, cuando marque las 23 alguien la tendrá a ella en el lobby y la cambiará por la cadena hotelera con uno de tus hombres, tú escoge cual.
— Como quieras— aceptó Viktor— una cosa más, no me llames Vitya— Mikhaelis rió.
Viktor se volvió iracundo hacia el hombre, sacó su arma y en un ataque de rabia contenida que no podía desatar contra quien realmente deseaba disparó. Una y otra vez hasta que el cargador se vació, hasta que el mancillado cuerpo parecía un colador y todos los que estaban cerca, él mismo incluido, estuvieron salpicados con su sangre. Nadie se inmutó.
— Limpien este desastre— ordenó.
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— Perdimos, supongo— dijo Dmitri a Caius— ellos intercambiaran entre ellos y yo no podré evitarlo.
— Siempre hay algo que hacer mi señor, no se rinda— le pidió este. Se puso de pie, tomó su arma y se adelantó fuera de la habitación.
— ¿A dónde crees que vas?— preguntó Dmitri.
— La muchacha todavía la tiene Vladimir, eso es algo seguro. Entonces no puede ser difícil recuperarla si es solo él— comentó Caius.
— No hay forma de que sepas que es solo él— protestó Dmitri.
— Pero sí puedo saberlo— admitió Caius— hasta luego, mi señor.
Salió.
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Vladimir se abalanzó sobre ella golpeando su cabeza contra la pared. Lexie, desesperada por vivir, por regresar con Viktor, solo pensó en una cosa por hacer.
— D…mitri— dijo entrecortadamente por la asfixia a la que era sometida a manos de Vladimir. Este inmediatamente dejó de presionarla, fue como si una realización volviera a él.
— Será mejor llevarte antes, de todas formas solo faltan veinte minutos— dijo él. Le dio la vuelta y le soltó los amarres, la empujó para que pusiera de nuevo los zapatos— Arréglate el maquillaje y el pelo— ordenó. Lexie hizo lo que él pedía, si ya iba a regresar con Viktor qué más daba obedecer a Vladimir un poco— Vamos.
La tomó del brazo y la sacó de la habitación, bajaron por las escaleras tres pisos para volver a entrar a los pasillos y tomar allí el ascensor. Probablemente medidas de seguridad. Llegaron al lobby y Vladimir miró cuidadosamente hasta dar con el hombre de Viktor.
Caminaron hacia él lo más natural posible, el lobby estaba desierto a excepción de unos cuantos empleados y una pareja más allá en la recepción. Lexie reconoció al hombre, era el rubio que a veces acompañaba a Nathaniel, solo lo había visto en escasas ocasiones, pero sabía que era él.
— La chica después, las escrituras ahora— dijo Vladimir.
El hombre la miró y ella intentó aparentar calma. El hombre rubio estiró la mano con la carpeta de las escrituras, Vladimir las tomó mientras empujaba a Lexie hacia sus brazos y este la recibió para que ella no cayera, por eso ambos no se dieron cuenta del movimiento hasta que fue demasiado tarde.
— Adiós.
En un rápido gesto Vladimir sacó su pistola y disparó contra el hombre que sostenía a Lexie, este cayó al suelo y ella se arrodilló a su lado. Le había disparado para que no lo siguieran.
Lexie veía como su vestido se llenaba de sangre una vez más, recordaba lo sucedido hacía meses atrás. La conmoción a su alrededor no llegaba a ella y una resolución se alzaba por las demás. No puedo depender siempre de ella, no puedo. Él me necesita y yo lo ayudaré.
Se puso en pie con el arma del hombre en la mano. Revisó el cargador, estaba lleno, volvió a ponerlo en su lugar. Afortunadamente era una semiautomática, algo que ella sabía manejar aunque no había querido aprender. Miró la dirección en que se había ido Vladimir y empezó a correr tras él mientras dejaba los tacones en el camino.
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Pequepinkypitufos creo que me duele la cabeza con este capítulo 🤣🤣🤣
Que cantidad de cosas de una sola vez😅
Pero díganme...¿Qué les pareció? ¿Les gustó?
Pero no se vayan, sigan adelante que como prometí...hoy fueron 3 caps seguidos así que faltan dos. 🥰😘😘😘🥰
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