Capítulo 16
—¡Hola! —Me sobresalto al sentir el cálido aliento de Elijah en mi oído—. ¿En serio no me has sentido?
Me vuelvo hacia él, casi chocándome contra sus labios. Lo empujo y no me pierdo su sonrisa de idiota. No puedo creer que no lo haya sentido acercarse a mí.
—No, estaba muy concentrada en mis pensamientos.
—Eso supuse, has estado distraída y ausente todo el día.
Suspiro y suelto el arma de entrenamiento. Seco mi frente con un paño y me dejo caer sobre la lona, tomando un poco de agua.
—Elijah, hoy no estoy de humor, de verdad.
—Eso también lo sé, es por eso que necesito que vengas conmigo.
—¿Ir contigo? —gruño, levantando mi mirada a la suya—. ¿A dónde?
Se encoje de hombros y vuelve a sonreír. —Es un secreto.
Frunzo el ceño y niego. —Elijah, no estoy de ánimos para juegos...
—No son juegos, ven conmigo, Ageysha. —Extiende su mano, siente mi reticencia y se arrodilla frente a mí—. Sólo confía. Confía en mí.
Confiar... qué fácil es pedirlo, pero tan difícil hacerlo.
Miro a los ojos verdes de Elijah, están llenos de sinceridad, de cosas bonitas. Sentimientos transparentes. Siempre hay un brillo en ellos, ese brillo jovial y entusiasta.
Él tiene una manera tan simple y descomplicada de ver el mundo. A veces resulta molesta, pero justo ahora, creo que me encantaría ser un poco como él, y no dejar que el peso de mis responsabilidades me ahogue.
Sin decir una palabra tomo su mano.
Necesito al menos un respiro, sólo por hoy.
Elijah sonríe ampliamente y me arrastra fuera de la fortaleza, lo miro confundida cuando se transforma y deja a su luz salir. Le sigo, dejando que mi verdadera forma también emerja, alza el vuelo y se dirige a mi colina.
—¿Este es el secreto? —pregunto una vez que tocamos tierra de nuevo.
—Espera —susurra y camina hacia la derecha, bajando por unas rocas hasta que lo pierdo de vista, vuelvo a seguirlo.
Paso las rocas y veo como Elijah se pierde dentro de una pequeña cueva que no había visto. Camino hasta allí y cuando entro a la oscuridad Elijah toma unas cuantas ramas y tapa la entrada.
—Descubrí esto hace poco, no es muy profunda, pero es suficiente para escondernos del caos y el mundo por unos momentos.
Parpadeo hacía él y muerdo mi labio. Lo veo tomar algo del piso, y luego enciende una lámpara de aceite. Nuestra visión es perfecta en la oscuridad, pero el gesto de Elijah me conmueve. Junto con la lámpara, toma una manta y una canasta.
—Vamos —pide y por tercera vez lo sigo.
Caminamos unos cuantos pasos y llegamos al final de la cueva. Elijah tenía razón, no es muy profunda, pero es perfecta para opacar el bullicio del mundo.
—¿Vamos a hacer un picnic? —Trato de tomar la canasta para ver qué hay dentro de ella, pero Elijah la retira de mí alcance.
—No, primero vamos a acomodarnos en el suelo.
Le ayudo a extender la manta y me siento a su lado, sin dejar de ver la canasta. Estoy realmente curiosa por ver qué ha traído con él. Riendo por mi ansiedad, Elijah abre la canasta y saca una bolsa de galletas de chocolate, me la entrega.
A la bolsa le siguen cuatro muffins, dos de avena y dos de chocolate; dos bebidas achocolatadas, un paquete de malvaviscos bañados en chocolate, galletas con chispas de colores, dos chocolatinas y un ponqué de vainilla.
—Una fiesta de dulces bocadillos —exclama, sacudiendo los dos muffins y sonriendo. Niego con la cabeza y correspondo su sonrisa.
—No puedo creer que me trajeras aquí para tratar de darme un coma diabético.
—Nosotros no nos enfermamos de diabetes, de nada. Así que esto no nos hará daño. —Recibo el muffin que me ofrece y le gradezco—. Además, quise traerte aquí porque ya era hora de que tuviéramos una cita.
—¿Una cita? —Casi escupo el muffin. Toso y acepto su oferta de leche achocolatada.
—Claro, tenemos que tener muchas citas, sólo así tendremos aventuras y travesuras que contarle a nuestros nietos.
La leche es la que ahora se atora en mi garganta. Toso por unos segundos. Me recupero y grazno—: ¿Nietos? ¿De qué carajos hablas?
—De nuestro futuro. He pensado que tendremos unos siete u ocho hijos y unos once o doce nietos. —Me quedo boquiabierta mirándolo mientras él sigue imperturbable ante mi expresión, hablando de "Nuestro futuro" como si hablara del tiempo—. Probablemente el doble de bisnietos, pero con tus genes y los míos tendremos una larga, muy larga vida y vamos a disfrutar de todos. Ah, en estos números no estoy contando a Almagor y Briza, por lo que serían nueve o diez hijos.
—Realmente estás loco.
—No, no lo estoy, sólo soy realista. Tú no puedes resistirte a mi sensual trasero y yo no puedo resistirme a ti. —Muerde el último muffin y sonríe extendiendo un pedazo hacia mi boca—. Ahora, permíteme alimentarte.
Muerdo mi mejilla para no reír cuando Elijah hace sonidos de avión e intenta hacer que muerda el muffin, termino por aceptar y tomo un poco de lo que ofrece. Mis labios tocan sus dedos cuando rodeo el bocadillo y siento como contiene la respiración.
Conecto mi mirada con la suya, detallando el brillo depredador que envuelve sus ojos, jadeo y trago el pastel, aclarando mi garganta una vez termino de hacerlo.
Hay tantas cosas entre nosotros, tanto sentimiento, tantas emociones. Sigo sin entender porqué él no desiste en perseguirme, porqué no se aleja, qué ha visto en mí que lo hace quererme de esta manera.
—¿Por qué? —susurro, incapaz de alejar mi mirada de la suya—. ¿Por qué yo?
—¿Quién más si no tú? —Bajo mi cabeza rehuyendo a sus intensos ojos, Elijah no lo permite, toma mi rostro en sus manos y regresa mis ojos a los suyos—. No sé cuántas veces te han dicho que eres única, así que no me importa decirlo una vez más; eres única Ageysha. Desde el momento en que te presentaste en el pórtico de mi casa, con ese porte de guerrera, dispuesta a enfrentarte a cualquier cosa por mí, por los niños, fue... jamás había visto algo tan magnifico como tú.
—Tu confianza, tu elegancia a la hora de luchar, tu seguridad, todo. Todo de ti me cautivó, nunca había visto una mujer más hermosa y dueña de sí. —Sus dedos acarician mis labios y me estremezco. El calor de su piel tocando la mía, calienta cada parte de mí— Luego, cuando vi tus alas, cuando tu cuerpo se iluminó y parecías la mejor visión de lo divino, simplemente me perdí. Mi corazón quedó prendado de ti en ese momento. Y entonces pude conocer más y más esa fuerza de tu corazón, tu nobleza, tu entrega y tu lealtad. Eres la persona más leal, fiel y desinteresada que conozco.
>>Simplemente lo supe, Ageysha, cuando te vi algo pasó, hizo clic. Y sí, me escucho como una chica de esas películas de mierda que ven Adira y Adina, pero no puedo negar que es cierto. Te pertenezco, y tú me perteneces a mí.
—Lo nuestro no puede ser, Elijah, eres una gárgola.
Nuestras leyes jamás permitirían una unión así, las gárgolas son guardianes, nosotros somos Ascendit. Nuestra sangre no puede mezclarse.
—Soy un hombre, un hombre enamorado de una increíble mujer. Si alguien tiene que decir algo por ello, puede besar mi culo.
¿Enamorado?
Oh Dios mío.
—No entres en pánico, todo lo que digo es cierto. —Una de sus manos se aleja de mi rostro y toma mi mano, entrelazando nuestros dedos—. Te amo, y cada día ese amor crece y crece por ti. Y deja de creer que no mereces que te ame, porque sí lo mereces, mereces eso y mucho más. ¿Debo insistir cada día para que te quede claro que estoy atado a ti? Lo haré. ¿Tengo que demostrarte día a día lo mucho que siento por ti y como cada vez que estás cerca quiero arrojarte sobre mi hombro y llevarte a un lugar donde sólo seas mía? Lo haré o bueno... —Se encoje de hombros y sonríe—, ya lo he hecho.
No puedo evitar sonreír por sus palabras y tampoco puedo evitar no congelarme cuando se lanza por mí y besa mis labios. Es un beso corto, un toque de labios, pero es suficiente para hacerme estremecer.
—Lo siento... —empieza a decir, pero luego sacude su cabeza—, no, no lo siento. Quiero besarte Ageysha, ahora, aquí, por siempre... y voy a hacerlo estés dispuesta o no.
—Yo...
No puedo decir más, porque Elijah regresa su boca a la mía y me besa de la manera en la que él quiere, de la forma en la que yo espero; de tal modo que ambos quedamos sin aliento y con una gran necesidad del uno por el otro.
Y por primera vez le doy rienda suelta a mi deseo y me dejo llevar por él. Le permito recostarme en el suelo, no me opongo a sus manos acariciando mi cuerpo y despojándome de mi ropa; no me resisto a sus labios marcando mi piel, a su aliento mezclándose con el mío, a su cuerpo reclamando el mío, haciéndome suya y yo haciéndolo mío... sólo lo dejo ser, dejo que ambos seamos uno. Y lo disfruto, lo saboreo, lo guardo en mi memoria y grabo todo de él, del momento y de lo que juntos podemos sentir y podemos ser...
Un todo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro