★Silencio que duele★
"No es el entorno lo que te cambia, es lo que encuentras dentro de ti cuando ya no hay escapatoria."
Las luces del pasillo parpadeaban cuando abrió la puerta. La sombra de su silueta se alargó sobre el suelo de madera, ondulando con el viento que entraba por la ventana rota. Se apretó contra su osito de peluche, sintiendo su pequeño corazón latir tan fuerte que dolía.
—No hagas ruido —susurró la voz de su padre.
El colchón crujió. Su aliento olía a alcohol y algo más, algo rancio y pesado que siempre le revolvía el estómago. Taehyung cerró los ojos con fuerza, conteniendo la respiración, esperando que esta vez no doliera tanto.
Después, el tiempo se volvió borroso. No sabía si era de noche o de día cuando despertaba, solo que la habitación siempre estaba oscura y fría. Se aferraba a su oso con tanta fuerza que sus uñas dejaban marcas en la tela.
Las voces en la casa sonaban lejanas, como si estuvieran detrás de una pared gruesa. A veces, el eco de una discusión se filtraba bajo la puerta, seguido del sonido de vidrios rompiéndose. Otras veces, solo había silencio. Un silencio denso, opresivo, que se sentía más aterrador que los gritos.
Contaba los latidos de su corazón para no pensar en el ardor de su piel, en los moretones que se formaban como manchas de tinta en su cuerpo pequeño. Se decía a sí mismo que si aguantaba lo suficiente, si cerraba los ojos lo bastante fuerte, podría desaparecer. Podría volverse tan pequeño como el hilo suelto en la costura de su oso de peluche.
Pero el tiempo no pasaba como él quería.
Desde su rincón, escuchó el murmullo de su madre. Una voz cansada, indiferente.
-No te metas- le dijo a su hermana cuando ésta le preguntó si debían hacer algo.
-No es nuestro problema.-
Abrió los ojos.
Algo dentro de él se quebró con más fuerza que los vidrios en el suelo. Algo frío y hueco se deslizó dentro de su pecho. El ardor en su piel dejó de sentirse real, como si le estuviera pasando a otra persona, a alguien que ya no le importaba. Sus dedos dejaron de temblar. Su respiración se estabilizó. Y entonces él apareció.
Sus ojos se volvieron opacos, carentes de emoción. Su expresión se borró como si nunca hubiera estado allí. Cada movimiento calculado, como si su cuerpo ya no le perteneciera.
Solo se dejó hacer
Estoy ahí, en la habitación recostado en mi cama, con mi mirada fija en el techo blanco, buscando un patrón en las manchas.
—¿Qué te pasa, Jungkook? —escucho la voz de Jimin a mi lado, y la verdad es que ni siquiera me di cuenta de que se acercaba. Ha estado muy callado últimamente.
Le miró, sin palabras, y no sé si mi expresión es la correcta, pero se que nota que estoy perdido en mi propio mundo.
—Me siento... como si estuviera viendo todo desde afuera. ¿Sabes? Como si nada de esto fuera real. —Mi voz suena más baja de lo que debería, pero es la única manera en que puedo describir cómo me siento en estos momentos.
Jimin se queda quieto por un segundo, mirándome.
No dice nada más. Pero hay algo en su presencia, algo que me hace pensar que aunque no me entienda completamente, él está dispuesto a quedarse. Algo que, aunque sé que no es suficiente, me hace sentir menos solo.
El reloj en la pared marca las dos de la mañana, o tal vez las tres. El tiempo aquí parece una ilusión. Hace unas horas, Taehyung estuvo conmigo, pero ahora no está.
En el que me mostró una parte de sí que no esperaba: vulnerable, perdida, rota. Algo en sus ojos me decía que estaba atrapado en un lugar más oscuro que el que todos veían.
Y aunque en mi cabeza me digo que no debería involucrarme más, que ya he dado más de lo que debería, una parte de mí sigue buscando algo en él. Algo que aún no puedo entender.
De repente, la puerta de la habitación se abre, y yo giro la cabeza. Un enfermero entra con un pequeño carrito de medicinas. El olor a antiséptico llena la habitación y me recuerda por qué odio estar aquí. El enfermero me sonríe y luego se dirige a Jimin, con una sonrisa vacía, como si estuviera haciendo algo rutinario, casi automático. Le devuelvo una mirada ausente, sin decir nada. Solo observo cómo va administrando las pastillas, cómo las distribuye en el pequeño vaso de plástico, como si el ritual fuera más importante que cualquier otra cosa.
—¿Te sientes mejor? —pregunta Jimin después de tomarse sus pastillas.
Me encojo de hombros, tratando de no dejar que la frustración se note.
—No sé. A veces me pregunto si esto sirve de algo. —mi tono es amargo, y me doy cuenta de que he soltado esas palabras sin pensar.
Jimin suspira y apoya su cabeza contra la pared. La habitación se queda en silencio, solo el sonido del reloj y las respiraciones de ambos rompen la quietud.
—No eres un caso más, Jungkook. No lo eres. Pero sí, entiendo lo que quieres decir.
Al final, sé que ni él ni yo tenemos las respuestas, pero al menos estamos aquí, y eso es algo que no puedo ignorar.
El silencio se alarga un poco más, pesado, como si la quietud del lugar nos hubiera envuelto por completo. Estoy a punto de cerrar los ojos, buscando un descanso momentáneo, cuando de repente la puerta se abre de nuevo. Esta vez no es el enfermero. Es una mujer con el uniforme de la clínica, que entra con una sonrisa amable, aunque forzada, como siempre.
—Jungkook, tus padres están aquí para verte. —dice, con una voz suave y cortante a la vez, como si no estuviera segura de si la noticia es buena o mala para mí.
Mis padres?
La idea de verlos me provoca un nudo en el estómago.
Me levanto lentamente de la cama, notando cómo mi cuerpo se resiste. Jimin me observa en silencio mientras me dirijo hacia la puerta.
—Si necesitas algo, ya sabes... —me dice, y aunque no lo veo, sé que me sonríe con esa sonrisa que tiene cuando las palabras no son suficientes.
Asiento sin decir nada, porque no sé qué decirle.
Salgo de la habitación y la enfermera me guía por los pasillos fríos del hospital, las paredes blancas parecen aún más vacías a esta hora, como si todo fuera parte de un sueño. Me llevan hasta una sala de visitas pequeña, casi demasiado cálida en comparación con el resto del lugar.
Al entrar, mis padres están sentados en una de las mesas de plástico, con una expresión que me hace entender que está feliz por verme, tiene las manos entrelazadas, como si intentara encontrar algo de consuelo entre sus dedos, mientras que mi padre tiene la mirada recorriendo todo el lugar
—Jungkook... —mi madre es la primera en hablar, levantándose para abrazarme, aunque noto la rigidez en su abrazo, como si tuviera miedo de que yo desaparezca si lo sostiene demasiado fuerte.
Respondo con un abrazo corto, no porque no quiera, sino porque me siento demasiado distante. Mi padre me sonríe y me da un asentimiento con la cabeza.
—¿Cómo te sientes, hijo? —pregunta mi madre, con una expresión preocupada.
—Estoy bien. —mi voz sale más vacía de lo que quiero. No quiero darles más explicaciones, no sé cómo explicarme a mí mismo, así que elijo la forma más fácil, aunque sé que no es verdad.
—¿Has estado recibiendo las terapias con el doctor? —pregunta mi padre.
—Sí. —respondo.
El silencio vuelve a instalarse entre nosotros, pesado e incómodo. Las palabras parecen flotar en el aire, pero ninguno se atreve a pronunciarlas. No sé qué esperar de esta visita. A veces siento que estamos en diferentes mundos, separados por algo que no puedo explicar, o tal vez sí. Este lugar.
Mis padres intercambian una mirada, y me doy cuenta de que están pensando lo mismo: ¿es esto lo mejor para mí? ¿Realmente me está ayudando estar aquí? ¿O es solo una forma de alejarlos un poco más de lo que soy ahora?
Mi madre abre la boca para decir algo, pero una enfermera entra de nuevo, esta vez con una expresión que no deja lugar a dudas de que el tiempo de visita ha terminado.
—Lo siento, pero ya es hora de que termine la visita. —Su tono es firme pero respetuoso.
Mi madre me lanza una mirada triste, como si quisiera decir mucho más, pero no se atreve. Mi padre simplemente asiente, su rostro impasible se levanta y me da un apretón de manos.
—Nos vemos pronto, hijo. —Su voz es baja.
Mi madre me mira una vez más, con los ojos llenos de un dolor silencioso que no sé cómo calmar.
Cuando se van, la puerta se cierra detrás de ellos con un suave clic, y el peso de su ausencia se queda en la habitación. Me siento nuevamente solo.
Vuelvo a la cama sin ganas, sin palabras. La enfermera me observa un momento antes de salir de la habitación, dejándome con mis pensamientos que no sé cómo manejar. El eco de la visita se queda flotando en el aire, y siento la presión en mi pecho como una corriente que no se detiene.Realmente extrañaba a mis padres.
Me recuesto en la cama, mirando al techo vacío. Las luces fluorescentes parpadean suavemente, y pienso en Jimin, en Taehyung, en lo que podría ser diferente si no estuviera aquí. Si no hubiera pasado lo que pasó, tal vez estaría en mi departamento junto a él, pero los tal vez no existen, solo queda el ahora y este lugar es mi presente.
Y al final del día estoy atrapado en un silencio que se extiende, y ni siquiera sé si quiero que se rompa.
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Holaa!!
Que tal el capitulo de hoy?
Espero que esta historia les este haciendo sentir un sin fin de emociones... ya sean negativas o positivas.
Compartan la historia con personas que crean que les pueda gustar, me encantaria que le hicieran edits, para que la historia tenga un poco más de impacto ya que realmente me he esta esforzando mucho en la historia; tanks los amo!
Comenten y denle a la estrellita 💗
★KimJeon★
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