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★El Reflejo Roto★

"La mayor prisión no es la que está fuera de nosotros, sino la que nos hemos construido en nuestra propia mente."

El tercer día en el hospital comenzó de manera diferente. El sonido del timbre matutino, que anunciaba el inicio del día, retumbó en la habitación como un recordatorio de mi nueva realidad. Jimin ya no estaba en su cama; quizás había despertado antes que yo, quizás simplemente prefería la compañía de otros. Mientras me incorporaba, algo dentro de mí se sentía ligeramente distinto. No era alivio ni esperanza... tal vez solo resignación, pero esa resignación me permitía dar un paso más.

Decidí levantarme antes de quedarme atrapado en mi propia mente. El horario que había dejado la enfermera el día anterior indicaba que hoy había una actividad grupal en el jardín, una especie de terapia al aire libre. Me vestí lentamente con el uniforme blanco que ahora era mi segunda piel, me miré en el pequeño espejo de la habitación y vi el reflejo de alguien que apenas reconocía.

Caminé hacia el jardín, donde varios pacientes ya se encontraban reunidos en un círculo. Algunos reían, otros hablaban con la terapeuta, y un par más simplemente observaban el cielo, como si intentaran buscar respuestas en las nubes. Jimin estaba allí, sentado bajo la sombra de un árbol, con una expresión tranquila pero introspectiva. Me acerqué, y al notar mi presencia, me hizo un gesto para que me sentara a su lado.

—Hoy haremos algo diferente —dijo la terapeuta con una sonrisa cálida, sosteniendo una caja que parecía contener pequeños papeles doblados. — En esta caja hay preguntas, algunas sobre recuerdos, otras sobre sueños, y otras más sobre lo que sienten ahora. Tomarán una al azar, la leerán y, si se sienten cómodos, compartirán su respuesta con el grupo.

La idea de compartir mis pensamientos frente a extraños me ponía nervioso, pero algo en la atmósfera del lugar me permitió quedarme. Jimin tomó una hoja primero, y su voz suave rompió el silencio:

—"Si pudieras revivir un solo momento de tu vida, ¿cuál sería?"

Cerró los ojos por un momento, como si buscara en lo más profundo de su memoria. Cuando habló, su voz estaba cargada de emoción:

—Sería la primera vez que bailé frente a un público. Sentí miedo al principio, pero cuando la música comenzó, todo el ruido en mi cabeza desapareció. Por un momento, fui libre.

Sus palabras resonaron en mí más de lo que esperaba. La idea de sentirse libre, aunque solo fuera por un momento, era algo que parecía inalcanzable en este lugar, y sin embargo, Jimin lo había encontrado alguna vez.

Cuando fue mi turno, tomé un papel de la caja con manos temblorosas. Lo abrí y leí en voz baja:

—"¿Qué le dirías a tu yo del pasado?"

La pregunta me golpeó como una ráfaga de viento frío. ¿Qué podría decirle a mi yo de hace unos meses, antes de que todo se viniera abajo? Cerré los ojos por un momento y dejé que las palabras salieran:

—Le diría... que no ignore las señales. Que escuche lo que no se dice, que mire más allá de las sonrisas y los silencios. Le diría que no es su culpa, que no todo está bajo su control.

La terapeuta me miró con una expresión de aprobación, pero no dijo nada. En su lugar, dejó que el silencio llenará el espacio, como si fuera parte del proceso.

Después de aquella sesión con la terapeuta, comencé a pasar más tiempo con Jimin, bueno más de lo que ya pasábamos en la habitación. Había algo en su presencia que no lograba descifrar del todo, una mezcla entre calma y misterio. Sin embargo, cada vez que lo observaba, una pregunta seguía rondando mi mente: ¿Qué hace aquí? Parecía tan sereno, tan seguro de sí mismo, como si las sombras de este lugar no pudieran alcanzarlo. No podía evitar preguntarme qué lo había traído a un lugar como este, qué cicatrices llevaba en el alma, ocultas detrás de esa aparente tranquilidad. ¿Podría alguien que irradiaba tanta calma estar igual de roto que yo? Tal vez esa era la clave de su enigma, y yo, sin darme cuenta, empezaba a buscar respuestas no sólo en él, sino también en mí mismo.

Ese mismo día tomé el valor para hacerle la pregunta, ambos estábamos sentados en el patio, yo miraba su perfil mientras él tenía sus ojos puestos en el cielo.

—¿Y tú? ¿Por qué estás aquí? —Mi voz salió más suave de lo que esperaba, como si temiera romper algo delicado.

Jimin me miró de reojo, pero no pareció molesto por la pregunta. Soltó un leve suspiro antes de responder, como si estuviera buscando las palabras correctas.

—No sé si estoy listo para contar toda la historia, pero... digamos que me perdí en el intento de ser perfecto. —Su mirada se desvió al suelo, aunque parecía estar viendo algo mucho más profundo—. Siempre intenté mantenerme fuerte, mostrarles a los demás que podía con todo, pero un día me di cuenta de que me estaba ahogando. Me di permiso para pedir ayuda.

Asentí lentamente, dejando que sus palabras resonaran en mi mente. Era difícil imaginarlo perdiéndose de esa manera, alguien que parecía tan sereno, casi intocable.

—¿Y tú? —preguntó Jimin después de un momento de silencio. Su voz era suave, sin prisa, como si me estuviera diciendo que no tenía que responder si no quería.

Suspiré, sintiendo cómo las palabras se agolpaban en mi garganta. —Fue... complicado. —Me pasé una mano por el cabello, buscando algo de claridad en medio del caos de mis pensamientos—. Creo que todo empezó cuando terminé con él. Fue un rompimiento feo, pero no solo fue eso. Fue como si todo lo que había estado guardando durante años saliera a la superficie de golpe. Me di cuenta de que no estaba bien, que llevaba mucho tiempo fingiendo estar bien, pero por dentro me estaba desmoronando.

Jimin me observó con atención, pero no dijo nada. Solo asintió, como si entendiera exactamente de lo que hablaba.

—A veces duele más aceptar que no podemos con todo que el dolor en sí mismo, ¿verdad? —dijo finalmente, con una leve sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos.

—Sí —respondí, sorprendido de lo fácil que era hablar con él—. Es como si tuvieras miedo de que pedir ayuda te haga más débil, pero al final... creo que es lo contrario.

—Exacto. —Jimin soltó una pequeña risa, casi imperceptible—. Supongo que estamos aquí porque nos dimos permiso para caer, ¿no?

Sonreí, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que no estaba tan solo en esta lucha. Quizá, en medio de toda esta tormenta, había encontrado a alguien que realmente entendía lo que era tratar de reconstruirse desde las ruinas.

Cuando íbamos camino a nuestra habitación pudimos ver un grupo de personas amontonadas en una ronda, yo no quería prestarle atención, solo quería llegar a mi cama y entrar en el limbo donde los sueños me desconectan de la realidad, pero al parecer Jimin tenía otro tipo de planes, tomo mi brazo y me jalo entre la multitud, mientras yo seguía desconcertado por la rapidez de él, observe dos chicos que al parecer estaban peleando, uno de ellos tenía el pelo tinturado de menta, su piel era blanca, casi parecía una hoja de papel o tal vez era un fantasma, no medía más de 1,75.

La mano de Jimin dejo mi brazo y de dos grandes zancadas logró llegar hasta donde el chico paliducho, lo jalo de su hombro apartandolo del otro que tenía la mirada fija en el pelimenta, una mirada que más bien daba escalofríos, mientras que el más abajo regulaba su respiración Jimin le susurraba algo al oído. Yo seguía ahí parado mirando la escena, por un segundo la mirada del chico del suelo se posó sobre mi, esa mirada me hizo estremecer, sus ojos eran cafes oscuro, pero no tenían nada de brillo, lentamente mis ojos analizaron su rostro, que estaba bien definido, sus labios carnosos y rosados hacían contraste con sus piel canela y su cabello nogro caía sobre sus ojos tapando la mitad de ellos, pero aún así lograba dejar ver esa mirada fría, casi sin sentimientos.

Los guardias llegaron al lugar llevándose al chico casi a rastras junto con el paliducho que seguía al lado de Jimin; todos en el lugar siguieron su camino.

¿Quién eres chico misterioso?

Me acosté en la cama, pero algo no me dejaba dormir. Los ojos de aquel chico, fríos como el hielo, seguían acechando mi mente, y aunque trataba de pensar en otras cosas, su mirada no me dejaba. La escena había sido rara. Jimin, con su usual calma, había intervenido sin pensarlo dos veces, y el chico paliducho, el que no había dicho ni una palabra, parecía conocerlo muy bien . Pero esos ojos... había algo en ellos que me inquietaba. Algo que no podía describir.

Me giré de costado, mirando la pared de mi habitación. Jimin no había dicho nada más después de la pelea, como si todo hubiera sido una escena que se repetía sin importancia. Pero yo no podía dejar de pensar en lo que había pasado. ¿Por qué lo había hecho? ¿Qué había dicho al chico?

Me quedé así, con esos pensamientos dando vueltas, hasta que me sorprendí al darme cuenta de que Jimin estaba mirando el techo, igual que yo. Era raro, porque siempre parecía estar tan en control, como si nada lo perturbara.

Finalmente, no pude aguantar más.

—Oye, Jimin —mi voz salió más grave de lo normal, pero aún así, sentí la necesidad de preguntar—. ¿Sabes quién era el chico pelinegro?

Jimin, sin girarse ni un milímetro, dejó escapar un suspiro largo.

—¿Él chico pelinegro? —preguntó, pero no parecía sorprendido por la pregunta. Ya lo sabía.

Asentí, apretando un poco las sábanas en mis manos.

—No sé si sea mi lugar hablar de eso —dijo Jimin, ahora girando su rostro hacia mí-

—¿Por qué? —pregunté, sintiendo que estaba entrando en un terreno que no comprendía del todo.

Jimin se quedó en silencio por un momento, observando el techo. No sabía si estaba esperando la pregunta correcta o si simplemente no quería seguir hablando, pero entonces, con una sonrisa sutil, agregó:

—Te diré esto: las personas que están aquí no siempre llegaron por lo que la mayoría cree. Nadie sabe realmente lo que hay detrás de los ojos de alguien. —Hizo una pausa y luego se giró, mirando de nuevo el techo—. Esos chicos, los que no dicen nada, los que tienen algo... de alguna forma te hacen sentir que el lugar no es tan seguro como parece.

Mis pensamientos se confundieron aún más, pero había algo en la forma en que Jimin hablaba que me hizo querer seguir escuchando. No pude evitar sentir una extraña conexión con lo que decía. El chico de los ojos vacíos no era simplemente una víctima de su entorno, había algo más, algo oculto.

—¿Y tú? ¿Por qué estás tan tranquilo con todo esto? —le pregunté. A veces pensaba que Jimin debía estar tan dañado como yo, o tal vez aún más, pero a pesar de todo, nunca lo había mostrado de esa manera.

—Porque si me dejo llevar por todo lo que pasa aquí, me volvería loco —respondió, con una sonrisa que no alcanzó a llegar a sus ojos—. Así que mejor intento adaptarme y ver el mundo tal como es.

Quería preguntarle más, pero no sabía si era el momento adecuado. Jimin nunca hablaba demasiado de él mismo, y aunque estaba empezando a confiar en él, algo me decía que no debía presionarlo.

Así que me recosté nuevamente, mirando el techo, mientras mis pensamientos giraban en torno a esa mirada en particular.

La oscuridad en la habitación se hizo más densa, pero no era el tipo de oscuridad que venía de la noche. Era el tipo de silencio que te hace preguntarte qué tan profundo puedes ir antes de perderte. Pensé en las palabras de Jimin, en ese chico pelinegro, y en todo lo que nunca decíamos. Mientras la inquietud crecía dentro de mí, una sensación extraña se apoderó de mi pecho. Tal vez Jimin tenía razón, tal vez no podíamos ver el mundo como realmente era sin perder un pedazo de nosotros en el camino. Y aún así, me pregunté en qué momento comenzaría a desaparecer eso que me atormenta a mi también.

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Este capitul es un poco mas largo, pero muy profundo.

Gracias por leer, espero que disfruten la historia.

Los amo, denle a la estrellita, comenten, y compartan o recomiendad esta historia.

★KimJeon★

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