★Curando lo ajeno★
Bethaniarolon te dedico este capítulo en agradecimiento por tu apoyo y por creer en mí y este proyecto
El aroma a lluvia y jazmín flotaba en el aire cuando cerré los ojos. No estaba en mi habitación, ni en el hospital. Estaba allí, en aquel café de luces cálidas y paredes de ladrillo visto, donde todo terminó.
Soñaba con él.
Lo veía sentado frente a mí, revolviendo su café con movimientos ausentes, el rostro parcialmente oculto tras su bufanda. No podía recordar exactamente qué había dicho antes de que todo se derrumbara, solo que la sensación de algo inevitable me había paralizado. Pero entonces, su voz emergió del silencio.
—No eres suficiente para arreglarme. Nunca lo fuiste.
El aire se hizo denso en mi garganta. Vi mi reflejo en la ventana empañada del café: ojos oscuros, llenos de desesperación. Quise decir algo, suplicar, convencerlo de que no era cierto, que aún podíamos intentarlo. Pero mi cuerpo no reaccionó, solo escuché el tintineo de la cuchara contra la taza y vi cómo él se ponía de pie, sin mirar atrás.
El peso en mi pecho me despertó de golpe.
Me incorporé en la cama, con la respiración entrecortada. El eco de aquellas palabras me perseguía incluso en mis sueños. Pasé una mano por mi rostro, intentando disipar la sensación de vacío que se había instalado en mi pecho. La noche anterior con Taehyung volvía a mi mente con un matiz extraño, como si estuviera buscando algo en él que no había podido encontrar en mi pasado.
Tal vez era exactamente eso lo que estaba haciendo.
Salí de la habitación aturdido por mi sueño, caminé por los pasillos sin saber a ciencia exacta a dónde me dirigía.
—Jungkook.
La voz de Jimin me sacó de mis pensamientos. Estábamos en el comedor, rodeados de murmullos y charlas ajenas. Parpadeé varias veces antes de centrarme en su expresión preocupada.
—¿Qué pasa?
—Eso me gustaría saber yo —Jimin apoyó los codos en la mesa, entrelazando las manos—. ¿Qué está pasando contigo?
—No sé de qué hablas.
—Sí lo sabes. Has estado raro desde hace días y no voy a hacerme el ciego. Es por Taehyung, ¿verdad? Lo he notado.
Sentí una punzada de incomodidad recorrerme la espalda. Bajé la mirada.
—No es nada, Jimin. Solo estamos hablando, no es gran cosa.
—Jungkook —suspiró, apoyándose contra el respaldo de la silla—. Sé que crees que puedes manejar esto, pero Taehyung... él no es alguien con quien simplemente "hablas". Es complicado. Y tú... tú también tienes tus propios problemas.
Mi mirada se endureció.
—¿Y qué se supone que eso significa? ¿Que no puedo acercarme a él porque no estoy bien? ¿Por qué no soy... suficiente?
El eco de mi sueño retumbó en mi mente, volviendo mi voz más áspera de lo que pretendía. Jimin frunció el ceño, pero en lugar de molestarse, me observó con algo parecido a la tristeza.
—No es eso —dijo con suavidad—. Solo quiero que tengas cuidado. No quiero verte caer en algo que podría hacerte más daño del que ya tienes.
Aparte su mano de la mía y me puse de pie de golpe. La silla rechinó contra el suelo, atrayendo algunas miradas indiscretas. Sentí la necesidad urgente de salir de ahí, de alejarme de la conversación antes de que terminara diciendo cosas más hirientes.
—No tienes que preocuparte por mí.
Y con eso, me marché.
Jimin observó mi espalda desaparecer por la puerta, suspirando con frustración. Sabía que no iba a escucharlo, pero eso no haría que dejara de intentarlo.
El aire frío me golpeó el rostro en cuanto crucé la puerta para salir al jardín. No me importó. Lo necesitaba. Caminar sin rumbo por los jardines vacíos me ayudaba a despejar la mente, aunque solo fuera un poco. Las palabras de Jimin aún resonaban en mi cabeza, mezclándose con los ecos de mi sueño.
"No eres suficiente para arreglarme."
Apreté los puños, sintiendo la frialdad de mis propias palmas sudorosas. ¿Por qué todo tenía que volver siempre a lo mismo? ¿Por qué esa sensación de insuficiencia parecía perseguirme, sin importar a dónde fuera o con quién estuviera?
Cuando finalmente me detuve, lo vi ahí, sentado en una de las bancas de madera, estaba Taehyung.
Sus manos sostenían un cigarro apagado. Lo giraba entre los dedos, con la mirada perdida en algún punto más allá del vidrio empañado. La imagen me resultó extrañamente íntima, como si estuviera viendo algo que no debía. Pero antes de que pudiera darme la vuelta y desaparecer, su voz me detuvo.
—No tienes que quedarte de pie ahí como un fantasma, Jungkook. Si vas a observarme, al menos siéntate.
Tragué en seco, sintiendo un nudo en la garganta, pero hice lo que me pedía. Me senté a su lado, dejando un espacio prudente entre nosotros. Por un momento, ninguno dijo nada.
—Jimin está preocupado...—murmuré al final, rompiendo el silencio- Tal vez por mi.
Taehyung soltó una risa seca, sin verdadero humor.
—Jimin siempre está preocupado por alguien. Es su naturaleza.
—O tal vez es por ti —insistí—. Dice que esto no es buena idea.
—¿"Esto"? —Sus ojos finalmente se encontraron con los míos. Había algo en ellos, una chispa de desafío y algo más, algo que no podía descifrar—. ¿A qué te refieres con "esto", Jungkook?
Bajé la mirada, sintiéndome atrapado. Ni siquiera yo sabía exactamente qué estaba haciendo. Solo sabía que cada vez que estaba con él, el ruido en mi cabeza se hacía más soportable. Que su voz me anclaba al presente de una manera que nadie más lograba.
—No lo sé —admití en voz baja.
Él me observó un momento más, luego desvió la mirada de vuelta al cigarro en sus manos. Su expresión se volvió más pensativa, como si estuviera decidiendo si decir algo o no.
—¿Sabes por qué no lo enciendo? —preguntó de repente, levantando el cigarro ligeramente—. No es porque no quiera fumar. Es porque si lo hago, alguien vendrá y me lo quitará. Y a veces, solo quiero ver cuánto tiempo puedo sostener algo sin que me lo arranquen de las manos.
Su voz era tranquila, casi susurrada, pero sus palabras me calaron más hondo de lo que esperaba. Quise decir algo, cualquier cosa, pero las palabras se atoraron en mi garganta. Lo único que pude hacer fue mirarlo, tratando de entenderlo, de encontrar un significado más allá de lo que decía.
Y en ese momento, supe que estaba perdido.
El viento frío sopló de nuevo, removiendo algunos mechones de su cabello oscuro. Taehyung dejó escapar un suspiro largo, como si estuviera liberando algo que llevaba demasiado tiempo dentro de él.
—Siempre llega un momento en el que te arrebatan lo que tienes, Jungkook —continuó con la vista clavada en el cigarro—. No importa cuánto lo intentes, cuánto lo cuides... al final, todo se va.
No sabía si hablaba del cigarro, de sí mismo o de algo más. Pero había una tristeza en sus palabras que me hizo sentir incómodo, como si estuviera asomándome a una grieta en su alma que él no solía mostrarle a nadie.
—No todo tiene que irse —dije, sin estar seguro de por qué sentía la necesidad de contradecirlo.
Taehyung dejó escapar una leve sonrisa, ladeando la cabeza apenas lo suficiente para mirarme de reojo.
—Eres optimista —dijo, aunque su tono sugería que no lo decía como un cumplido—. O ingenuo.
Fruncí el ceño, sintiéndome levemente molesto. No era ninguna de las dos cosas, pero tampoco tenía cómo demostrarlo. Me quedé en silencio, observando cómo su pulgar seguía trazando círculos sobre el papel del cigarro, como si fuera un amuleto frágil del que no quisiera desprenderse.
Después de un largo rato, fue él quien rompió el silencio.
—¿Por qué sigues aquí, Jungkook? —Su voz era más suave esta vez, casi como si realmente le importara la respuesta.
Abrí la boca para responder, pero ninguna palabra parecía adecuada. Porque la verdad era que no lo sabía. No sabía por qué no podía simplemente levantarme y alejarme. No sabía por qué sentía que, de alguna forma, estar cerca de él hacía que todo doliera un poco menos.
—No sé —admití nuevamente, sintiendo el peso de mi propia incertidumbre.
Taehyung me observó por un momento más, luego desvió la mirada con un suspiro. Aplastó el cigarro entre sus dedos, como si acabara de tomar una decisión. Pero en vez de levantarse y marcharse, como había esperado, se inclinó ligeramente hacia mí.
—Si no sabes, entonces quédate un rato más —murmuró—. Solo hasta que lo descubras.
Su proximidad me puso nervioso. No era solo la manera en la que su voz sonaba más baja, más íntima. Era la forma en que sus palabras se sentían como una invitación, como un peligro. Pero lo más extraño de todo era que yo no quería irme.
Así que me quedé. Dejé que el silencio se asentara entre nosotros, que la brisa helada nos envolviera, que el peso de su presencia se hiciera más real.
Y mientras lo observaba, con su perfil recortado contra la luz tenue del atardecer, supe que me estaba metiendo en algo de lo que no podría salir fácilmente.
El aire seguía siendo frío, pero la sensación en mi pecho era aún más helada. Algo en la forma en que Taehyung hablaba, en la manera en que sus palabras flotaban entre nosotros, comenzaba a parecerme extrañamente distante, como si no vinieran del mismo Taehyung que había visto sentado en la sala común.
Me quedé observándolo en silencio, notando detalles que antes había pasado por alto. Sus ojos, oscuros pero brillantes, tenían una intensidad distinta, una especie de claridad punzante que me hacía sentir como si estuviera viendo a alguien más dentro de él. Su lenguaje corporal también era diferente: más confiado, más calculado, como si cada uno de sus movimientos estuviera medido con precisión.
—¿En qué piensas? —preguntó de repente, sacándome de mis pensamientos.
Su voz tenía un matiz ligeramente distinto. No era un cambio evidente, pero había algo en ella que me hacía sentir como si lo estuviera escuchando por primera vez.
Tragué saliva, sintiendo un nudo en la garganta.
—En ti —respondí con honestidad.
Una sonrisa ladeada apareció en su rostro, pero no era como las otras. No era melancólica ni cansada. Era diferente. Más afilada.
—Eso es peligroso, Jungkook —murmuró, inclinándose un poco más hacia mí—. Nunca sabes lo que puedes encontrar si miras demasiado de cerca.
Algo en su tono me puso tenso.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Mi instinto me decía que me alejara, pero mis pies no se movieron.
—Tae... —susurré, dudando en mis propias palabras—. ¿Eres tú?
La sonrisa en su rostro se mantuvo, pero algo en sus ojos cambió. Una chispa de reconocimiento, como si hubiera estado esperando que preguntara eso.
—¿Tú qué crees? —respondió con calma, sin apartar la mirada de mí.
Mi corazón latió con fuerza. De repente, entendí algo que hasta ese momento se había ocultado entre las sombras de nuestra conversación.
—Tú no eres Taehyung —murmuré, mi voz apenas un hilo de sonido.
Él inclinó la cabeza, evaluándome, y por primera vez, no negó nada. No intentó corregirme. Solo sonrió, con esa expresión enigmática que me hizo sentir que acababa de cruzar una línea de la que no había vuelta atrás.
—No- alzo sus hombros- Nos volvemos a ver Jungkook...
Su voz flotó en el aire, ligera pero cargada de algo que no supe descifrar. Lo observé ponerse de pie con una calma medida, como si cada uno de sus movimientos estuviera calculado para no revelar demasiado.
Taehyung se giró para irse, y por un momento creí que desaparecería sin más. Pero justo antes de cruzar la puerta, se detuvo y me miró por encima del hombro.
—Feliz día—murmuró, y su sonrisa se ensanchó apenas.
Y luego se fue.
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★KimJeon★
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