Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

★Atracción peligrosa★

"Aquí nadie sabe quién es el verdadero loco, solo sabemos que todos luchamos por encontrar sentido en nuestra locura."

Al día siguiente, el ambiente del hospital psiquiátrico parecía más opresivo que nunca. La luz filtrada a través de las ventanas era tenue, casi como si intentara evitar iluminar los rincones oscuros de mis pensamientos. No podía dejar de pensar en Taehyung. La conversación con él me había dejado más confundido que antes. Algo en su mirada seguía rondando mi mente, y la advertencia de Jimin, aunque distante, aún pesaba sobre mis hombros.

Después de la charla con Jimin, me encontré más aislado que nunca. El hospital, con sus paredes blancas y pasillos interminables, parecía haberse transformado en un laberinto de pensamientos y dudas. El chico pelinegro, Taehyung, se había convertido en una pieza central de mi confusión.

Decidí que, en lugar de continuar evitando mis pensamientos, debía enfrentar la realidad. Algo en mi interior me impulsaba a acercarme a él, pero no sabía si esa atracción era por su misterioso comportamiento o por algo más profundo. Y esa sensación de estar siendo observado, como si Taehyung estuviera siempre presente en las sombras, no me dejaba tranquilo.

Al entrar al comedor esa mañana, me encontré con Jimin de nuevo, pero esta vez, él no estaba solo. A su lado, había un chico que nunca había visto antes. Era alto, de cabello rubio y ojos claros, con una sonrisa fácil pero algo reservada. La curiosidad me invadió, pero no pregunté nada.

—¿Te unes a nosotros? —preguntó Jimin, su tono amigable pero con un toque de preocupación en sus ojos. Sabía que no estaba completamente bien, y aunque no insistía, me observaba en busca de señales.

Asentí, pero cuando me senté, mis ojos no pudieron evitar irse hacia la esquina donde estaba Taehyung, sentado solo, como si esperara algo o alguien. Su mirada se levantó hacia mí en el mismo instante, y por un segundo, nuestras miradas se encontraron. No hubo palabras, pero fue como si todo el ruido del comedor se desvaneciera por un momento.

Rápidamente aparté mi mirada e intenté no mirarlo de nuevo, intenté concentrarme en mi comida, pero el aire en el comedor había cambiado. Era como si mi corazón latiera más fuerte, como si estuviera a punto de hacer algo que no podía entender. Miré al frente, pero la imagen de Taehyung seguía presente en mi mente. Esa mirada... No era algo común. No era simplemente un cruce de ojos. Había algo en ella que me inquietaba, algo en su expresión que me hizo sentir como si todo estuviera a punto de desmoronarse.

Me pasé la mano por el cabello, tratando de disipar el nudo que se había formado en mi estómago. No podía dejar que ese momento, esa conexión, significara nada. Taehyung... él no era alguien con quien pudiera permitirme pensar demasiado. Pero su presencia seguía ahí, como una sombra en la esquina de mi vista.

Derrepente la campana hizo que mis pensamientos se dispersaran, hoy es lunes, así que volvemos a las secciones en grupo con la doctora Sung-ri.

Es un día gris, el tipo de día en que todo parece estar sumido en una especie de niebla, ni totalmente claro ni completamente oscuro. La luz del sol se filtra débilmente a través de las ventanas del salón, iluminando la mesa de terapia en la que todos estamos sentados. La doctora nos observa desde su silla, como siempre, con una mirada tranquila.

Hoy hay una actividad diferente: nos han dado papeles y lápices, y nos pide que escribamos sobre lo que sentimos, pero con la condición de que no hablemos de lo obvio. No más miedos, no más dolores inmediatos. Ella quiere que profundicemos, que lleguemos a esos rincones de nuestro interior que hemos estado ignorando. Un suspiro escapa de mis labios cuando pienso en lo difícil que será esto.

—Es importante que se dejen llevar por lo que surja, sin juzgarse —dice la doctora, mientras observa cada uno de nuestros rostros. Y así, todos comenzamos.

Jimin está a mi lado, mordisqueando el extremo de su lápiz mientras mira fijamente su hoja en blanco. Su rostro, tan expresivo, parece no encajar con el silencio pesado que hay en el aire. He aprendido a leer sus gestos, a ver cómo su cuerpo tiembla sutilmente cada vez que algo le afecta más de lo que quiere admitir. No me extrañaría si, bajo esa capa de sonrisas, hay un dolor mucho más grande que el mío, un dolor que se ha quedado atrapado en su pecho como una espina que nunca ha sido retirada.

Al principio, escribo lo que me pide la doctora: cosas superficiales. "Me siento perdido", "Tengo miedo de no ser suficiente". Pero luego, en un giro inesperado, una palabra comienza a emerger en mi mente: ruptura.

Es como si, de repente, el dolor que había estado intentando suprimir regresara con fuerza. La ruptura con mi ex-novio. Había intentado meterlo tan profundo en lo más recóndito de mi ser que casi me había olvidado de él. Había estado tan centrado en todo lo demás, en los demás aquí en el hospital, que mi propio dolor se había vuelto una sombra, algo lejano que ya no me pertenecía. Sin embargo, al ponerme a escribir, me doy cuenta de lo mucho que me había estado engañando.

Mi mano tiembla ligeramente mientras las palabras fluyen. Es como si de repente mi corazón se abriera de par en par, y ahí está, todo lo que había estado escondido: sentimientos de abandono, rechazo, culpa. Me siento culpable por no haberlo podido salvar, por haber creído que todo estaría bien solo porque me esforzaba tanto. El dolor de nuestra separación no era solo perder a alguien a quien había amado, sino también perder una parte de mí mismo en el proceso.

Mis ojos se nublan, y antes de darme cuenta, la doctora está acercándose. Siento que su mirada está sobre mí, no con juicio, sino con compasión. Pero mi atención vuelve a Jimin, que sigue escribiendo, pero su postura está tensa. Es como si estuviera luchando con algo interno, algo que no puede dejar ir.

Después de la sesión, Jimin y yo decidimos pasar el rato por los pasillos del hospital. Estábamos caminando sin mucho rumbo, como siempre, solo dejando que el tiempo pasara. De alguna forma, esos momentos eran los que más me hacían sentir que todo esto era un poco más normal, aunque en el fondo sabía que no lo era.

De repente, escuchamos unas voces provenientes de un rincón cercano. No eran familiares, así que no nos molestamos en prestarles mucha atención. Pero a medida que nos acercábamos, pude distinguir claramente la conversación.

—¿Sabías que Taehyung está en el segundo piso? —dijo uno de los chicos, con un tono casi burlón.

Jimin frenó su paso, y su expresión cambió sutilmente. Yo no entendía mucho, así que le di un vistazo y luego miré hacia los chicos que hablaban.

—¿En serio? —preguntó el otro, claramente curioso—. ¿Por qué está en el segundo piso? ¿No es el área de máxima seguridad?

El primero rió, pero no de una manera divertida, sino más bien como si estuviera seguro de algo.

— Nadie sabe realmente por qué está ahí, pero él no es normal.

Fue suficiente para que Jimin tomara la palabra.

—El segundo piso es un área restringida. Solo se usa para pacientes que requieren más seguridad o que tienen... dificultades mayores para interactuar con el resto. Taehyung está ahí por su propio bien, y probablemente porque necesita estar más vigilado. Lo que te dijeron, lo que no entienden, es que él no es como los demás.

De pronto, esas palabras se quedaron flotando en el aire. "No es como los demás". ¿Qué significaba eso? Mi cabeza comenzó a dar vueltas ¿Por qué lo aislaban en ese piso? ¿Qué pasaba con él que no podía compartir el mismo espacio con los demás?

Jimin me miró, como si hubiera notado mi incomodidad, y me dio un pequeño empujón.

—No pienses demasiado en eso, Jungkook. No todos los pacientes aquí son fáciles de entender. Cada uno tiene su propio "por qué", su propia historia.

Pero las palabras de Jimin no hicieron más que alimentar las preguntas que ya me rondaban en la cabeza. Algo no encajaba, y me sentí un poco más perdido que antes.

El silencio entre nosotros fue pesado, como si el aire mismo estuviera esperando que dijera algo. Pero no sabía qué decir. Seguimos caminando, pero esta vez mis pensamientos estaban más lejos, más oscuros, más confusos.

Horas después, mientras el día se apagaba lentamente, un caos inesperado estalló en las áreas comunes. Un paciente, uno de los mismos chicos que había estado hablando en el pasillo, tuvo una crisis y comenzó a gritar, tirando sillas y mesas al suelo. Otros pacientes se apartaron rápidamente, algunos buscando refugio en las esquinas, mientras que el personal trataba de calmar la situación.

Me quedé paralizado en mi lugar, observando cómo todo se desmoronaba en cuestión de segundos. Pero entonces lo vi: Taehyung estaba de pie al final del pasillo, observando el caos con una expresión extraña en su rostro. No parecía asustado ni sorprendido; más bien, había algo inquietantemente calmado en él, como si estuviera disfrutando del espectáculo o como si supiera algo que los demás no.

Nuestros ojos se encontraron, y sentí un escalofrío recorrer mi columna. Había algo en su mirada, algo oscuro y profundo que no podía entender. En ese instante, uno de los enfermeros lo notó y comenzó a acercarse a él, pero Taehyung simplemente se dio la vuelta y desapareció por uno de los pasillos.

Cuando todo finalmente se calmó, las dudas en mi cabeza habían crecido. Nadie mencionó a Taehyung en relación con lo sucedido, pero no podía ignorar lo que había visto. Su presencia en ese momento, esa expresión en su rostro... no podía ser una coincidencia.

Algo estaba pasando con él, algo mucho más grande de lo que podía imaginar. Y por primera vez, me pregunté si quería descubrirlo o si sería mejor mantenerme lejos.

Esa noche, mientras yacía en mi cama, no podía dejar de pensar en Taehyung. Las preguntas se acumulaban en mi mente como una tormenta incesante. ¿Por qué su mirada parecía tan diferente, tan cargada de algo que no podía identificar? ¿Qué significaba su aislamiento en el segundo piso? ¿Qué papel había jugado en el caos de hoy?

Me sentía como un barco a la deriva en un mar de incógnitas. Por más que intentaba buscar respuestas, solo encontraba más preguntas. Pero había algo en mí, una especie de atracción hacia el misterio que rodeaba a Taehyung. Era como si una parte de mí supiera que él era la clave para entender algo mucho más grande, algo que aún no podía ver con claridad.

No sabía si debía temerle o intentar acercarme más.

Esa noche, el insomnio me atrapó en sus garras. No importaba cuánto intentara desconectar mi mente, la figura de Taehyung seguía rondando mis pensamientos como un eco interminable. Todo en él, desde su mirada hasta su inexplicable calma durante el caos, me llamaba como un imán.

Miré el reloj en la pared: 3:12 a. m. El hospital estaba en completo silencio, interrumpido solo por el ocasional crujido de las tuberías o el susurro del viento fuera de las ventanas. Mi pecho se apretó con una mezcla de ansiedad y curiosidad. Antes de darme cuenta, ya estaba fuera de mi habitación, caminando descalzo por los pasillos apenas iluminados.

Mi destino era claro, aunque no quería admitirlo ni siquiera para mí mismo: el segundo piso. Sabía que no tenía permitido estar ahí, pero algo más fuerte que la lógica o el miedo me impulsaba a continuar.

A medida que me acercaba a las escaleras que conducían al piso restringido, el ambiente se volvía más denso, como si el aire mismo tratara de detenerme. Las luces parpadeaban débilmente, y el silencio se sentía casi ensordecedor. Finalmente, llegué frente a la puerta metálica que marcaba el límite entre nuestro mundo y el de ellos.

La observé, inmóvil, sintiendo el frío del suelo bajo mis pies y el sonido de mi respiración agitada llenando el espacio. Una pequeña ventana con barrotes en la parte superior de la puerta permitía vislumbrar un pasillo oscuro al otro lado. Mi corazón latía con fuerza, cada latido resonando como un tambor en mis oídos.

Estiré la mano, apenas rozando la superficie de la puerta, cuando un sonido me hizo congelarme en el lugar. Al principio fue casi imperceptible, como un susurro arrastrado por el viento. Luego, se volvió más claro: un suave golpeteo que venía del otro lado de la puerta.

Mi garganta se secó al instante, y mi cuerpo entero se tensó. ¿Había alguien ahí? Me incliné ligeramente hacia la ventana, tratando de ver más allá, pero el pasillo parecía vacío.

De pronto, sentí una mano firme sujetándome el hombro desde atrás. Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente, girándome bruscamente mientras el pánico se apoderaba de mí.

—¿Qué haces aquí? —susurró una voz conocida.

Era Jimin. Su expresión estaba cubierta por una sombra de preocupación, pero también había algo más: miedo. Me miró como si hubiera cruzado una línea que no debía, como si supiera algo que yo aún no entendía.

—No deberías estar aquí, Jungkook. —Su voz era baja, casi inaudible, pero la seriedad en ella era innegable.

Intenté responder, justificarme, pero las palabras no salieron. Antes de que pudiera decir algo, un ruido seco detrás de la puerta nos hizo a ambos dar un paso atrás.

—Vámonos —murmuró Jimin, tirando de mi brazo.

Mientras me alejaba a regañadientes, no pude evitar echar una última mirada hacia la puerta. Algo en el aire me decía que esta no sería la última vez que intentaría llegar ahí.

Esa noche, mientras regresaba a mi habitación con Jimin en silencio a mi lado, una idea se arraigó en mi mente: El misterio del segundo piso y de Taehyung no iba a dejarme en paz. No hasta que lo entendiera.

Pero no era solo Taehyung quien ocupaba mi mente. Mientras yacía en mi cama, incapaz de conciliar el sueño, no pude evitar repasar la actitud de Jimin esa noche. Había algo extraño en cómo me había encontrado justo cuando estaba a punto de cruzar esa puerta, algo en su tono que no podía ignorar.

¿Cómo sabía que estaba ahí? ¿Acaso me estaba siguiendo? ¿O era simplemente una coincidencia? Y más importante, ¿qué era lo que él sabía sobre Taehyung y el segundo piso que yo no? Porque estaba claro que sabía algo, algo que no quería compartir conmigo.

Recordé las palabras que Jimin había dicho durante la tarde: "No pienses demasiado en eso, Jungkook. No todos los pacientes aquí son fáciles de entender". Había una verdad a medias en esas palabras, algo que no lograba descifrar. Su expresión, ese pequeño cambio en su voz... Me estaba ocultando algo.

Mi amistad con Jimin siempre había sido fácil, natural, pero ahora sentía una barrera invisible entre nosotros. Una parte de mí quería confrontarlo, exigir respuestas, pero otra parte sabía que probablemente no las obtendría. Si Jimin no estaba listo para hablar, no había nada que pudiera hacer.

Sin embargo, esa noche todo parecía interconectado. Taehyung, el segundo piso, Jimin... No sabía cómo, pero estaba seguro de que todos esos hilos llevaban al mismo lugar. ¿Qué era lo que estaba sucediendo realmente en este hospital?

El resto de la noche pasó en un duermevela inquietante, con imágenes de Taehyung y el segundo piso mezclándose con los recuerdos de la expresión preocupada de Jimin. Cuando finalmente llegó el amanecer, no tenía respuestas, pero algo en mí había cambiado: estaba decidido a descubrir la verdad, sin importar lo que eso significara.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro