❦¦CAP 1¦❦ Bienvenida Al Infierno
Después de un agotador vuelo de varias horas, finalmente aterricé en Corea. Mi travesía había sido extenuante y, para colmo, el aeropuerto de Seúl estaba repleto de figuras importantes, lo que prolongó mi espera antes de poder reunirme con mi padre.
Al llegar a casa, Eun-ji, mi madrastra, me recibió y me presentó de nuevo a mis hermanastras. Anh Lía, la mayor, tenía dieciséis años, y Anh Rosalyn, de quince. Los recuerdos de mi infancia con ellas eran vagos, pero una cosa era clara: nunca me habían considerado como su hermana mayor, ni me respetaban.
Las saludé con seriedad mientras ellas forzaban una sonrisa. Me instalé en mi habitación y le pedí a mi padre las llaves. Sabía por experiencia que no respetarían mi privacidad, y aunque antes me negaba mi espacio por ser menor de edad, esta vez, quizás por un milagro, accedió.
El cielo parecía estar de mi lado.
Salí de casa para explorar la ciudad. En años anteriores, no me permitían salir sola, así que apenas la conocía. Ahora, como universitaria, tendría que moverme sola y mostrarme independiente, o corría el riesgo de parecer ingenua.
Visité la Universidad a la que pronto asistiría. Era impresionante en todos los sentidos, desde su color hasta su arquitectura. Mientras admiraba el lugar, noté que alguien me observaba. Al descubrirlo, esa persona fingió distraerse. Decidí ignorarlo y continuar mi recorrido.
De regreso a casa, me di cuenta de que alguien me seguía. Aceleré el paso, pero fue en vano. En mi nerviosismo, me metí en un callejón sin salida. Al voltear, vi que quien me seguía vestía una extraña capucha. Se acercó, pero algo lo ahuyentó. Sin siquiera averiguar qué lo había asustado, corrí de vuelta a casa.
Le conté a mi padre lo sucedido, pero al verme ilesa, dudó de mi relato. Me sentí impotente y me dirigí a mi habitación. En el camino, Lía comenzó a burlarse de mí.
—¿Quién querría secuestrar a alguien como tú? —se burló Lía.
—Mírate al espejo... —añadió Rosalyn.
No les respondí. Entré a mi habitación y aseguré la puerta. Necesitaba relajarme. Todo había sido, como temía, un infierno. Decidí tomar una ducha caliente y preparar mis papeles para registrarme en la Universidad al día siguiente.
A la mañana siguiente, me desperté temprano, recogí mis cosas y salí sin saludar a nadie. Nadie estaba despierto, así que aproveché para salir sin interrupciones. Me detuve en una cafetería para desayunar. En la mesa de enfrente había un chico atractivo con una chaqueta negra que dejaba ver algunos tatuajes. Su cabello desordenado y negro, sus ojos brillantes y sus labios rosados me cautivaron. No podía dejar de observarlo.
El mesero me sacó de mi ensimismamiento, y cuando volví a mirar, el chico ya no estaba.
Al llegar a la Universidad, lo vi de nuevo, parado junto a la puerta, como esperando a alguien. Era el mismo de la cafetería. Me quedé pensativa.
¿Estudiará aquí?
¿Se habrá dado cuenta de que lo observaba?
¡Qué vergüenza, Aurora! Debes disimular mejor.
Decidí actuar con naturalidad y seguí mi camino hacia la oficina de inscripción. Mientras admiraba el interior del edificio, sentí una mano en mi hombro. Me giré, un poco asustada, y vi que era el chico de la cafetería.
—Hola, ¿eres nueva aquí? —dijo con una voz aterciopelada.
—S-sí... —respondí nerviosa.
—Lo supuse. ¿Podrías decirme tu nombre? —preguntó curioso.
Su voz era preciosa, y me hablaba en inglés, algo poco común en Corea.
—Aurora, Anh Aurora... —dije sonrojada.
—Mucho gusto, Anh Aurora. Mi nombre es Jeon Jungkook —sonrió.
—Mucho gusto, Jeon —le devolví la sonrisa.
—Puedes llamarme Jungkook —dijo.
—Oh, está bien —sonreí.
—Es interesante que ingreses aquí; casi no hay extranjeros —comentó con una sonrisa.
—No lo sabía, pero soy mitad... —dije.
—¿Mitad? ¿A qué te refieres? —preguntó curioso.
—Mitad coreana, mitad brasileña —sonreí.
—¡Wow! No pareces coreana —rió.
Su risa era hermosa. Tenía que concentrarme.
—Bueno, iré a ver dónde puedo inscribirme —dije, intentando desviar la conversación.
—No atenderán hoy, según escuché —dijo tocando su barbilla.
—¿Sabes cuándo son las inscripciones? —pregunté preocupada.
—Para ser sincero, no lo sé. No estoy inscrito aquí —me miró confundido.
—¿Entonces qué haces aquí? —pregunté, tratando de no sonar neurótica.
—Escuché rumores de un intercambio entre mi academia y esta universidad y quise comprobarlo —dijo.
—Interesante. No sabía que había una academia al nivel de esta universidad.
—Te sorprendería lo que no sabes de Seúl —dijo con una media sonrisa.
—Vaya, tengo mucho por descubrir. Volveré mañana entonces.
Me sentía rara. Siempre había sido transparente, pero Jungkook me había puesto nerviosa. A pesar de su apariencia ruda, parecía dulce y cálido. Era la primera persona con la que socializaba desde que llegué a Seúl.
—Por cierto, ¿me darías tu número? —dijo, titubeando.
—P-pues... claro —respondí emocionada.
Le di mi número, deseando volver a verlo. Aunque me atemorizaba, también me agradaba. ¿Quién me entiende? Además, era prácticamente mi primer amigo en Seúl.
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01/10/22
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