Ese su bucle personal, 
que lo lleva a cada lugar. 
Es una rutina usual 
que no deja de repetir.

Despierta temprano en la mañana, 
toma su café y sale a la calle. 
Sus pensamientos son una guerra 
que no le permiten descansar.

Recorre la ciudad con prisa, 
buscando cumplir sus objetivos. 
Pero las calles son su afronta 
y su bucle se vuelve un laberinto.

Aunque su día sea igual 
y su horizonte no tenga fin, 
sabe que cada paso cuenta 
para alcanzar su propio jardín.

Ese su bucle personal, 
es su camino, su existir. 
Aún en los días más grises, 
siempre hay una estrella por seguir.