1. ¿Te acuerdas de Curro?
La explosión lo cambió todo.
El estruendo había sacudido la noche, rompiendo la quietud del barrio y llenando el aire de cenizas y sirenas. Julia aún podía sentir el olor a quemado pegado a su ropa, aunque la policía ya había acordonado la zona y la prensa buscaba titulares con preguntas que ella no tenía fuerzas para responder.
Lo que sí sabía era que algo no encajaba. No era solo el fuego, ni la rapidez con la que cerraron el caso como un "trágico accidente". Era la forma en que su marido, un hombre metódico y precavido, había terminado atrapado en una explosión sin sentido.
Y luego estaba la muñeca.
La encontró entre los restos calcinados del coche, casi intacta, con su sonrisa boba y esos colores imposibles. Curro. La mascota de la Expo 92. Una reliquia de la infancia de muchos, pero que no tenía nada que hacer allí. Ni su marido ni ella habían guardado un muñeco así. Entonces, ¿por qué estaba en el lugar de la explosión? ¿Era un mensaje?
Julia apretó la figura entre los dedos, sintiendo el plástico rugoso bajo la piel. Si la policía no iba a buscar respuestas, lo haría ella. Y para eso necesitaba ayuda.
Fue así como terminó llamando a Iván.
Ex policía. Guardia de seguridad. Alcohólico. En ese orden.
Su reputación era cualquier cosa menos intachable, pero Julia sabía que, bajo su cinismo y su evidente decadencia, seguía siendo un buen sabueso. Y en ese momento, ella necesitaba a alguien dispuesto a olfatear donde nadie más lo haría.
Cuando Iván abrió la puerta de su destartalado apartamento, el olor a whisky barato y tabaco rancio salió a recibirla antes que él.
-Vaya, Julia... Ha pasado tiempo. -Su voz era áspera, con ese tono de alguien que ha visto demasiado.
-Necesito tu ayuda.
-Siempre necesitas algo.
Ella levantó la muñeca y la puso frente a sus ojos.
-Dime, Iván... ¿Te acuerdas de Curro?
Él entrecerró los ojos, tomó el muñeco con dedos temblorosos y exhaló un suspiro lento.
-Mierda. -Alzó la mirada hacia ella, y en su expresión Julia supo que no estaba sola en sus sospechas.
Algo estaba muy mal. Y acababan de abrir la primera puerta de un misterio que los llevaría a lugares donde ninguno quería volver.
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