Sin tan siquiera un pequeño asomo de paciencia, Laura esperaba a que su interminable lección de Literatura finalmente acabara. Nunca había deseado terminar su jornada de clases tanto como hoy. Miraba el reloj que traía en su muñeca y contaba cada décima de segundo. Realizaba esta acción en tan breve plazo de tiempo, que sentía como si el universo conspirara en su contra y se hubiese  paralizado en ese mismo instante, para que así no corriera el indomable tiempo.

Esperaba ansiosa el poder regresar a su casa. Hoy por primera vez en mucho tiempo, se sentía libre y en armonía con su alrededor.

Anhelaba volver a la calidez de su hogar.

El transcurso de los días solo sirvió para confirmar su teoría de que el teléfono no volvería a sonar, sin embargo, una paz invadía su interior.

En otros tiempos, el hecho de volver a su casa, solo servía para infundir en su alma un terror absoluto. Esos días se habían acabado.

Pronto el timbre diligente anunciaría el final de su jornada escolar, y podría volver despreocupada junto a Jerry y su madre.