El padre de Laura quien había muerto hacía casi más de un año, ahora hablaba con ella en las noches. Al principio se creyó demente, pero la frecuencia de las charlas, eliminó todo rastro de escepticismo. Las madrugadas fueron testigos de las pequeñas charlas entre una hija y su padre fallecido. Ahora había encontrado otro consuelo.

Las violaciones por parte de Jerry no se detuvieron, pero sí mermaron en gran parte.

Ahora conversaba con su madre más a menudo, y a pesar de no perdonarla por continuar simulando que los abusos no ocurrían, permitía que esta cepillara su cabello como solía hacerlo en el pasado.

Parecía como si todo estuviera tomando su curso. No importaba nada más, solo una chica y su teléfono negro.