No soy un simple juguete.
"Si no eres capaz de renunciar a algo cuando te deja de ser útil, entonces ese objeto te posee. Y en esta era materialista, una gran parte de nosotros estamos poseídos por nuestras posesiones." Mildred Lisette Norman.
A unas cuantas cuadras de la casa en la que vivía junto a mis padres, existe una curiosa juguetería. Es uno de los negocios más antiguos de la calle pero aún así preserva su estilo contemporáneo y los claros colores pastel de la fachada. Su dueño se instaló en el local después de su llegada desde Alemania, algunos años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces los escaparates del establecimiento han exhibido las mercancías y productos más exóticos que cualquier infante podría desear. Firmes soldaditos de cuerda, armoniosas cajas musicales y bellísimas muñecas de porcelana con vestidos hechos a medida son algunos de los tantos artículos expuestos a través del cristal. Más que juguetería podría llamarse museo, un museo de sueños y embelesos, un museo de esperanzas. Fue el transcurso de los años el que me obligó a mermar el interés que sentía por la juguetería, así fue cómo dejando olvidado los últimos rastros de mi niñez sumergí todo mi ser en la monótona existencia de los adultos, pero no todo en la vida dura para siempre. Hace unas pocas semanas volví a centrar mi atención en el negocio. Al contrario de mi aspecto que había cambiado mucho más de lo que esperaba, la juguetería parecía una fotografía capturada en el tiempo. Al igual que en sus inicios continuaba siendo un lugar encantador, aunque ese concepto que tuve durante tantos años estaba a punto de cambiar. El nuevo encargado colocaba en una de las vidrieras un extraño muñeco ventrílocuo que hizo crecer la curiosidad de todos los que nos encontrábamos cerca de allí. Era de madera y vestía un fúnebre traje de color negro. Aunque la mayoría reía ante la imagen de aquel mediano hombrecito de rasgos humanos, mi seria mirada no abandonaba sus perturbadoras facciones; una roja boca que sonreía y los saltones ojos realistas que parecían observarme fijamente. Horrorizada corrí hasta mi casa y dediqué los días siguientes a olvidar ese desagradable recuerdo. Intenté convencerme de que solo era un miedo irracional pero ver nuevamente al ventrílocuo sentado en la antesala de nuestra casa, hizo que mi espanto regresara. Mamá había comprado el muñeco dada su particular apariencia, en mi interior tenía la sensación de que me perseguía. Fue colocado en el recibidor, dentro de la vitrina que la abuela nos dejó antes de morir. A veces ejercía tenues movimientos pero al parecer yo era la única que notaba el aura de perversión que emitía la figura de madera, con su cínica sonrisa se burlaba de mi locura. Podía escuchar el rumor de sus pasos recorrer la planta baja. Hace dos noches escuché cómo llamaron suavemente a mi puerta, al abrirla lo encontré sentado frente a mí con ese claro gesto malvado. Me aterra encontrarme cerca del espantoso muñeco, por eso aseguro la puerta con llave aunque sé que no será suficiente. Cada noche el ventrílocuo se acercará un poco más y cuando esté sumida en una espeluznante agonía despertaré con él a mi lado, entonces será demasiado tarde.
Nota de la autora:
¡¡Hola a todos!! Estoy demasiado feliz porque fue en este preciso mes, hace aproximadamente 3 años, que una chica común descubrió la plataforma que cambiaría su vida casi por completo. Sí, esa era yo. Realmente creía que Wattpad era un lugar increíble, aunque no fue hasta hace un año que decidí comenzar a publicar mis relatos. Gracias a ello descubrí personas maravillosas, algunas conocidas y otras no tanto, que realmente han marcado una huella en mi corazoncito con su apoyo y palabras de aliento. A esos que me han acompañado en esta travesía que no está ni cerca de terminar: Muchísimas gracias!!!❤
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