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Verdad.

Renuncia de derechos, nada es mío así que más te vale no denunciarme. Los animes son autoría del Ero-sensei de Ichiei Ichibumi y del tío Akira.

Dos horas habían pasado desde el encuentro entre Reynare y su nueva "ama", Sona Sitri. En estos momentos el muchacho azabache estaba descansando bajo la sombra árbol disfrutando del receso. Sin embargo, pronto vendría...

-¿Podemos hablar un momento? -una suave voz sonó bastante cerca de él y, al abrir los ojos, el muchacho se percató de la presencia de Akeno, quien estaba de rodillas con ojos sensibleros.

"Creo que todos los días viene a verme alguien diferente, genial"-. Discurrió el azabache con un toque de sarcasmo mientras soltaba un suspiro.

-¿Qué es lo que quieres, Himejima-san? -Akeno abrió los ojos al percatarse de que Goku ya no la llamaba por su nombre como lo hacía antes.

-¿Podemos hablar en un lugar... más retirado? -preguntó la sacerdotisa, pues vatios alumnos transitaban el patio de la academia Kuoh.

Goku no se inmutó, sabía que sí le negaba aquella propuesta Akeno seguiría insistiendo y lo menos que quería es tener un dolor de cabeza cuando trataba de evitarlos.

"Me estoy ablandando bastante"-. Pensó el chico mientras caminaba a la par de Akeno hacia un lugar más reservado.

-¿Qué es lo que quieres? Habla sin rodeos -habló Goku secamente y Akeno tragó saliva, antes de inspirar una bocanada de aire.

-L-lo siento, no quise que vieras esa faceta de mí ni mucho menos decepcionarte... -habló Akeno suavemente y el chico asintió- me dejé llevar por la emoción y no me di cuenta de lo que estaba causando, espero que seamos siendo amigos.

-Akeno... -soltando un suspiro Goku comenzó a caminar con suma tranquilidad con las manos en el interior de los bolsillos de sus pantalones- las personas se muestran tal y como son en verdad en momentos determinados....

Akeno afinó sus ojos ónices ante aquellas palabras intentando ver el punto de Goku.

-Dependiendo de una situación u otra, cada persona adopta un carácter concreto, en base a eso puedo decir que tienes bastantes facetas... -insinuó el pelinegro mirando el refulgente cielo.

-¿A-adonde quieres llegar? -honestamente Akeno no comprendía lo que estaba diciéndole el chico necesitaba que el muchacho se explicase mejor para poder entender lo que quería transmitir.

-Es fácil, cuando estás en esta academia adoptas una actitud bastante respetuosa y elegante, siguiendo tu papel de Onee-sama ¿o me equivoco? -habló el pelinegro con sosiego.

"................"

Silencio fue la respuesta de Akeno ante aquellas palabras llenas de certeza, pues sabía que razón no le faltaba al pelinegro al decirle aquello.

-Cuando estás con tu grupo te comportas de una manera socarrona o divertida... de esta forma en los momentos en que estás en una combate te invade un enorme sadismo, según pude ver ayer -farfulló el chico todavía mirando el cielo-

Akeno abrió los ojos sumida en un estado de estupefacción mental, Goku le había leído tan fácilmente como si de un libro abierto se tratase.

-Adoptas todas esas facetas y te escondes bajo una máscara para ocultar todo ese odio que has ido acumulando a lo largo de todos estos años. Un odio que mantienes hacia las personas de tu especie... hacia tu padre -expuso Goku posando sus ojos oscuros sobre los ojos ónix de Akeno.

-¡T-tú no sabes lo que he vivido estos años! Y-yo vi morir a mi kaa-sama y ese... -habló Akeno con dolor mientras desviaba la mirada, recordando a su padre- ¡él no estuvo cuando todo eso sucedió y me abandonó cuándo más le necesitaba!

Akeno estalló en lágrimas recordando aquella jornada fatídica... el peor día de su vida.

Aquel cuarto estaba sumamebte desgastado, el tansu estaba tirado y había un agujero colosal en el tatami por el resplandeciente suelo. Una mesa estaba volcada y la comida, que seguramente sería para la cena, estaba toda llena de tierra.

"Yo tendré la mano de esa niña. Ella es la hija de un ángel negro del mal y odiado por todos"-.

Varias Onmyōuji y Jutsusha rodearon a la pequeña Akeno y a su madre, Shuri Himejima.

-¡No les entregare a esta niña! ¡Esta niña es mi preciosa hija! ¡Y también es una importante y preciosa hija de esa persona! ¡Absolutamente nunca se las entregare! -farfulló Shuri mientras se paraba detrás de una atemorizada Akeno.

Shuri era una Onmyōuji de rango medio que custodiaba un templo Shintō actuando como sacerdotisa en él. Pertenecía al clan Himejima.

"Parece que también has sido contaminada por el ángel negro ¡Ya no puedes ser salvada Shuri!"-.

El jutsusha sacó una katana y la movió hacia abajo en un movimiento increíblemente rápido.

Kaa-samaaaaaaaaaaaaa! -gritó Akeno con dolor ante la imagen de su madre yaciendo sin vida.

Flush.

Un destello invadió la sala de repente y en menos de un minuto apareció Barakiel, su cuerpo estaba bañado en sangre y sus ojos ónices ardían en una incontrolable furia.

Barakiel mató con un solo movimiento a todos los jutsusha y Onmyōuji presentes en aquella sala.

Kaa-sama! ¡Noooooo! ¡Kaa-samaaaa! -Akeno gritaba mientras sacudía el cuerpo sin vida de su madre, Shuri Himejima.

-Shuri... -susurró Barakiel con dolor acumulándose en su pecho antes la mujer que le ofreció su amor, mientras se agachaba para tocar con sus mano temblorosas el cadáver de Shuri.

-¡No la toques!- la pequeña Akeno le gritó con ira a su padre, quien bajó si mirada-¿Por qué? ¿Por qué no te quedaste con Kaa-sama? ¡Siempre, siempre esperé a Tou-sama! ¡Si Tou-sama hubiera estado aquí, entonces Kaa-sama no habría muerto!

".........."

Barakiel se quedó en silencio ante aquellas palabras mientras se maldecía internamente, si tan sólo hubiera llegado tiempo antes.

-¡Esas personas dijeron esto! ¡Tou-sama es un ángel negro y que tú eres el mal! ¡Dijeron que los ángeles negros son
gente mala! -gritó Akeno liberando todo el odio que se acumuló en su corazón.

"..............."

Barakiel nuevamente se quedó en silencio. Cada una de las palabras proferidas por Akeno penetraba lentamente en su corazón como si de una daga envenenada se tratase.

Le dolía de todo corazón ver que la pequeña niña que Shuri y él habían criado con todo el amor del mundo, pronunciara aquellas palabras llenas de odio.

Barakiel habia conocido a Shuri después de caer herido cerca de el templo shintoista que ella custodiaba.

Shuri se habia encargado de él, curando sus heridas hasta que sanaron por completo, naciendo entre ellos una amistad que acabó convirtiéndose en amor.

Fruto de aquel amor nació Akeno Himejima, hija de una Onmyōuji y de un Cadre, siendo por lo tanto una Neplihim.

Los ancianos del clan Himejima no aprobaban la relación entre Shuri y Barakiel, pues sentían que aquello era una traición para sus ideales. El nacimiento de Akeno colmó la gota del vaso y la paciencia de los Himejima se agotó.

Desde hacía un tiempo habían planificado asesinar a Akeno, creían que ella sería un peligro para el clan siendo hija de "un ángel negro", buscaron un momento para asesinarla y al parecer aprovecharon la oportunidad, salvo que asesinaron a Shuri, quien se negó a que su hija fuese asesinada por Jutsusha.

-¡Me dijeron que soy una niña mala porque también tengo alas negras! ¡Si Tou-sama y yo no tuviéramos alas negras, entonces kaa-sama no habría muerto! ¡Odio! ¡Te odio! ¡Odio estas alas negras! ¡Te odio! ¡Odio a todo el mundo! ¡Los odio! -gritó Akeno derramando lágrimas mientras que el corazón de Barakiel iba fragmentándose.

Akeno recordó aquel evento mientras ocultaba las lágrimas que suavemente se escurrían en sus delicadas mejillas como un río que desembocaba en un fatídico mar.

-Realmente ¿crees que fue la culpa de tu padre? ¿crees que tu padre iba a dejar que su esposa muriera... a propósito? ¿crees que tu padre sabía que eso iba a ocurrir precisamente ese día? -habló Goku, intentando hacer que Akeno abriese los ojos de una vez.

La respuesta de Akeno consistió en débiles sollozos que parecían hacerse eternos sin conocer las limitaciones del tiempo. En lo más profundo de su corazón Akeno sabía que su padre jamás deseo perder a Shuri, pero Akeno se negaba a ver la realidad de esa manera y enfocó todo su odio hacia su padre.

-Akeno... en toda mi vida nunca he odiado a nadie y jamás voy a hacerlo ¿sabes por qué? Porque el odio no conduce a nada bueno, sino a una oscuridad eterna. Abre los ojos Akeno, deja tu odio y recibe esa cálida luz que anhela tu corazón. Llama a tu padre y reconcíliate con él antes de que sea demasiado tarde, él es tu única familia, nunca olvides eso -añadió Goku mientras que los tristes gimoteos de Akeno se detenían por segundos.

Honestamente Goku le tenía un leve aprecio a Akeno. No sabía el motivo exacto pero algo en ella llamaba su atención, por eso quería procurar que no cayese en el eterno abismo del odio cuando podía hacer algo por evitarlo.

El pelinegro no entendía el motivo del odio de Akeno hacia su padre, sabía que Akeno necesitaba conducir todo el odio que tenía hacia su sangre, la sangre de los Ángeles Caídos, hacia una persona... y decidió enfocar su odio en Barakiel, su padre.

A Goku eso le parecía sumamente estúpido odiar a alguien sin un motivo de peso. Si bien es cierto que Barakiel pudo haberse llevado a Shuri y a Akeno a vivir tranquilamente en Grigori, eso no quería decir que la culpa de lo sucedido aquel día hubiese sido suya.

Si Akeno hubiese querido enfocar su odio en alguien podía hacerlo hecho con los de su clan, que fueron quienes mataron a Shuri, pero en vez de eso Akeno odió a su padre y se apartó de él, viviendo una cómoda vida al lado de Rias Gremory, su [rey] y quien le "rescató" de la oscuridad.

Sin embargo, Akeno jamás deseó esa vida. Deseó una vida en la que ella y sus padres contemplaran el amanecer de un nuevo día cogidos de la mano y sonriéndole felizmente al destino, pero eso no ocurrió así.

-Tú estás a tiempo de reparar tus errores, yo no pude hacerlo y me di cuenta tarde... -farfulló Goku recordando aquellos sucesos ocurridos hace más de quinientos años- no vivas en el odio hacia tu padre, en el odio hacia tu raza. Tus alas son tan hermosas como el lucero del alma, no tienes porque odiarlas, aprende a quererlas y serás feliz.

Por primera vez Goku le sonrió sinceramente a Akeno, quien no pudo aguantar la emoción y saltó sobre él abrazándole con cariño.

-¡M-muchas gracias! -Akeno estaba sin palabras, pues la emoción le impedía pronunciar vocablo alguno.

Akeno nunca había podido desahogarse a fondo con nadie, incluso con Rias, que sabía los problemas que ella tenía. Pero jamás alguien le habia hablado con tanta claridad cono lo habia hecho Goku, además... ¡había alagado sus alas! Unas alas que durante todos estos años ella había aborrecido con todo el alma.

"Espero hacer lo correcto... al menos esta vez"-. Goku correspondió el abrazo de Akeno, quien sentía menos carga sobre sus hombros en estos momentos.

-¡Intentaré hablar con Tou-sama y seguiré tu consejo! -habló Akeno felizmente, rompiendo el abrazo- ¿Volvemos a ser amigos? -preguntó la pelinegra con una sonrisa surcando sus labios.

-Sí, estoy seguro de que de ahora en adelante harás bien las cosas, así que no te preocupes -respondió Goku cordialmente, le caía bien Akeno y no se opondría a tener otra amistad distinta a la de Tobio o Kuroka, aunque esta última era su novia.

"Kuro.."-. Goku recordó con una sonrisa los días que vivía junto a su gata, las noches que pasaban viendo películas y divirtiéndose o los momentos en que estaban a punto de dar un paso más en su relación y alguien los interrumpía.

Recuerdo random.

Goku y Kuroka estaban viendo una serie animada, aquella noche fue Kuro quien eligió la serie, que trataba acerca de un muchacho que se encontraba un cuaderno con el que podía matar a gente con sólo anotar sus nombre en él.

"Si hubiera tenido ese cuaderno ¿habría podido acabar con Cell o Freezer con sólo anotar sus nombres ahí? Lo dudo, además, en esos tiempos amaba enfrentarme a cualquier desafío"-. Discurrió el chico mientras veía aquella serie.

Iba a coger palomitas del bol que habia en la besa cuando de repente Kuroka se sentó en su regazo. La chica llevaba un traje de tela bastante transparente que apenas ocultaba sus grandes senos o su redondo trasero, aquella imagen sería la principal de muchos sueños húmedos.

-¿Kuro? -preguntó el pelinegro antes de que Kuroka rompiera la distancia entre ellos con un profundo beso mientras que colocaba las manos de Goku en sus pechos.

-Esta vez lo haremos, y durante toda la noche~nya -habló Kuroka apretando el agarre de Goku sobre sus senos y soltando un lujuriosos gemidos.

Kuroka iba retirar su traje cuando de repente la luz se fue y todo el departamento se quedó bajo una oscuridad ascendente.

"¡¡Nooo!! ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?"-. Kuroka comenzó a llorar tiernamente sintiendo cómo Goku se alejaba de ella.

-Iré a mirar que ha sucedido, tal vez haya un problema técnico en el edificio -habló Goku levantándose, sin darse cuenta de que acabó chocándose con una mesa, pues no había luz- eso sí que dolió...

Fin del recuerdo.

"O cuando aquel repartidor de pizza nos interrumpió... Kuro no se lo tomó bien, pobre repartidor"-. Pensó Goku con una sonrisa, agradecía toda la paciencia que tenía Kuroka con él.

-¿Te encuentras bien Goku-san? -preguntó Akeno con voz suave, desde hacía unos minutos el pelinegro había estado mirando el cielo con una sonrisa.

-No es nada, sólo pensaba -salió de sus pensamientos al oír la pregunta de Akeno, pronto terminaría el receso- ha sido un placer, me alegra saber que has abierto los ojos de una vez. No lo olvides, vive cada día como si fuera el último, ojalá alguien me lo hubiera dicho en su tiempo....

"Tú estás a tiempo de reparar tus errores, yo no pude hacerlo y me di cuenta tarde..."-.

Aquellas palabras resonaron en la mente de Akeno, cada día sentía más curiosidad acerca del pasado de Goku, pero no lo que menos deseaba era hacerle evocar malos recuerdos.

Akeno recordaba los primeros días de Goku en la academia, cuando ella y Rías trataban de averiguar hasta el más mínimo detalle de él.

Claro, ella había avanzado mucho más en su relación con Goku, hasta el punto de llegar a ser amigos. Sin embargo, Rias estaba obsesionada por cambiar el punto de vista que tenía Goku sobre ella, y de alguna forma, convencerle para formar parte de su séquito.

Honestamente Akeno odiaba esa parte manipuladora y orgullosa de su amiga, pues en varias ocasiones le perjudicaba. Pero de momento eso no le importaba, ahora mismo su prioridad era hablar con su padre y pedirle perdón por lo estúpida que había sido al odiarle

-¡Muchas gracias Goku-san! -habló Akeno nuevamente agradeciéndole a Goku, quien asintió tranquilamente.

Riiiiiiing.

El timbre de la campana resonó en el perímetro ocupado por la academia Kuoh y Goku suspiró, su hora de descanso había acabado.

-¿Regresamos a clase? -preguntó Akeno con una sonrisa y el pelinegro asintió resignado, vaya suerte tenía.

Con Sona.

La diablesa se encontraba en la sala del Consejo Estudiantil indagando acerca de los últimos acontecimientos que se estaban desarrollando.

Primero, ahora poseía en su séquito a un angel caído de rango medio, lo cual podía considerarse positivo.

Segundo, sabía acerca de los planes de los caídos insubordinados, liderados por Kokabiel, cuales eran reunir las Excaliburs para juntarlas en una sola y provocar una nueva guerra entre las Tres Grandes Facciones.

Eso sería bastante problemático, pero de momento no contactaría con su hermana Serafall Leviathan para informarle del asunto, quería tener mejores evidencias que la palabra de Reynare.

Tercero, por la noche tendrían que destruir la base de los caídos y liberar a una monja que posee un Sacred Gear bastante interesante desde el punto de vista de Sona.

Si ella tenía en su séquito a alguien con la habilidad curativa Asia, prácticamente tendrían un lugar fijo en el mejor Top de los Ratings Games.

En ese aspecto Sona sabía que Rias le reclamaría quedarse con Asia, pues ella se había quedado con Reynare. En caso contrario Rias llamaría a su nee-sama como siempre y éste hablaría con Serafall para que actúe de mediadora y caso resuelto.

"No, esta vez no Rias"-. Pensó Sona apretando sus puños mientras esperaba que llegase cuanto antes la noche.

Noche.

Bosque desconocido.

Una iglesia se alzaba en medio de un bosque frondoso, frente a ella estaban el equipo de Sona y el de Rias, esperando el momento indicado para atacar.

Issei estaba ansioso por rescatar a Asia de las garras de aquellos exorcistas y caídos, además, sería una buena oportunidad para que aprendiese a dominar mejor el Booted Gear.

Goku estaba también en aquel lugar. Vestía una gabardina oscura junto a unos guantes negros, iba vestido para la ocasión.

-Para no hacer esto más largo iré yo, en dos minutos regreso aquí con Asia, ¿requieren supervivientes, ya sean exorcistas o caídos? -preguntó Goku, quería acabar de una vez por todas con la fuente de sus problemas.

-N-no que yo sepa -habló Rias por inercia y Goku se adentró en la iglesia. Tanto el séquito de Sona como el de Rias vieron como una gran luz se iluminaba en aquel templo.

Akeno sonrió pícaramente mientras se sumía dios sabe en qué tipo de pensamientos o fantasías.

Dos minutos después.

El templo ahora se había reducido a escombros, todos los caídos y exorcistas que habían estado en él, murieron. Goku hizo una mueca al acordarse de aquel peliblanco llamado Freed, tuvo que matarle de golpe porque resultaba bastante molesto.

Goku apenas se había manchado el traje, durante el combate, si se podía llamar así, solo habia derramado unas cuantas gotas de sudor.

Acabó con la vida de Dohnasheek y su grupo, aquellos caídos que tanto dolor de cabeza le habían estado causando. Por fin podría "vivir" en paz junto a Kuro

-Regresé -habló Goku tranquilamente cargando a Asia en su hombro izquierdo- sólo está inconsciente, llegué antes de le retiraran su Sacred Gear. Antes de que digan algo ella no va a unirse a ninguno de sus séquitos sin decidirlo por sí misma, así que de momento estará conmigo. Si tienen quejas ahí tienen caídos se sobras para reencarnarlos, me voy.

Goku se alejó del bosque soltando un suspiro ante los ojos incrédulos de la mayoría de presentes. Issei quería reclamar en favor de Asia pero sentía que sería despedazado si abría la boca.

Sona por otro lado estaba impresionada por la habilidad de Goku, al menos Asia no estaría con Rias, de momento.

-Lo amo -habló Akeno con corazones en sus ojos antes de recibir una mirada fulminante de Rias- Ara ara Buchou, no es para enojarse.

-¡¿Cómo que no es para enojarse?! Nos ha quitado el trabajo y se ha llevado todo el mérito -vociferó Rias, estaba realmente molesta.

-Si el mérito es lo que te importa puedes quédartelo y anotarlo en tu reporte, nosotros nos vamos Rias -dijo Sona ajustando sus lentes de contacto mientras su grupo se preparaba para regresar.

Rias estaba bastante frustrada, tenía en mente reencarnar a Asia como su alfil y así ganarse la lealtad asegurada de Issei, pero al parecer ese dichoso Son Goku había arruinado sus planes.

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Fin del capítulo.

¿Qué les pareció este capítulo?

Por un lado podemos destacar el crecimiento personal de Akeno y por otro la frustración de Rias al no tener a Asia, la idea es que Rias sepa que no todo sucede como ella lo desea, espero que les guste la idea pseudo-psicológica xD.

Ya el siguiente arco estará ambientado fuera de Kuoh para cambiar de ambiente, apoyen el fic y pronto tendrán nuevos capítulos.

Sin más que añadir por hoy se despide su vecino y amigo del alma Destroit-san.

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