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⭐Capítulo 9⭐

La biblioteca estaba en completo silencio, salvo por el ocasional crujido de las páginas que Twilight pasaba mientras leía. Parecía completamente tranquila... pero no te dejes engañar, lector.

La verdad es que estaba al borde de la locura. El libro en sus pezuñas era lo único que la mantenía enfocada, evitando que su mirada se desviara hacia el unicornio que estaba en la otra esquina de la habitación.

"¿¡Por qué la habitación se sentía tan pequeña de repente!? ¿¡Por qué hacía tanto calor!? ¿¡Y qué demonios quiso decir con eso de ser su almohada!?"

Pensamientos como esos inundaban su mente, y aunque intentaba concentrarse, era completamente inútil. ¡Todo era culpa de ese fanfarrón! Iba por ahí diciendo cosas raras que la hacían sentir incómoda, y ahora no podía dejar de pensar en ellas. Cada vez que trataba de concentrarse, sus palabras regresaban, invadiendo su cabeza y haciendo que su rostro se sonrojara sin remedio. ¡Era desesperante!

Podría hacer una lista de todas esas frases, y sería más efectiva que esta investigación que no llevaba a ninguna parte. "¿Quieres ser mi almohada? ¿Quieres divertirte conmigo? Eres adorable. ¿Puedes consolarme? Me siento tan solo. Eres diferente." Cada una de esas palabras resonaba en su mente, una y otra vez, como si fueran un hechizo diseñado para distraerla. ¿Cómo se suponía que iba a concentrarse con ese unicornio lanzando comentarios así?

Sombra, por su lado, estaba recostado en su sillón, con una apariencia adormilada, pero su mente claramente estaba despierta y alerta. Se preguntaba por qué seguía diciéndole esas cosas a esa joven alicornio. Al principio, había sido solo una forma de distraerse de toda esta situación absurda. Pero debía parar. Era evidente que sus comentarios la descolocaban, y aunque le divertía verla reaccionar, sabía que estaba cruzando una línea.

La tensión en la habitación era palpable, casi incómoda. Sombra, sin poder resistirlo, sintió el impulso de romper el silencio, si no por él, al menos por el bien de ambos.

—¿Así que estoy muerto? —preguntó el Rey Sombra, con una expresión de incredulidad mientras observaba a Twilight.

Twilight levantó la vista de su libro, con una ceja arqueada. Sin dejar de leer, asintió con una tranquilidad desconcertante. ¿Ahora de qué estaba hablando? ¡No caería en sus juegos otra vez!

—Sí, estás muerto. Lo dijiste tú mismo.

—¿Muertísimo? —repitió el Rey Sombra, frotándose los ojos como si esperara que la respuesta cambiara.

Twilight, sin levantar la vista, soltó un suspiro exasperado. ¿Qué clase de trampa astuta estaba planeando esta vez?

—Sí, muertísimo. ¿Cuántas veces vas a preguntar lo mismo? Es difícil de creer, lo sé, pero fuiste destruido por la magia del corazón de cristal.

El Rey Sombra se dejó caer en el sillón, claramente frustrado. Su ceño fruncido reflejaba una mezcla de incredulidad y resignación.

—Es solo que es... difícil de creer que haya muerto tan... patéticamente —dijo, con un tono de decepción.

Twilight, aún inmersa en su lectura, no pudo evitar soltar una risa baja.

—Bueno, no fue exactamente una muerte heroica. Pero eso suele pasar cuando haces cosas malas.

El Rey Sombra se cruzó de patas, intentando procesar el concepto de su propia muerte.

—Entonces, ¿qué se supone que hago ahora? ¿Espero a que venga algún tipo de entidad celestial a darme instrucciones? ¿O simplemente me quedo aquí en este... lugar?

Twilight levantó una mano en señal de "déjame terminar esto", y con una sonrisa divertida respondió.

—Esto es ridículo. Primero muero de manera estúpida, y luego, me quedo atrapado en un castillo de arcoíris. La vida después de la muerte no es lo que imaginaba.

Twilight soltó una risa mientras hojeaba su libro, su ánimo claramente más ligero por la conversación.

—¿Podrías ser serio? ¿No estabas preocupado por tu reino o algo así? Además, ¿de qué hablas? Tú no moriste. El que murió fue el Rey Sombra de esta dimensión —dijo Twilight, refiriéndose al Rey Sombra con una leve sonrisa.

El Rey Sombra se giró para mirarla, con un atisbo de sonrisa en su rostro, aún procesando la conversación.

—Bueno, supongo que sí. Pero, al final de cuentas, yo soy él, ¿no?

Twilight frunció el ceño, claramente inmersa en la discusión.

—No creo que funcione de esa manera. Creo que eres una variante de él, o quizás él era una variante tuya. —Añadió, cada vez más inmersa en la conversación. A pesar de las provocaciones ocasionales del Rey Sombra, se daba cuenta de que hablar con él era sorprendentemente entretenido.

El Rey Sombra se acomodó en su sillón, mirando a Twilight con curiosidad.

—¿De verdad estás disfrutando de esto? —preguntó, con una sonrisa traviesa—. No parece que tu vida sea tan aburrida después de todo. Supongo que, si estoy muerto, al menos estoy en una biblioteca con alguien que tiene un sentido del humor.

Twilight le lanzó una mirada, notando otro de esos comentarios coquetos, como si no hubieran sido suficientes los que ya había soltado. Pero esta vez, en lugar de frustrarse, decidió seguirle el juego, con una pequeña sonrisa en los labios.

—¿Eso es un cumplido? Porque te aseguro que, si es así, es el primer cumplido que recibo de alguien que está "muertísimo".

El Rey Sombra soltó una risita y luego se acomodó en el sillón, con una actitud resignada pero ligeramente divertida.

—Sí, sí, lo que tú digas. Solo asegúrate de que, cuando finalmente me haga el hechizo que me llevará a casa, no sea tan patético como mi "muerte".

Twilight asintió, sonriendo mientras se sumía en sus pensamientos. Por un momento, se olvidó de que el Rey Sombra aún tenía que regresar a su propio mundo. Inconscientemente, comenzó a apretar las páginas del libro entre sus patas, absorta en una extraña sensación.

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