Twilight se sentó en la biblioteca, rodeada de libros y fragmentos de notas dispersos por la mesa. A pesar de su inmersión en la búsqueda de una solución a la distorsión dimensional, un sentimiento de culpa la envolvía.

Se dio cuenta de que, aunque el Rey Sombra no había hecho nada malo desde su llegada, mantenía una desconfianza constante hacia él.

Decidida a despejar su mente, se levantó de su asiento y salió al pasillo. Lo que encontró allí fue inesperado: el Rey Sombra estaba de pie frente a unos ventanales, y la luz que entraba desde el exterior proyectaba un caleidoscopio de colores sobre él, haciendo que sus ojos rojos brillaran como si fueran rubíes recién pulidos.

Twilight se quedó paralizada por un momento, observando cómo la luz se reflejaba en el rostro del Rey Sombra, creando una atmósfera casi mágica.

Estaba tan inmersa en sus pensamientos y en la imagen que tenía delante que no se dio cuenta de que el Rey Sombra había notado su presencia.

—Sparkle... —dijo el Rey Sombra, rompiendo el hechizo de la escena.

Twilight se acercó, aún absorta en los ventanales. El cristal estaba decorado con imágenes de sus amigas en varias escenas heroicas.

—¿Son tus amigas? —preguntó el Rey Sombra, notando la expresión nostálgica en el rostro de Twilight.

Ella asintió, un toque de melancolía en su voz.

—Sí, lo son. Son muy especiales para mí —respondió Twilight, sintiendo una punzada de melancolía mientras observaba las imágenes.

El Rey Sombra la miró con interés, su rostro mostrando una expresión que oscilaba entre la curiosidad y la comprensión.

El silencio se instaló, y Twilight, sintiéndose incómoda, decidió romperlo.

—Lo siento —dijo con sinceridad—. Siento no haberte confiado desde el principio. Sé que tengo mis razones, pero no es justo que te haya tratado así cuando no has hecho nada malo.

El Rey Sombra la miró con sorpresa y luego bajó la cabeza un poco, como si estuviera evaluando si el gesto de disculpa era real o un truco.

—Está bien —dijo con un tono sereno—. No es la primera vez que sospechan de mí. No siempre he sido... bueno. Hubo un tiempo en el que el poder casi me consume, pero encontré el camino correcto.

Twilight lo miró, sorprendida por la vulnerabilidad en su voz. No esperaba escuchar una confesión tan sincera del Rey Sombra.

—Es difícil de creer —admitió Twilight.

El silencio se instaló nuevamente tras las palabras de Twilight, hasta que Sombra, inesperadamente, soltó una carcajada que la hizo sobresaltarse.

—¿Qué? —preguntó Twilight, mirando al Rey Sombra con sorpresa.

—Bueno, no me sorprende que lo encuentres difícil de creer —dijo, sonriendo—. Pero agradezco tu sinceridad, al menos.

—¿Amigos, entonces? —preguntó, con una pequeña sonrisa, un poco de nerviosismo aún presente en su voz.

Sombra la miró, sorprendido por la sinceridad en sus palabras. Su expresión se suavizó y, por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa genuina apareció en su rostro.

—Sí, amigos —respondió, con un tono cálido.

Twilight esbozó una sonrisa, sintiendo una mezcla de alivio.

—Vaya, y aquí pensé que solo necesitabas una buena almohada —dijo Twilight con una sonrisa.

Sombra se rió ligeramente, una mezcla de ronco y divertido.

—¿Una buena almohada? Cualquier almohada sería mejor que la que me diste.

Twilight se inclinó un poco hacia adelante, observando la expresión divertida del Rey Sombra.

—¿No es un poco dramático? —preguntó Twilight con una sonrisa burlona—. Es solo una almohada vieja.

Sombra se acercó un poco más a ella, sus ojos brillando con un brillo travieso.

—Bueno, al menos era mejor que dormir en el suelo —dijo, mirando de nuevo hacia el ventanal con un tono de voz juguetón.

Se inclinó un poco más cerca de Twilight, su presencia cada vez más cercana, y le dijo con una voz que desbordaba insinuación:

—Entonces, ¿qué opinas? ¿Te gustaría ser mi almohada?

Twilight se sonrojó intensamente, sorprendida por la insinuación tan directa. Durante un momento, se quedó sin palabras, su mente tratando de procesar la pregunta mientras giraba la vista hacia el ventanal, evitando el contacto visual.

Sombra no esperaba esta reacción. Se sonrojó también, sintiéndose un poco avergonzado por haber cruzado la línea. Miró hacia el ventanal, tratando de desviar la atención del momento incómodo.

El silencio se instaló entre ellos, ambos observando el paisaje a través del ventanal. La luz filtrada creaba un juego de colores que iluminaba sus rostros, dando al momento una sensación de calma y tensión inesperada.

—Bueno, no hay mucho que hacer con una almohada vieja —dijo Twilight, tratando de recuperar la compostura—. ¡Pero, en fin! Tal vez... tal vez he encontrado algo en uno de los libros. Debo volver a revisar las notas.

Se giró apresuradamente, pero en su prisa, tropezó con el terciopelo del suelo, tambaleándose.

—¡Uh... estoy bien! —exclamó, tratando de mantener la calma mientras se levantaba y se apresuraba a salir por la puerta.

Sombra se quedó allí, observándola con una sonrisa divertida mientras se alejaba. Cuando Twilight finalmente desapareció de su vista, no pudo evitar murmurar para sí mismo:

—Adorable.

Luego, se volvió hacia el ventanal, su rostro iluminado por la luz filtrada, disfrutando del tranquilo momento.