La Vie en Rose. Primera Parte.
"Paris est tout petit pour ceux qui s'aiment d'un aussi grand amour."
(Paris se hace pequeña para aquellos que viven un gran amor.) Jacques Prévert
Miles de pensamientos, a lo largo de la historia y la existencia misma han coincidido en una verdad que es innegable: la vida eterna en algún momento se tornará aburrida e insufrible.
Mientras que a lo largo de los siglos se han escrito a detalle las vidas de seres sobrenaturales que gozan de una prolongada longevidad, para los seres a los cuales se les ha otorgado una fragilidad con caducidad a corto o largo plazo, el simple hecho de despertar un día aun respirando, ya es ganancia. Es una lucha constante a contra tiempo, donde disfrutar y alcanzar la mayor cantidad de éxitos posibles antes de perecer, es una necesidad difícil de cambiar. Pero para el Alto Señor Destructor y el Alto Señor Creador, habían pasado ya miles de periodos, eras, millones de años. No importaba la medida con que se calculara sus existencias, se extendían una y otra vez sin descanso, siendo el Universo mismo quien contara cada una de sus viejas hazañas. Sus ojos habían sido testigos de incontables eventos y juzgaban día tras día el destino de cada alma mariposa que gentilmente Muerte recolectaba. Leían en esas almas, las vidas de miles y miles de seres (humanos, animales, plantas, cualquier forma viviente) y tenían que clasificarlas, para decidir si se les permitiría renacer, purgar una breve condena en soledad o convertirse en seres sin mente propia con el único objetivo de destrozar la estabilidad universal.
Sin embargo, no era una tarea sencilla, puesto que no conocían realmente lo que era "vivir" una existencia mortal. A veces se equivocaban, enviando almas donde no debían y destruyendo algunas que merecían segundas oportunidades. También mataban el paso del tiempo con pequeños juegos que terminaban siempre en lo mismo: alguna clase de enfrentamiento entre los dos, donde ninguno era el vencedor, nunca.
Nim estaba harto de eso. Ya había lanzado destrucciones masivas 5 veces en el planeta tierra, pero el dios Vida hacía tan bien su trabajo, que era imposible destrozarlo sin tener siempre como opción final, la destrucción completa del planeta. Por supuesto, Ithis no se lo permitiría. El resto del universo era completamente aburrido. No importaba cuantos planetas molestara, cuantas formas de existencia extinguiera, cuantas razas perecieran por causa de su cansancio, Nim no tenía satisfacción en el solo destruir. Provocaba explosiones estelares, la colisión de las galaxias y estrellas lejanas. Colocaba agujeros negros a placer, como si fueran esferas de navidad en el eterno manto negro que era el universo en expansión, pero necesitaba algo distinto, algo que le supusiera un reto verdadero y que no lo dejara con esa sensación de aburrimiento que literalmente le consumía en silencio.
-¡No es posible que los padres de todo tengamos que estar aquí siempre, mirando hacia abajo a todos, vigilando, pensando una y mil veces más como gobernar todo lo que creamos! ¡No importa cuántos hijos moldee con mis manos, nunca es suficiente Ithis!- exclamó el oscuro, mientras un agujero negro que componía su rostro estallaba en rayos que invadían todo el cosmos que le conformaba. Ellos eran el alfa y el omega, el inicio y el fin. Eran luz y sombra, calor y frío, tan opuestos como el agua y el aceite; podían estar en todas partes y en ningún sitio a la vez. Ithis, por su parte, reposaba como cada periodo, cómodo y disfrutando del calor de dos grandes soles. No pudo evitar reír, provocando un sonido dual en el infinito que no tardaría en formar nebulosas y bañar de asteroides los planetas que les rodeaban.
-Normalmente te propongo actividades, pero siempre te niegas- espetó el Creador, ocupándose de acercarse al contrario para mirarlo de cerca (aun cuando ambos rostros estuvieran compuestos de estrellas y galaxias). -Lo he pensado detenidamente los últimos siglos, y me he percatado de algo sumamente interesante- dijo curioso, llamando por completo la atención del contrario. -Tienes una extraña afición por hacer infelices a los humanos...-.
-Aquí vamos de nuevo, ya te dije que los odio y....-
-¡Por eso mismo!- interrumpió el Creador- Uno de mis dioses, Sabiduría específicamente, logró alcanzar un nuevo grado de conocimiento, y asegura que ha logrado fabricar una fórmula capaz de sintetizar el poder de un dios, para que pueda moverse entre los humanos-.
-¿Qué estás tramando, Ithis? - Gruñó el oscuro, quien no tardó en aferrar del manto a su igual, sin que el contrario opusiera resistencia- no estarás pensando que voy a rebajarme a caminar como un humano...-
- ¿Tienes miedo acaso? - Retó el creador- ¿Qué sería lo peor que pudiera pasarte? Conocemos absolutamente todo, pero no somos capaces de experimentar muchas cosas porque nuestras colosales existencias no nos lo permiten. ¿O vas a asegurarme que alguna vez has podido disfrutar del roce de una flor, o de la brisa del mar? Sin saberlo, te estás perdiendo muchas cosas y limitar nuestras dimensiones y poder por un día es lo máximo que puede hacer esa fórmula. Solo 24 horas, ¿Qué dices?-. Ithis parecía ansioso, y en eso su primera creación, Vida, era idéntico. El Creador siempre se caracterizaba por tomar la iniciativa cuando de aburrimiento se trataba, mientras que su contraparte tenía mayor talento al quejarse. No podía negar que el peso de los siglos también hacía mella en su ánimo, sólo necesitaba una pequeña señal de parte de Nim, para poner en acción su plan.
El señor del caos no fue capaz de formular alguna opinión al respecto, pues apenas comenzaba a pensar, cuando Ithis lo arrastró de inmediato a sus territorios. Tanta luz en la Cornucopia era realmente molesta para la mirada del oscuro, por lo que optó expandirse lo suficiente, para que su sombra tenebrosa envolviera la zona, provocando una onda de frío espectral que inmediatamente sería notada por los habitantes de Ithis. Cuando llegaron donde la mansión de Sabiduría, el sabio cayó de rodillas ante ambos. Temblaba tanto que comenzó a sentir náuseas, pues era la segunda vez que tenía la oportunidad de ver al Alto señor destructor en su larga vida, y aún le parecía una presencia terrible y maligna, digna de respeto. Ithis se ocupó de indicarle a su "hijo" que se pusiera en pie, y que no tuviera miedo (aun cuando sabía que era imposible) y entonces comenzó a hablar con el rubio respecto de su inesperada visita.
-Debes entregarme dos frascos de la fórmula que recientemente inventaste- indicó amablemente, para sorpresa del sabio, quien de inmediato replicó.
-Padre, e-esa fórmula es peligrosa, tiene varios efectos secundarios y...-
-Sé bien que riesgos conlleva, pero no debes preocuparte por eso. El Creador y el Destructor no serían afectados por esa clase de cosas- comentó con amabilidad, mientras extendía una de sus manos. Comparada con el tamaño de Sabiduría, uno solo de los dedos de Ithis era como una torre de tres pisos, por lo que los pequeños recipientes tenían lugar de sobra en la palma del Creador.
-Padre - repuso el rubio, quien bajó la cabeza nuevamente, hincándose en una rodilla ante su creador- no será suficiente...m-mis descubrimientos están incompletos aún, s-sólo fui capaz de colocar la esencia de Desfortunio en un cuerpo humano, pero poco después su alma volvió al cuerpo de ave que posee, y el humano que lo albergó pereció. Es imposible para ustedes el alojarse de esa manera, ni siquiera todos los humanos existentes son suficientes para hospedar a la mitad de uno de ustedes- comentó preocupado, puesto que no encontraba razón lógica en desperdiciar la valiosa fórmula en un intento vano. Sin embargo, las sorpresas no terminaban ahí, pues una presencia antigua hizo aparición en aquel sitio, mientras Sabiduría sentía que el alma se le escurría entre los dedos.
Tiempo, el dios desconocido por todos, tan cercano a Ithis y Nim que se le consideraba un hermano de ellos, se presentó con un paso suave y descansando entre sus tres manos, las esferas que representaban el presente, pasado y futuro. Tampoco poseía un rostro, pero había logrado materializarse de tal manera que podía estar junto a Sabiduría (aunque lo rebasaba en tamaño de todos modos, pues fácilmente podía acariciar los tres metros). Su amplio manto plateado aún conservaba polvo de estrellas, evidenciando que permanecía viajando una y otra vez, como su trabajo lo requería. Extendió entonces una de sus manos, la que contenía la esfera del pasado, para colocarla justo encima de los dos frascos que protegía Sabiduría entre sus manos. Aquella esfera emitió una luz cálida, rojiza, cambiando la composición de la fórmula hasta tornarla del color violeta, a un brillante y metálico matiz de blanco y negro.
-Sólo tendrán 24 horas , a partir de ahora...- dijo de pronto, y su voz gruesa y pesada parecía ensordecer a Sabiduría, que ante esas tres presencias sentía que sudaba frío.- Pero en cuanto tomen este brebaje, sus cuerpos inmateriales se suspenderán en el universo...únicamente una fracción de sus almas podrá alojarse en los cuerpos humanos que elegiré para ambos, mismos que perderán la vida pasadas las 24 horas. La esencia del pasado logrará mantener esos cuerpos "congelados" en el tiempo, para que sus respectivas composiciones no se aceleren o destruyan, debido a sus respectivas presencias...en cuanto ese periodo de tiempo concluya, experimentarán la sensación de todos los seres vivos al morir, y despertarán nuevamente como lo que son. Es un capricho que sólo esta vez voy a respaldar, Ithis...- y parecía sereno al respecto. Después de todo, jugar con las existencias más importantes y vitales de todo el cosmos no era algo que pudiera ignorarse. Aun así, Ithis permanecía realmente ansioso.
Sabiduría nuevamente los reverenció, y repitió las indicaciones que su padre sabía de antemano, pero sus visitantes se retiraron de inmediato, por lo que no atendieron esas palabras. En esa situación cualquier otro se habría enfadado y lo consideraría una falta de respeto, pero para el dios de gafas, fue un enorme alivio que se retiraran tan deprisa, pues en cuanto Nim se retiró también, el horrible frío que se experimentaba en su hogar, desapareció de inmediato, dejando al sabio sentado sobre el suelo y aun temblando.
-Déjame ver si entendí- comentó Nim, una vez que Ithis lo atrajo ante el planeta Tierra, acompañados por Tiempo, quien esperaría paciente para tomar esa fracción de almas mencionadas. - ¿Quieres que me beba un "no sé qué" creado por un par de tus vástagos, para vivir como un humano las próximas 24 horas? ¿En qué parte de tu maravilloso plan estoy yo negándome rotundamente?- comentó apartando sus manos, rechazando la botella que le correspondía. Pero ante la negativa, Ithis simplemente elevó ambas botellas y las quebró justo en la base del manto de los dos, liberando aquella esencia desconocida.
-Nunca dije que tenías que tomarla- corrigió Ithis, quien cobró una luminosidad que cegó de inmediato a Nim. El Destructor comenzó a sentir que la forma en la que permanecía se ponía pesada, y de pronto todo se tornó oscuro. Necesitó largo rato, antes de poder reaccionar nuevamente, y para cuando despertó, inició el pánico. Ante él, un varón de estatura media, piel apiñonada, cabellos rubios que caían hasta los hombros y primorosamente ondulados, le observaba con dos profundos ojos azules, muy hermosos. Estaba completamente desnudo, y cuando habló, reconoció de inmediato esa voz.
- ¡¿Ithis?!- exclamó alterado, y al escucharse, se dio cuenta de que él tenía un aspecto similar. Permanecía postrado en el suelo, y en cuanto vio un pequeño charco de agua cerca, se arrastró hasta el, para mirarse. Poseía una piel blanca como la nieve, sus ojos eran tan oscuros que parecían negros, y tenía el cabello muy largo, lacio y también negro, como si tuviera el manto sobre sus hombros aún. Igualmente estaba desnudo, y necesitó la ayuda del Creador para poder ponerse en pie, revelando que no sólo era más alto, si no más fornido. Observó sus manos, brazos, piernas, e incluso la entrepierna. Se palpó las mejillas, y mientras más tocaba, más se sorprendía, pues jamás había podido hacer algo semejante. Después de todo, no era lo mismo tener un cuerpo formado por estrellas, que una forma tan simple y frágil, pero a la vez, tan sensitiva. - Esto....¡esto es imposible!- exclamó aturdido, pero pronto Tiempo se acercó, para hablarle a ambos.
-He elegido dos machos humanos, que rondan los 30 años de edad. Ambos son sanos y fuertes, por lo que no debería haber problema respecto de la manipulación de sus cuerpos. No pertenecen a esta ciudad, llamada París. Les llaman "turistas" a aquellos que vienen de otro lugar para distraerse durante algunos días, pero les reitero que ustedes sólo cuentan con 24 horas. Ambos cuerpos son completamente mortales; ustedes han presenciado la vida de los humanos por mucho tiempo, así que no necesitan una guía o explicación especial respecto de cómo cuidar estos cuerpos. También conocen todos los idiomas existentes, y la forma en que el ser humano convive con sus iguales. Sólo deben acostumbrarse un poco-.
-Nim, estos somos tu y yo, y sólo tenemos 24 horas para descubrir que podemos hacer, sentir y vivir con esta forma. Después de esto, volveremos a nuestro eterno aburrimiento. ¿No vale la pena simplemente disfrutarlo? ¿Acaso no puedes percibirlo? El frío en tu piel ahora mismo....piel Nim, ahora tienes piel, siéntela, admírate de la forma en que se eriza cuando el viento la recorre, la necesidad de cubrirla ahora mismo, eres una explosión de sensaciones, no te distraigas, anda, vamos a buscar ropa y después veamos qué podemos hacer.- Ithis había interrumpido al improvisado guía, quien se inclinó ante ambos y poco a poco se desvaneció con el siguiente susurro del viento. Eran las seis de la mañana, por lo que tenían la oportunidad de presenciar un amanecer, pero conseguir algo que vestir era primordial por lo que no tendrían mucho tiempo para detenerse a mirar.
Lo que el Destructor no se esperaba, era que Ithis ya tenía un plan de acción completo, para explotar cada hora disponible al máximo. Para iniciar el día, Ithis llevó a Nim hasta un departamento, muy cercano a la zona donde Tiempo los había depositado. Sin saberlo, Nim vería levantarse ante sus ojos la ciudad de París. El apartamento al que habían ingresado se situaba en un complejo junto al famoso río Sena y tenía una vista de primera. Mientras Ithis se ocupaba de elegir un atuendo acorde a su inusual acompañante, los orbes oscuros de Nim se llenaron de un estallido de colores y belleza que jamás se había detenido a ver con tanto detalle. Sabía que en los recuerdos de algunas almas que juzgó en el pasado estaban imágenes de ese lugar, pero no se detuvo a analizarlas nunca. En ese momento podía percibir como las personas comenzaban a salir de sus casas a toda prisa, mirar los coches que circulaban tranquilamente entre las callejuelas estrechas y bellamente pavimentadas. Los edificios parecían no tener suficiente espacio para respirar uno entre otro, pero todos tenían pinceladas de flores en cada uno de sus balcones, lo que le daba un toque encantador. El sol se asomó a las 7 en punto, y para ese momento, las entrañas de Nim comenzaron a llorar con un sonido que le recordó a los Blights en sus territorios, cuando exigían algún alma infortunada como alimento.
-Ven aquí- indicó Ithis, ocupándose de ayudar a vestir al pelinegro. Camisa blanca, guantes, pantalón y zapatos negros, y un abrigo gris oscuro para cubrirlo del frío, serían suficientes para el Destructor, que lucía aún bastante desconcertado. El rubio le pidió que se girara y sentara frente a un espejo, y con mucha paciencia, se dio a la tarea de peinar esa larga melena, optando por trenzarla para que pudiera descansar sobre el hombro izquierdo del azabache. Ithis prefirió vestir camisa y pantalón blanco, y un abrigo marrón que al cernirse a su figura le daba un aspecto fresco y encantador. Igualmente llevaría guantes negros, y su cabello permanecería suelto, pues estaba disfrutando de lo lindo con las pequeñas caricias que le regalaban sus mechones cada vez que se movía. Parecía muy animado, pero enseguida el oscuro lo atrapó por ambos brazos, para llevarlo de golpe contra la pared más cercana y apresarlo con tanta fuerza, que el rubio gimió levemente ante el dolor. -N-Nim... ¿Qué pasa ahora?- preguntó preocupado, entrecerrando un ojo debido a que la presión en sus muñecas estaba doliendo más de lo esperado. -Me estas...lastimando, suéltame por favor...-
-¡Basta! ¡Ya he tenido suficiente! Volvamos donde los dioses y que nos regresen a la normalidad. No puedo...soportar esto ni un minuto más....este....cuerpo tan extraño y tan...- "débil" era la palabra que habría deseado utilizar. Pero el Destructor no era alguien que gustara de pronunciar esa clase de frases denigrantes. Sin embargo, pronto una sonrisa en el rostro ajeno le hizo descolocarse aún más.
-Te dije que serían 24 horas, ¿recuerdas? No ha pasado ni siquiera una...no recuerdo que como el Gran Destructor, estuvieras sordo...por favor, suéltame, en verdad me duele...- solicitó con tranquilidad, y en el momento que el mayor liberó el fuerte agarre de ambas manos, el ojiazul de inmediato se frotó ambas muñecas. Tampoco imaginaba que el cuerpo humano llegara a tener tanta sensibilidad, por lo que tomaría las debidas precauciones para no perderse ni un instante de su único día. A Nim parecía desencajársele la quijada. Se sentó en el borde de un sofá disponible, y se llevó ambas manos al rostro, estirándose con las palmas, como si fuera a escurrirse en cualquier instante. -Nim, ¡oh vamos!, anda, no puedes quedarte aquí congelado todo el día. Sólo....tenemos que imitar las acciones de los humanos, los hemos juzgado durante siglos, sabes bien lo que hacen durante el día, anda- insistió extendiendo ambas manos, para ayudar al oscuro a ponerse en pie. Ithis nunca había estado tan entusiasmado, y poco a poco esa ansiedad comenzaba a contagiarse, al grado de que el pelinegro aceptó por fin emprender la aventura que tanto anhelaba su igual.
El recorrido iniciaría caminando por una callejuela adoquinada, que conectaba directamente con la calle Trois Féres. El sitio estaba repleto de restaurant-café, y no tardarían en ingresar al más tranquilo. Nim se quedó sorprendido al darse cuenta que la persona que los recibía, era un hombre increíblemente parecido al dios de la Muerte, solo que este joven llevaba por nombre la palabra "Dess" adornando su pecho con una plaquita dorada muy llamativa. El joven (considerablemente alto) fue realmente amable, y a pesar de que Nim no le quitaba los ojos de encima cosa que le provocaba un evidente nerviosismo, tomó la orden y se retiró para atenderla de inmediato. Ithis pudo notar que poco después de que el encargado se retirara, un caballero con sombrero y algunas personas de distintas nacionalidades, ingresaba igualmente. Parecía hablar varias lenguas, y se vio obligado a parpadear varias veces, pues el parecido de ese hombre con "Vida" era tanto, que de no ser por la piel algo tostada del varón, estaría seguro que era una de su creaciones.
<<< "Leo, bienvenido, bienvenidos sean todos, en un momento los atiendo, por favor pónganse cómodos">>>. Indicó el encargado, y el Gran Creador sonrió sutilmente al ver como el guía de turistas miraba a Dess, encontrando la escena tan obvia y encantadora, que podía fácilmente adivinarse que entre esos dos había algo más que una simple amistad.
-"El amor se refleja con los mismos ojos en cualquiera de sus presentaciones"-. Ithis se guardó su pensamiento, recordando bien los amoríos de Vida y Muerte, que no tenían gran diferencia de lo que presenciaba en ese instante. Pero su atención se desvió pronto, pues el café que había pedido no tardó en llegar, junto con unos crossaints recién hechos y decorados con líneas de glas y cajeta. Para Nim se había pedido frappuchino con crema chantilly y chispas de chocolate, y un trozo de pan del zanahoria recién horneado. A diferencia de Ithis, quien estaba muy familiarizado con todo el ambiente gracias a las anécdotas de Vida, para Ithis, todo era realmente pesado. Un café helado sería el primer alimento humano que degustaría y como había dejado al contrario escoger del menú, la presentación de su orden no le convencía del todo. El pelinegro se aventuró a lamer inicialmente la crema chantilly, pero la encontró en exceso empalagosa. Aun así, a sabiendas de que los ojos azules de Ithis lo seguían, hizo un esfuerzo y pronto dio el primer sorbo a su café. La sensación fría en los labios pronto se albergó, reconfortándolo, y por primera vez en lo que iba del día, sonrió. ¡Cuando delicioso podía ser un café helado, justo en medio del invierno! A pesar de que el frío se le subió a la cabeza al azabache (obligándose a darse un par de golpes en los costados pues sentía que el cráneo se le hinchaba) parecía que Nim iba abandonando su negativa, conforme sorbía más y más de la singular bebida. Incluso llegó a un punto en que dejó de sorber de la pajilla plástica, para beber directamente del vaso.
El Creador se sentía en verdad complacido con ese primer logro, pues era una señal de que Nim por fin se dejaba llevar por su breve experiencia humana. El Destructor no tardaría en adaptarse al delicioso sabor del café helado: una mezcla exótica de caramelo, chocolate líquido, café y un toque de nuez era realmente un manjar. Que decir de los crossaint, que gentilmente habían sido rellenados con queso crema y trocitos de jamón ahumado. Era tanta el hambre de Nim que fue necesario pedir el mismo platillo tres veces, hasta que Dess se ocupó de regalarle un cuarto platillo y recordarle que el pan de zanahoria seguía esperando.
¿Quién podría imaginar que a las 10 a.m. justo en el centro de los jardines de La Place de Vorges ,un cúmulo de árboles tan antiguos como París misma, daba sombra cómodamente a los dos seres responsables de que tanta belleza existiera?. Rodeados por el glamour exquisito del barrio Le Marais, Ithis y Nim se deleitaron visitando todo lo que podían en el sitio, impresionados por las hermosas construcciones a su alrededor. La gran barricada de edificios rojos con techos azules, los arcos finamente decorados que conectaban un pasillo con otro, los artistas callejeros interpretando canciones para los transeúntes, todo parecía un cúmulo de romanticismo que contagiaría tanto a Nim, que en el momento que llegaron al Pont Marie, ya tarareaba la letra de la Vie en Rose.
-" Quand il me prend dans ses bras...Il me parle tout bas...Je vois la vie en rose..." -susurró el oscuro, mientras Ithis lo guiaba no por encima, si no por debajo del puente. No reparó en ese detalle, hasta que el rubio de pronto lo detuvo con un leve tirón de las manos. -"Cierra los ojos"- había susurrado Ithis, en tono misterioso, por lo que Nim obedeció. Pero de pronto, una nueva sensación asaltó sus sentidos. El tacto suave, calmo y húmedo de los labios ajenos provocó que abriera los ojos súbitamente. ¿Qué era eso? Su piel se erizó por completo e incluso se encogió un poco de hombros, pero la boca ajena no se apartó un instante. Incluso se movió un poco, incitando al pelinegro a seguirle el paso, y torpemente separó un poco más los labios para poder darle forma a lo que fuera su primer beso.
Cuando Ithis se quitó sutilmente, el Destructor estaba boquiabierto. El ojiazul no pudo evitar reír, con las mejillas completamente enrojecidas mientras explicaba. - Dice la tradición, que si pasas debajo de este puente con la persona que amas y pides un deseo y después la besas, se te cumplirá-. Y Nim no cabía de la impresión. Como ser supremo, no entendería toda la cursilería que conllevaba un enamoramiento. Como humano, las famosas "mariposas en el estómago" realmente le revoloteaban, tanto, que se vio en la necesidad de presionarse un poco el vientre para convencerse de que no tenía nada caminándole ahí dentro. Sin esperarlo, su primer beso, una declaración de amor y una jugarreta en su contra se le cobró en un solo suspiro. Pero antes de que pudiera tener oportunidad de objetar, nuevamente Ithis le ganaba partido y lo arrastraba lejos de ahí, ahora tomados de la mano y casi corriendo, para seguir visitando todo lo que sus frágiles pies les permitieran de la encantadora París. Las opciones eran infinitas, pero cuando ya pasaban por los Campos Eliseos, el cansancio comenzaba a menguar el ánimo. No sabían utilizar transporte público ni pedir un taxi, y no tenían una pizca de poder para trasladarse de un lado a otro a placer y sin esfuerzo. Realmente no importaba si podían volver al departamento donde habían estado por la mañana, puesto que no recordaban el camino, así que permanecerían a la deriva hasta que el día se terminara.
Nim logró ver que junto al borde del río, la imponente Torre Eiffel asomaba su punta, pero también en un punto más cercano, podía ver las crestas de la Catedral Notre Dame. El edificio gótico por supuesto que encantó al Destructor, mismo que mantuvo la mano derecha unida a la izquierda de Ithis, para guiarlo hasta ese lugar. Los ojos del rubio cada vez se maravillaban más ante lo poderosas que podían ser las manos del hombre cuando de crear se trataba. Era como si un abuelo presenciara las obras de sus miles de nietos, y se sintiera orgulloso de ellos. Nim soltó la mano del contrario, puesto que sus orbes se concentraron en mirar las gárgolas, y esas formas tan características de un edificio con ese estilo. El interior era aún más impresionante, con un techo altísimo en el que se alojaban cientos de aves que iban y venían a través de algunos vitrales quebrados en las zonas muy altas, dándole un toque aún más atrayente. El oscuro jamás había reparado en esos templos de adoración humana, o más bien, atribuía que era a Ithis a quien llamaban en las iglesias, pues él era la luz por donde quiera que se le mirara. Incluso en ese instante, las miradas buscaban por instinto al Creador, mismo que regalaba sonrisas sutiles, y enseguida buscaba el brazo de Nim para refugiarse, con aire empalagoso. El comportamiento ajeno definitivamente no era normal, y el oscuro comenzaba a irritarse un poco por esa iniciativa tan invasiva de parte de su compañero, por lo que no se dio la oportunidad de mirar un poco más dentro de la catedral, y enseguida, tomó por la muñeca a Ithis, arrastrándole al exterior.
-¡Nim, basta! - exclamó el ojiazul, mientras algunas personas miraban discretamente ante la singular pareja, pero el oscuro no se detuvo hasta que estuvieron debajo de otro puente, donde por fin soltó al rubio, empujándolo tan fuerte, que provocó que trastabillara y cayera al suelo. Aún así, el pelinegro lo miraba con frialdad, mientras Ithis comenzaba a lagrimar debido a los raspones provocados en sus manos y a lo confundido que se sentía por la actitud ajena. -¿Por qué me tratas así? ¡Que pasa contigo!-.
-¡Eso mismo me pregunto yo! ¿¡Que carajos te pasa!? Primero me besas, y luego todas...esas cosas que haces todo el tiempo de estar pegado conmigo y sonriendo y....¿qué significa eso? ¡Me molesta demasiado tu presencia!- exclamó sin medirse. Y era que realmente no sabía como explicar que el se sentía extrañamente cómodo por esas acciones, por lo que no supo interpretarlas y terminó enfadándose de forma irracional y agresiva. Lo que no sabía, era un pequeño detalle que Tiempo no les había dicho (por diversión personal): Los cuerpos que poseían, no eran de dos turistas cualesquiera. Eran de una pareja genuina, muy enamorada, que llevaban por lo menos 4 años de bien cultivada felicidad. Uno era vendedor de bienes raíces, el otro, abogado. Y ambos seres aún conservaban en la memoria de sus cuerpos algunos fragmentos de esa felicidad, mismos que con el paso de las horas comenzaban a desmoronarse, convirtiéndose en parte de cada entidad invasora. Así, Ithis estaba respondiendo a un enamoramiento, que si bien no le pertenecía, no se resistía pues suponía una poderosa fuente de inspiración y sensaciones máximas que le eran muy agradables. Aunque en ese preciso instante, las comenzaba a aborrecer.
Las lágrimas brotaron a goterones a través de esos ojos de cielo prestados, el Creador estaba inconsolable, y Nim pronto sintió genuino arrepentimiento.
-¡No sé qué me pasa tampoco, idiota! ¡Sólo sé que no quiero que se termine el día, porque quiero estar a tu lado más tiempo! -exclamó sin reparos, y lloró más fuerte, con el sentimiento de un corazón que recién estrenaba la tristeza del rechazo amoroso.
<<<<"Il y a deux sortes d'amour: l'amour insatisfait, qui vous rend odieux, et l'amour satisfait, qui vous rend idiot." (Hay dos tipos de amor: el amor insatisfecho que te vuelve odioso y el amor satisfecho que te vuelve idiota).>>>
De pronto un recuerdo vago había acosado la mente de Nim, como una centella, una pista de luz en medio de sus confusiones mentales y del extraño dolor en el pecho que le acosó en el momento que Ithis comenzó a llorar tan desconsolado. Esas palabras recordaba haberlas escuchado de labios del ojiazul, aún cuando nunca se habían hablado en otro idioma que no fuera el propio, probablemente la cita de alguna autora, aquella a cargo de los miles de libros que él dueño de ese cuerpo de cabellos rubios estuvo leyendo en su corta vida. Entonces, Nim entendió que esos cuerpos escondían secretos que los estaban volviendo locos a ambos. No tenía tiempo para detenerse a develarlos todos. En el cielo, todo comenzaba a teñirse de naranja, rosa y amarillo, violetas que amenazaban con dejar caer la noche sobre sus espaldas sin que pudieran detener el paso de sus valiosos minutos. Pero Ithis no paraba de llorar, ahí tirado cerca del borde del río, con los bordes de las manos enrojecidas y la ropa empapada de su propio llanto. El frío volvía, y pudo notar que el contrario, en medio de ese llanto envolvente, tiritaba. El instinto por fin hizo lo propio, y de pronto, el azabache se encontraba hincándose frente al contrario, como si su cuerpo se hubiera movido por voluntad propia, para estrechar con fuerza al desconsolado hombre, llevando una mano a su nuca y la otra por debajo del brazo ajeno, para aferrarlo contra su cuerpo lo mejor posible.
-Deja de llorar, maldita sea....- susurró al oído ajeno, meciéndolo un poco mientras le frotaba la espalda. - No quise tratarte así...entiende que esto es difícil para mí...es la primera vez que no siento que esté jugando algo que pueda ganar...siento que soy otro, que esto no es lo que me compone...me siento débil, me siento un inútil y todo pasa demasiado rápido para mí... y el maldito reloj está presente a donde quiera que vayamos, recordándome que apenas si nos quedan unas diez horas antes de que esta experiencia infernal se termine....- y poco a poco suavizó el abrazo, pero pudo notar que Ithis era quien ahora se aferraba a él e incluso el llanto iba apagándose poco a poco, mientras escondía el rostro contra su pecho. El oscuro no pudo evitar sonreír nuevamente, pues encontraba estúpido que un gesto tan simple como un abrazo trajera la calma por fin en el rostro ajeno, y la calidez que despedía ese cuerpo tembloroso era increíblemente buena, por lo que suspiró pesado, susurrando al oído ajeno.
<<< "Je veux vivre dans tes yeus, mourir dans tes bras et être enterré dans ton couer" . (Quiero vivir a través de tus ojos, morir en tus brazos y ser enterrado en tu corazón.)>>>
Probablemente era un nuevo recuerdo que llegó a su cabeza en el momento más indicado, y tuvo el efecto deseado. Cuando logró mirar el rostro del contrario, esos ojos de cielo lucían algo hinchados, pero bien abiertos, y las mejillas estaban tan rosadas que por un momento ansió comerlos a besos. Una de las manos enguantadas del azabache se deslizó en la mejilla ajena, y sin apartar la vista, susurró: - Busquemos refugio...quiero pasar mi única noche humana....contigo....-.
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N.A. ¡Muchas gracias por leer! Pronto traeré la continuación de esta historia. Quiero agregar que esta historia (como todas las demás) es completamente producto de mi imaginación retorcida (?), por lo que no va muy de la mano con AMOLAD. Espero sea de su agrado, ¡gracias por sus comentarios!.
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