EBN 4. El bufón.
—¿Se puede saber a cuantos imbéciles como tú, se les ocurre llevarse a una persona lastimada a su departamento? ¿Es que no tienes cerebro dentro de esa enorme mata de cabello que tienes, ah?—
Recapitulemos. Si, fui secuestrado por el niño brillante, quien estalló de ira luego de que descubriera que estaba enamorado de una mujer casada. Si, fui obligado a subir a su coche, mientras Rusell condujo largo rato, en un silencio sepulcral. El dolor se extendió a mi pantorilla, y cuando un calambre me hizo presa, comencé a gritar irremediablemente. Eso alertó de inmediato a mi improvisado carcelero, haciéndole entender el error que cometió al llevarme por la fuerza, y no le quedó más remedio que llevarme al centro médico más cercano. La revisión fue breve, puesto que sólo era un calambre combinado con mis dolores previos, y aunque tuve contacto con el médico y la enfermera del turno nocturno, no fui capaz de decirles que la persona que me acompañaba, era un tarado. No, tenía que enmendar mi error con el poco orgullo que aún podía recoger bajo mis pies.
Subí por mi cuenta al auto esta vez, pero recostándome de forma que pudiera descansar un poco. Rusell trató de disculparse, pero yo guardé silencio, y sin más, volvió al volante. Como lo esperaba, terminamos en su guarida. Mi enojo iba en aumento, tanto como la inflamación de la delicada fisura que aún requería ciertos cuidados, mismos que retrocedieron un 90% cuando el idiota frente a mí me lanzó como un bulto de papas. Ahora me observaba con el arrepentimiento dibujado en su rostro, y como esperaba, el lavarse las manos llegaría de inmediato.
—¡Tu tuviste la culpa, no tenías por qué rev...!—
—¡Claro que no tenía por qué fisgonear en tu estúpido teléfono, pero me tenías hasta los huevos con tu actitud de mierda!— reclamé al instante, apretando los puños contra el sofá donde me mantenía —Y ahora estoy aquí, discutiendo semejante estupidez contigo, ¡debería estarte demandando, maldito!—. Mis manos temblaban, al igual que mis labios. Quería escupirle, golpearlo, desquitar toda la frustración que me venía provocando desde que lo conocí. La expresión en su rostro lo decía todo: Rusell conocía bien mis sentimientos. —Esto no será una escena de telenovela barata donde te burles de lo que siento. Esto es serio, podría hundirte en la cárcel tan solo por retenerme, ¿en qué demonios estabas pensando? ¿Qué dijiste? "Voy a burlarme del chico gay luego de reclamarle su acoso silencioso, para remarcar mi preciada masculinidad"... ¡estoy harto de ti!—
—¿C-cómo supiste...?—
—Vas por la vida coqueteando con todos, porque sabes que tienes el rostro y los medios para enamorar a las personas. Alguien como tú es pura basura... —aseguré con gran firmeza, notando que evadía mis ojos, para luego cubrirse parcialmente los labios con una mano— ¿Qué pensaste? ¿Que no tenía el valor de admitir que me estaba enamorando de un bastardo como tú?—
—Para ser tan profesional en tu trabajo, tienes la boca muy suelta... —refunfuño un poco molesto, pero era notorio que estaba avergonzado — no era mi intención herirte de esta manera.. yo... —
— ¿Cuánto iba a pagarte Marshall si lograbas que me confesara contigo?— pregunté de forma sombría, provocando que Rusell abriera sus ojos por completo. Si, tenía pocos días que los descubrí hablando "en privado", y el hipócrita de Ferguson estaba ofreciendo doscientos dólares a cambio de que Rusell me cortejara hasta lograr que yo le confesara mis sentimientos. Mientras mi anfitrión trataba de explicar las cosas, saqué mi billetera y puse trescientos dólares en la mesa, mismos que lancé con el suficiente desprecio como para que Williams lo notara. —Bien hecho campeón, y ahora me largo, no quiero volver a ver tu pútrido, fétido, coqueto, inmundo, malnacido, cabrón, cancerígeno, gilipollezco, pelotudo, retrasado, inútil, burdo, estúpido, insolente, traicionero, degradante, indigno, cerdo, nauseabundo, infame, rastrero, descerebrado, ridículo y pendejo rostro de mierda, en mi vida— necesité rellenar mis pulmones tres veces después de soltar toda esa montaña de palabras mal estructuradas e influenciadas en un Youtuber al que solía mirar de vez en cuando, mismo del que agradecí en silencio su existencia en ese momento. —El orden de los factores no altera el producto, por donde te mire, eres una porquería, Rusell. Pediré mi cambio de sucursal el día de mañana, no te soporto, ni te soportaré jamás— rematé justo al ponerme de pie, dirigiéndome a la puerta.
El escozor en la parte baja de mi rodilla no se estaba controlando con los analgésicos, pero el enorme triunfo que saboreaba dentro de mi pecho, hacía valer todo esfuerzo impuesto. La cara de Rusell era invaluable en ese instante. Parecía que la garganta se le había secado, al grado de que apenas si podía seguir mis pasos temblorosos con la mirada. Me parecía ser la primera vez que lograba apagar el brillo de las estrellas que rodeaban a Williams, hasta lograrlo hacer sombrío, como yo. Un mortal más en un departamento elegante, sentado sobre su sillón de imitación de cuero rojo, con ambos brazos descansando entre los delicados almohadones de satín blanco. En el momento que tomé la perilla de la puerta, fue cuando él reaccionó. Se puso en pie de inmediato, y yo apreté mi mano contra la puerta porque sabía lo que iba a hacer. Y efectivamente, me arrebató del suelo, cargándome de regreso, pero esta vez no me lanzó. Me recostó en el sofá, a pesar de que logré darle un par de golpes en el pecho y rostro, y cuando le fue posible, me apretó ambos puños, sometiéndome de nuevo.
—Repite lo que dijiste... —susurró herido, apretando un poco los labios. La coleta que le sostenía el cabello se desató, provocando que el baño color obsidiana de esos largos mechones tan bien cuidados, se derramara en la espalda y a los costados del rostro de mi captor.
—¡Ni siquiera soy capaz de recordar que tanto te dije, suéltame, suéltame ahora mismo!— forcejee nuevamente, pero poco a poco me detuve, apartando la mirada hasta sumir el rostro contra uno de los cojines. No podía evitar que las lágrimas se me escaparan, la victoria fue tan corta que no fui capaz de saborearla. —Como odio a las personas como tu...ghh... de verdad te odio...—
—Estas mintiendo...— espetó, aflojando un poco el agarre en mis puños, pero volví a intentar golpearlo, así que se vio en la necesidad de elevarme los brazos sobre la cabeza, era eso, o romperle lo más valioso que tenía, el rostro— mírame cuando te hablo, Leblanc... ¿acaso no somos adultos?—
—No me compares con un basura como tú— susurré tratando de contener el llanto— ya me hiciste miserable, ya te burlaste de mí, ya tienes el dinero de tu apuesta, ¿Qué más quieres?... renunciaré si es necesario, pero déjame irme de una maldita vez, estoy cansado y adolorido, y todo es tu culpa... las personas como tu existen para menospreciarnos a nosotros, aquellos que sólo queremos trabajar y transformar oxígeno en dióxido de carbono, ¿Por qué simplemente no te olvidas de esto y me dejas tranquilo? ¿Acaso no entiendes lo dañino que eres con tan solo mirarme de esta manera?—
—Gerald... — Podía sentir la culpabilidad atorada en cada palabra pronunciada por él. Sentí como una de sus manos se deslizó por el borde mi mejilla húmeda, hasta alcanzar un poco mis cabellos dorados, logrando así que girara el rostro. Seguramente yo ya tenía los ojos hundidos y rojizos en el borde, pero Williams sabía que lo miraba con todo el desprecio de un corazón herido. —Lo siento de verdad... yo... no debí tratarte de esta manera... — Poco a poco me soltó, quedándose en el borde del sofá, con una mano sobre mi cabeza y la otra pendiendo de una de sus piernas — Hace exactamente dos años... —
—¡No me importa tu historia!— Lo único que gané, fue que me hundiera la mano en el rostro, para apretarme los labios, y mientras trataba de zafarme, siguió hablando.
—Voy a tener que matarte a este paso si sigues gritando, maldición... ajum. Hace exactamente dos años, perdí a un hijo... —En ese instante, sentí como mis fuerzas se apagaban de golpe. Podía esperar cualquier cosa, menos el que me hablara de una parte de su pasado tan delicada. En el momento que dejé de arañarle el brazo para que me soltara, fue cuando apartó su mano, ocupándose de sobarse un poco pues realmente le hice daño. —Tenía una esposa que no quería, puesto que me casé con ella precisamente por ese embarazo ...pero mi hijo era mi adoración... —poco a poco, Rusell colgó un poco la cabeza hacia el frente, descansando ambos codos en sus piernas. Era evidente para mí, que intentaba ocultar el rostro entre sus largos cabellos. —Lo encontramos tres días después de una ardua búsqueda... había desaparecido durante un paseo vacacional en una zona de bosque muy cerca de donde vivían mis padres. Temía lo peor, imaginé veinte mil veces que se encontraba camino a un nuevo hogar, con un par de padres falsos y un perro que le darían el amor que su verdadera familia no podría darle... pero no. Jamás olvidaré el momento en el que descubrí su cuerpo, en el borde del río, descompuesto...—
Lágrimas, tibias, constantes y gruesas lágrimas. Cuando eres testigo del momento en el que una persona brillante se quiebra, tienes dos opciones: destrozarla por completo, o abrazarla con todas tus fuerzas. Yo no tenía corazón para optar por ninguna de las dos. Elevé uno de mis pies y lo puse contra su cabeza, empujándolo un poco, para hacerlo reaccionar.
—No tienes por qué decirme estas cosas, solo estas comprometiéndome... yo ... yo no puedo entender tu dolor, yo no quiero entender tu dolor, yo sólo quería verte sonreír como ese día...—
—Fuiste muy atinado— respondió afable— me diste el dibujo el día en el que murió mi hijo... era como si supieras el cómo alegrarme de tanto dolor y te lo agradezco—
—¡Basta! ¡Es parte de tu engaño!— negué de inmediato, pero en ese momento Rusell se giró y volvió a sostenerme. Sabía que no estaba mintiendo, pero no quería escucharlo y enredarme cada vez más con ese hombre que sólo estaba metiéndome en problemas. —No me cuentes más de ti, mañana ya no seremos siquiera compañeros de trabajo, no me importa, no quiero saber, tan sólo...deja que me vaya Rusell, ya suéltame... —
—Ella me ha enseñado a escapar de esa horrible realidad después de que me divorcié, ¿Qué no puede entenderme nadie?— afirmó mirándome a los ojos —¿acaso nunca te has enamorado locamente de un imposible?— preguntó con la convicción de que hacía lo correcto, y no pude evitar reventar en una carcajada —¿D-de que demonios te ríes?—
—¡Jajajaja! ¡Jjajaja...jajajjaaj...ahhhh...! Quien diría que semejante chico reluciente, fuera tan débil— afirmé con una amplia sonrisa, ocupándome de frotar la mejilla contra uno de los almohadones, para retirar las lágrimas que mi escandalosa risa había provocado— ¿En serio esperas que alguien te crea que esa mujer vale algo? ¡Por favor! — repliqué conteniendo las ganas de reírme de nuevo, y aun cuando Rusell lucía enfadado, negué con la cabeza— Alguien que no es capaz de terminar una relación, para formalizar otra, no vale un carajo. Te esta usando, eres el rato, la frescura de un alma lastimada que sólo le sirve para divertirse, para recordar lo miserable que es en base a tu propia miseria. Nadie apoyará semejante estupidez, Williams. El único que se hace marañas fantasiosas en la cabeza, eres tú—
La verdad, el puñetazo que recibí me lo merecía. Pero en ese punto de la charla, ya me daba lo mismo como reaccionaba mi anfitrión. Cuando encuentras el modo de cobrarte aunque fuera un poco del dolor que se te causó con el tiempo, todo lo que acumulaste durante días, meses e incluso años, encuentra su punto de alivio en algo tan simple, como una dura verdad. Williams respiraba agitado, y cuando se dio cuenta que mi labio sangraba, se apresuró a frotar el borde de su camisa contra mi herida, aunque parecía incrédulo al ver cómo me reía aún.
—No vuelvas a hablar así de ella... te lo ruego... haré lo que me pidas para enmendar esto... ¿cómo es posible que tu seas tan diferente ahora mismo? ¿por qué te burlas de esta manera de lo que siento...? Maldita sea Gerald, me estas volviendo loco...— balbuceó desesperado, pero en el momento que se descuidó, extendí ambas manos, para atraparlo por el cuello de la camisa y tirar de ella, logrando así que si inclinara, para robarle un beso. Por unos instantes intentó apartarse, pero gradualmente pude sentir como sus labios se amoldaban a los míos, hasta que el oxígeno fue necesario entre ambos.
— ¿Por qué...? Gerald... Gerald yo no...—
—¿Es necesario que alguien se entere?— cuestioné con seguridad, puesto que estaba ganando el terreno que deseaba. Logré que Rusell me soltara, pero sólo para que mis manos descansaran en su rostro confundido, deslizando un pulgar sobre esos labios que encontré deliciosos — Tan sólo tienes que imagina que esta aquí, contigo... jeh, ese imposible que mencionas esta mirándome justo ahora — comenté con el tono burlón que tanto desarmaba a mi querido niño brillante, el cazador que se estaba convirtiendo en presa. Por un instante pensé que había perdido, pues me apartó la mano derecha con un leve golpe, pero su mente inestable y la necesidad de creer en esa mujer, lo llevó a doblarse.
—Esto... esto está mal, Leblanc, ni siquiera soy homosexual... a-además, no puedo ser infiel, yo...—
—Ella ahora mismo está reposando en la cama, junto a su marido— susurré, clavando mi veneno en su corazón de forma certera. Me di cuenta que mis palabras eran las adecuadas, pues la expresión en su rostro me lo decía todo. La herida crecía conforme mis dedos volvían a su rostro, extendiéndose hasta detrás de las orejas de mi captor, ocupándome de atraerlo nuevamente. Mis labios rozaban los suyos, pero eran mis ojos de cielo los que estaban logrando lo imposible, clavándose en esas gemas temblorosas que me observaban— ¿acaso... eso no es infidelidad?.... otras manos la están tocando... otros labios la están besando, y tu estas aquí, debatiéndote entre si es correcto o no que me devuelvas aunque sea una pizca de todo lo que me has robado... ¿acaso no tienes honor, caballero?—
Un par de palabras bien pronunciadas, y Rusell cayó ante mis colmillos. Recordé vagamente que un buen amigo me dijo que "la serpiente jamás le avisa al ratón que va a comérselo", y para ser sincero, me sentí un poco decepcionado de lo fácil que fue arrancarle las estrellas a este joven brillante. Sin embargo no había marcha atrás. En el momento que mi adorable y destrozado secuestrador se irguió para desabotonarse la camisa con prisa, supe que toqué fondo. No podía negar que lo que vi, me despertó la lívido de inmediato. Ante mis ojos apareció la piel inmaculada y blanca de Rusell, remarcando un pecho bien trabajado y un abdomen de ensueño. Su mirada estaba vacía por completo, puesto que el golpe de realidad que acaba de recibir aún no era asimilado, así que me ocupé de imitarlo, para que sus manos se ocuparan de sentir el calor de mi piel y pudiera distraerse un poco.
—Edith...— escuché el nombre de la infame que me robaba la gloria, y aunque odié que me llamara así, tragué mi enfado y asentí, permitiéndole que hundiera su rostro en la curvatura de mi cuello. Pude notar que se crispaba un poco ante el tacto de mis manos, naturalmente los dígitos masculinos no se comparaban con los de una dama, pero era evidente que el cuerpo de Rusell exigía caricias íntimas desde hacía tiempo. Sin demora, me ocupé de apretar mis dígitos contra su piel desnuda. Sus labios claramente encontraron lugar en mi clavícula, y luego una fuerte succión provocó que ambos jadeáramos, permitiéndolo que continuara, lamiendo y saboreando el filo de mi cuello. Pude sentir también que se hacía espacio entre mis piernas, al grado de apretar su entrepierna contra la mía, y parecía bastante cómodo al respecto. La exploración de Williams sobre mi piel no tenía duda en cada beso impuesto, al igual que el camino de sus manos, ocupándose de estimularme, de saborear cada palmo de piel a su disposición. Mi presa no estaba dudando, movido por el rencor, por la ira, por la impotencia de no poder poseer a la mujer que creía amar, misma que se encontraba a siete horas de viaje.
Era más sencillo follarse al chico tonto de la caja uno, el rubio insípido que no podía huir una vez que todo comenzó. El caballero silencioso que ahora se arremolinaba entre esas manos amplias y ásperas, y pude notar que me tocaba con la misma impaciencia con la que revisaba las joyas que valuaba día tras día. Sonreí ampliamente al notar que la mano de Rusell ya se ocupaba de forzar mi cinturón, y en ese momento lo detuve, para susurrarle al oído.
—¿Estás seguro?... para mí esto es algo completamente familiar, pero ¿Qué hay de ti, Lord Heterosexual?— pregunté de forma sutil, pero al encontrarme con su mirada, mi piel se erizó por completo. Podía percibir la expresión de un hombre encendido y caliente, dispuesto a todo, y me lo demostró al inclinarse para deslizar su lengua sobre mi entrepierna, aún cubierta por el bóxer. No pude contener un gemido leve, y al volver a mirarme, sonrió a medio labio para luego devolverme el susurro, con el mismo tono lascivo que yo le había regalado.
—¿Acaso importa mi inexperiencia, Lord Homosexual? ... la noche apenas comienza... —
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Nuevamente agradezco el tiempo invertido a mis historias :'D ustedes hacen posible que continue con estos textos llenos de cachondería eue, estamos a un episodio de que este relato corto expire, así que esperen la continuación con emoción.
Saludos especiales a Perú, Bolivida, Chile y a mis queridas lectoras mexicanas, las adoro!
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