4: A Cargo.
- ¿Qué estás haciendo aquí?. -
Me seque las lágrimas y luego tomé mi mochila para salir del baño, sin embargo ; Atem se puso en la puerta con los brazos cruzados e impidiendome salir.
- Con permiso. - Digo.
- Necesito hablar contigo. -
Fruncí mi ceño y trate de pasar de su lado, pero Atem era obstinado.
- Quítate. - Ordené con desdén.
Él abrió sus ojos con sorpresa, jamás creyó que yo le ordenará con ese tono de voz, pero aún así no se quito. Puse mis ojos en blanco, lo tomé de su chaqueta, Atem en arco sus cejas, creo que pensaba que realmente no lo golpeariá, y estaba en lo correcto, no lo haría, no ahora. Pero si que haría algo con respecto a que se quitara de mi camino.
Reuní todas mis fuerzas y lo hale bruscamente hasta que cayó al piso, luego tomé el pomo de la puerta y me salí directo a la enfermería, escuchando detrás de mi cómo Atem estaba gritando mi nombre.
Corrí por los pasillos hasta llegar a la enfermería, el lugar perfecto para ocultarme temporalmente de Atem.
- Yugi. - Se me salio un grito en cuánto la enfermera salió a saludarme; Mari, al notar mi estado se me acercó. - Lo siento no querría asustarte. -
- No importa. - Digo y paso hacia la sala. - Escucha, Mari, yo debo estar aquí, al menos por las primeras horas de clase. -
- ¿A que se debe eso?. - Pregunto preocupada. - ¿Te sientes mal?. -
- No, digo sí. Es qué... - No tenía palabras para explicarle como me sentía, ella no sabía nada sobre el asunto entre Atem y yo, ella llegó después de que pasó el asunto de Amelia.
- Estas sudando, ¿de verdad te encuentras bien?. - Coloco sus pequeñas manos en mi frente y luego se alejo.- Estas pálido. Ven arrecostarte. - Me encaminó hacia una camilla. Debía de recostarme. - Espero que no te moleste algo de compañía. -
- No, para nada. No haré mucho ruido, solo quisiera descansar un poco. - En el momento en el que me recosté, se comenzaron a escuchar pequeños sollozos que poco a poco se iban intensificando.
- Lo siento, ahora vuelvo a revisarte. - Me dijo y fue hasta una camilla que estaba enfrente de la mía, removió la cortina que cubría, a lo que según yo era un paciente, pero no, no era así.
Me quedé sorprendido al ver que era el bebé de hace rato, el niño de Atem.
Mari lo cargo en sus brazos mientras yo me quedaba viéndola, trataba de calmarlo meciendolo en sus brazos, sin embargo el acto no duró mucho pues apareció un alumno en estado peor que yo, venía vomitando en una cubeta de metal y solicitaba a Mari de emergencia, ella de inmediato y sin pensarlo, me dio al niño.
- Te lo encargo, ya vengo. -
-¡Pero yo...!. - Fue demasiado tarde cómo para protestar, Mari se había ido y yo tenía al niño en mi brazos el cual por cierto no había parado de llorar.
- Ya, ya, ya. - Trate de acunar lo pero parecía que así lloraba más, de acuerdo, parece que no quiere dormir, ¿será que necesita un cambio de pañal?, no, el rugido en su pequeño estomagito que me contestó ; él tenía hambre.
Mire hacia ambos lados tratando de buscar la botella con leche o alguna pañalera para el niño, Atem de seguro lo dejó aquí, no podría preguntarle a Mari, ella estaba ocupada con el chico que no paraba de vómitar en una camilla bastante lejos de nosotros, así que me pare y fui a donde era la camilla del niño, ahi encontre su pañalera de color azul, hurgue entre sus cosas, saque su botella de leche y un par de toallitas para limpiarlo cuando se ensuciara, me senté en la camilla mientras revisaba el resto de sus cosas, poseía un pequeño oso de felpa, varía ropita para él, toallas para bebé, pañales y gorritos por si hacía frío.
Me evadió la ternura de inmediato, había olvidado las cosas que los padres usaban para atender a su hijo, y tal vez fue la emoción de volver a recordar cuando cuidaba de los bebés cuando sus padres iban a trabajar, que no me di cuenta cuándo el bebé iba chupando mi ropa, ¿el lugar específico?, mi pezon.
- ¡E- espera!, ¡ahí no!. -
Aleje al nene de mi, el niño comenzó hacer puchero y amenazaba con llorar, pero en cuanto abrió su diminuta boca para llorar le mostré su botella de leche, él comenzó a mover sus manitas intentando alcanzar su botella, yo se le acerque y el de inmediato la toma para proceder a beber.
- Yami, ¿no?. - Le hable al niño recordando el nombre que le dijo Atem en los pasillos, el bebé me ve con sus ojos carmines cómo si comprendiera y entendiera que acababa de decir su nombre. - Un gusto en conocerte. - Dije. - Mi nombre es Yugi y por ahora, yo cuidare de ti. -
El tiempo fue fluyendo, para mí fue rápido pero para Mari no. Yami me mantenía ocupado todo el tiempo, ni siquiera había escuchado cuando la campana del receso sonó.
- Toma. - Mari por fin se me acerca luego de un cambio de ropa limpia y de tranquilizar al chico, que ahora dormía. La enfermera me entrega un papel; una autorización que indica que puedo retirarme de la institución por dolor de estamago, claro que todo era una fachada, adoraba que Mari estuviera de mi lado, quién sabe lo que haría sin ella.
- Gracias. - Le dije, le tendí a Yami pero ella negó .
- ¿Podrías hacerme un favor?. -
- Claro, ¿qué pasa?. -
Ella me pasó la pañalera, me la colgó en el otro hombro y guardo todo, después paso de nuevo a su escritorio donde tomó una nota y escribió para luego entregarmelo.
- Dale esto a Atem. - Me entregó la nota. - Dile que el doctor Alex, en el hospital central de Domino, atenderá con mucho gusto a su hijo. -
¿Doctor?, ¿atender a Yami?.
- Perdona, pero, ¿qué es lo que tiene Yami?. -
- Lo siento Yugi, pero estoy bajo secreto profesional. Si quieres saber, consulta al papá. - Me sonríe. - Por cierto, ¿puedes llevar a Yami con Atem?, tengo que llamar a los padres del chico para que vengan por él y recetarle sus medicamentos. - Toma un cajón del gabinete y saca unos documentos.
Tendrá mucho trabajó, será mejor hacerle caso, pero solo será por esta vez.
- Iré a dejarlo con Atem. -
- Gracias. - Me dijo Mari y después me marche.
Nunca pensé que ser padre podía con llevar ser visto por todo el mundo, al cargar un bebé parecía que te volvías el punto perfecto para ser juzgado al antojo de las personas, y más cuando eres un padre a temprana edad; mientras caminaba por los pasillos buscando a Atem, era víctima de los comentarios de las personas, me daban incluso alagos y felicitaciones por tener un bebé y lo valiente y lindo que me veía.
No.
Yo deseaba con todas mis fuerzas decirle a todos que el bebé no era mío, sin embargo me quedaba callado y seguía resistiendo los incontables comentarios y hasta chistes.
"¡Jodanse!." Era lo que pensaba.
Seguí por un buen rato caminando, buscando a Atem en cada rincón de la escuela, no lo encontraba y me rendí de buscarlo cuando mis pies comenzaron a doler.
Me fui a la cafetería, ahí ubique una mesa y coloque las cosas, los hombros ya me dolían, me senté, senté al bebé en mis piernas y saque mi teléfono.
"Cefeteria."
Envie el mensaje al grupo de amigos que teníamos; Anzu, Joey y Tristan. No tarde mucho en obtener respuestas.
"¿Por qué?" - Tristan
"Estamos en el patio de la escuela." - Joey.
"¿Por qué estás en la cafetería? ." - Anzu.
"Porqué estoy cuidando al hijo de Atem.". Envié.
Enseguida la respuesta llegó.
"¡Vamos para allá!".
Guardé mi teléfono, ahora lo único que tenia que hacer era esperar a mis amigos, mientras tanto jugué un poco con Yami , le hacía gestos para que riera, ejercitada al niño o lo acunaba en mis brazos para que se durmiera, debo decir que no funciono, pero si que lo mantuvo calmado y en silencio.
No me di cuenta que tenía personas mirando cómo entretenía a Yami, algunas chicas se me quedaban viendo tierna ente mientras algunos chicos me veían pero en silencio, otros con sonrisas traviesas, pero ninguno soltó algún mal chiste o palabra antisonante, nadie era grosero; parecía que el tener el bebé en la cafeterías calmaba a todos, incluso bajaron la voz y siguieron con sus actividades mientras un leve sonrojo aparecía en mis mejillas.
- ¿No eres muy joven para tener un bebé, Yugi?. -
Cierto castaño se sento enfrente de mi, con sus ojos azules me encudriño, luego vio al bebé y soltó una risa nasal.
- Te ves.... -
-¿Ridículo?.- Le interrumpo.
- Lindo. - Me dijo Kaiba.
*Continuará...
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