32:¿Qué...?
— ¿Eso crees?. — Dice Rosé con intriga, realmente lo que piensa la mujer es que su compañero es realmente tonto.
“Un lindo tonto.”
— Sí. — Contesta Atem con esa sonrisa de niño inocente. — Son tan parecidos. —
Rose se levanta de su asiento, camina unos pasos hacia la ventana y pasa sus manos hacia su espalda.
—¿Qué haces?. —
— Nada. — Responde ella.
— Sí, eso ya lo ví. Pero, ¿por qué?. —
— Solo estoy esperando. — Dice ella para luego quedarse callada.
— ¿Esperando qué?, ¿no se supone que deberíamos de ir a comer algo?, tengo hambre. —
Rosé sonríe traviesamente, se gira sobre sus talones para dirigirse a Atem.
— Esa sonrisa no me gusta. — Dijo Atem. — ¿Qué planeas?. —
—¿Por qué supones que planeo algo?. —
— Porque te conozco, cuándo sonríes de esa manera, me hace pensar que estás apunto de cometer algo o es que ya lo has echo. —
Rosé levanta las manos pareciendo inocencia.
— No echo nada. ¿Acaso no puedo sonreír de vez en cuándo?, ¿acaso es un delito?. —
—No... Pero... —
El estómago de Atem ruge con desesperación interrumpiendo su platica, el moreno se sonroja un poco debido a la vergüenza, se ha estado resistiendo en comer un bocado toda la mañana por su compañera, se supone que Rosé había llegado para cerrar negocios antiguos y no sé tal vez para ponerse al día con los acontecimientos de la vida del otro.
Ya que, desde que eran niños, siempre se habían contado todo, ¡Todo!.
— Anda pequeño, adelantate, come algo; lo necesitas. — Le dice Rosé con voz suave y tierna, su mirada cambia a una más suave cuando ve a su pequeño hacer puchero, su sonrojo se intensifica y es cuando Atem se pone a reclamar:
—¡Y-ya no soy un niño!, ¡ya crecí!, ¡soy un adulto!. —
— Claro. — Lo dice con sarcasmo, para Rosé, Atem siempre será su pequeño. — Pero ante mis ojos, sabes que siempre serás mi pequeño. No importa cuántas veces me digas “soy un adulto”, tus palabras jamás cambiaran lo que pienso de ti. —Rosé le guiña el ojo y luego le da la espalda.
Atem solo bufa, se limitará en discutir con Rosé, ya que es una pérdida de tiempo, aparte, nunca le ganaría en una discusión, no a ella.
— Te traeré algo para ti. También debes de alimentarte. — Avisa Atem mientras sale de su oficina.
Una vez que Atem se fue y que Rosé se asegurara de que Atem se fuera por el segundo elevador, fue directo a su bolso, sacó un peine para cepillar su cabellera dorada, lo acomodo de manera uniforme sobre su hombro izquierdo, pensando ¿en que lado su cabello se vería más genial?, ¿la izquierda o la derecha?, después sacó un pequeño espejo, se aseguró de estar bien arreglada, su maquillaje era natural y la hacía ver una mujer joven y madura, después sacó un pinta labios de color rojo y prosiguió a pintarse sus labios de ese intenso pero poderoso color.
Una vez preparada, ella guardo sus cosas y volvió corriendo hacia su asiento, esperando por la llegada del tricolor.
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Y la puerta se abrió de par en par dejando ver a aquel tricolor de ojos amatista, la figura de un chico, los cabellos similares a su mejor amigo, esa apariencia inocente pero a la vez ruda, su vestimenta no era nada excéntrica, de hecho venía con pijama
Rosé dedujo de inmediato que el chico salió pita do de la casa y vino averiguar que carajos estaba pasando con Atem, y claro, estaba 100 % segura que ese chico llamado Yugi venía a confrontar a la mujer que le contestó la llamada.
“Es lindo, como dijo Atem.... Pero veamos, que tan cierto son las palabras de Timeaus.”
— ¿Se le ofrece algo, joven?. — Empieza hablar Rosé y se da cuenta de inmediato que Yugi, así como ella, lo estaba escaneando de arriba abajo.
— Lamento interrumpir así, señorita. Pero busco a mi esposo. —
“Habla con seguridad. No dudo en decir la palabra «esposo»” Piensa Rosé. “Pero veamos, que tan esposo eres de mi pequeño.”
— Lamentablemente debo decirle que aquí no se encuentra por el momento. Por favor regrese más tarde. — Dijo ella analizando los siguientes pasos de Yugi.
“Seguramente se va. Siempre pasa.”
— Lo siento, pero no. — Rosé parpadea sorprendida mientras ve a Yugi sentarse en sofá mientras cruza las piernas de forma varonil, puede ver que la mirada gentil de ese lindo chico cambia, es más seria y pude sentir que es desafiante.
Rose sonríe inconscientemente, ese chico tiene agallas, tiene la valentía de desafiarla. Eso le agrada.
— Le guste o no, me quedaré hasta que aparezca mi esposo. — Dice Yugi con normalidad, pero sin quitar esa mirada desafiante.
El ambiente s volvé silencioso, Rosé no dice ni una palabra, es más, siente que Yugi lo ha vuelto así.
Sin embargo, Rosé no es de dar su brazo a torcer, si ella quería conocer los motivos de Yugi para con Atem debía de jugar con todas sus cartas.
— ¿Cómo va la condición de Yami?, se que es un niño fuerte, pero no hay que olvidar que su corazón es delicado. — Rosé nota como la expresión de Yugi cambia a una de sorpresa.
El tricolor quiere preguntar acerca de cómo sabe sobre la condición sobre su hijo, más sin embargo Rosé se adelanta.
— ¿Y qué tal el sexo con Atem?, ¿te gusta?. —
Yugi siente que sus palabras se le atoraron en su garganta, un sonrojo inevitable atacó a su rostro evidenciando lo.
— Oh... Sigue siendo muy bueno, ¿eh?. —Dice en burla la mujer. — Bien, supongo que aún tiene el toque. —
— ¿Qué....?. — Musita Yugi con la voz baja.
—¡Oh!, cierto, no me he presentado debidamente. — Dice Rosé desde su asiento, sin querer pararse, solo observa a Yugi. — Mi nombre es Rosé Loins y soy la amante de nuestro querido hombre. —
*Continuará...
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