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30: Irracional.

Aquella mujer sentada en la silla del jefe de la empresa sonrió con gran diversión.

“¿Cuánto tardará en llegar  aquel ser que ayuda a Atem?”

Estaba tan emocionada que soltó una pequeña carcajada.

Dejó el teléfono de Atem sobre el escritorio, fijo su vista en la puerta de la oficina para ver a cierto líder con dos cafés humeantes.

— ¿Tienes hambre?, podemos ir a desayunar si quieres. — Ofreció Atem con una sonrisa gentil mientras extendía el café hacia la mujer que le miraba entre una mezcla de ternura y diversión.

— Hecho. Vayamos a desayunar. — Le dijo. — Pero antes, déjame disfrutar del momento. — Levantó su café. — Brindó por una mañana inigualable. —Brindó sin quitar su sonrisa.

Atem veía extrañado a la mujer, pero sonrió con diversión.

“Ella y sus ocurrencias.”

Mientras tanto, Yugi se encontraba abrumado por la reciente llamada, quedó estúpidamente estático y sin ninguna palabra por decir.

Aún que su mente, fórmulaba miles de escenarios en los que Atem aparecía engañandole con otra persona.

“la mente pude ser muy poderosa si la dejas que te domine y te engañe a su antojo.”

Yugi sacudió su cabeza, negando varias veces ese echo.

Atem no se atrevería hacer eso, es decir; tenía un hijo, pero... ¿Qué significaba él para el moreno?.

¿Significarian algo  a estas alturas?.

Es decir: se han dicho que se quieren, indirectamente pero también directamente.

Yugi lleva su mano a su pecho, siente como en ese lugar se le acumula una sensación desagradable, muerde sus labios con un poco de fuerza suprimiendo ese sentimiento que creía jamás volver a sentir desde primero de preparatoria.

“esto no podría estar pasando, ¿o sí?.”

—¿Yugi?. —

Haku entra en la habitación del tricolor menor junto con Yami en brazos.

El peli-negro se adentra más en la cómoda y nota como Yugi se a quedado paralizado y con la vista fija al aparato móvil.

— ¿Todo bien?. — Pregunta Haku viendo como Yugi apretaba con fuerza su teléfono.

Debe estar furioso, pero ¿por qué?.

— Llévame... — Susurra Yugi con tono serio y severo.

— ¿Cómo?. — Vuelve a preguntar Haku esta vez prestando atención a la petición de Yugi.

— Quiero que me lleves de vuelta a la empresa. — Yugi levanta su mirada, Haku parpadea sorprendido al notar como Yugi había cambiado totalmente, de tener la apariencia de un chico adorable y amistoso, ahora parecía que quería arrancarle la cabeza al mismísimo diablo.

“¡Qué sorprendente dualidad!”

— De acuerdo. — Aceptó Haku sin pretexto. Yugi enseguida guardo su teléfono, se paro en frente de Haku le quito a Yami de sus brazos y prosiguió con su camino para ir a la salida mientras el guardaespaldas lo seguía por detrás, quedando hipnotizado por esa dualidad "ruda" de Yugi.

— Yami, debe ser un niño bien portado. —Hablaba animadamente la mujer mientras disfrutaba de la compañía del empresario. — Después de todo salió idéntico al padre. —

Atem niega y la mujer de cabellos dorados ríe un poco.

— ¿Vas a decirme que no es cierto?, porque puedo golpearte la boca justo ahora. — Amenaza la mujer con diversión.

— Espero que no se parezca a mi. He cometido tantos errores en mi vida. Lo único que quiero para mi hijo es lo mejor no lo peor. — Dice Atem pensando en su pasado.

— Oh, sí, ¿cómo olvidar tu percance con aquella chica?. — Habla la mujer jugando con su cabellera. — Fuiste tan idiota. —

Atem inclina su cabeza sintiendo la decepción de nuevo.

— Me alegra de que se haya ido de tu vida. — Vuelve hablar. — No sabes en la mierda que te convirtió desde que estuviste con ella. —

—Ya lo sé. — Atem se toma del tabique de su nariz, los recuerdos le invaden su cabeza y su corazón es azotado con miles de sensaciones desagradables. — No me lo tienes que recordar. —

La mujer se levanta de su asiento, camina algunos pasos alrededor del escritorio y se sienta en el borde del escritorio frente a Atem.

Ella, lo toma de su mentón firmemente, el moreno ahora solo la puede ver a ella.

— Me alegro de cambiarás justo a tiempo. — Prosigue. — Por qué de lo contrario, te juro que hubiera cometido un delito contra ti. — La mujer suelta a Atem y este solo se reincorpora en su asiento masajeando su mentón.

— Eres la segunda persona que me felicita y me amenaza de esa forma. — Le dice Atem mientras la imagen de Yugi invade su mente.

Aquel chico de bellos ojos color amatista.

“¿Qué estarás haciendo ahora, pequeño?, ¿estarás en la cama?, ¿estarás en la escuela?, ¿estarás extrañandome?, porque yo si lo hago.”

— Esa sonrisa boba que muestras. —Llama la mujer la atención de Atem. —¿Es por que te has acordado de ella?. —

Atem no quita su sonrisa, mira fijamente a su compañera y dice con satisfacción, saboreando en su paladar cada palabra:

— ¿Quién hablaría de ella?, si yo preferiría hablarte de él, Rosé. —

La mujer de traje se siente intrigada, por fin Atem soltaba de apoco la identidad de aquel chico que se atrevió a invadir el corazón de su pequeño.

— ¿De él?. — Dice Rosé.

—Así es. —

Mientras tanto, Yugi se encontraba viendo como los autos a su lado pasaban con una velocidad estandarizada al lado del suyo.

El amatista se encontraba viendo el paisaje con el ceño fruncido, intentaba ocultar su desesperación intentando golpear poquito la ventana pero eso solo delataba lo ansioso y desesperado por llegar a donde estaba Atem.

“¿Enserio serias capaz de engañarme, Atem?.”

Esa pregunta rondaba insistentemente la mente de Yugi.

“¿Con quién estarías engañandome?”.

La curiosas lo mata a cada minuto, tiene en su bolsillo su teléfono, le dan muchas ganas por hablarle a Atem y decir que estará en su oficina en un par de minutos, pero aquella otra parte de él le dice que no debe de hacerlo, no debe de llamarle o alertara a Atem y a su, probablemente, amante.

Seria mejor si le cayera de sorpresa.

Mientras su mente jugaba con él, su corazón le gritaba que su mente le engañaba que confiara en Atem. Nada malo pasaría.

—Llegamos. — Aviso Haku.

Yugi no espero ni un minuto y salió de la camioneta.

—Cuida de Yami. — Ordenó Yugi adentrándose al edificio decidido a enfrentarse tanto a Atem como a la mujer.

—¡Me dan tantas ganas por conocerlo!. — Imitaba alegría Rosé.

Atem asentia, entusiasmado.

— Ojalá te lo pudiera presentar ahora. Le caerías bien. — Aseguraba Atem. —Estoy tan seguro que tu y Yugi serían como hermanos. —

“O como enemigos.”

*Continuará...

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