24: Los Tres Tienen Los Mismos Gustos.
Desde aquella platica, Atem me había dejado pensando muchas cosas.
Una de ellas, es que se veía que ya no era el mismo de antes.
Otra, parece ser que va a cooperar conmigo en el trabajo. Pero, quiere mantenerme lejos de su padre como el resto de sus hermanos.
Me he salido de su habitación para que pueda descansar mejor y me ha pedido que traiga a Yami conmigo.
Al paso que voy con él, no se que es lo que pase entre los dos, quiero decir; ¿qué debo de hacer cuándo él este totalmente recuperado?, ¿deberé irme?, ¿debere regresar con mi abuelo? ¿O debería de tomar un rumbo diferente a mi vida?.
No sé, la última opción me parece tan tentativa. Siempre quise alejarme del resto del mundo, como si quisiera desaparecer, irme a un pueblo y vivir ahí, rodeado de la naturaleza, pero a la vez, se me antoja vivir en esos pueblos que parecen irreales, que parecen de cuentos de hadas y de tiempos antiguos... Quiero un lugar donde nadie me conozca, una vida que pueda iniciar de cero. Donde no le deba nada a nadie. Donde no tenga responsabilidades, solo preocuparme por mi mismo.
Suspiro al pensar eso, realmente quisiera irme lejos e iniciar mi vida por mi mismo, pero primero debía de encargarme de unas cuantas cosas primero.
— ¿Has hablado con Atem?. —
Timaeus está justo enfrente de mi, cargando a Yami mientras este duerme tranquilamente.
— Así es. — Me sente a su lado, hay unos pequeños bancos donde los padre se pueden sentar y jugar con sus hijos.
— Y... ¿Cómo está?. — Lo dice con un poco de curiosidad y cierta preocupación se puede notar en su rostro. — Sé que sus heridas eran algo profundas y que se las han tratado a tiempo. —
—¿Nunca has dejado de preocuparte por ellos, verdad?. —
Su silencio me responde mi pregunta.
— Qué afortunados son tus hermanos al tenerte. —
Él me voltea ver, incrédulo de mis palabras.
— Sí yo hubiera tenido hermanos menores, estoy seguro que sería casi como tú. — Volteo a verlo y nuestras miradas se conectan por unos minutos, luego, bajo mi mirada hacia Yami para contemplarlo.
—¿Casi?. — Me susurra.
— Sí. — Respondí. — Por lo que puedo ver. — Y saber... Es que eres muy solitario y mantienes tu distancia con el resto de las personas. Se nota que eres una persona seria y fría. Pero a pesar de eso, eres buena persona. —
Extendí mis brazos para que me diera a Yami, sin embargo en vez de eso, Timaeus se me acercó y me abrazo. Me quedé inmóvil en mi lugar, ¿por qué me estaba abrazando?, ¿hice algo para que pasará esto?, ¿o sólo estaba confundiendo las cosas?.
— oh... ¿Tim?. —
Pov Timaeus..
Abrace a quien debía de ser mi esposo y no el de mi hermano, pero debía de soportarlo.
Atem se me había adelantado en conseguir a Yugi, en ser su amigo, en ser su todo.
Y yo... Yo solo quedé como una sombra.
Escuche su voz preguntar por mi, estaba seguramente confundido. Pero yo, únicamente y solo por primera vez quería sostenerlo entre en mis brazos.
Una última vez, antes de renunciar a él...
O tal vez... ¿Debería de esperar mi turno?.
— arak lahqana ya habiya al'awla.. —
—¿Uh?. — Me separa de él y me ve nuevamente a mis ojos, su mirada me muestra profunda curiosidad por lo que he dicho, espero y no haya comprendido nada de lo que he dicho o en definitivamente me sentiré avergonzado, pues soy de las personas que no muestran mucho afecto, pero que cuando lo hacen, lo hacen con acciones.
—¿Tú también sabes hablar diferentes idiomas?. — Me pregunta alegremente mientras se acerca más a mí.
“Muy cerca.”
Mis mejillas se sonrosan al estar tan de él.
—¿También?. — Le preguntó, no puedo dejar pasar por alto esa pregunta. — ¿Te refieres a Atem?. — Él niega.
— Haku. — Pude sentir como mi corazón se acelere por la impotencia.
No otra vez, la misma historia se estaba repitiendo, pero ahora con Yugi.
— Haku, ¿te ha dicho algo?. —
— La verdad es que no comprendí lo dijo, pero sonaba muy bonito como lo pronunciaba, cómo tú. — Ahora mis mejillas adquieren un poco más de color.
— Quisiera decirte lo que me dijo Haku, pero no sé nada del idioma... Por cierto, ¿son mitades egipcios, cierto?. — Asiento. — ¡Oh!, ¡con razón suena muy lindo las palabras en ustedes!. — Me sonríe. — Algún día espero aprender el dialecto para poder volverles lo que sea que me estén diciendo. —
—¿Crees que te estamos ofendiendo?. —
— Bueno, no tengo idea. Pero si es así, yo también espero devolverselas, pero el triple de lo que ustedes me estén diciendo. —
Oh, Yugi, si supieras lo que te decimos... Y si nos pagarás con el triple, nos los devolverías con tu amor y con la entrega de tu cuerpo.
Estarías encadenado a nosotros tres, sin poder escapar, aún que quisieras. Estarías en el infierno mismo pero a la vez en el cielo, disfrutando de diferentes placeres.
— Pues debes aprender rápido. — Le doy un gentil golpe en su barbilla, él sonríe comprendiendo que es una broma, veo directamente sus labios.
—¡Waaaa!. —
—¡Auch!. —
—¡Y-Yami!. — Yugi retiene la pequeña mano de mi sobrino, este a jalado uno de mis mechones con un poco de fuerza, lo suficiente como para distraerme de mi objetivo. — Lo lamento, no sé por qué hizo eso. —
— No hay problema. — Le digo al tricolor de ojos amatistas. — Tal vez fue una Pesadilla la que tuvo. — Veo a Yami y este pareciera que se burlaba de mi.
“Salió idéntico a su padre... Aleja a cualquiera que intente acercarse a su propiedad.”
No se por qué, pero sonreí ante la idea.
“Yami tendra a una buena «mamá» y Yugi tendrá un «hijo» que lo sobre-protegía con dientes y garras, cuál cachorro de león.”
— Niño. — Le revuelvo el cabello a Yami, este cierra sus ojos dejándose llevar por mi caricia. Me acerco a él y le susurro a la par de su oreja: — himayatan 'umuk. —
Y me aleje de él.
—¿Qué le has dicho?. — Me pregunta Yugi.
— Qué tenga dulces sueños. — Mentí.
— Oh, qué lindo de tu parte. Tim.—
—¿Tim?. —
— Lo siento, no te pregunté si podía llamarte así... ¿Puedo?. — Me hace ojos de cachorro, ¿cómo podría negarme ante eso?.
— No hay problema. Dime cómo quieras, excepto por apodos cariñosos. —
Asiente.
Me levanto, dispuesto a irme. Debería de llamar a Haku y decirle que al menos debería de vigilar a Yugi desde una distancia produnte y de paso, que vigile muy bien los lo vientos de Sekemeth. No quisiéramos que aquel incidente de hace años volviera a repetirse. Aparte, me gustaría saber que fue lo que le dijo a Yugi.
Pero antes de siquiera irme, debía de hacer algo.
— Antes de irme. —
—¿Sí?.—
— Te debo un desayuno . —
Yugi abre su boca para decir algo;iba a negarse, lo cual no podía aceptar.
—No aceptó un no por respuesta. — Entonces Yugi sella nuevamente sus labios. Pero así me dice:
— No lo sé, no creo tener tiempo, debo de cuidar a Yami a Atem, trabajar e ir a la escuela, no puedo... Lo siento. —
—Entonces, en vez del desayuno. Te invito a cenar. — Yugi me ve atento como si supiera lo que voy hacer. — Desocupa un día de trabajo, de escuela y de tus deberes, yo también lo haré. Y entonces, cenaremos, claro, solo para conocernos mejor. —
“Debo establecer límites. Me jure no ser como mi padre.”
— Y no sé, tal vez mi empresa esté interesada en tus proyectos que tengas para la empresa. — Le digo. — Ve esto, como una reunión de negocios. Cómo socios. —
— Ya entiendo. — Me dice.
—Sí, bueno. Te veré luego. Por favor dile a mi hermano que deseo que se recupere. —
Con esas últimas palabras, me retiro de la habitación y del hospital, pero apenas estaba en el estacionamiento vi a cierto peli-negro que estaba cruzado de brazos.
— ¿Vienes a ver a Yugi?. —
—De hecho vengo a ver a Atem. —
—¿Esa es tu mejor excusa, Haku?. —
—No es ninguna excusa, Timaeus. Vengo a verlo. Quiero saber como esta. —
— Por lo que se, esta bien. —
—Bien. Entonces me retiro. —
Haku da media vuelta, esta dispuesto a irse, lo que me sorprende es que no haya preguntado por Yugi.
—Por si te interesa saber. Yugi también está bien. — Haku para de caminar, me voltea de reojo. — Y Yami también lo está. —
—¿Su estado de salud?.—
— ¿De Yami?, Por ahora está bien. Pero, por lo que supe del doctor de pediatría quién lo atiende, su corazón lentamente se pone más débil cada día. —
—Entiendo. — Me dice Haku, no me hace otra pregunta del como se esa información, ya que él sabe que tengo mis métodos. – Estaré al pendiente de ellos, si es lo que quieres. —
— Sí es lo que queremos. — Le rectifico. — ¿Te olvidas que a ti también te gusta Yugi?. —
— A los tres, ¿no?. —
Suelto una risilla.
— A mí me gusta. Pero, ya sabes como soy. —
—Pusiste tus límites. — Me dijo.
—Tal vez yo estoy fuera del juego, temporalmente. ¿Pero que hay de ti?, ¿piensas dibujar también tus líneas?. —
— Sí. — Es todo lo que me responde y después vuelve a caminar lejos de mi alejándose en medio de la penumbra y después ya no lo veo más.
Qué complicado es el amor.
*Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro