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22:Necesidad Y Deseo.

— ¡Ah... Ah! ~°—

–¿Se siente muy extraño?. — Pregunte con curiosidad. Una sonrisa ladina. Y ese extraño brillo que fluye en mis ojos carmínes como la sangre. — ¿Te gusta?.—

— S- Siente muy extraño. — Habla Yugi entre jadeos y con las piernas abiertas hacia mi. — P-pero me gusta. —

—¿Te duele?. — Le pregunto suave hacia el tricolor. Este, niega con sus mejillas ruborizadas mientras trata de no gemir tan alto, ya que no quería que nadie escuchara a pesar de estar solos en mi casa. .

—¿Esto... Ah.... Es seguro?. — Yugi esta nervioso, hace media hora iniciamos con poder darle placer al otro, debido a que Yugi tenía curiosidad por saber que se sentía tener un orgasmo real y claro yo, ya un poco más vivido que él, le ofrecí la experiencia.

— Más seguro de lo crees pequeño. — Le consuelo, a Yugi le gusta cuando yo hablo tan seguro de mi, le hace sentir protegido. — Ahora te llenaré de besos, ¿está bien?. —

— ¿Besos? , ¿tan pronto?. — Pregunta mi menor intentando reincorporarse, pero se le dificulta debido a que estoy en medio de sus piernas chupando su viralidad despierta, jamás creyó ser tan sensible ahí y jamás imagino que se sentiría tan bien.

“Con que esto es tener sexo oral.”, se dijo Yugi en su mente.

Fue entonces cuando pase mis manos hacia su camisa. Yugi sintió su camisa escolar ser desabotonada hasta el final, Hice aún lado la prenda. Yugi se dejaba hacer por mis manos el recorrido de su cuerpo, era suave.

“Se siente extraño cuando me toca.” Se dijo mentalmente Yugi.

—¿Por qué son necesario los besos?. — Preguntó curioso el tricolor de ojos amatistas.

— Pará sentirse amado, querido y protegido. Así le dices a la persona que la quieres mucho y que la deseas profundamente. — Le explique  con cariño mientras mis manos acariciaban gentilmente su espalda.

— ¿Y si solo quiero tener sexo y ya? ¿Debo también de complacerlo con besos en todo su cuerpo?. —

— Solo si quieres. — Respondí — Pero yo diría que solo lo uses cuando estés haciendo el amor. —

—¿Uh?. — Me vio confundido. — ¿Hacer el amor?. —

— Es como el sexo, pero no lo es. Al hacer el amor, lo haces con la persona que más amas, con la persona que estuviste esperando todo el tiempo para compartir tu vida. Al hacer el amor, el toque de la persona amada es diferente, se siente diferente porque sabes que te estás entregando en tu totalidad; tu cuerpo, tu alma, tu espíritu. Todo de ti, lo compartes con tu persona querida. — Le explico, mis manos ahora están tentando contra sus pezones rosados, esos botoncitos que me incitan a jugar con ellos hasta él cansancio. — El sexo tiene variantes, Yugi. — Mi voz se va haciendo ronca, noto como Yugi gimió ante eso y sus mejillas se vuelven más rojas, adoro ponerlo de esa manera. — Sexo oral. Sexo tradicional. Sexo anal. Etc... — Me acerco a su oído soltando mis palabras, Yugi cierra sus ojos poniéndose más rojo que nunca. — Puedes hacerlo de muchas maneras, ¿quieres aprender?. —

— ¿Me enseñarías?. — Su dulce voz y sus ojos amatistas que ahora me ven hacen que solo me descontrol un poco más. Quiero hacerlo mío.

— Claro que sí. —

×××

Despierto por unos murmullos, unos cuchicheos que me obligan abrir mis ojos y para cuando lo hago noto que tengo a tres enfermeras viendome con sus sonrojos notables.

— ¿Se les perdió algo?. — Al hablar puedo fijarme que ellas despiertan de su mundo, me niegan y luego salen de la habitación como si el diablo las estuviera correteando.

— Tsk, ni siquiera me dijeron a que venían, ¿creen que pueden entrar a mi habitación así como así solo para verme?.. — Me queje. No podía creer que esa enfermeras me hallan despertado de un buen sueño.

Levantó la cinja de la camilla y noto mi severo problema entre mis piernas.

— Menuda mierda. — Ahora debo de ir al baño y atenderme, espero poder llegar sin dificultad alguna. Odiaría ser ayudado por una enfermera o enfermero viendo mi situación.

Me levanto como puedo, me quito el catéter de mi brazo, algunas gotas de sangre caen sobre la camilla, lo cual me tienen sin cuidado alguno.

Una vez parado, camino hacia el baño para poder atenderme.

Me encierro en el cubículo, pongo mis manos sobre la pared, bajo la mirada y noto que mi ereccion está esperandome hacer atendida.

—¿Por qué ahora?, solo me quedé dormido unos minutos. — Me dije. Pero aquel sueño fue el que tranquilizó mis Pesadillas y tan bien se que el provocó ese sueño fue Yugi con sus palabras que me dijo.

— Joder.— Mis mejillas se ruborizan al pensar en Yugi. Aquel deseo tan pecamiao que tenía por él, volvía a resurgir con fuerza. — Esto no puede estar pasándome. No de nuevo. — Hable con voz ronca mientras sujetaba mi miembro y acariciaba con la yema de mi mano la punta para comenzar a mastubarme. — Yugi~ — Gemí su adorable nombre con necesidad.

Debe de haber pasado mucho tiempo en que no me tocó, ni siquiera desde  ruptura con Amelia no he tenido sexo.

Tan urgido estoy, ¿que ahora llamo el nombre de mi aibou?.

Espera... ¿Qué acabo de pensar?, ¿aibou?.

— Hikari ~—  Gemí su segundo apodo con anhelo. Deseaba que él me tocará, que él fuera quien me complaciera. Quería gritar su nombre. Quería tenerlo aquí conmigo.

Espera, no. Eso no era correcto. No podía permitirme el derecho de desear algo imposible.

Aún no me reconcilio del todo con él, primero debo de ganarme su perdón.

— Ah~°—

¿Y cómo haré eso?.

×××

Pov Yugi

Me encontraba en el comedor del hospital, sentado y en una mesa procesando todo lo que me acontecía y lo que había vivido.

—¿Qué haré cuando el Señor Sekemeth me pida trabajar con él?, ¿cómo voy a evitarlo?. —

Trataba de buscar una solución.

Bebí un poco de mi café, el sabor de un café americano siempre me despertaba por las mañanas y me ponía activo para realizar mis actividades.

— Debo de hablar con Atem. —  Me decidí por fin. Necesitaba orientación con este asunto y viendo cómo estaban las cosas, que mejor que hablar con Atem, ya que, suponiendo lo que me dijo Timaeus, Atem era el que sabía más sobre Sekemeth.

Me pare dispuesto a regresar con Atem, pero antes de eso fui a la guardería para cerciorarme de que Yami estuviera ahí. Y cómo lo esperaba, Yami estaba seguro entre los brazos de Timaeus quien al parecer le leía un cuento infantil.

No deje que me viera, estaba seguro que si Timaeus me viera dejaría de lado todo para luego excusarse de que tenía mucho trabajo.

Desearía poder tener un teléfono, con lo que ha pasado ni siquiera he podido comprarme uno. Haku me dijo que me iba a dar uno nuevo para organizar mi agenda, pero con el percanse que nos llevamos, ya no se pudo.

Sin foto y con la cabeza llena de preguntas de como iba a preguntarle a Atem sobre su padre, me dispuse a marcharme hacia la habitación.

Un rato después llegó, tocó tres veces y sin recibir respuesta paso hacia la habitación donde me encuentro con Atem recostado en su camilla mientras una enfermera de edad avanzada le regalaba por haberse sacado la intravenosa sin autorización.

Atem sólo se disculpaba y decía que se lo sacó porque necesitaba ir al baño.

— Niño, solo debías de llamar a una enfermera. — Le dijo la ancianita

— ¿Pedirle a las enfermeras pervertidas?, no gracias. Por eso pedí un cambio de inmediato. — Contestó Atem relajado y luego se dio cuenta de mi presencia.

— Ay esas niñas. — Se quejo la dorable ancianita para luego salir y cerrar la puerta detrás de mi.

—Te tardaste más de los diez minutos acordados. — Me dice en tono serio pero con una ligera sonrisa en sus labios.

— No sabía que medias mi tiempo. — Conteste de vuelta mientras me acercaba a él.

— Soy así, ¿no lo recuerdas?. —

—¿Uh?. — Note una mirada extraña en sus ojos, parecía que examinaba cada movimiento de mi cuerpo.

Esa mirada... ¿Dónde la había visto antes?.

— ¿Qué?. — Me interroga.

— Nada. — Contestó y me siento en aquel silla donde pasé la noche. —Necesito hablar contigo de algo. —

— ¿De qué?. —

Aún me sigue viendo con esa mirada profunda. Me encantaría saber que está pensando y del por qué me ve los labios.

— Es de tu padre. —

Sus ojos ahora se fijan en los míos.

×Continuará...

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