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IX

Nina se encontraba en su tienda de discos favoritos. Estaba comprando un par de películas que pensó podría ver con Lía después. Era bueno retomar ciertas actividades para volverse a unir como pareja. Le llamó la atención ver a una chica muy parecida a Kaedi que estaba cerca, llevaba a un pequeño con el cabello rizado muy similar al de ella. De pronto, una mujer castaña se acercó tomando su su mano. Aquello parecía el encuadre familiar perfecto. Tomó una fotografía, sabía que Lía debía verla de inmediato.
"Nina: Debiste haberme dicho que Kaedi tenía una familia, así no habría hecho una tonta escena de celos".
Lía leyó aquel mensaje adjunto a aquella fotografía. No podía creerlo, pero no dejaba de lado aquella posibilidad. No conocía tanto a Kaedi como para creer que no fuera verdad.
Era imposible no sentir un poco de decepción, luchó por convencerse de que aquello que sentía no eran celos. Quizá era simplemente una especie de incomodidad porque Kaedi había pasado por alto un detalle importante. Decidió no contestarle a Nina, y mejor llamar a su amigo Fabián esperando que éste pudiera aligerar un poco la repentina noticia.
Veámonos en los bolos. Después pasamos al Karaoke, vamos, Lía, anímate.
La chica sonrió. Le encantaba esa idea, pensó en invitar a Nina para que ambas salieran esa noche. Hacía tiempo que no salían juntas y aquella era una oportunidad perfecta. Se dio una ducha, y esperó a que su novia llegara.
—¿Vas a salir? —preguntó la rubia al verla algo arreglada.
—Fabián nos invitó a los bolos y de ahí al karaoke. Cámbiate, nos están esperando.
Nina arrojó las películas que había comprando en la tienda de discos sobre el sofá y caminó rumbo a la habitación.
—Sabes que no me gusta el karaoke y tampoco me agradan tus amigos. Especialmente Fabián, ¿lo olvidaste?
Lía negó. Bajó No podía creer que fuera así de antipática. Su relación con Fabián era de años y a pesar de los tropiezos había demostrado que era un buen amigo y respetaba su relación con Nina.
—¿Es en serio? ¿Vas a hacer esto nuevamente?
—¿Yo soy la que hago las cosas? Lía, sabes perfectamente lo que pienso de Fabián y también sabes que no soporto el karaoke. Si quieres salir adelante no te voy a encerrar.
Caminó hacia la habitación que ambas compartían, mientras Lía comenzaba a recoger sus cosas.
—Definitivamente eres imposible, Nina —dijo en un tono bastante molesto.
Azotó la puerta detrás de ella y caminó rumbo a la casa de Fabián que en realidad no estaba muy lejos de ahí.
Eran apenas un par de cuadras y no podía dejar de pensar en la situación.
Se dio cuenta que poco a poco iba perdiendo los ánimos para una noche de rumba con sus amigos. Se sentó en la banca de un parque y contempló la oscuridad de aquel lugar bajo un farol de la avenida. Sacó su teléfono pensando que hablarle a Nailea sería lo mejor, ella siempre lograba sacarle alguna sonrisa. Pero no quería molestarla, además la conocía, ella ya debía estar en algún club de moda con sus sofisticados amigos. Así que quizá, hablarle a Kaedi sería mejor opción. Lo meditó durante un rato más hasta que finalmente encontró la voluntad para hacerlo.


Lía sonrió, sin duda compartían eso en común. Preferían un viernes en casa que de rumba toda la noche.

Kaedi duró unos segundos en contestar. En ese instante, Fabián le había enviado un mensaje también. Diciendo que la estaba esperando. Lía le contestó, explicándole que había ocurrido algo y era imposible verlo esa noche. Fabián pensó que quizá Nina la tenía demasiado controlada, nada extraño desde que habían iniciado su relación.
Su teléfono volvió a sonar. Era Kaedi:

Lía tomó un taxi, en menos de diez minutos llegó a la dirección que le había dado. Subió al piso que le había indicado y cuando estuvo en la puerta un nerviosismo la invadió. Ahí estaba, a punto de pasar un viernes por la noche con otra chica. Tocó un par de veces hasta que se abrió la puerta.
Kaedi llevaba una playera de tirantes negra y unos jeans holgados y rotos que caían justo en su cadera, dejando ver un poco de su vientre. La invitó a pasar con una sonrisa en la boca mientras la guiaba dentro. Se sentía cómoda en el lugar, la sala era sólo un sillón y una mesa de centro en la cual Kaedi tenía un par de pipas y una taza de café humeante. Se dio cuenta de que el lugar parecía bastante sofisticado, pero al mismo tiempo tenía un estilo despreocupado y minimalista. Había lámparas extrañas, cuadros de pinturas abstractas y muchos libros en un hermoso librero enorme hecho de caoba.
—Vaya, lindo lugar.
—Gracias —respondió invitándola a tomar asiento—. ¿Te ofrezco algo de beber? Agua, té, vino, cerveza ¿algo más fuerte?
—Vino está bien.
Fue por un par de copas y una botella de vino que tenía casi nueva desde la última visita de Salvador. Lía aprovechó para dar un vistazo a todos lados, no parecía que aquel lugar fuera un hogar. Se acercó al librero y encontró la fotografía de un pequeño de cabellos rizados y una de Kaedi junto a una mujer mayor que por sus rasgos, supuso, debía ser su madre. Le extrañó que no hubiera indicios de que alguien más viviera con ella en ese lugar. En ese instante la chica regresó.
—¿Sucede algo? —preguntó observando a Lía que fingía estar inmersa en algunos de los libros.
Negó, pero a Kaedi le dio curiosidad que continuara mirando la fotografía de su hermanito.
Lía estaba avergonzada, decidió que lo mejor era preguntarle de forma directa sobre el pequeño y la mujer con quienes Nina la había visto. Le mostró la fotografía y al verla Kaedi sonrió.
—Él es Karim, mi hermano —sacó su móvil y comenzó a mostrarle más fotografías del pequeño y de la misteriosa mujer—... ella es Sol, la esposa de mi papá.
Lía suspiró. Se sentía muy tonta. De repente su rostro se había puesto rojo y parecía un poco torpe y nerviosa. Por su cabeza solamente podía pasar la intención que había tenido Nina al enviarle esa foto, y casi asegurar que Kaedi era una mujer con un fuerte compromiso.
—Me siento tan estúpida ahora —confesó, llevándose las manos al rostro.
Kaedi sujetó las manos de Lía con ternura, descubriéndola.
—Está bien, ¿cómo podrías saberlo? Aunque debo admitir que la capacidad de tu novia para atar cabos es bastante fantasiosa.
Lía sonrió, después de suspirar se dejó caer sobre el sofá sintiéndose un poco deprimida, pero al mismo tiempo aliviada.
—La verdad ya no sé qué hacer con ella. Un momento está bien y al siguiente se desata una guerra campal por cualquier estupidez.
Kaedi le preguntó cuál había sido el motivo de su reciente discusión como cualquier amiga se habría interesado. Pero para Lía no era como platicarlo con Nailea o Fabián, hablar de eso con ella comenzaba a tener otro significado. Después de titubear un poco, decidió contarle lo de la salida con sus amigos. Al parecer, Nina era incapaz de simpatizar con los amigos de su novia, además de ser una celosa compulsiva.
—¿Y por qué no fuiste? aún estás a tiempo, no dejes que te arruine la noche.
Le pareció lindo que Kaedi se interesara más por el tema de su diversión de esa noche que por poner a Nina en la cruz.
—No lo sé, ya ni siquiera siento ánimos.
—¡Anda! ¿Qué puedes perder? después de todo ya está enojada
Kaedi se puso de pie y le guiñó un ojo para hacerla sonreír.
—¿Irías conmigo?
Aquella pregunta le había caído de golpe. No creyó que fuera la mejor de las ideas, pero después de alentarla se dio cuenta de que no podía negarse.
—Claro, suena divertido.
Una sensación extraña comenzó a invadirla, tenía tiempo sin sentir un calor como aquel. Vio a Kaedi ponerse de pie y caminar a su habitación para cambiarse la ropa. Parecía entusiasmada, tal y como habría esperado que Nina reaccionara. Se acercó lentamente hasta la puerta de la habitación de donde salía el delicioso aroma de su perfume. Vio la espalda de Kaedi desnuda mientras ésta se cambiaba de playera, pero la chica giró de repente y la descubrió en el marco de su puerta. Su rostro se sonrojó por completo mientras intentaba justificarse por estar ahí en ese instante
—No te espiaba, lo siento...yo solo...
—Como sea, vámonos ya —dijo Kaedi, restándole importancia a lo que había sucedido.

***

Llegaron al pequeño bar y de inmediato todos mostraron curiosidad por su acompañante, quien comenzaba a llevarse bastante bien con sus amigos, principalmente con Fabián que había quedado fascinado con su personalidad y su singular belleza.
—Dime la verdad, Lía ¿te estás acostando con esa chica?
—¡Fabián! ¡No, por Dios! Sabes que estoy con Nina.
El chico hizo un gesto decepcionado y suspiró. Estaban apartados de los demás que ahora cantaban en el Karaoke.
—Pues haces mal. Si fuera tú no dejaría ir a esta chica, es amable, simpática, mucho más agradable de que ya sabes quién y tiene una belleza peculiar.
Lía buscó a Kaedi con la mirada. Estaba justo en el micrófono, cantando una canción de Guns'N Roses con tal naturalidad y desinhibición. No desafinó en ninguna de las notas e inclusive la vio menearse al ritmo de la melodía de un lado a otro. Lo disfrutaba, tanto como ella disfrutaba mirarla.
—Sólo mírate, pareces hechizada por ella.
Miró a Fabián con desaprobación, no iba a exponerle ninguna de sus emociones en ese momento. Kaedi era una chica espectacular, quizá la mujer ideal, pero ahora mismo ella estaba con Nina. Amaba a su novia, a pesar de todo. Y aunque Kaedi se llevara bien con sus amigos, eso no significaba que como pareja ellas podían funcionar. Ahora mismo eran amigas, y eso parecía suficiente para ambas.
Continúo mirándola mientras seguía cantando la parte final de November Rain, uno de los amigos de Fabián había puesto sobre la cabeza de Kaedi un sombrero como el de Slash. Estaban fascinados mientras Kaedi fingía tocar una guitarra invisible. Había risas, un buen humor lo inundaba todo, incluso el corazón de Lía. Todos aplaudieron al finalizar el espectáculo y Lía se acercó a ella.
—Tienes talento, Slash.
—Bueno, hay cosas que aún no conoces de mí.
—¿En serio? pues cuéntamelo todo
Kaedi la miró fijamente, de repente recordó a Lucía y la sonrisa se borró de su rostro. Su primera cita había sido en un bar como aquel, había karaoke y personas cantando. Sin duda era mal lugar para una primera cita. Era imposible intentar mantener una conversación. Sin embargo, Lucía se había animado a cantar un par de canciones, y así mismo Kaedi. Después de un par de tragos, salieron. Caminaron hasta la playa mientras conversaban sin parar. Jamás había encontrado a alguien tan fascinante como ella y estaba segura de que no lo haría ni en mil años. Cuando el sol estuvo a punto de salir, Lucía la tomó del rostro y la besó con ternura hasta que la luz iluminó la bahía.
—¿Kaedi? —escuchó decir a la voz de Fabián que ahora la observaba—. ¿Estás bien?
Únicamente asintió con la cabeza aun algo desorientada por aquel recuerdo. Vio sobre el escenario a Lía, se contoneaba de un lado a otro cantando una melodía lenta de Depeche Mode:

"Things get damaged
things get broken
i thought we'd manage but words left unspoken
left us so brittle
there was so little left to give"

La noche transcurrió al ritmo del vino y las charlas amenas. Durante todo ese tiempo Kaedi permaneció sorprendida por lo maravillosa que era la compañía de Lía que parecía más relajada, hacía chistes, y bailaba con gracia al ritmo de cualquier canción sin ningún problema. Algo inusual para una chica tan sosegada.
Después del baile, ordenaron algo de comida, Lía puso una patata con queso en su boca, y compartieron una malteada. Cualquiera hubiera pensado que estaban juntas, pero no era así, eran amigas, quizá podían llegar a ser las mejores algún día.
Pasadas de las doce de la madrugada Kaedi llevó a Lía a su departamento. Estaba haciendo frío, así que decidió prestarle su suéter sin problema. Cuando la caribe estuvo estacionada, Lía se despidió:
—Muchas gracias por todo —dijo mientras comenzaba a quitarse el suéter.
—Gracias a ti por invitarme, la pase muy bien.
Lía arrojó el suéter de la chica al asiento trasero y se le quedó mirando. Tenía una expresión que jamás había visto antes. Miraba sus labios con insistencia y en ocasiones bajaba la mirada como si estuviera invitándola también. Lía quería besarla, quería poder sentir el sabor de su saliva y la suavidad de sus labios como lo deseó en el campamento mientras evitaba que le diera hipotermia. Se acercó lentamente a ella, esperando la respuesta a eso que se respiraba en el aire. Pero Kaedi fue quien desvió su boca para inmolar un beso en su mejilla.
—Descansa. Te llamo mañana, ¿de acuerdo?
Aceptó aquello. Esperaría esa llamada con ansias, así como tendría que esperar el momento perfecto para ese beso.

***

Encendió un cigarrillo tumbándose en su sofá. No dejaba de pensar en lo que había ocurrido al despedirse de Lía esa noche. Ella esperaba un beso, quizá esperaba más de lo que podía entregarle. Ya no se trataba del plan, la "misión Lía corazón de hielo" podía irse al carajo. Ahora todo comenzaba a ser un sentimiento real. Tan real como el hormigueo que le producía haber compartido unas patatas. Ahora que viniera a su mente dolía. Sus dedos rosando sus labios, sus manos tocando las suyas, su mejilla...
Exhaló el humo del cigarro y se llevó el brazo a la cara para tapar sus ojos.
Una llamada entró desde su computadora, era Lucía. Kaedi se emocionó de que tuviera tiempo para verla aunque fuera un rato, después de su última llamada las cosas se habían puesto incómodas. Solo podía pensar que aquello sería una buena oportunidad para arreglar la situación.
Hola, mi amor ¿qué haces aquí tan tarde?
—Salí a tomar algo con una amiga, me da gusto verte.
A mí más, ¿no tienes sueño?
Kaedi negó. En realidad tenía muchas ganas de conversar con ella, la había estado pensado noches atrás y estaba feliz de poder escuchar su voz.
Comenzaron a charlar sobre la vida de la psicóloga en Barcelona, el doctorado y cualquier cosa de su día a día.
No hago mucho, apenas si tengo tiempo para mí. Pero este lugar te encantaría, lo sé. Hay demasiada poesía en todos lados.
Kaedi sonrió, había olvidado por un instante lo hermosa que era Lucía, con una herencia sudamericana, de padres boricuas. Tez morena, de cabellos quebrados y labios gruesos y los ojos tan negros y penetrantes como seductores.
¿Y a ti qué tal te fue con tu amiga? ¿Fue Nailea?
—Me fue bien, muy divertido. Y tengo días sin ver a Nailea, apenas contesta mis mensajes.
Que mal... ¿y tu amiga es guapa?
—Lucía...
Kaedi sabía hacia donde iba aquello. Vio sonreír a su chica pero estaba segura de que esta vez esa pregunta no era con afán de ser bromista sino curiosa.
Está bien... sólo me dio curiosidad.
Hubo un extraño silencio en aquella conversación, era la primera vez que algo así sucedía.
—Estás muy callada ¿todo bien? —preguntó observando que Lucía continuaba mirando fijamente a la pantalla pero sin decir nada.
Sólo te observo. Me gusta mirarte porque eres hermosa.
—Basta, doctora, hace que me sonroje.
La chica sonrió. Mientras Kaedi le daba una última bocanada a su cigarrillo.
Ahora que lo recuerdo usted, señorita, me debe una sesión de fotografías sexys...
En ese instante el celular de Kaedi sonó, era Lía, preguntándole si es que estaba dormida y si podía hablar con ella. Al parecer no había podido conciliar el sueño. Ignoró el mensaje y comenzó a sacarse la blusa frente a su computadora.
—¿Estás lista? —preguntó, mirando a Lucía con los codos apoyados en la mesa y las manos en la barbilla. Observándola.
—Siempre estoy lista para algo de ti.
Kaedi dejó caer su blusa, exponiendo sus pequeños pechos y el tatuaje que llevaba en el hombro.
Oh por Dios —dijo de repente y mirando la cara de pánico de Kaedi.
—¿Qué pasa?
Lo siento, no quería asustarte —contestó mientras reía a causa de la expresión de su chica—. No sabes las ganas que tengo de estar allá y poder tocarte.
Kaedi esbozó una leve sonrisa retorcida, ella también lo deseaba con todas sus fuerzas. Pero ahora mismo veía aquella posibilidad más lejana que al inicio.
Dime algo, Kaedi... ¿Aún quieres venir a estudiar acá?
Aquella pregunta la había tomado por sorpresa. Pero sin duda estudiar en Barcelona habría de ser la mejor experiencia del mundo. Asintió, pero el rostro de Lucía no parecía el mismo, había una expresión gris en su mirada, como si tuviera el corazón roto.
—Aun quiero ir a Barcelona, no hay nada que quiera más.
¿Ah sí? ¿Segura que no existe nada más que te ate allá?
—No entiendo a qué te refieres —contestó.
Lucía se llevó las manos al rostro y suspiró. Era evidente a donde iba, así como era evidente que no quería sonar como un psicótica pero no encontraba la manera adecuada de plantear aquel argumento.
Sabes a lo que me refiero, ¿hay algo o alguien que te impida venir a Barcelona?
Kaedi suspiró.
—No, no hay nada ni nadie. No sé por qué insistes con eso. Ya te dije que lo que pasó con ese chico no tiene significado para mí, me conoces.
Sí, es cierto, perdóname.
Volvió ese silencio incómodo. Ojalá hubiera podido tener el valor en ese instante para decirle la verdad. Pero lo cierto es que ni ella misma podía describir ese nuevo sentimiento.
—Me iré a dormir. Estoy cansada, ¿hablamos luego?
Lucía asintió parecía algo preocupada, pero aun así le regaló a Kaedi una sonrisa que evidentemente estaba tan forzada como su aparente tranquilidad.
Descansa, amor.

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