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Capítulo 9

En casa de los padres de Sandrine sonó el teléfono y atendió Katrina.

—Hola. —Escuchaba a su hija hablando del otro lado—. Bueno, bueno, cálmate.

—Ma, mis hijos mayores se escaparon —empezó a decir tratando de calmarse—, les dije lo de Vincent, reaccionaron mal, y creo saber a dónde fueron. Sé que es muy temprano y que a lo mejor están desayunando, pero tienen que ayudarme a encontrarlos antes de que lleguen a casa de Liam.

—Tranquila, de todas formas, estamos terminando. Vamos para tu casa primero y los buscamos juntos. —Ella le agradeció y colgaron.

—¿Qué pasó, mamá? —preguntó Grace.

—Tu hermana dijo que los mellizos se escaparon. —Salieron los tres y, un rato después, llegaron a casa de Sandrine, quien los esperaba afuera con Lester ya vestido para ir al Jardín.

—Qué bueno que vinieron. No creí que fueran a hacer esto —dijo mientras entraban—, pero es que no se me ocurre otro lugar al que puedan ir después de lo que les dije. —Trataron de calmarla. Grace fue a la cocina por un vaso con agua.

—Tranquila, vamos a encontrarlos —la consoló volviendo con el vaso—. Toma. —Le dio el vaso, y su hermana lo agarró y tomó.

—Ayer se enojaron mucho cuando les dije lo de mi novio —siguió contando—, pero nunca creí que fueran a hacer esto.

—Por suerte Lester no se fue —dijo Grace.

—Vamos, no creo que lleguen a casa del padre antes que nosotros —dijo Nigel—. La casa queda lejos.

—Bueno. Antes busco una foto de ellos así nos dicen si alguien los vio. —Fue a su pieza y sacó de un álbum una foto de los mellizos solos.

—Cálmate, ¿sí? Los vamos a encontrar —la consoló su papá.

—Eso te pasa por tener otro novio en vez de volver con papá —la culpó su hijo.

—No es el momento, Lester —lo retó Sandrine—. Vamos. —Lo agarró de la mano y salieron de casa. Se subieron al auto de Nigel y se fueron en busca de los mellizos.

***

—No aparecen por ningún lado —se preocupó Grace—. Sandrine, ¿ellos saben cómo llegar a casa del padre?

—No sé, pero estoy segura de que fueron allá a decirle, y no quiero imaginar cómo va a reaccionar si se entera de que ya tengo novio.

—Papá no les va a hacer nada —lo defendió el pequeño. Katrina vio a los chicos ir por una vereda a unas cuadras.

—¡Allá están! —señaló. Su marido fue en la dirección que su mujer apuntó, llegó a donde estaban sus nietos y estacionó. Sandrine se bajó y su padre también. Los mellizos intentaron correr, pero su madre los agarró a cada uno del brazo.

—¡Vengan acá ustedes! —Los hizo dar vuelta para que la miraran—. ¡¿Por qué me hacen esto?! ¡¿Qué les hice?! ¡Saben que no pueden andar solos en la calle!

—¡¿Qué esperabas?! ¡Tú le estás faltando el respeto a papá y a nosotros! —le contestó Emily.

—¡Tú dijiste que nos querías! —la acusó Keegan.

—No le griten a su mamá, acá los irrespetuosos son ustedes por haberse ido sin permiso —los retó su abuelo.

—Abuelo, teníamos que ir a decirle a papá lo del novio de mamá —se defendió Emily—. Él tiene que saber.

—Claro que no —los corrigió Katrina—. Eso se lo van a contar su tío y su otra abuela.

—Es verdad, además no pueden ir así nomás a decírselo —concordó Sandrine—. Y nos vamos ahora a casa, el transporte pasa a buscarlos en 40 minutos. —Los agarró de las manos y los hizo subir, junto con Lester, al auto. Ella y su familia se llevaron a los mellizos.

***

Ya en casa, Sandrine les agradeció por ayudarla a encontrar a sus hijos, cada uno se fue a su trabajo, y el transporte pasó a buscar a los chicos. Al mediodía, después de volver del colegio, Sandrine les dio un castigo a los mellizos.

Al otro día, se vistieron para ir al colegio. Sandrine vistió a Lester y luego les preparó la leche a los tres. Se sentaron todos.

—¿Ya no estamos castigados? —preguntó Keegan un poco cabizbajo y mirando a su mamá de costado, haciendo puchero.

—No, pero no se vuelvan a escapar. Ustedes nunca habían hecho algo así —se preocupó.

—Tú nos obligaste —la acusó su hija.

—Miren, el que yo salga con otro hombre no quiere decir que los haya dejado de querer. Ustedes son mis hijos, y los voy a seguir queriendo sin importar con quién salga. Ya se los había dicho.

—¿Lo prometes? —preguntó Lester.

—Sí. Entiendan que son distintas formas de querer.

—Nosotros preferimos que salgas con papá —insistió Keegan.

—Sobre eso. Ustedes iban a decirle a su papá lo de mi novio, pero como el abuelo les dijo, es algo delicado. ¿Qué iban a hacer si él reaccionaba mal?

—No sé, pero él no nos iba a pegar —dijo Emily.

—Tal vez, pero, ¿cómo iban a calmarlo? Su tío Noel va a decirle y él va a saber cómo controlarlo.

—Bueno, pero a Vincent no lo queremos —se encaprichó Keegan.

—Ni siquiera lo conocen, denle una oportunidad. Ya les dijimos que no todos los padrastros son malos.

—No, pero lo mismo —contestó Lester. Terminaron de desayunar, llegó el transporte, y ella se fue a la escuela de danza.

Otro día, ella estaba hablando por teléfono con su novio.

—¿Pero por qué no me avisaste? Así yo también te ayudaba a encontrarlos.

—Si los encontrabas tú, se te habrían escapado en cuanto te vieran. Y tampoco hubiera sido bueno que Lester te viera en mi casa, no era buen momento para que te conozcan.

—Tienes razón. Esto debe ser difícil para ellos, pero yo quiero que nos llevemos bien.

—También quiero eso, no me gustaría que peleen todo el tiempo.

Mientras, Noel iba a lo de su mamá.

—¿Liam dónde está? Necesito decirle algo —dijo luego de saludarla.

—En su pieza. ¿Puedo saber qué es?

—Es sobre el novio de Sandrine —contestó susurrando, y su mamá entendió, aunque viendo venir un escándalo. Noel subió la escalera y entró en la pieza de su hermano, quien estaba durmiendo. Se dio vuelta, se despertó y lo miró

—Noel. ¿Qué hora es? —preguntó mirando el reloj medio dormido.

—Las siete. —Se sentó en el borde de la cama, y su hermano se incorporó—. Tengo que decirte algo y preferí decírtelo personalmente.

—¿Qué es? —Su hermano se quedó callado—. Noel, ¿qué pasa? Dime de una vez —insistió, poniendosé nervioso.

—Cálmate. Sandrine...Sandrine tiene un nuevo novio —soltó por fin. Liam quedó en shock al escuchar eso. Sentía que todo su esfuerzo por recuperarla se estaba yendo a la basura.

—No, no, no, no puede ser —negó—. Ella no me haría algo así. ¿Por qué me dices esas mentiras? ¡¿Por qué?! —se quejó empujandoló—. ¡Vete! —Se levantó, lo levantó a Noel del brazo y lo tironeaba para afuera—. ¡¡Vete, no te quiero ver!!

—¡No te estoy mintiendo! —se defendió soltandosé—. ¡¿Por qué inventaría algo así?! —A Liam le salían las lágrimas.

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