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Capítulo 24

Peggy fue al súper mientras su hijo dormía la siesta. Un rato después, Liam se levantó y fue al baño a echarse agua a la cara. Bajó, escribió en un papel y se fue. Su mamá volvió y vio el papel sobre la mesa. Dejó las bolsas en el sofá y leyó: "me fui a dar una vuelta."

Liam estuvo yendo de acá para allá por un par de horas hasta meterse en un bar.

***

Ya era hora de cenar y Peggy empezó a preocuparse. Llamó a Sandrine. Ella justo en ese momento estaba haciendo la cena, así que le pidió a su novio, quien ya se había mudado y estaba poniendo la mesa, que atendiera por ella. Vincent levantó el inalámbrico y le contestó a la exsuegra de Sandrine que Liam no apareció por su casa. Luego llamó a Noel. Su hijo mayor le contestó lo mismo y de paso que se tranquilizara, que Liam ya iba a volver. Ya era la 1 y Liam seguía en el bar. Estaba recostado sobre la mesa y con varios tarros de cerveza terminados. Se acercó el mozo a decirle que pagara y que tenía que irse. Liam al principio se rehusó a hacerle caso. El mozo le insistió, y Liam le tiró los billetes. Gritó un montón de cosas y se puso violento. El dueño le pidió al mozo que había atendido a Liam y a otros dos más que lo sacaran.

—¡Claaaro, tiene que pedirle a estos que me saquen porque me tiene miedo, ¿no?! —gritó mientras ponía resistencia. Los mozos lo echaron al fin, cerraron la puerta, y Liam la pateó.

***

Llegó a su casa. Trató de entrar la llave, pero por el alcohol, en lugar de meterla en la cerradura, tocó la puerta con ella. Intentó de nuevo y esta vez la metió bien y abrió. Entró y vio a su mamá, quién lo estaba esperando sentada en el sofá. Se levantó y fue hacia él.

—Hola —la saludó, y ella lo abrazó.

—Mi bebé, ¿dónde estuviste? Anduviste tomando de vuelta.

—Ya estoy grande, ¿no?

—No me gusta verte así. ¿Ahora se te dio por irte a emborrachar? Son las 2, no comiste nada. —Fueron al sofá a sentarse.

—Al menos es una forma de disminuir el dolor que siento.

—Pero no es bueno que estés así. No te ayuda en nada.

—Quédate un ratito conmigo, así sé que me quieres —le pidió entre mimos. Empezó a llorar y se recostó sobre ella.

—Sí te quiero, Liam. Por eso te digo esto. —Su hijo se quedó callado y apoyado en el pecho de su madre. Unos minutos después ella vio que se estaba durmiendo y lo hizo acostarse. Lo puso de costado, ya que Isabelle se lo había dicho alguna vez por si volvía a tomar, subió a buscar una colcha y volvió para taparlo.

A la mañana siguiente, Liam se despertó y fue a la cocina donde su mamá estaba desayunando.

—Buenas —saludó él.

—¿Cómo dormiste? —preguntó ella.

—Bien, pero me desperté con dolor de cabeza.

—Por la borrachera de anoche, y no es la primera vez. —Liam agarró una tira de aspirinas y tomó una—. Come algo.

—No tengo muchas ganas. ¿Qué hora es?

—Las 10. Ya llamé a tu jefe y le dije que no ibas a trabajar, que te sentías mal.

—Bueno —dijo y se recostó en la mesa.

—Liam, no pienses que exagero, ¿pero tú te estás volviendo alcohólico? Es la tercera vez que te deprimes y te vas a tomar a un bar hasta emborracharte. Ya sé que no fueron tres veces seguidas, pero igual empieza a preocuparme.

—No, ma. Si salgo a emborracharme, es porque necesito ahogar mis penas. A cualquiera le pasa.

—Sal de esto mientras puedas —le pidió—. Y todavía no entiendo por qué estabas triste el otro día en lo de Noel.

—Creo que es fácil saber por qué. No pude hacer que Sandrine vuelva conmigo, y mis hijos se hicieron amigos de ese infeliz. Me voy a servir café. —Sacó una taza de la alacena y se sirvió.

***

Liam siguió emborrachandosé y faltando al trabajo. Ni siquiera se molestaba en avisar, así que su mamá marcaba el teléfono por él y llamaba al restaurante para avisar; no iba a dejar que su hijo perdiera otro empleo.

Una tarde, fueron a visitar a Noel. Estaban en el patio. Peggy tenía a su nieto en la falda.

—No te veo muy bien, te ves cansado —notó Natasha.

—Es que no deja de preocuparme que mis hijos se estén llevando bien con ese tipo. Hasta Jenna le tomó cariño aunque ella no tenga nada que ver. ¿Qué tal si ya no me quieren, si ven a Vincent como su papá y me cambian por él?

—No confundas una cosa con otra, Liam. Si tus hijos aceptan a Vincent, eso no quiere decir que te cambien por él —le aclaró Noel.

—Así como ellos están aceptando la separación, tú también tendrías que tratar de seguir adelante —agregó Natasha.

—Qué raro que me digas eso último. Tú y Noel ya pasaron por una crisis matrimonial, que fue por mi culpa por cierto. Tendrían que entenderme.

—Lo de ellos fue distinto —le aclaró Peggy—. Lamento decirte que tú y Sandrine ya firmaron el divorcio.

—Ah y deja de tomar también, que ya me enteré —dijo Noel, señalando con el dedo. Liam revoleó los ojos, luego sintió que su sobrino le tocó la remera y lo miraba sonriendo. Se lo pidió a su mamá, y ella se lo dio. Jugó un poco con él.

—Noel, ¿estás tomando los antibióticos? —preguntó Peggy.

—Sí, hasta tengo a alguien vigilando —contestó señalando a Natasha con el pulgar. Su mujer rió levemente.

—Voy a seguir vigilando todo el tiempo que los tomes hasta que te pongas bien —dijo tocandolé los hombros.

***

Liam siguió yendo a bares y volviendo a casa borracho el resto de la semana y entró en depresión. No salía más que para ir a beber. Era sábado y estaba tirado en la cama. Su mamá entró a despertarlo porque había sonado el despertador y no había bajado.

—No voy a bajar...ni quiero que mis hijos vengan. —Se tapó más—. Ninguno de ellos.

—¿¿Qué dices?? ¿Por qué de repente no quieres verlos? —preguntó su mamá indignada —. ¡Son tus hijos! —Liam se dio vuelta y se sentó.

—¡No es una decisión repentina, hace rato que la tomé! ¡Soy un fracasado como padre! Invéntales cualquier excusa.

—¿Qué te está pasando? —Su hijo bajó la cabeza, lloró y ella le secó las lágrimas—. ¿En serio vas a rechazarlos? ¿A Jenna de vuelta?

—Es mejor que no vengan —murmuró con tristeza. Volvió a acostarse y a taparse.

—Baja a desayunar al menos.

—No. —Cerró los ojos, y su mamá salió de la pieza resignada. Llamó a Sandrine y luego a Isabelle, les dijo a cada una que Liam se había levantado con gripe. Ellas le creyeron y pasaron la visita de sus hijos para la próxima semana. Se siguió repitiendo lo mismo por dos sábados más. Noel mejoró, e Isabelle le dijo que ya podía salir. 

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