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Capítulo 23

Al otro día en el hospital, Vincent estaba acompañando a Sandrine y a los demás en la sala de espera. Los nenes seguían preocupados por si su papá iría o no a la cárcel. Keegan se bajó de una silla y se acercó a Vincent. Jenna todavía no había llegado.

—Vincent, yo quería que papá te diera un susto, pero no así. Ya sé que estuvo mal lo que hizo, pero por favor, no lo denuncies —le pidió.

—Tranquilo, nadie va a denunciar a tu papá. Sé cuánto lo quieren tú y tus hermanos, y no los quiero perjudicar. Su tío se está recuperando y es lo que importa.

—Gracias y...perdóname por cómo te estuve tratando —se disculpó bajando la cabeza, pero mirándolo al mismo tiempo.

—Ya pasó, no estoy enojado. —El nene lo abrazó, Lester y Emily se unieron, y todos quedaron sorprendidos con el abrazo de los varones. En ese momento, llegó Liam con su madre y no podía creer lo que estaba viendo. Le agarró mucha tristeza y rabia, pero la contuvo. Apretó los puños, los ojos se le pusieron llorosos e intentó irse, pero su mamá lo agarró de la muñeca. Los chicos se dieron cuenta de que los vio.

—Trata de calmarte —le ordenó. Su hijo decidió quedarse y no reaccionar violentamente, aunque por dentro tenía mucha bronca. Saludaron y se sentaron. Liam ni miró a Vincent. Los nenes fueron a sentarse con su papá. Lester le pidió upa, y Liam lo puso en su regazo.

—Quédense acá —dijo con seriedad y pocos ánimos.

—¿Estás enojado porque lo abrazamos? —preguntó Keegan temiendo que la respuesta fuera "sí".

—No...no importa —mintió. Luego llegó Jenna con su padrastro y se saludaron todos.

—Al final nadie va a denunciar a papá —contó Emily sonriendo.

—Queda pune —agregó Lester.

—Se dice impune —lo corrigió Liam riendosé un poco, pero todavía enojado por lo que acababa de ver.

—¿¿En serio?? —preguntó Jenna feliz y esperanzada.

—Vincent nos lo dijo —confirmó Keegan.

—¡¡Ay qué bueno!! —Le dio un abrazo a su papá y luego le habló a su hermano—. ¿Es el que está al lado de tu mamá? Nada más lo saludamos de lejos.

—Sí, ése.

—Voy a hablar con él —avisó Jenna y se alejó.

—No tardes mucho —le pidió su papá.

—Tú también deberías agradecerle —le aconsejó Stanley.

—Nunca —se negó. Jenna llegó a donde estaba el futuro padrastro de sus medio hermanos.

—Hola.

—Hola, bonita —le contestó Vincent—. Tú eres Jenna, ¿no?

—Sí, soy yo. Gracias por no mandar a mi papá a la cárcel.

—De nada —contestó sonriendo—. Me llevo mal con él, pero no quiero ver sufrir a tus hermanos ni a ti que recién te conozco.

—Espero que mis hermanos se lleven bien contigo ahora.

—Creo que nos estamos haciendo amigos.

—Eso espero —deseó Sandrine. Nigel y los mozos de su restaurante: Nick, Ethan y Frida, salieron de ver a Noel. Liam y sus hijos se levantaron para ir a la habitación. Los excompañeros de Liam lo ignoraron al pasar y hablaban mal de él en voz baja mientras se iban. A todo esto, Jenna seguía hablando con Vincent y Sandrine.

—Vamos, Jenna —ordenó Liam agarrandolé la mano, sin mirar a Vincent y sin importarle si interrumpía la conversación de su hija o no.

—Ya vengo —dijo mientras su papá se la llevaba. Los nenes, su papá y su abuela entraron donde estaba Noel. Natasha estaba adentro.

—¿Cómo estás, tío? —preguntó Emily.

—Mejor. Lástima que no voy a poder salir en cuanto me den de alta—se quejó.

—Son unas semanas nada más —lo consoló su mujer.

—No sabíamos que estabas acá, tía —dijo Lester.

—Estoy desde el mediodía. Yo vengo a cuidarlo. —Liam todavía estaba tratando de contener las lágrimas, al mismo tiempo que estaba inquieto y miraba de un lado a otro—. ¿Estás bien? —se preocupó. Liam la miró seriamente y asintió con los ojos cristalizados.

—Es que nos vio abrazar a Vincent y luego Jenna habló con él —contestó inocentemente Emily, cabizbaja.

—Me cayó bien —agregó Jenna.

—Liam, no habrás hecho escándalo —sospechó Noel.

—No, Noel, por suerte no —contestó Peggy por él.

—Sabemos que tú y mamá no van a volver. Y todavía no lo aceptamos como padrastro, sólo nos llevamos bien —aclaró Emily.

—Saben que no me gusta que se encariñen con ese tipo. Tampoco tú, Jenna —contestó abruptamente, pero conteniendo la bronca al mismo tiempo.

—Pero nunca nos trató mal —admitió Keegan.

—Cuando fui a hablar con él, me trató bien. No es como dices —agregó Jenna.

—Los tratará bien, pero en algún momento los va a poner en mi contra.

—Liam, por favor, no celes a tus hijos —intervino Peggy, retandoló.

—Perdón, no estoy de humor hoy. ¿Puedes volver sola a casa?

—Sí, también tengo plata —contestó su madre preocupada por lo que su hijo haría—. ¿A dónde vas?

—Sólo a casa —contestó encogiendosé de hombros y siendo evasivo. Los niños lo miraron un poco asustados.

—Papá —lo llamó su hijo mayor con los ojos llorosos.

—No lloren, mañana nos vemos —les prometió a sus hijos con una mínima sonrisa—. Hasta mañana —saludó en general y se fue.

—Papá se fue por culpa nuestra —se culpó Lester haciendo puchero.

—No, mi amor, no digas eso —lo consoló su abuela poniéndole un brazo alrededor.

—Se fue muy pronto; todavía no termina el horario de visitas —se preocupó Jenna.

—Seguro está cansado. A lo mejor no durmió bien —los consoló también Noel.

***

Liam ya había llegado a su casa, le pagó al taxi y se bajó. Entró y una vez que lo hizo, empezó a romper todo lo que había a su paso: jarrones, algunos adornos, luego fue a la cocina y siguió rompiendo la vajilla. Parte de esta estaba en el escurridor, la otra estaba en la pileta para lavarse y la otra la sacó de la alacena. Tiraba todo al piso.

—¡¡¡INFELIZ HIJO DE REMIL PUTA, TENÍAS QUE ROBARTE A MIS HIJOS!!! —gritaba mientras seguía rompiendo cosas—. ¡¡¡HASTA A MI HIJA CON ISABELLE, MALDITO USURPADOR!!! —Siguió rompiendo hasta que se cansó y se dejó caer al piso deslizándose por el mueble de la mesa de la cocina. Empezó a llorar y vio que tenía las manos llenas de sangre. Había sentido cortes antes pero no le había importado. Desganado, fue al baño a curarse con gasas y agua oxigenada. Volvió a la cocina, vio la heladera y la abrió para ver si había alguna bebida alcohólica. No había ninguna y tampoco tenía ganas de salir a comprar o ir a un bar, así que cerró la puerta de un golpe y sólo se acostó en el piso a seguir llorando entre los vidrios.

***

Su madre volvió del hospital y quedó impactada con la cantidad de vidrio que había en el suelo.

—¿Liam? Liam. —No hubo respuesta y se empezó a poner nerviosa. Fue a la cocina y encontró a su hijo acostado en el piso y con los ojos cerrados. Se acercó a él rápido a querer despertarlo—. ¡Liam, Liam! —lo movía con desesperación y llorando, pero para su suerte, sólo se había quedado dormido.

—¿Mmm?

—¡Ay qué susto me diste! Pensé que...

—¿Me había suicidado? —supuso, terminando la frase por ella—. Creo que sería lo mejor —dijo sentándose en el piso.

—¡¡No vuelvas a decir eso!! ¡¡¿¿Qué hiciste??!!, ¡¡¿¿qué es todo este desastre??!! —Le ve las manos con gasas—. ¡¡Hasta te lastimaste de tanto romper vidrio!!

—No es nada. Ya me las curé. —Ella lo hizo levantarse y fueron al sofá.

—¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué te fuiste así tan deprisa?

—¿Piensas que fue fácil para mí ver cómo mis hijos abrazaban a esa basura? —dijo con la voz quebrada y volviendo a derramar lágrimas.

—¡Liam, fue sólo un abrazo, nada más! Vamos a calmarnos primero y después recogemos todo esto. Te voy a hacer un té y ni se te ocurra tirarlo. Bueno, si es que quedó alguna taza.

—Lo que vi hoy es mucho peor que todo esto. Y sí, quedaron algunas tazas y platos. Mañana te acompaño a comprar vajilla nueva, lo prometo.

—No hablemos de eso ahora. —Fue a la cocina a poner la pava, y luego de hervir, sirvió para ambos. —Vas a tener que aceptar esto algún día —dijo mientras le daba su taza. Fue por la suya y regresó a sentarse con él.

—Espero que ese infeliz no vuelva a ir en el mismo horario que nosotros —deseó mientras miraba su taza. Tomó un sorbo. Minutos después, se pusieron a barrer todo el desastre.

Desgraciadamente para Liam, Vincent fue más de una vez a la tarde a ver a Noel. No para molestarlo como este pensaba, sino porque quería, no habían peleado la última vez y su familia política lo había convencido de ir en el horario de visita que él eligiera. A todo esto, Liam siempre les exigía a todos sus hijos que se mantuvieran cerca de él, que era su padre y no el otro "rompehogares infeliz" como así lo llamaba. Incluso discutió un poco con Isabelle y Stanley por pedirles que alejaran a Jenna de Vincent, ya que lo consideraba un mal ejemplo para su hija mayor. La pareja le contestó que el mal ejemplo era él, pero que agradeciera que iban a dejar que siguiera viendo a Jenna. También llegó a hacer sentir inseguros a sus hijos con su exmujer con respecto a Vincent. Volvieron a rechazar al novio de su mamá para que su papá no se enojara más, pero Sandrine y el resto de la familia los convencieron de que Liam no tenía ningún derecho de decirles a quién querer y a quién no aunque fuera su padre, y que Vincent no era mala persona como él creía. Volvieron a decirles que Liam estaba actuando así porque no estaba bien, pero que siempre los iba a querer.

—¿Cómo que no está bien? —preguntó Lester. Estaban en la casa.

—¿Está enfermo? —preguntó Keegan.

—Tal vez —supuso Vincent.

—¿Qué es lo que tiene? —preguntó Emily.

—No puedo saberlo todavía y menos a simple vista —les contestó—. Pero si él acepta un día hacerse estudios, lo podemos saber.

—Eso sí, no le digan nada. Dejen que los abuelos y los tíos hablen con él —les pidió su mamá.

—Está bien —aceptaron los tres.

—Perdón por rechazarte de nuevo, Vincent —se disculpó Keegan.

—Sólo no queríamos que papá estuviera enojado —agregó su hermano menor.

—No pasa nada; yo entiendo —les aseguró su futuro padrastro, sonriendo. A todo esto, él se estaba mudando a casa de Sandrine.

Luego de una semana, Noel volvió a su casa con su mujer. Ese sábado, Liam y su familia fueron a visitarlo junto con Grace, Isabelle y Stanley. Más tarde, a la noche, Liam abrazó a sus hijos llorando, pero como si fuera la última vez que los vería.

—No te pongas así, la semana que viene los ves de nuevo —lo consoló Grace.

—Sí, pa, no llorés —agregó Keegan. Liam se apartó de ellos.

—En realidad siempre se pone así, pero hoy estuvo llorando de a ratos toda la tarde —notó Noel. Liam decidió no hablar y respiró profundo para calmarse. Sus hijos se fueron finalmente.

—Nos vemos, papi —se despidió Jenna.

Ese lunes, Liam y Sandrine tuvieron su cita con el abogado para el divorcio. El régimen de visita seguiría siendo los sábados. Finalmente, ambos firmaron, aunque a Liam le costó hacerlo y firmó entre sollozos. Miró a su ahora exmujer, pero ella a él no. Eso le dolió mucho, junto con todo lo que le había hecho. Ambos salieron del despacho. Ella sólo se despidió diciendo "espero que sigas viendo a tus hijos" con frialdad y se fue. Liam fue tras ella y la alcanzó.

—Sandrine, Sandrine, por favor, hablemos —le pidió mientras caminaba a su lado. Quería intentar hacer las paces, pero ella lo ignoró y empezó a caminar más rápido sin mirar atrás. Los dos salieron del edificio. Sandrine subió a su auto. Liam no se rindió y fue al auto de ella a llamar su atención golpeando la ventana del mismo. Pero Sandrine lo siguió ignorando y, como su ex no estaba parado en frente del auto, pudo arrancar e irse. Liam la siguió llamando y luego sólo derramó lágrimas. No le quedó otra opción que caminar hasta llegar a su auto unas cuadras más adelante, subió y se quedó llorando, apoyando los brazos y la cabeza sobre el volante. Ahora su matrimonio de verdad había terminado. 

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