
Capítulo 22
Peggy había alcanzado a Liam hasta un ascensor, del cual Liam estaba apretando los botones a cada rato e impacientemente, y pateando la puerta.
—Liam, no me hagas correr así —le pidió.
—Sólo voy a ir afuera —avisó y se secó las lágrimas con el brazo—. Te voy a esperar cuando termines de ver a Noel.
—Aun así, ven, quiero que hablemos, y de paso evito que rompas el ascensor —dijo tomándolo de la mano, pero con suavidad a diferencia de Nigel con su hijo. Liam se resignó y le hizo caso. Se fueron a un rincón a hablar. Su hijo la abrazó y rompió en llanto.
—Es un hijo de puta. Me trata a mí de basura, de mal padre y él es igual o peor.
—No vayas a pelear acá, Liam —le pidió su mamá—. Además, su familia está hablando con él, y también les deben estar explicando todo a los niños.
—Yo también le voy a reclamar. —Su mamá lo miró a la cara e hizo que él también la mirara.
—No vayas a pelear —insistió—. No quiero más violencia.
—No, no, sólo porque no quiero más problemas con Sandrine. Pero algo tengo que hacer. De mí la gente puede decir lo que quiera, pero esa basura se metió con mis hijos. Sé que lo que hice estuvo muy mal y me lo sigo reprochando, pero ellos no tenían que enterarse de que fui yo.
—Lo sé, a mí tampoco me gustó lo que hizo, pero tienes que calmarte, ¿sí?
—No puedo. Por su culpa me deben estar odiando —temió con la voz quebrada.
—No pienses así. Emily hasta te llamó cuando te fuiste —le recordó.
—Eso espero.
—Volvamos —sugirió. Ella y su hijo volvieron a la sala de espera. En ella, Spencer se acercaba a los niños, quienes ahora estaban los cuatro juntos con Sandrine y Stanley.
—Ya sé que no eres un nene, pero pídeles disculpas —le ordenó su madre. Spencer resopló y se agachó.
—Perdón, me pasé al decir eso de su papá. —Los nenes lo miraron con seriedad y desconfianza.
—¿No vas a molestarlo otra vez? —preguntó Emily.
—Emily —le llamó la atención Sandrine.
—Está bien, Sandrine. No, no lo voy a molestar más.
—¿Tampoco vas a llamar a la policía? —preguntó Jenna. Spencer se quedó mirandolés, como dudando. Los adultos lo miraban seriamente para que dijera lo que los chicos querían escuchar.
—No, tampoco voy a llamar a la policía —prometió, pero principalmente para no perder la amistad de Noel, no porque los chicos no quisieran que su papá fuera a la cárcel.
—Te perdonamos —dijo Keegan.
—Yo también —agregó Jenna. Spencer les sonrió. Natasha salió con Nigel y Grace de la habitación de Noel, a quien le dijeron lo que estaba pasando, ya que él también había escuchado a los niños gritar. Lester, quien estaba en la falda de Sandrine, vio llegar a Liam.
—¡Papá! —Los cuatro corrieron hacia su padre, y este los recibió poniendosé en cuclillas, aunque un poco sorprendido a pesar de saber en parte que lo iban a perdonar. Spencer se alejó de ahí indignado y fue a ver a Noel.
—Perdónenme, perdónenme. No quise hacer eso, y qué lástima que sepan que fui yo.
—No importa, pa. El tío Noel está bien —lo disculpó Keegan.
—Sí, es verdad, está bien —les confirmó su papá—. Cuando entré a verlo, hablamos y me perdonó.
—No vas a ir a la cárcel, ¿verdad? —preguntó Emily esperanzada.
—El tío Spencer y los demás prometieron no llamar a la policía —contó Lester.
—No, no lo va a hacer, y necesito que ustedes también me perdonen.
—Sí te perdonamos, papi —lo disculpó Jenna—, sabes que te queremos.
—Gracias, y yo a ustedes. No vuelvo a hacer algo así.
Luego de que se calmaron las aguas, volvieron todos a sus respectivos asientos.
—¿Y Alex? —preguntó Natasha.
—Con mi mamá —contestó Stanley.
—Yo dejé a Josh con una amiga —contó Natasha. Spencer salió con sus padres de ver a Noel.
—Voy con los niños —avisó Sandrine levantandosé. Llamó a los chicos, incluso a Jenna, y se acercaron los cuatro.
—Sandrine, te acompaño —le avisó Peggy. Sandine y los niños la esperaron.
—Yo también voy —dijo Stanley levantansosé. Siguió a su hijastra y a los demás. Un rato después, salieron de la habitación y vieron a Isabelle en la sala de espera hablando con los otros.
—¡Mamá! —exclamó Jenna y caminó rápido hacia ella.
—¡Hola! —Se agachó para recibirla con un abrazo. Stanley se acercó a saludar a su mujer, y ella se levantó para darle un beso.
—¿Vienes a casa hoy? —le preguntó su marido.
—A la noche, termino a las 8. ¿Viste al tío Noel?
—Sí.
—Por cierto, me enteré de lo que hizo el tío de tus hermanos.
—¿Ustedes sabían?
—Sí, pero obviamente no te íbamos a decir eso —dijo Isabelle.
—Ese chico fue muy malo con papá, pero, ¿a papá lo voy a seguir viendo?
—No puedo prohibirte verlo, pero entiendes que ahora tú tampoco puedes estar sola con él, ¿no?
—Sí, Stanley me dijo. No importa —entendió—. Quiero estar con mi papá como sea. Lástima que él no esté bien —lamentó cabizbaja.
—Bueno, tengo que seguir trabajando. Nos vemos después —se despidió.
—Hasta luego —contestaron Stanley y Jenna. Isabelle se fue—. Vamos, Jenna, hay que ir a lo de la abuela a buscar a tu hermano y tú a terminar la tarea. —Se despidieron de todos y se fueron. Sandrine y sus hijos hicieron lo mismo, sólo que ella ni miró a Liam. Los mellizos y Lester se sintieron mal con ese gesto. Finalmente, se fue con sus hijos.
Al otro día y luego de salir del trabajo, Liam fue a ver a su excuñado. Este abrió.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a hablar contigo —dijo Liam entrando. Spencer lo agarró del brazo, antes de que terminara de entrar y lo sacó con violencia.
—¡La próxima vez que entres sin permiso llamo a la policía! ¡Tú nunca fuiste bien recibido en mi casa, y ahora que no estás con mi hermana, menos! —Quiso cerrar la puerta, y Liam la trabó de una patada.
—¡Me vas a escuchar, así como yo te escuché a ti aquella vez que fuiste a mi casa a decirme de todo! ¡¿Quién carajo te crees para decirles a mis hijos que le disparé a mi hermano?!
—¡Aah no, mira, me reclamó toda mi familia, incluido Noel, y hasta les pedí perdón a tus hijos por si no te dijeron y sé que estuve mal, pero del que no acepto ningún reclamo es de ti! ¡Tú no tienes ningún derecho de decirme nada porque eres el culpable de lo que pasó!
—¡A mí trátame y dime lo que se te dé la gana, pero con mis hijos no te vuelvas a meter! ¡Yo me preocupo porque ellos no se enteren de estas cosas, y tú vas y les dices!
—¡¿Me estás amenazando?! ¡Mira que no te tengo miedo!
—No te voy a golpear porque no quiero tener más problemas con Sandrine, y te pido perdón por aquella vez que te agredí.
—Yo no te perdono nada de lo que hiciste. A todo esto, ¿cuándo mierda te preocupaste por tus hijos? ¡Con todo lo que haces es obvio que no te importan!
—¡Hago lo que sea para recuperar a mi familia! ¡Tú harías lo mismo!
—¡Ni loco voy a agarrar un revólver como hiciste tú! ¡Tus hijos te tienen demasiada paciencia, y no sé cómo Jenna no desea no haberte conocido! —Su excuñado no supo qué decirle y sólo se quedó mirando—. Claro, te quedas callado porque tengo razón. Toda tu familia te quiere demasiado para mi gusto porque bastantes decepciones les diste.
—Justamente porque son mi familia no me denunciaron ni me odian.
—¿Y tu papá? Tú y Noel se hartaron de él y nunca más lo vieron. Lo mismo puede pasar con tus hijos. Es una suerte que tu hermano no haya salido a él. Además, si tuviera un padre o un hijo como tú, hace rato que lo habría dejado de querer. Yo entendí a Noel cuando él, su mujer y tu mamá ocultaron lo de tu hija con Isabelle, pero esto se fue al carajo. Por más que sea tu hermano, no entiendo cómo te puede perdonar por esto que hiciste.
—Dices eso porque nunca te tocó estar en una situación como la mía.
—Sé lo que digo. Ahora vete. —Liam se fue. No porque Spencer lo echara, sino porque no había nada más que decir—. ¡Y para que sepas: el casamiento de mi hermana y de Vincent sigue en pie, y ella y mis sobrinos van a ser mucho más felices que contigo! —Liam se detuvo al escuchar eso, miró a un costado y apretó los puños, pero no iba a volver, sino que siguió caminando. Su excuñado cerró la puerta.
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