Capítulo 15
Era domingo, Sandrine acordó verse con su novio al mediodía. Nigel y Katrina también irían a la tarde. Primero almorzaron ellos cinco y luego Sandrine pensó en comprar helado para la tarde.
—¿Quieres que vaya por ti? —se ofreció Vincent.
—Bueno, ahora te traigo la plata. —Sandrine se fue a su pieza y volvió con una billetera. Le dio un billete.
—¿Podemos ir, mamá? —preguntó Keegan. Liam le había dicho que aprovechara alguna oportunidad para escaparse delante de Vincent, y así Sandrine culparía a su novio, y esta oportunidad era perfecta. Lester no era muy rápido para correr, y Emily ya no iba a ayudar.
—Ah ya lo estás aceptando —notó Sandrine sonriendo, sin saber las verdaderas intenciones—. Me alegro. Sí, pueden ir.
—Ya volvemos —dijo su novio. Salió con los tres chicos y se fueron caminando, ya que la heladería quedaba sólo a unas cuadras. Emily miró mal y negando con la cabeza a su hermano mellizo, pero eso su futuro padrastro no lo notó. Una vez que llegaron a la heladería y antes de entrar, Keegan aprovechó para irse corriendo sin que Vincent lo notara. Entraron al lugar, ordenó un kilo de helado y cuando miró a los chicos para preguntarles qué gustos querían, notó que el nene no estaba.
—¿Y Keegan? ¿Dónde está su hermano? —preguntó preocupado y entrando en pánico.
—No sé, estaba con nosotros —contestó Lester. Vincent se disculpó con la vendedora y le dijo que ya volverían. Salió con los nenes a buscar a Keegan, lo llamaban los tres a los gritos, pero no había respuesta. Decidieron volver a casa.
—¿¿Cómo que no está?? —se alteró Sandrine—. ¿Lo buscaste en la plaza? Saben ir ahí solos. Tal vez esté ahí —sugirió, tratando de calmarse.
—Sí, vamos. Tranquila, lo vamos a encontrar. —Salieron en su búsqueda. Llegaron a la plaza. Lo llamaron, lo buscaron por todo el lugar, le mostraron una foto de él a las personas que estaban ahí, preguntándoles si lo habían visto, y nadie sabía nada.
Mientras, Keegan ya estaba con su papá en otra plaza más lejos y los dos solos.
—¿Te han visto? —preguntó Liam.
—No, pero espero que Emily no me acuse. Sigue siendo amiga de Vincent.
—No va a durar mucho. Además, con esto le va a quedar claro a tu mamá de que Vincent no es bueno cuidándolos —le aseguró, y su hijo sonrió. Pasaron un rato juntos en la plaza, donde el nene se subía a los juegos de ahí, y Liam lo empujaba en la hamaca.. Luego fueron hasta la casa, pero se quedaron a unas cuadras. Vieron llegar a Sandrine con los demás. Estaban también Katrina y Nigel. Liam le dijo a Keegan que fuera sin levantar sospechas, y que él se quedaría escondido y vigilando de lejos que llegara bien. El nene se despidió de su papá y fue hasta la casa.
—¡Ahí llegó! —gritó Emily al verlo. Todos fueron hasta él. Pero Sandrine, en vez de abrazarlo, le dio un chirlo. Todos, incluso Liam de lejos se sorprendieron. Sandrine les daba chirlos cuando se portaban mal, él nunca, pero no esperaba esto. Keegan, por su puesto, se largó a llorar.
—¡No llores o te doy buenas razones para que llores! —lo amenazó levantando la mano. El nene la miró asustado y haciendo puchero mientras le temblaban los labios—. ¡Ya me enteré que te escapaste!
—¡Pero si me perdí! —mintió Keegan sollozando.
—Sandrine, ¿qué haces? —preguntó Vincent en defensa del nene, a pesar de saber que mentía.
—Entremos todos a la casa —dijo ignorando la pregunta.
Una vez adentro...
—No llores, mi vida, ya va a pasar —dijo Katrina abrazando a su nieto en su falda mientras estaba acurrucado con miedo. El abuelo estaba sentado al lado y los otros nenes estaban rodeando. Sandrine estaba en su pieza con su novio y sus hermanos: Grace y Spencer.
—Escucha, sabemos que hizo mal en escaparse, pero desquítate conmigo, no con él —lo siguió defendiendo.
—¡Es que no es tu culpa! ¡Sé que fue culpa de Liam! ¡Es obvio que él organizó todo esto!
—¡Entonces no te desquites con tu hijo! —la corrigió Spencer—. Si quieres, un día de estos vamos y enfrentamos a tu ex, pero tu hijo de siete años no tiene la culpa.
—Es verdad, es sólo un niño —concordó Grace. Sandrine salió de la habitación, los otros la siguieron y llegaron al living.
—¿Por qué te fuiste? ¡¡Contéstame!! —preguntó enojada.
—Sandrine, primero cálmate y después le preguntas. Está muy nervioso y tú también —intentó detenerla su padre.
—Ya dije que me perdí —insistió el nene sollozando.
—¿¿Crees que soy estúpida?? ¿¿Tienes idea de lo que pasé, lo que pasamos buscándote?? ¡¡Fue tu padre el que te mandó a hacer esto, ¿¿verdad??!! ¡¡¿¿Por qué le haces caso??!! ¡¡¿¿Acaso tienes dos años para no darte cuenta??!! ¡¡¿¿Cuándo vas a entender, cuándo van a entender que él y yo no vamos a volver??!! —El nene lloraba con cada grito que le pegaba.
—Sandrine, para, los estás asustando —los defendió Grace.
—¡Es que estoy harta de que los esté manipulando!
—¡Pero ellos no tienen la culpa! —los defendió Vincent—. Vamos a calmarnos, que con gritos no solucionamos nada.
—¡Tú eres el culpable porque estás impidiendo que mis papás se reconcilien! —lo acusó Keegan.
—Te está defendiendo, no le hables así —intervino Emily.
—Ay, ¿por qué no le dices "papá" a Vincent? ¡TRAIDORA! —la insultó su mellizo.
—¡BUENO, BASTA! —gritó Sandrine—. ¡No le hables así a tu hermana! Ahora dime, ¿dónde estabas y con quién? —Su hijo no le decía nada y estaba cabizbajo—. Keegan, estoy esperando una respuesta —exigió impaciente y cruzando los brazos.
—Con papá en una plaza a varias cuadras —contestó al fin.
—Sabes que hoy no podías estar con él y mucho menos solo.
—Sandrine, agradece que al menos estaba con el padre y no con un extraño —dijo Grace.
—Fue sólo suerte —le contestó a su hermana y volvió a mirar a su hijo—. Estás castigado —impuso.
—No lo castigues en frente nuestro —lo defendió Katrina.
—Fue sólo un incidente. Está bien; nadie le hizo nada —agregó Nigel.
—No deberías tratarlos así. Ya sé que son tus hijos, pero esta no es la forma —opinó Vincent.
—Como verás, mi hijo no te agradeció por defenderlo. Además, ya era hora de ponerles un límite.
—¿Y piensas que gritándoles solucionas todo? —preguntó retóricamente Grace.
—Es verdad que estuvo mal lo que hizo Keegan, pero ellos sólo quieren a su papá de vuelta —continuó su novio—. Entiende que son niños y que van a hacer cualquier cosa que él les diga para que ustedes vuelvan, aunque no funcione y esté mal. —Su novia se pasó la mano por la cara y el pelo, y largó un suspiro.
—Está bien, te levanto el castigo, pero tienes que pedirle perdón a Vincent.
—¿Tengo que hacerlo? —se negó.
—Sí.
—Bueno —contestó haciendo puchero.
—Mi amor, no es necesario.
—Sí lo es. —El nene, todavía con su abuela, miró al novio de su mamá sin levantar mucho la cabeza y luego miró el piso. Vincent lo miraba y se puso en cuclillas frente a él.
—Perdón por escaparme —se disculpó finalmente el nene y haciendo puchero.
—Gracias, pero no te preocupes; no pasa nada —le aseguró—. Igual tenemos que llevarnos bien. Nunca les hice nada. Al menos ya hablo con Emily, ustedes podrían intentar también.
—No sé —contestó el menor de los hermanos.
—Saben que no los apuro —les aseguró nuevamente.
—Ahora a tu hermana —ordenó Sandrine.
—Perdón, Emily.
—Gracias —contestó su melliza.
—Igual me gustaría saber por qué hiciste eso —preguntó Sandrine.
—Porque te vas a casar y no vamos a ver más a papá —contestó. Los adultos lo miraron sorprendidos. Vincent se enderezó y se sentó en una de las sillas.
—Otra vez les estuvieron diciendo cosas en el colegio, ¿verdad? —supuso Spencer.
—Sí —contestó su sobrino más grande.
—En casa de papá nos dijeron que no hagamos caso a esos comentarios —le recordó Emily a su hermano.
—¿Pero mamá va a prohibir de nuevo que veamos a papá? —temió Lester.
—No voy a hacer eso. Además, voy a casarme, pero nadie dijo que van a dejar de ver a papá o que lo iba a reemplazar con Vincent —aclaró Sandrine.
—Pero tampoco le reclames. Él sólo te extraña y está sufriendo —le pidió su hijo mayor. Sandrine suspiró.
—Está bien, no voy a reclamarle por esto. Sólo si ustedes dejan de molestar a mi novio —les puso como condición.
—Sandrine, no hagas esto, deja que ellos de a poco se sientan en confianza conmigo, que ellos decidan —intentó convencerla Vincent.
—Sí, eso lo puedo entender, pero eso no significa que vayan a seguirte faltando el respeto. Ni a ti ni a nadie —insistió su novia—. Entonces, ¿se van a portar bien? —preguntó a sus hijos—. Su hermana ya no lo molesta. —Keegan y Lester largaron un suspiro.
—Está bien —contestó su hijo menor.
—No lo hacemos más —agregó el mayor. Sandrine le pidió un abrazo, Katrina lo soltó y el nene se bajó a abrazar a su mamá.
—Bueno, ya pasó —dijo ella acariciándole la espalda. —Se separaron un poco.
—¿Vamos a volver a la heladería? —preguntó Lester.
—Sí —contestó su mamá—. Pero esta vez voy yo también con Vincent. —Salieron los cuatro. Los demás se quedaron a esperar.
Al rato, Vincent, Sandrine y los nenes volvieron con el kilo de helado.
Pasaron la tarde sin problemas. Luego los chicos fueron a ver tele a la pieza de su mamá, y Vincent esperó a que él, su novia y familia política estuvieran afuera para revelarles algo sobre Liam.
—Aprovecho que no están los niños cerca para decirles algo —introdujo con seriedad—: Liam me estuvo mandando cartas amenazadoras —reveló. Sandrine lo miró impactada.
—¡Liam está cada vez más loco! De no ser porque mando a que lo vigilen, volvería a prohibir que mis hijos se vean con él.
—Cada vez más necesita más vigilancia —dijo Grace—. Fue una suerte que no le hiciera nada a Keegan.
—Sí, pero él no está bien psicológicamente. No puedo confiarles mis hijos a alguien que me golpeó y hace estas cosas. Voy a tener que ir un día de estos a su casa a darle un ultimátum: o acepta el divorcio o lo denuncio. Obviamente no voy a hacerlo, pero es para asustarlo.
—Dime cuándo y te acompaño por las dudas —se ofreció su novio—. No vaya a ser que te haga daño o te amenace por pedirle el divorcio. Incluso puede amenazar con hacerse algo —agregó Vincent.
—Lo de hacerse daño es lo de menos —dijo Spencer. Vincent lo miró muy serio y los demás también.
—Claro, Spencer, y los niños no van a sufrir —dijo su madre con sarcasmo.
—De todas formas, yo también iré —se ofreció el hermano de Sandrine.
—Pero, Vincent, ¿por qué no habías dicho nada? —preguntó Nigel.
—No quería preocupar a nadie, pero viendo lo que hizo hoy, supe que tenía que decirlo.
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