
Capítulo 10
—¿Desde cuándo? ¿Quién me la está quitando? —preguntó más calmado, pero aún con bronca y con las lágrimas derramándose.
—Hace más de un mes volvió de Australia un amigo de su infancia: Vincent. No sé si te acuerdas de él. Estuvo en tu casamiento y en el bautismo de los mellizos.
—Creo que sí...sí —empezó a recordar—, ella me lo nombraba a veces y recibíamos cartas de él cada mes más o menos, y Sandrine también le escribía. También tu amigo Spencer y May me lo nombraban de vez en cuando para molestarme —se quejó—, además de decirme que me quería burlar de Sandrine. Incluso en algunas reuniones con mi familia política ellos dos decían que Vincent sería mejor novio que yo.
—Él y Sandrine empezaron a salir hasta ponerse de novios hace unos días. —Liam lo miraba mal a Noel.
—Y nadie me dijo nada para impedirlo —dijo enojado, entrecerrando los ojos.
—No, porque Sandrine es libre de estar con quien quiera —impuso Noel—. Ella te dejó, entiende que no quiere saber más de ti.
—¡Sandrine es mía, mía y de nadie más! —gritó volviéndolo a empujar—. ¡Ese tipo seguramente me quiere robar a mis hijos también!
—¡Nadie te va a quitar a tus hijos, además ellos lo odian! ¡Y deja de empujarme! —lo retó agarrándolo de los brazos.
—Los tengo que separar. La amo tanto, estoy tan enamorado, Noel —sollozaba apoyándose sobre su hombro.
—Tranquilo —lo consolaba acariciandolé un poco el hombro—. Ven. Bajemos.
—¡La quiero recuperar! —Salió de la pieza corriendo, y Noel lo siguió.
—¡Ven acá! —Llegaron hasta abajo, Liam quiso abrir la puerta, pero estaba con llave.
—¡Liam, basta! —ordenó su mamá. Liam no le hizo caso, agarró la llave, y Noel se la quitó. Fue hacia la puerta del patio y su hermano lo detuvo. Liam pataleaba.
—¡Te calmas! —ordenó Noel. Lo llevó al sofá y lo hizo acostarse. Se sentó y lo agarró para que no se levantara.
—¡Vete, déjame tranquilo! —gritó pataleando y tratando de sacárselo de encima.
—¡Basta deja de portarte así! ¡Noel nada más vino a decirte lo que necesitabas saber! ¡No tienes por qué tratarlo mal!
—¡Liam, ya está, cálmate! —Su hermano menor se iba cansando de tanto moverse y se calmaba de a poco.
—Déjenme ir a verla —pidió sollozando.
—¡Claro que no! —le prohibió Noel. Lo soltó, y Liam se sentó. Se tapó la cara con las manos. Peggy se acercó a acariciarle la espalda.
—Esto no me puede estar pasando.
—Eso te pasa por no hacer las cosas bien desde un principio —le reprochó su mamá.
—Además, no puedes ir a casa de tu ex a reclamarle a los gritos como pensabas hacer.
—¿Pensaban que iba a ir a gritarle a mi mujer? —preguntó ofendido, mirando a Noel. Después miro a ambos—. Eso y lo de los golpes fue sólo una vez y había dicho que no lo volvería a hacer. Pensé que ustedes sí me creían. —Su mamá se sentó a su lado.
—Sí te creemos, pero tus reacciones nos hacen pensar otra cosa —dijo ella.
—¿Me perdonan?
—Ya pasó, Liam, no importa —dijo Noel. Liam lloraba sobre el hombro de su mamá.
—Quiero a mi princesa.
Jenna estaba de visita en lo de sus hermanos. Estaban en el piso armando un rompecabezas.
—¿Ya lo conocen?
—No —contestó Lester.
—¿Y cómo pueden rechazarlo si todavía no lo conocen?
—Es que no nos importa si es bueno o malo —contestó Keegan—. Ese tipo está impidiendo que mi papá y mi mamá se reconcilien.
—Yo cuando conocí a mi padrastro no hice escándalo.
—Tú no, tú aceptaste que tu mamá se pusiera de novia con otro hombre, pero nosotros de la nuestra no lo aceptamos. Encima mañana vamos a ver a papá, y seguro está enojado con nosotros —temió Emily.
—¿Y por qué?
—Mi mamá nos dijo que el tío Noel ya le contó del novio, y nosotros no pudimos decirle —contestó Keegan.
—Pero no es culpa de ustedes; papá no tiene por qué regañarlos. Bueno, sólo por escaparse —se corrigió mirando a un costado—. A mñi me regañaron una vez por irme sin permiso a la plaza —recordó.
—Papá está tan mal como nosotros, ni va a tener en cuenta que nos escapamos —dijo Emily.
Al otro día estaban en lo de su Liam. Jenna todavía no había llegado.
—No nos regañes, quisimos decirte, pero mamá y los abuelos no nos dejaron —explicó Keegan temeroso.
—¿Cómo los voy a regañar? Hicieron lo que pudieron —los disculpó.
—Aun así, no debieron escaparse —destacó Noel.
—Vincent los va a tratar bien —les aseguró Nataha—. Parece bueno, su mamá se los va a asegurar. Ella lo conoce más.
—Igual ya llegará el momento de sacar a ese tipo del camino, por más bueno que sea.
—¿Te podemos ayudar? —se ofreció Emily.
—Por ahora nómbrenme todo el tiempo para molestarlo —dijo su papá.
—Cuenta con nosotros —contestó Keegan decidido.
—Liam, Vincent es un psicólogo; va a saber todos tus trucos —intentó Noel que su hermano desistiera.
—Aun así hay que intentarlo —refutó Liam. En ese momento, sonó el timbre: eran Stanley e Isabelle con sus hijos y se fueron todos a pasear. Liam cerró la puerta, y Noel se le acercó mientras los otros se adelantaban.
—No deberías meter a tus hijos en esto.
—Este problema es tan mío como de ellos, y además ellos se ofrecieron a ayudarme.
Más tarde, a la noche, era hora de volver a casa. Isabelle y su marido se llevaron a Jenna. Los demás esperaron a que Grace pasara a buscar a los hijos de Sandrine.
—No queremos volver a casa —dijo Emily cabizbaja, sentada en la falda de Liam.
—¿Y eso por qué? —se preocupó su abuela paterna.
—Mamá no nos quiere —contestó Lester.
—¿Qué dicen? Claro que los quiere —los corrigió su papá.
—Sí nos quisiera, no se habría conseguido otro novio —protestó Keegan.
—Preferimos quedarnos acá —decidió la niña.
—No creo que sea conveniente —opinó Noel.
—Es verdad, yo no soy la persona indicada para cuidarlos —reconoció Liam—. Están mejor viviendo con mamá.
—Pero mamá no nos tuvo en cuenta cuando se puso de novia con ese tipo —protestó Emily.
—Tengan paciencia —la consoló acariciándole la cabeza—. Ya vamos a estar juntos de nuevo. —Grace llegó, los nenes se despidieron y se fueron con su tía.
Al otro día, Sandrine invitó a su novio a comer a su casa. Los tíos y abuelos de los chicos estaban ahí.
—Ay no quiero que venga —dijo Keegan cruzandosé de brazos y haciendo puchero.
—No les cuesta nada conocerlo, además su mamá tiene derecho a elegir con quien estar —opinó May.
—Sí, con papá —insistió Lester.
—Van a seguir teniendo a papá, pero Vincent también es bueno —trató de convencerlos Spencer.
—Pero dejen de decir que es bueno para mamá —pidió Emily harta.
—Está bien, no lo decimos más —suspiró su tía.
Llegó el novio de Sandrine y saludó a todos. Sandrine le presentó a sus hijos, y estos lo saludaron sólo con un "hola" sin ganas y con desconfianza. Nigel fue a la cocina.
—No me tengan miedo, no muerdo —dijo Vincent sonriendo—. Qué grandes que están los mellizos y bueno, me faltaba conocer a Lester.
—Pero nosotros no te conocemos a ti —dijo Emily aún con desconfianza.
—Pueden confiar en él. Mamá lo conoce desde chica —los animó Sandrine.
—Por cierto, el almuerzo ya está listo, así que podemos sentarnos —dijo Nigel al volver. Fueron todos a sentarse a la mesa mientras Sandrine iba por la olla.
Pasaban un buen rato, pero los nenes solamente hablaban con su familia e ignoraban a Vincent.
—Ma, papá dice que te extraña —soltó Keegan. Sandrine y su novio se sintieron incómodos.
—No les hagas caso, siempre dicen eso —intervino Nigel.
—Es entendible que quieran nombrar a su papá todo el tiempo, tienen derecho —comentó Vincent, siendo comprensivo.
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