Capítulo 41
Emily vagaba sola por una ruta buscando dónde meterse. Se había desviado del camino, ya que sabía que los secuestradores la seguirían y encontrarían fácilmente, pero no había ni una casa ni edificio ni negocio ni nada y ya se estaba cansando. Estaba muy débil por la poca comida que le daban, y sus muñecas y tobillos estaban lastimados de tanto intentar desatarse. Ni siquiera tenía su mochila. Los autos pasaban pero no quería que nadie la llevara. Temía que pudieran secuestrarla de nuevo. Finalmente, encontró a unos metros una estación de servicio y fue hacia ella. Entró al bar aunque no llevara dinero. Sólo quería entrar en algún sitio seguro, pero apenas entró, se cayó de rodillas. Algunos empleados y clientes que estaban ahí se acercaron rápido a socorrerla. La ayudaron a levantarse para posteriormente llevarla a una mesa. La reconocieron, y uno de los que trapeaba, agarró el teléfono y dio aviso a la policía, mientras otros le prepararon algo de comer. Le dijeron que no se preocupara por pagar, que era gratis. No pudo evitar llorar mientras comía unos sándwiches y tomaba el café con leche.
—Ya no llores. La policía viene en camino y te van a llevar con tus papás —la consolaba la mesera. Minutos después llegó la policía; y con esta, Liam y su mujer. Entraron, y él, apenas vio a su hija, caminó rápido hacia ella, y esta se levantó y lo recibió. Ambos se abrazaron entre lágrimas. Daphne y su hermano también se acercaron.
—Emily, ¿estás bien? ¿Te hicieron daño? ¿Cómo te escapaste? Te extrañé tanto, mi niña —sollozaba su padre, quien no dejaba de abrazarla y darle besos.
—Papá, creí que nunca te volvería a ver, ni a ti ni a nadie —sollozaba su hija.
—Tranquila, ya todo está bien. Estás a salvo, y estoy aquí contigo. Todo terminó. —Siguieron abrazados y sollozando los dos por unos minutos. Había pasado tantos días que necesitaban estar cerca uno del otro. Finalmente, se apartaron un poco. Luego la adolescente se abrazó con Daphne, y ambos se sentaron con ella mientras seguía comiendo.
—Todos los días trataba de desatarme, aproveché un descuido —empezó a contar—. No sé cuánto tiempo pasó mientras estaban en otra habitación, pero por fin logré desatarme, me quite la venda, vi una ventana y salí por ella. Mi mochila estaba en otra habitación —terminó de contar y bajó la cabeza en la última frase. En la mochila tenía sus apuntes y había perdido también su celular.
—Podemos comprarte otra. En la escuela verán cómo resolver lo de tus libros, y bueno, para el celular tomará tiempo —la consoló su papá, y luego miró a los empleados que se acercaron después de hablar con la policía—. Gracias por cuidarla mientras llegábamos.
—No es nada —dijo un mozo.
—¿Esos tipos te hicieron algo? —volvió a preguntar su papá.
—Me...me apuntaban con una pistola las pocas veces que me llevaban comida, pero no me pegaron.
—Aun así, tenemos que llevarte al médico a que te revisen en cuanto termines —avisó el cuñado de su papá. Si bien Emily estaba diciendo la verdad, podría haber sospechas de que estuviera mintiendo por alguna posible amenaza—. También a que te inyecten vitaminas. Estás desnutrida.
—Bueno —aceptó cabizbaja.
—Luego te llevamos con mamá —dijo Liam.
—¿Te quedas conmigo mientras me ponen la inyección?
—Claro que sí —contestó él sonriendo.
—Por cierto, Lance todos los días me decía que por tu culpa él me tenía ahí —le habló a Daphne.
—¿Y tú lo creías así? —preguntó nerviosa a pesar de que ya la habían convencido de que no tenía la culpa, pero aun así quería saber qué pensaba su hijastra.
—En parte —se sinceró—, pero te perdono —dijo sonriendo un poco, y su madrastra le correspondió el gesto. Nathan y Liam también sonrieron.
—Ahora en serio volví al tratamiento.
***
Luego de llevar a Emily al hospital, de confirmar que no tenía nada y de inyectarle vitaminas, la llevaron a casa de su madre, donde Sandrine, sus hermanos y los demás la recibieron con besos y abrazos expresandolé lo mucho que la extrañaron. Liam ya había dado aviso a su familia por celular, y también se alegraron de que la adolescente ya estuviera a salvo. Emily les contaba que se había escapado en un descuido, que encontró una gasolinera donde meterse y que le dieron de comer ahí mismo. Aun así, Sandrine le tenía la cena lista, y su hija seguía con hambre.
—¿Papá puede quedarse? —le pidió—. Hace dos sábados que no lo veo y falta mucho para el siguiente. También que se quede Daphne. —A May, a su hermano y a su padre no les gustaba la idea de que él se quedara aunque fuera por unas horas. Spencer y May nunca empatizarían con Liam ni lo perdonarían a pesar de saber que estaba enfermo, y Nigel nunca volvería a confiar en él por lo que hizo en el pasado, pero decidieron callarse por los chicos.
—Mamá, di que sí —se unió Keegan—. Sólo por esta noche.
—Sí, sí pueden —contestó sonriendo levemente—. Bueno, si ellos quieren. —El padre y la madrastra de los chicos se miraron; y luego, a ellos.
—Nos quedamos —aceptó Liam. Minutos después se sentaron todos a la mesa.
***
Ya todos se habían ido a sus casas. Liam estaba sentado en la cama, admirando cómo Daphne se sacaba la ropa para después ponerse el camisón. Se levantó y la tomó de los hombros.
—Gracias por estar siempre conmigo. También con mis hijos —le hablaba mientras la acariciaba y la miraba a los ojos.
—Yo siempre voy a apoyarte, a ti y a tu familia —dijo mientras también lo acariciaba. Liam le dio un beso. Daphne luego lo llevó a la cama y se acostó al misno tiempo que lo traía hacia ella. Ambos volvieron a tener una muy buena noche después de mucho tiempo. Habían sido sólo dos semanas, pero para ellos fue demasiado.
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