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Capítulo 27

Liam llamó a su novia para decirle que aceptó estudiar gastronomía y entre los dos buscaron una escuela hasta encontrar una. Luego de inscribirse, estudiaban juntos en casa de uno o el otro. Al principio a Liam le costaba recordar las cantidades exactas, pero Daphne lo ayudaba. También ponían en práctica las recetas, algunos platos eran nuevos para él y otros no, en casa de uno o del otro. Ahora los dos estaban tomando el té con la mamá de él.

—Al final resultaste buen alumno —lo elogió Daphne.

—Y tú, buena profesora —le devolvió el cumplido.

—¿Viste? No era tan terrible hacer una carrera —agregó Peggy.

—Sólo espero recordar toda la teoría —deseó.

—La recordarás, y sino supongo que tienes recuperatorios —lo alentó su mamá.

—Sí, así es —confirmó él.

—Cambiando de tema, nunca te lo dije, pero me alegra que tus hijos al fin me hayan aceptado —apreció Daphne— Y, si me permiten decirlo, Jenna fue la primera que me aceptó.

—Mi nieta mayor se lleva bien con todo el mundo —contó Peggy elogiando a la niña.

—Ella nunca hablaría mal de nadie, ni siquiera de mí —agregó Liam cabizbajo y recordando todo lo malo que él hizo.

—Deja de ser tan duro contigo mismo, Liam —lo consoló Peggy.

—Tiene razón. —Liam sonrió un poco, como aceptando el consuelo.

—Pero sí, de Jenna siempre me decían que era muy amigable, simpática, y cuando la conocí, lo pude comprobar por mí mismo. No es que mis otros hijos no lo sean, lo son, pero ella como que lo es más. Hasta aceptó sin problemas a su padrastro cuando yo todavía no quería verla. Y...supo sobrellevar mejor el hostigamiento.

—Por eso mis otros nietos se portaron así contigo cuando los conociste —agregó la mamá de Liam—, y también fueron muy desconfiados con Vincent al principio. Lo rechazaban todo el tiempo.

—Entiendo. Mi hermano menor también pasó por eso. Por mi enfermedad. Sus compañeros le decían que se iba a volver loco igual que yo, que su hermana nunca iba a salir del manicomio. —Resopló—. Mi mamá no quería saber nada con llevarlo a terapia, decía que era mi culpa y que sólo tenía que defenderse de las burlas —se quejó.

—¿Y cómo dejaron de molestarlos? —preguntó su suegra.

—Mi papá insistió tanto con llevarlos que al final ella cedió a regañadientes. Para ese entonces todavía estaban casados. Las terapias ayudaron, pero dejaron de molestarlos gracias a mí. Puse a esos niños en su lugar —dijo con orgullo.

—A ninguno de nosotros se nos ha ocurrido hacer eso con mis hijos.

—Este viernes es el cumpleaños de Shawn, y ya que tus hijos están invitados, puedo pasar a buscarlos y hacer lo mismo con sus compañeros —se ofreció—. Hablaré con Sandrine, Vincent y el transportista si me lo permites. Isabelle y Stanley llevarán a Jenna a los juegos directamente.

—Me encantaría. No quiero que los molesten más ni que les sigan llenando la cabeza de cosas —aceptó Liam. Ella le sonrió y le acarició el rostro, y él le respondió con lo mismo y le dio un beso.

Más tarde, Liam la estaba acompañando a la parada del colectivo que quedaba a unas cuadras. Daphne ya se había despedido de su suegra.

—Por cierto, Shawn quiere que vayas el sábado al mediodía. Le dije que te preguntaría si podías.

—Sí, sí puedo. Le aviso a Sandrine y a Belle que veré a los niños más tarde. Oye, gracias por lo que estás haciendo por mis hijos —le agradeció tomandolá de las manos— y por mí. Bueno, lo que vas a hacer por ellos —se corrigió. Ella echó una risita.

—Te acepto las gracias por adelantado, Liam. —La envolvió en sus brazos y le dio un beso. Luego la miró a los ojos y le acarició el rostro.

***

Los mellizos y Lester estaban en el patio del colegio esperando a que Daphne los buscara. Cuatro de sus compañeros se les acercaron.

—Ya sabemos que tienen madrastra y que es una loca. ¿Ya les pegó? —empezó a molestarlos uno de ellos.

—¡Ay váyanse! —gritó Lester.

—O capaz está esperando el momento para hacerlo —continuó otro—. Al igual que su padrastro.

—¡Cállense de una vez! —los enfrentó Keegan levantandosé del banco donde estaban sentados y dispuesto a pegarles, pero su hermana lo detuvo.

—Espera, Daphne ya nos viene a buscar, y tenemos el cumple de Shawn.

—Sí, los va a buscar y los va a dejar debajo de un puente —siguió peleando uno.

—Y sus papás no los van a rescatar.

—¡Sí nos van a rescatar! —lloró Lester, creyendo lo que los otros niños decían. Sus hermanos lo consolaban. Justo en ese momento, llegó la novia de Liam, y los nenes corrieron a su encuentro. Daphne levantó a Lester, quien la abrazó y hundió su cabeza en su hombro.

—Eeh, no llores.

—Son ellos —señaló Emily luego de que la saludaran.

—Vengan conmigo —los invitó Daphne. Caminó mientras le hacía sube y baja para que dejara de llorar, y los mellizos la siguieron. Los otros nenes se miraron entre ellos sin entender porque la chica se acercaba a ellos—. Así que ustedes andan molestando a sus compañeros —dijo al llegar.

—No, estábamos jugando —mintió, sintiendosé algo intimidado.

—Mentira —los acusó Lester mirandolós con desprecio y haciendo puchero.

—Miren, ellos y su papá ya me contaron que ustedes los molestan y les dicen cosas —habló Daphne—. ¿Saben lo que les pasa a los niños que molestan a otros? Se quedan en el colegio para siempre y repiten de año. —Los otros niños la miraban aterrados—. Y peor, son unos fracasados cuando son grandes. Ya están avisados, así que más les vale que dejen de molestar. —Los nenes se alejaron corriendo. Los hijos de Liam se rieron por lo bajo y le agradecieron a Daphne, la cual les aseguró que nunca más los molestarán. Los cuatro fueron al auto que era conducido por Lizette. En él estaban Shawn, a quien saludaron por su cumpleaños, y Dylan. Llegaron en minutos a los juegos donde era la fiesta y estaban otros niños invitados, incluída Jenna.

Al día siguiente, se llevó a cabo la fiesta de Shawn con el resto de la familia en casa de su padre, y Liam fue a visitar a Shawn como había prometido. Más tarde, luego de partir de nuevo otro pastel y de comer cada invitado una porción, Liam se despidió.

—¿No puedes quedarte un poco más? —pidió el nene.

—Shawn, sabes que Liam hoy tiene que ver a sus hijos —le recordó su hermana.

—Es verdad —entendió cabizbajo.

—El sábado que viene te llevamos a pasear, ¿sí?

—Está bien —aceptó sonriendo. Liam se despidió de todos y se fue.

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