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Capítulo 25

—Ya le dije que mis compañeros están ocupados —repitió una chica de la zapatería, intentando detener a Lizette. Los demás, incluidos Dylan, Grace y Spencer vieron el escándalo. Spencer se acercó.

—¿Qué está pasando? —exigió.

—La señora quiere hablar con tu hermana y con Dylan. Intenté detenerla. —Grace y Dylan se acercaron a ver también qué pasaba.

—Mamá, estamos trabajando.

—No me importa —contestó de mal modo y cruzando los brazos—. ¿Cuándo vas a dejar de molestar a mi hijo, robacunas? —insultó la señora a Grace. Dylan no tuvo ninguna reacción al ver que su madre insultaba a su novia, sólo bajó un poco la cabeza como evitando el conflicto, acción que Spencer no vio con buenos ojos.

—No soy una robacunas, y váyase ahora mismo o llamo al gerente —advirtió, y recibió una cachetada repentina por parte de Lizette apenas terminó de hablar. Todos quedaron impactados. Nadie se la esperaba. Spencer le tocó los hombros como protegiendolá, y Dylan no evitó acercarse a su novia para asistirla. Ella se lo permitió a pesar de que antes no había hecho nada para defenderla.

—¡¿Quién se cree que es para pegarle a mi hermana?! —reclamó Spencer furioso.

—¿Te duele mucho? —le preguntó Dylan en susurro, acariciandolé donde no estaba la bofetada.

—Un poco.

—¿Ahora eres enfermero? —preguntó Lizette burlandosé.

—Sólo se está preocupando por mí, señora.

—Váyase ahora o llamo a la policía —advirtió Spencer—. Y está vetada de la tienda.

—Después hablaré contigo —le avisó a su hijo y se fue. Todos volvieron a lo que estaban: atender clientes, acomodar calzados y cobrar en caja. La jornada continuó normalmente hasta que un grupo terminó su turno. Spencer pidió hablar un minuto con su cuñado antes de que se fuera a almorzar con Grace. Se fueron a un rincón y hablaban en voz baja.

—Voy a ir al grano: una de mis hermanas le está sugiriendo a Grace que rompa contigo y ya sabrás por qué.

—¿Y Grace qué dijo? —preguntó con temor.

—Ella no quiere. Quiere darte muchas oportunidades, pero yo te diría que no te confíes. Nadie en mi familia va a interferir porque nos caíste bien, pero tampoco es justo que permitas que tu madre se meta y que ni siquiera defiendas a tu novia como pasó hace un rato —le reclamó—. Tu madre la insultó, le pegó y tú sólo te quedaste quieto y agachaste la cabeza como un cobarde. Nosotros ayudamos a que se vean, pero tú también pon de tu parte, sino tu madre se va a seguir metiendo después de que se casen. Ahora ve, no te robo más tiempo —finalizó. Dylan asintió y se fue a donde estaba su novia, aunque con cara pensativa, considerando lo que su cuñado le había dicho. Llegó a la puerta, donde ella lo esperaba. Se fueron al restaurante del frente a donde acostumbraban ir.

***

Al volver a casa, sus padres le preguntaron qué le había pasado en la cara, y Grace les dio los detalles.

—Vamos a hablar con esa señora ya mismo —decidió Nigel.

—Papá, no es necesario, ya pasó.

—Sólo nosotros podemos darles una cachetada cuando hacen algo mal, Grace —dijo Katrina.

—¿Tu novio te defendió? —preguntó su padre suponiendo la respuesta.

—No —confirmó su hija, frustrada.

—Ya volvemos —se despidió su madre, luego se despidió su padre y salieron. Grace suspiró con pesar y se dejó caer en el sillón. Se pasó las manos por la cara y luego por la cabeza y el pelo. Sus padres llegaron en el auto a casa de Lizette en unos minutos y le reclamaron por pegarle a su hija. Tuvieron una fuerte discusión.

Por otro lado, Daphne estaba dejando el tratamiento poco a poco. Sin embargo, ella trabajaba muy bien en la cocina y llegaba puntual todos los días. Incluso ayudaba a sus compañeros, tanto a quienes tenían experiencia como a los nuevos, con algún postre o prestandolés algún utensilio.

—Este viernes salimos a bailar. ¿Quieres venir con nosotros? —la invitó Claire en un descanso, fuera de la cocina.

—¿En serio? —preguntó Daphne algo sorprendida. Ella nunca había tenido amistades sin ninguna enfermedad o condición, por lo que se le hizo rara y sorpresiva la invitación. Sus compañeros le parecían personas normales o tal vez seguían sus tratamientos al pie de la letra, a diferencia de ella.

—En serio —confirmó Natasha—. Bueno, si no hiciste planes con Liam.

—No, no hablé con él todavía. Pero sí, quiero ir —aceptó sonriendo—. Emm, ¿tienen alguna enfermedad mental o algo? —Sus compañeros la miraron incómodos, y sintió que la había echado a perder—. Ay, perdón, no quise preguntar eso —se disculpó avergonzada y sintió que ahora sí la rechazarían.

—No, no te preocupes —la disculpó Andrew—. Y no, no tenemos nada.

—Ah bueno, pero ¿la salida sigue en pie?

—Sí —contestó Gina.

—¡Bien! —Siguieron hablando, y luego de unos minutos, volvieron al trabajo. Natasha aprovechó que el supervisor no estaba cerca para acercarse a su cuñada, quien estaba espolvoreando cacao en las copas de tiramisú.

—Dime, ¿por qué preguntaste eso? -habló Natasha en voz baja.

—¿Lo de si tienen alguna enfermedad o condición? —preguntó suponiendo a qué se refería—. Oh —hizo una pausa y la miró—. Es que nunca había tenido amistades normales, bueno, aunque mi terapeuta me dice que no hablé así, pero a veces se me olvida. —Continuó echando chocolate rallado—. Sólo tuve amigos con esquizofrenia, bipolaridad, autismo, alguna discapacidad —enumeró.

—¿Y eso te lo impuso tu mamá también?

—No, pero sólo gente así me ha aceptado. Ya viste que soy muy torpe con las preguntas además.

—No te suspendieron la invitación como verás. Además, al menos de mi parte te considero amiga.

—Ah, creí que...sólo era la novia de tu cuñado.

—Se pueden ser ambas —aclaró sonriendo y encogiendosé de hombros—. Y descuida, aquí no te discriminaremos —le aseguró, y Daphne sonrió en agradecimiento.

Ese viernes, Daphne fue a casa de Natasha como esta le había dicho, y de ahí se tomaron un taxi que las llevó directo a la discoteca donde se reunieron con los demás.

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