Capítulo 23
Era sábado, Daphne estaba en casa de su novio, quien había preparado el almuerzo. Ella saboreaba cada bocado y elogiaba su comida. Liam, por supuesto, le agradecía. Hablaban de todo un poco.
—Por cierto, Naty, ¿en el restaurante donde trabajas están buscando alguien que haga postres? —se animó a preguntar.
—De hecho sí —contestó—. Están buscando desde ayer.
—¡Ay, qué bien! —se entusiasmó—. Aunque, sigo dudando en ir. No quiero que me contraten y me despidan rápido por mis cambios de humor. Ya no son tan frecuentes, pero aun así.
—Con Noel pasamos por una crisis matrimonial, y nos dieron un tiempo libre hasta que nos arregláramos. —Liam sólo comía y tomaba de su bebida en silencio y con seriedad sin mirar a nadie mientras escuchaba a su cuñada decir eso. Muchos sabían que fue él quien había provocado esa crisis, pero aun así le incomodaba recordarlo.
—Y, ¿no hay problema con que sea la novia de Liam? —preguntó con algo de temor. Liam giró su cabeza hacia ella y le acarició la mano para tranquilizarla.
—Claro que no. Bah, no debería haber problema. Pero cuando vayas a la entrevista, sé sincera en todo lo que te pregunten y di la verdad en cómo te enteraste del restaurante —aconsejó Noel.
—Está bien. Iré mañana —se decidió sonriendo.
—El único problema es que el dueño y la gerente pueden ser intimidantes —advirtió Liam.
—Liam, no asustes a tu novia —lo regañó su mamá medio en broma.
—Sólo digo la verdad —se defendió haciendo puchero. Daphne echó una risita.
—Me encanta que seas tan sincero —lo elogió acariciandolé la espalda, y su novio sonrió.
—Pregunta por May Sellers —indicó su cuñado—. Es la gerente. Ella da las entrevistas.
Siguieron comiendo. De la nada, Daphne empezó a ponerse seria y dejó de mover los cubiertos. Los dejó sobre el plato y apoyó los brazos y manos en la mesa mientras seguía mirando la comida. Liam la miraba detenidamente. A su novia le brotaban las lágrimas.
—Daphne, ¿estás bien? —se preocupó Peggy.
—No, perdón —contestó con la voz quebrada.
—¿Por qué lloras? —preguntó Emily.
—No es nada. Ustedes sigan comiendo —dijo su papá e invitó a su novia a levantarse. Esta aceptó la sugerencia, y la llevó a la habitación. Los nenes se levantaron y quisieron seguirlos.
—Vuelvan acá y terminen de comer como les dijo papá —los detuvo la abuela—. Él ya vuelve. —Sus nietos volvieron a sentarse.
En la habitación de Liam, su novia estaba llorando a moco tendido en sus brazos.
—Ay, Liam, disculpa, tenía que pasarme esto justo hoy —se quejó sollozando—. Justo tenía que darme esta recaída frente a tu familia.
—Está bien, no pasa nada, no te preocupes —le susurraba consolandolá. La aparta un poco—. No es tu culpa —dijo secandolé las lágrimas.
—No pude terminar de comer —se lamentó, sintiendosé avergonzada.
—No tienes que terminar si no tienes más ganas.
—De verdad me encantó —lo volvió a elogiar, sonriendo un poco. Su novio le devolvió la sonrisa.
—Gracias.
—Espero que no me pase esto en la entrevista —temió.
—No pienses en eso. Te van a contratar, estoy seguro —la animó.
—Bueno, voy a tener que irme, esto va a durar horas y tal vez hasta esta noche o mañana, pasado. No es justo que me quede en este estado.
—Puedes quedarte en mi habitación si quieres —la invitó—. Digo, si no quieres volver al living—comedor —aclaró.
—¿En serio? —preguntó sorprendida— Es que, siempre que me pasa esto, me piden que me vaya.
—En serio —confirmó.
—¿A tu mamá no le molesta? —siguió preguntando sin poder creer que fuera en serio.
—No.
—Gracias, qué lindo —apreció acariciandolé el rostro. Ambos se levantaron para que ella pudiera correr las sábanas y la frazada y meterse en la cama. Una vez adentro, Daphne se incorporó y le pidió un último abrazo a Liam, quien se lo aceptó. Él se apartó un poco y le dio un beso. Salió de la habitación y volvió al comedor. Liam volvía de vez en cuando a la habitación a ver como estaba.
***
Daphne se había despertado en la noche. Al volver al living—comedor, notó que ya todos se habían ido y sólo habían quedado Liam y su mamá. Su novio se acercó a ella en cuanto la vio terminar de bajar la escalera.
—¿Estás mejor? —preguntó tomandolá de la mano y acariciandolé el rostro.
—Como se puede —suspiró encogiendosé de hombros—. Disculpen a los dos, no quise ponerme así. No decido cuándo me pasa esto.
—Está bien, Daphne, nadie estuvo ni está enojado contigo —la disculpó su suegra—. ¿Quieres tomar algo?
—No, gracias.
—¿Quieres quedarte un poco más o te pido un taxi? Te llevaría yo, pero recuperar mi licencia va a tomar un buen tiempo. —Su novia hizo una pequeña sonrisa.
—Pide el taxi. No quiero incomodar más aunque ustedes no lo vean así. —Liam entendió y se acercó al teléfono.
Minutos después el taxi estaba en la puerta, y los tres salieron.
—Te llamo en la semana para que salgamos de nuevo —avisó él.
—Gracias, yo te confirmo según como esté. —Le dio un beso y se despidió de él y de Peggy.
***
Había pasado dos semanas, Daphne no quería salir de su casa y se la pasaba casi todo el tiempo en cama. Su padre y su hermano le preparaban comida para cuando tuviera hambre; y aunque comía, la dejaba siempre a la mitad. Ese lunes, ya estaba con los ánimos por las nubes y llamó a Liam para preguntarle si podían verse, quien le dijo que sí. Se juntaron esa tarde en una plaza. Ella lo estaba abrazando bien fuerte.
—Te extrañé tanto, Liam. Sé que me llamabas, pero quería verte —dijo con ternura y hundiendo su cara en su hombro.
—¿Cómo no iba a llamarte? Me alegra que estés mejor —dijo mientras también la abrazaba y le acariciaba de la cabeza a la espalda. Se apartaron un poco.
—¿Quieres ir a merendar o nos quedamos acá? —lo invitó—. Yo tengo hambre, pero no sé tú.
—Vayamos a comer —eligió. Caminaron unas cuadras hasta llegar a una heladería. Pidieron dos copas de helado—. ¿Vas a ir a la entrevista? Noel me dijo que todavía están buscando empleados.
—¿En serio? Ah, en ese caso, sí, sí voy. Lamento que me hayas tenido que escuchar llorar en el teléfono con que no me van a contratar —rió avergonzadamente.
—También pasé por eso, no te preocupes. No sé en tu caso, pero por suerte mi mamá llamaba para avisar al restaurante donde trabajo actualmente. —Llegó la moza con las copas.
—Pero...¿cuántas veces faltaste?
—Como por un mes. Sí, entiendo lo que quieres decir. Tú has faltado mucho más que yo, ¿no?
—Sí —contestó cabizbaja. Liam sintió que la había ofendido y le tocó la mano.
—Perdón, no quise ofenderte. —Ella lo miró y le sonrió como muestra de que lo perdonaba. No iban a arruinar la cita por un comentario, sobre todo cuando no había malas intenciones. Daphne no era el tipo de mujer que se levantaba a la primera ofensa. Liam le besó la mano y siguieron comiendo.
—De hecho, yo falté bastante cuando vivía sola. No avisaba ni nadie avisaba por mí, así que por eso los despidos. Ahora que vivo con mi papá y mi hermano, ellos me dijeron que llamarían al trabajo si vuelvo a faltar. Pero, cuando vaya mañana, ¿puedes venir conmigo?
—Sólo hasta la puerta. Recuerda que estoy vetado de por vida. No sólo ahí, en todas las sucursales.
—Ah sí, lo olvidé. Está bien, mientras vayas conmigo.
—Lo haré —prometió.
Al día siguiente, Liam acompañó a su novia hasta la puerta del restaurante donde trabajó. Se quedó en la puerta, y Daphne preguntó por May Sellers como le había dicho Noel. Uno de los mozos la acompañó hasta donde estaba la encargada, la cual vio de casualidad a su excuñado en la puerta, pero le restó importancia. Le dijo a Daphne que la acompañara a la oficina. Una vez ahí, le preguntó por su experiencia, por qué había dejado de trabajar en los otros restaurantes y cafeterías en tan poco tiempo, si estaba en tratamiento y cómo se enteró del puesto. La pastelera contestaba a todo con sinceridad.
—Parte de la familia de mi novio trabaja aquí y me enteré por ellos que estaban buscando más gente para hacer los postres.
—Bueno, eso es todo. Te llamaremos en la semana. Una última pregunta, sólo por curiosidad: ¿el hombre que estaba en la puerta cuando llegaste es tu novio? —Daphne se tensó al escuchar esa pregunta. Pensaba que si decía la verdad, toda la entrevista habría sido en vano, haberse presentado a la misma habría sido en vano, pero tenía que ser sincera como le habían aconsejado.
—Sí, así es. —May sonrió ligeramente.
—Bien, puedes irte. —Le estrechó la mano, y su futura empleada se la aceptó—. Un gusto conocerte.
—Igualmente. —Salió de la oficina y del restaurante. Se fue con su novio.
Luego de una semana y de repetir todos los días "no me van a contratar por ser la novia de alguien que les causó problemas" y "no debí pedirle a Liam que me acompañara, qué estúpida soy" , la contrataron. Gritó de alegría y se lo contó a su novio, quien la felicitó y le dijo que estaba seguro de que le iban a dar el trabajo. Agregó que hasta se dio cuenta de que la gerenta lo había visto. Daphne le agradeció el apoyo y siguió haciendo llamadas a toda su familia para contarles. Al día siguiente, fue a trabajar.
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