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El Deseo

  Y es en este momento, cuando Denis, la pareja de Klare, que lo observa todo al igual que yo, se sitúa a mi espalda. 

     —¿Te gusta lo que ves, Nicki'? —pregunta al retirar mi pelo del cuello. Sin que se lo pueda impedir, me sigue hablando al oído mientras me besa con la punta erecta de su lengua—. Te excita. 

     ¿Cómo lo ha sabido? No me giro, porque no puedo dejar de mirar a Ethan en cada penetración que le proporciona a Klare. ¿Es posible que Denis tenga razón y que ya esté preparada para unirme a ellos? Y lo más inquietante aún, ¿me ha gustado sentir su aliento en la nuca?

     No pierdo de vista los ojos de Ethan, y él no pierde detalle de cómo Denis me besa el cuello. ¿Qué ha hecho? Eso no estaba en el acuerdo de esta relación, yo solo lo haré con mi marido y Klare. Pero me callo y no lo digo en voz alta, porque veo el deseo que inunda la mirada de Ethan y eso me pone cachonda. ¿Quiere verme con Denis?, ¿yo quiero que me vea, mientras él está con Klare?

     Y sin remedio, por el hecho solo de pensarlo, me excito aún más. Tengo que asimilarlo por un segundo. Dijimos que seríamos tres, ¿Es posible que quiera saltarme el paso y pasar a ser cuatro? Respiro hondo sin detener a Denis, sin detener sus manos en mi vientre. 

     No me considero una persona arisca y puedo aceptar con cautela cualquier muestra de cariño, sin ser grosera. Pero resulta que ya he pasado la barrera de lo cortés y educado cuando le permito lamer mi cuello, que baje una de sus manos a mi entrepierna o que con la otra me toque los pechos. La excitación y el placer dan paso a un fuego arrasador en mi vagina, que se contrae a la espera de que entre algo en ella. 

     Jamás pensé que después de tantos años de amistad, confidencias y secretos, fuera precisamente Denis quien me iniciaría en este tipo de relaciones tan abiertas, quien me descubriera que no solo podemos ser dos. Nunca me ocultó sus gustos, preferencias o fantasías con otras mujeres, pero nunca creí que yo estuviera en una de ellas, y por la manera en la que me besa, y gime al hacerlo, juraría que lo ha deseado desde siempre. Que le gustaría hacérmelo con la boca, por lo menos. 

     Me centro en Ethan y en su disfrute personal. Ahora, de rodillas en la cama, incrementa el ritmo sobre Klare, abriendo más sus piernas, que ya sujeta por los tobillos con ambas manos. Sé que está enloquecido por lo que Denis me hace, y con sus  ojos me pide más.

     Denis se ha movido, está frente a mí, pero no por ello dejo de mirar a Ethan, lo hago por encima de su hombro. Así que no me lo pienso, me dejo hacer y entrego mi voluntad a los deseos de ambos. 

     Levanto los brazos para que Denis me pueda quitar el jersey. A continuación lo hace con mi sujetador mientras me acaricia en el proceso, ahuecando sus manos bajo mis pechos hasta hacerlos unir. 

     —Deliciosos —me dice, y eso que no se los ha llevado todavía a la boca. Solo los masajea, provocando mi deleite. 

     Y veo en sus ojos que no solo yo disfrutaré de lo que me haga.

     Siento una extraña sensación al sentir sus manos suaves, sus pulgares acariciando mis pezones. Me gusta, es diferente, pero me gusta. Y una nueva explosión de humedad inunda mi interior al sentir después su boca y sus dientes, ¡joder! ¿Con solo eso me ha hecho mojar las bragas?

     Hasta hoy solo Ethan lo había conseguido como preludio de nuestros encuentros. Mis anteriores parejas fueron egoístas. 

     Sin exagerar en lo más mínimo, admito que con mi marido he sabido lo que es un verdadero compañero de cama, incapaz de terminar él, de una u otra manera, hasta conseguir antes mi orgasmo.

     Volviendo a Denis y a lo que precisamente me está haciendo ahora con la ropa, con sus manos o sus besos en mi cuello, saco las piernas del pantalón que ya ha caído al suelo para despojarme de cualquier barrera que me impida disfrutar a mí también. 

     —Eres preciosa —me dice a la vez que toca mis labios con las yemas de sus dedos en una nueva y suave caricia. 

     Ethan gruñe, no le ha gustado que Denis me dijera eso, solo él lo hace. Pero resulta que a mí sí me ha gustado que otra persona que no sea mi marido admire mi cuerpo desnudo, justo cuando a continuación se va a encargar de darle placer. No es algo que oiga habitualmente ni si quiera estando vestida, tengo ojos en la cara, y espejo, que me confirman que estoy muy lejos de parecerme a Klare o a las mujeres que he visto con Denis. Su halago, cierto o no, me excita 

     Por eso le sonrío en agradecimiento, aún con el rubor en mis mejillas.

     —Abre la boca —me ordena, y creo que ya no tengo marcha atrás.

     Obedezco y abro mis labios. Saco la lengua un poco, con todo el descaro del que soy capaz teniendo en cuenta que no me siento atraída por Denis en absoluto, para luego a continuación, chupar sus dedos.  Le demuestro así que aceptaré que me toque, que me acaricie, que me chupe, incluso que me penetre como quiera, y con lo que quiera.

     Y es entonces, cuando Denis me sorprende. 

     Me agarra del pelo para poseer mi boca, me besa y lleva sus dedos húmedos de mi propia saliva a mi entrepierna. Se hace paso a través de mis pliegues vaginales y los introduce, con un golpe certero, provocando un gemido que sale de mi garganta sin que pueda retenerlo. Se traga mi aliento, mientras me pide calma y me susurra cuánto ha deseado este momento conmigo. Qué no le tenga miedo por lo que me vaya a hacer a continuación. 

     Respiro hondo, no lo tengo. 

     Yo, que no me recupero de su declaración, me agarro a sus hombros y acomodo mi cavidad a sus dedos, que se curvan sin problemas y con soltura. Como si me los hubiese metido ya antes, Denis encuentra pronto mi ritmo. Me muevo sobre ellos mientras veo que Ethan se ha quedado quieto, observándonos. 

     Y me gusta que lo haga, que me vea, porque así imagino que es él, que no nos separa una cama y que nuestros cuerpos son los que están unidos. 

      —Estás tan mojada, tan caliente —me dice Denis sin dejar de mover sus dedos.

      A Ethan le gusta lo que ve, lo que oye. Lo sé, porque busca su postura favorita, girando a Klare para ponerla boca abajo. Ahora ella también puede vernos a Denis y a mí. Ethan la sujeta por las caderas y la pone a la altura de su pene, acomodándose en la unión de su glúteos, sobre la que se restriega antes de penetrar su vagina por detrás. Yo les veo perfectamente, mientras que Denis no. Porque se ha agachado, se ha puesto de rodillas y tiene su boca en mi sexo. 

     Su lengua profundiza ya en mí, buscando mi clítoris. Tengo que abrir las piernas y adelantar mi cuerpo para que pueda lamerlo bien, yo misma me abro la cavidad con los dedos. Y lo hago con menos pudor de lo que pensé para ser mi primera vez en esto. 

     Ethan se excita, no puede negarlo. Acaba de darle a Klare un cachete en el culo que resuena en el silencio que nos invade, solo roto por mis jadeos y los de ella, justo cuando él vuelve a penetrarla con dureza.

     Creo que pronto tendré un orgasmo, y puedo decir con certeza que es Ethan quien me lo dará, así sea Denis quien me toca.

     Denis me tumba en la cama para tener mayor acceso a mí con la boca. Sube mis piernas hasta dejar visible mi culo. Gimo cuando su lengua pasa la barrera de mis orificios y a continuación se pierde en el más cerrado. Grito el nombre de Ethan, sé que me mira, porque estoy junto a Klare, con nuestras cabezas del revés. Yo miro hacia arriba y me encuentro que Ethan me devuelve la mirada junto a una sonrisa. Y aunque me cueste mantener los ojos abiertos, porque el placer que me da Denis es tan extremo que me incita a cerrarlos, no dejaré de mirarle mientras me corro. 

     El hombre que amo me sonríe de nuevo, sin poder ocultar que está a punto de correrse también. Jadeo aún más deprisa, Denis sabe lo que se hace y no me da margen. Utiliza dos de sus dedos para abrir más mi entrada humeda, mientras que me pasa la lengua por el clítoris. Los ha curvado en el interior sin dejar de moverlos y, por supuesto, sin dejar de lamerme y otra vez. Voy a explotar, e intuyendo que Ethan se acerca también a su tan ansiado final, su expresión me lo dice. Levanto la mano para coger la suya. Me la da en el momento justo que estamos teniendo nuestros orgasmos. Y no me equivoco al decir que juntos, aunque nuestros cuerpos ni se rocen.

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