El Clímax
Los parpados le pesan y contrae el rostro, Ethan está a punto de correrse.
Yo sigo a lo mío, se la chupo para que despierte con un orgasmo en mi boca. Me ayudo con la mano, y bien que me esmero en absorberle hasta la garganta.
Sin decirme nada aún, acaricia mi cabeza. Sabe que no necesito pautas que me digan cómo mover mis labios o mi lengua, o en qué grado he de succionarle, sé hacerle una mamada desde hace años. Pero comprendo que tocar mi pelo con sus dedos, mientras el perfume que lo baña inunda su nariz, le excita. Cree que domina la situación.
Al rozarle con los dientes, levanta las caderas. Sonrío, ¡le queda tan poco! Luego, le doy golpecitos con la punta de la lengua y es cuando contrae el culo para avisarme de su orgasmo.
Sigue sin abrir los ojos pero al menos se ríe. Ya llega, lo siento en mi paladar.
—Para, cariño —me dice con las manos a la altura de mis orejas. Ha despegado mi boca a tiempo. Nos miramos a los ojos—. No llevo condón.
—¿En serio? —pregunto riendo. ¡Que soy yo la que lo tengo en la boca!
Mantengo la mano alrededor de su polla en movimiento constante, para que su erección se mantenga. Aprieto, provocando su gemido, y sin dejar de mirarle le exijo que me deje tragármelo.
—¡A la mierda! Exprímeme, soy tuyo —se rinde.
Ethan se apoya en los codos, se pone cómodo. Por nada del mundo se pierde la escena.
Me gusta su entrega, su derrota. No puede negarme nada después de mi regalo de anoche. ¡Y menudo regalo! Aún creo que todo ha sido un sueño. No voy a poder superarlo en la vida, y eso que pretendo envejecer a su lado y tengo tiempo para ello.
Ahora saco la lengua y recojo la gota que ya amenaza con ser la primera, al tiempo que me relamo desatando su orgasmo.
Comienza a respirar acelerado, porque lejos de lo que le hizo ayer Klare, hoy soy yo quien se encarga de su placer. Le hago completamente mío.
Cuando se recupera, y su cuerpo deja de estremecerse, coge de nuevo mi cabeza para besarme. Mira más abajo de mi cara y ve que no llevo ropa. Mi propuesta le gana.
Hace que trepe hasta colocarme encima de él, para besarme y probar su semen en mí, antes de que su esencia desparezca de mi boca. Somos la mezcla perfecta, aderezada con su sabor.
—Con despertares así te haré el desayuno cada mañana.
Una sonrisa ilumina su cara, seguro y no está pensando en comer precisamente ahora. Apoyo la barbilla en las manos que tengo cruzadas sobre su pecho. En respuesta, sonrío con burla.
—Es bueno saberlo, porque con desgastes como el de anoche necesitaré desayunar cada mañana.
Se ríe a carcajadas. A decir verdad, no creí que se nos diera tan bien nuestra primera vez en cama ajena. Y sé que piensa lo mismo, porque me dice:
—Fuiste todo un descubrimiento, cariño, uno que aún me la pone dura.
Me tapo la cara, para nada avergonzada. Al contrario, no quiero que vea mis ganas por repetir.
Y es que si algo nos quedó claro tras la nueva experiencia, al regresar a casa ayer, fue que no será la única ocasión en la que daremos ese tipo de morbo a nuestro sexo. Quedamos en repetir próximamente. La amistad que tenemos con Denis lo facilita más.
—La próxima vez, será aquí en nuestra cama. Grande para jugar, grande también para desayunar —le digo apartando ese flequillo rebelde que se empeña en ocultarle los ojos. Tan oscuros que ya veo el deseo en ellos.
—¿Qué te apetece que hagamos hoy?
Ethan me besa. Su lengua se come la mía sin descanso. Luego desliza su boca hacia arriba, hasta que yo doy con su barbilla. Se la muerdo. Él sonríe y yo me abro de piernas para sentarme en su estómago. No llevo bragas, y mi humedad ya lo moja.
—¿De juego? —pregunto con mis manos apoyadas en su pecho, lo acaricio hasta detenerme en sus pezones. Me inclino para lamerlos también. Yo elevo mis caderas para que pueda tocarme. Lo hace, y restriega mi humedad por los pliegues de mi ano.
Levanto la cabeza en un gemido. Tengo los ojos cerrados para concentrarme en ese dedo.
—¿En qué estás pensando, pervertida? —me pregunta él mientras yo muevo las caderas para satisfacerme con su mano.
—Bueno, disfruté con la lengua de Denis, y...
—¿Aquí? —interrumpe, cuando me mete el dedo.
Abro los ojos al sentir la ajustada intromisión. Jadeo, respiro excitada. Es solo el inicio de él, pero estoy segura que de profundizar, lo acepto entero sin problemas. No sería la primera vez que lo hacemos así, ¡cómo para tener problemas con su dedo ahora!
Lo hunde un poco más y tengo que controlarme para detener mis movimientos sobre él.
Con la mano libre, Ethan agarra mi pelo, quiere que le bese de nuevo, que gima sobre su boca, en un aliento entrecortado, por lo que me está haciendo sentir.
—Ethan.
—Eso es, y voy a ser yo quien lo penetre hoy, sin lubricantes —me dice antes de besarme y dejarme sin aire.
—Eres tan fácil como todos —digo con los ojos en blanco—. ¿Te ofrezco la oportunidad de repetir con Denis y solo quieres follarte mi culo?
Ethan se ríe, asintiendo con la cabeza.
—Reconoce que lo de Denis lo haces más por ti, que por mí, cariño —me dice riendo, lo ha adivinado, porque sabe de sobra que Denis no lo tocará en la vida. No es bisexual—, pero por otro lado... Ha sido pensar en su boca sobre tu clítoris y se me ha puesto dura de nuevo.
Para que no me queden dudas, Ethan me la acerca a la vagina.
—¿Crees que es pronto para pedirle que venga con nosotros? —pregunto a punto de metérmela yo misma.
—Supongo. No queremos que se agobie, ¿verdad?
Entonces, Ethan saca su dedo de mí, toma mis caderas y hace que descienda poco a poco sobre su pene erecto. Yo me dejo caer sobre él, sintiéndolo en todo momento.
—Además, creo que no le gustas demasiado.
¡Y una mierda! Le golpeo el pecho, riendo por su fanfarronada, y me incorporo de la cama, de un salto. Dejándolo a medias.
—Sí que le gusto, ahora verás.
Cojo mi teléfono móvil, de encima de la cómoda, y regreso junto a él, a la cama. Ethan ya está sentado y apoyado sobre el cabecero, expectante por mi actitud.
—¿Denis? Hola, soy Nicki... verás, es que Ethan y yo estábamos en la cama, y se me ha escapado un súper comentario de ti, por lo de anoche, que ha provocado una pequeña discusión entre nosotros. Ha sido algo así como: ¡Que boca tiene Denis para correrme! se nota que es una mujer y sabe de qué va el tema. Y él, en cambio, ha protestado. No cree que sea para tanto como su polla, ya sabes... es un tío, no le pidas más. Él, y su cosita. Por eso discutíamos si tú con tu arnés podrás superarle.
Ethan pone los ojos como platos e intenta quitarme el teléfono de la mano. Al final verás que la perdemos de compañera de cama como le diga una burrada de las suyas.
Pero soy más rápida que él, me giro, me levanto y se lo impido, para seguir hablando con Denis. De mujer a mujer.
—¿A quién coño quiero engañar? Pícala cuanto quieras, dile lo bien que follo, a ver si no tarda en llegar —grita Ethan, y tengo la impresión de que no solo quiere que se entere Denis, la vecina del ático izquierda estará dando fe de ello.
Ahora la sorprendida soy yo. Porque al otro lado de la línea, la risa de Denis es sonora, y lejos de enfadarme, tengo que contener las ganas de acariciarme ahora mismo.
Ambos parecen dispuestos a hacérmelo pasar bien. Perfecto, solo tengo que picarlos un poco más.
—¿Sabes lo que me ha dicho Ethan? que apuesta quinientos pavos a que él lo logra antes que tú… no, no estoy de coña, ¿verdad, cariño, que no?
No me extraña que Ethan diga que no con la cabeza, sigue cachondo a juzgar por su erección, y mucho menos me extraña su comentario.
—Yo ya estoy empalmado, si eso no le basta a Denis, puedo mandarle una foto —me río a carcajadas, Denis lo hace conmigo.
Al final todo ha salido bien, esta noche vendrá a cenar con nosotros.
—Así que te correrás antes con Denis que conmigo —me dice él cuando ya he colgado y concertado nuestra cita con ella.
Asiento y doy un paso hacia atrás, con ganas de juego. Y es que la mirada encendida de deseo de Ethan me advierte de que me vaya preparando.
Camino de espaldas hacia la puerta, mientras él está cada vez más cerca de mí. Se agarra el pene y empieza a acariciarse. No puedo dejar de mirarlo, lo sabe, y por eso, el muy cabrón, se masturba para mí.
—Y al parecer, tendré que sudar para lograr que lo hagas si no quiero perder quinientos euros.
—Eso he dicho —le digo para acrecentar aún más su deseo, y no creo que me haga mucha falta, ¡menudo tamaño tiene ya!
—Sal corriendo, Nicki, porque cuando te alcance, te haré sudar yo a ti. No te va a hacer falta Denis para más de un orgasmo.
Me da un par de segundos para salir detrás de mí, conociéndolo, el tiempo de pillar un condón. Le encanta mi culo.
Corro por el pasillo hasta que llegamos al salón. Me parece bien el sofá, donde ya me he detenido, sobre el respaldo podrá penetrarme como más le gusta, por detrás. Desde que me ha metido el dedo, sé que Ethan no puede pensar en otra cosa.
Así que, intuyendo sus deseos, yo misma coloco las manos en el sofá y me agacho, al tiempo que abro las piernas. Estoy tan mojada ya que no le costará hacérmelo.
Sin decirle nada, se coloca a mi espalda. Acaricia mi columna y despierta un gemido en mí.
—Solo por este jueguecito vas a decirme lo que quieres que te haga, cómo y en qué medida. Porque de lo contrario no me moveré. ¿Podrás hacerlo? —me pregunta mientras rasga con los dientes el envoltorio del condón—. No te oigo —insiste, rozando su polla ya cubierta de látex por los cachetes de mi culo. Con la otra mano, me acaricia el clítoris con gran parte de mis fluidos.
—Sí —digo a través de mis jadeos. Se apiada de mí, o me tortura según se mire, porque me acerca la punta sin llegar a profundizar—. Métemela muy despacio, Ethan, para que pueda sentirte. Haz que desee cada uno de tus centímetros.
Con su pie, abre más mis piernas, y con una caricia me obliga a agacharme más. Pasea la mano por mi espalda, erizando cada vello de mi cuerpo, ansioso ya de él. Restriega mi humedad para que pueda acogerlo y tantea mi entrada con dos dedos. Salgo a su encuentro echando el culo hacia atrás.
—Tranquila, cariño, todavía no.
Ahora, en vez de gemir, emito un quejido. No es justo, estoy que ardo. Ethan ríe con malicia, está jugando con fuego si cree que me gusta que retrase mi órgasmo.
—Sigue hablándome —dice, y de nuevo me acerca la punta. Esta vez profundiza lo justo para que me tense al sentirle dentro, eso sí, se queda quieto.
—Muévete, Ethan, y hazlo bien, no quiero tener que tocarme para correrme.
—¿Te ríes de mí?
Si ya sabía yo qué tecla tocarle. ¡Es tan previsible en su ego de machito!
Levanto la cabeza y le miro. Sonrío.
—Ni por asomo necesitarás tocarte. He dicho que sudarás, sí, pero no será precisamente por tu esfuerzo.
Y al fin lo hace, se mueve, y yo me inclino más sobre el respaldo del sofá. Respiro excitada, mi cuerpo se eleva pidiendo más.
Agarra mi pelo para que levante la cabeza, quiere que le mire.
—Solos tú y yo —me dice al incrementar el ritmo sobre mí.
Como respuesta, me muevo buscándole. Tengo que reconocer que eso le vuelve loco. Que no deje que él haya salido, para echar mi culo hacia atrás y clavarme en él otra vez.
Se mueve sin parar, mientras yo me retuerzo debajo. Me sujeta por las caderas y clava sus dedos en mi piel. Mis pechos se menean por cada empuje que me da, y él me los acaricia como puede. Gimo, estiro aún más los brazos, alejándome del sofá para acercarme a él.
Hasta que de nuevo, alcanzamos nuestro final.
Envuelve mi cuerpo en un abrazo, cuando por fin podemos respirar.
—Necesito el móvil.
Ethan se separa para poder mirarme a los ojos, sin comprender.
—A ver, me has dicho que no necesitaré a Denis para otro orgasmo ¿no? Pues tengo que decirle que no venga.
Se ríe a carcajadas y me besa con pasión. Está de acuerdo. Hoy lo quiero para mí sola, me quiere solo para él. Al final, eso de repetir la experiencia tendrá que esperar, pongamos que, otros... ¿siete años?
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