CÁPITULO 4: EL INICIO DE TODO.
- ¿Qué hicieron qué? - Respondía asombrada, Lía lo había dicho todo, creo que pasó media hora desde que inició y he quedado en shock. Habían llegado a la fiesta, todo parecía de ambiente, tranquilo, lo usual en esos eventos, bebidas, música a todo volumen y uno que otras picadas para comer, iba de maravilla según lo que me contaba, hasta que llegó la dueña de la fiesta...al parecer la prima de Alex, Triz era la enemiga de Lía, pero qué mundo tan pequeño... apenas ellas se vieron el infierno empezó arder, conozco el corazón de Lía y no creo que sea de esas chicas fresas o envidiosas, ella es tal cual, muestra su corazón libremente, así que quien realmente le hizo pasar el peor momento fue esa chica.
-Estábamos con Joey bailando y besándonos, yo luciendo mi lindo vestido, tomando fotos, cuando escucho por el micrófono "Pero miren qué peste ha llegado" y lo peor de todo es que me miraba fijamente a mí, y todos alrededor me miraban por completo, murmuraban de todo.
-Pero ¿Por qué te odia tanto?
-Ella es mayor con tres años y se comporta como niña de secundaria, ella es de aquí, vive a unas dos calles de donde vivo yo, siempre ha sido la disque popular de la zona y le da por siempre querer superarme en todo y está también el simple hecho de que soy novia de Joey- Ahí está uno de los puntos que nombró Gadiel.
-¿Qué pasa con él?
-Pues que es mi novio y él nunca le dio oportunidad, ¿cómo porqué iba hacerlo? Ni siquiera a mi chico le gustan mayores, somos uno para el otro y esa niña no soportó lo nuestro y cada vez que me ve trata de hacerme quedar en ridículo.
-Quién iba a decirlo, Alex primo de la maniática.
-Alex, ese es otro punto, ni siquiera lo había visto con ella, de haber sabido que la fiesta era de su primita querida, obvio que no iba a ir.
-Entonces ¿Él no es de aquí?
-Según mis fuentes, se incorporó recién este año, toda su vida la pasó en Londres, vino hasta acá después de ocho años.
-¿Él estaba en la fiesta?
-No, para nada, ¿qué persona invita a otra sin siquiera aparecerse en ese lugar?
-Entonces me invitó y no apareció, vaya dato, gracias.
-Si te refieres a la lista de posibles candidatos, le va restando puntos y no lo digo porque lleve los mismos genes de la loca, sino por cómo se portó.
-Claro que entiendo y no me refiero a esa lista, ni siquiera existe Lía. - esbozó una leve sonrisa entre nosotras.
-Pero bueno, el caso es que la loca, además de hablar así por el micrófono, intentó abrazar a Joey, él la apartó y no le gustó y le tiró alcohol en su camisa, entonces la empujé con fuerza y me respondió diciendo "¡Te largas babosa!" y yo le dije "¡Ni siquiera pensaba en quedarme, loca!" porque claro que quedarme callada no era opción y ahora estamos aquí en tu depa desahogando las penas.
-Lía me siento culpable en parte, sino fuera porque Alex...- me detuvo a lo que iba a decirle.
-Yo fui la insistente a que debíamos ir a la fiesta, me alegro que no hayas ido, hubiera sido tu primera experiencia de la más problemática.
-Yo también pasé algo similar en la cena de Gadiel.
-Uy de esas fiestas no es de sorprenderse siempre termina en gritos, pero esta vez supongo que todo fue más relajado con Gadiel teniéndote a tu lado.
-Al inicio si, luego se alteró todo, pero pudimos sobrevivir en ello.
-Espera, ¿La cena duró para tanto o a dónde fueron? - de inmediato supe a lo que se refería, cuando su risa malévola apareció.
-Me tenías con hambre, apenas habíamos llegado al lugar y creí en tus palabras "comemos en el camino"
-Bueno en mi defensa te lo dije porque ibas a la cena con Gadiel, allá ustedes, si no comieron.
-Claro que no, su padre es muy prepotente, ni comimos un bocado, al final terminamos con una hamburguesa por la carretera.
-Mejor, ya me iba a sentir culpable que no hayas comido hasta esta hora.
-Cierto, nosotras conversando como si fuese de día, el reloj marca las dos de la mañana.
-Sin pensarlo, terminamos en pijamada.- esbozó una pequeña risa.
-Ponte cómoda, si quieres te presto algo de ropa.
-Muy bien, dame algo, aunque mi vestido se ve fantabuloso, necesito quitar el glamour hacia un lado.
Lía se había puesto una de mis pijamas; la ventaja de usar siempre ropa algo suelta es que le quedaba cualquier cosa que tenía. Salimos hacia la sala y vimos a los chicos mirando la televisión, mi amiga saltó enseguida hacia los brazos de Joey, me quedé quieta por un instante, observando cómo mi mundo, mi rincón donde puedo ser yo libremente, estaba lleno de mis amigos, mis nuevos amigos. No sé si corrí con suerte en esta primera semana de vida universitaria, pero tengo a personas increíbles a mi lado, queriendo compartir estos momentos.
-Ey señorita pensativa, ¿vienes o no puedes con tanta belleza?- La voz ronca de Gadiel apareció.
-Déjala tranquila- respondió Lía, tirándole una almohada del sofá.
-Gracias por dejarnos invadir tu casa Marian.- añadió Joey.
-Gracias a ustedes por este fin de semana, me lo imaginaba viendo alguna película hasta las diez de la noche y justo en estos momentos durmiendo en mi habitación, pero creo que es mejor estar aquí con ustedes- dije mientras me acercaba a un lado de Gadiel.
-Linda forma de decir que te quitamos el sueño.- sonrió al verme.
-Lo digo en serio, dieron un cambio en mi vida de tres sesenta.
-Ya deja lo cursi y mira a Tom saltar del edificio.
-Que la dejes expresarse, mi pollito está aprendiendo a convivir.- intervino Lía.
-Amor, no le digas pollito a Marian.
-Si es verdad, tu eres mi pollito.- respondió con vocecita de bebé.
-No, tú lo eres. – De tanta cursilería empezaron sus besos, quiero a Lía, pero esto si incomoda.
-¡Ya! Hasta acá escucho sus babas.- Al parecer no soy la única, Gadiel con una cara de asco, le regresó la almohada que antes Lía le había tirado.- Vayan a un hotel.- añadió.
-Lo siento Marian, no puedo con tanta belleza a mi lado.
-Oh mi amor, que lindo eres.
-¿Lo ves? Esto es lo que tengo que soportar al diario, todavía estas a tiempo de huir o echarlos a la calle. - Señaló Gadiel aun con cara de asco.
- Si ya te has acostumbrado a ello, debería intentarlo- respondí en forma de gracia.
Pasamos la noche riendo entre amigos, viendo películas hasta las tres y media de la mañana, ya al momento de dormir, como tenía dos habitaciones, compartí una con Lía, mientras que Gadiel y Joey ocuparon la otra. Fue un sábado por la noche increíble, algo que nunca había experimentado antes, la pijamada imprevista, las risas, las anécdotas que habían pasado juntos me las contaban, todo este ambiente era nuevo para mí, y me sentí profundamente agradecida por ellos, por encontrar amigos de verdad.
Era domingo de madrugada, vi el reloj, eran las cinco de la mañana, no podía dormir del todo, me dirigí hacia la cocina por un poco de agua, me había olvidado de traerla por tantos apuros, ya al regreso con mi vaso con agua, me fijé que la ventana estaba abierta, me acerqué para cerrarla, pero me asusté cuando vi una sombra a su lado.
-¡Ahh!- mis gritos quedaron a medias porque una mano tapó mi boca.
-Los vas a despertar.- susurró mientras me soltaba, era Gadiel.
-Creí que eras un ladrón o peor aún, un fantasma.
-Deberías temerles a los vivos antes que a los muertos.- dijo con gracia.
-Sea como sea a los dos les temo, pero en cierto modo, ¿por qué estás despierto?
- Al igual que tú, no podía dormir y prefiero matar el sueño viendo la luz de la luna.
-Eso sonó cliché.- añadí mientras me ponía a su lado, él se encontraba sujeto encima de la ventana.
-Sabía que lo dirías, niña asiática.- Sonrió.
-Ya ahora sí, dime.
-Me gusta ver por la ventana la tranquilidad que hay, imagina que, en el día, está todo repleto de personas y ahora todo esto está vacío, qué puedo decir vives en un lugar con una vista increíble.
-Eso sonó más profundo y de cierto modo comparto tu idea, porque la vida es así, momentos, momentos que debes disfrutarlos ahí, sean planificados o no.
-Así como la noche que pasamos, la supuesta pijamada de Lía.
-Sí, mi primera pijamada diría yo.- sonreí.
-Esto no es nada, faltaban más snacks, algo de cervezas y tontos juegos que sabe inventarse
- De lo que me he perdido al parecer.
-Has sobrevivido con nosotros más de una semana, ya oficialmente eres parte del clan, así que no tomes por sorpresa algún día que ocurra una de un rato a otro.
-Estaré lista, para lo que sea.
-Chica adaptable, me gusta.- sonrió mientras me quitaba de las manos el vaso con agua para darle un sorbo.
- Llevo aquí una semana y no había visto el amanecer antes, con esta vista tan amplia. - mencioné de la nada.
-Ya falta poco para que salga el sol, y no tenemos sueño, así que podríamos verlo.
- Me agrada la idea, aunque me sorprende un poco de ti, que te desveles solo para ver salir el sol.
-A ver, decirte antes que no existen chicos como los que idealizas, no significa que no haya personas con sentimientos, me gusta ver el amanecer no creas que lo hago por ti, ex novia falsa. - sonrió
-No lo decía por eso, pero está bien y eso del "ex novia" se me hace raro escucharlo.
-Acostúmbrate, de vez en cuando te lo diré.
Gadiel y yo estábamos esperando el amanecer, junto a la ventana, mientras el resto dormía, de la nada sentía chispas a su lado y una confianza que antes no había experimentado, charlábamos sobre todo y nada, compartiendo risas y confesiones hasta que el primer rayo de sol apareció en el horizonte. Todo parecía un momento mágico, como si el mundo se hubiera detenido solo para nosotros, nunca había sentido una conexión con alguien, de poder expresarme, de ser sólo yo, el que no me importe que me vea en mi zona de confort, todo parecía perfecto y me daba miedo, el temor que tengo con Gadiel, es que mi mente ilusione cosas que no son en realidad, apenas llevo conociéndolo una semana y para variar recién ayer habíamos compartido conversación, solo bastaron horas para entrar en confianza con él, que no quiero que mi corazón y cerebro imaginen o sientan cosas, quiero que sea mi amigo, no debo arruinar lo bonito que tengo con ellos, por ilusiones tontas con alguien que apenas conozco; Esto es lo malo de no haber tenido amigos cercanos antes; cualquier pequeño gesto amable me hace pensar demasiado.
-Vaya, que bonito, me gusta los tonos naranjas mezclados con el amarillo, siempre es irreal lo bonito que es el mundo.
-Lo bonita que eres tú, también me sorprende- ¿Qué acabo de escuchar o estoy alucinando?, nos quedábamos viendo fijamente por un momento.
- ¿Qué dijiste? - fue tonto lo que pregunté.
-Así que decirte halagos también te ponen roja. - seguía su sonrisa pícara.
- ¿Roja? - así que sí, me ponía como tomate.
-Tranquila, pareciera que quieres contrastarte con los colores del amanecer.
-Disculpa- murmuré algo nerviosa.
-Marian, no debes ponerte roja cada vez que alguien te dice algo lindo o en cualquier situación que te ponga nerviosa, serás punto débil para cualquier persona.
-Pues supongo que sigue siendo mi debilidad. - mencioné, sin mirarlo, mis ojos veían el horizonte.
-Escuché que Lía le decía a Joey que te iba a ayudar a encontrarte o algo así de sus ideas locas y como ya eres parte del "grupo de amiguitos" pues te ayudaré de vez en cuando a soltarte.
-¿Debería agradecerte?- lo miré con confusión.
-Digamos que es solidaridad, en serio no se me pasa el hecho de que no veas el mundo abiertamente, ¿qué será de ti cuándo salgas con alguien? Espera, no me imagino cuando te rompan el corazón o te sean infiel, mejor si descubres tú la infidelidad o si tal vez tu veas...
-Ya, suficiente- lo corté.
-Sólo decía los posibles sentimientos de tu vida que no has tenido aún.
-Pues, si no los he vivido aun y al parecer suenan tan dolorosos prefiero no vivirlos.
-Estas equivocada, en algún momento de tu vida, sin querer te enamorarás, sin pensarlo tendrás en tu mente a aquella persona día a día, aun así, no expreses lo que sientes por el temor de que te rechace o esté con alguien más, el sufrimiento lo llevarás por dentro y será peor.
-Hablas con tanta franqueza que me hace pensar que lo has vivido.
-Todos lo hacemos Marian, siempre lo vivimos en la adolescencia, a esta edad de igual forma, pero puedes reprimir los sentimientos e intentar hacer más cosas para poder olvidar y saber soltar.
-En serio me he perdido de muchas cosas en mi vida.
-Nunca es tarde para intentar aquellas cosas que no has hecho antes, todo lleva su tiempo, tarde o temprano siempre vives lo mismo.
- A veces me pregunto, porqué mis padres me han mantenido en aquella bolita de cristal, no puedo decir que tuve pijamadas con mis amigas del colegio, porque ni siquiera me dejaban ir a sus casas, tampoco a pasar la tarde, cuando eran trabajos grupales, mi mamá hacía que mis compañeras vinieran a casa con tal de no ir yo hacia allá y nada con relacionarme con amigos, si iban a casa era porque pretendían algo conmigo o ya querían ser mis novios, nada, absolutamente nada, pasé encerrada de tantas emociones que no viví lo suficiente para afrontar sola lo que es la vida.
-Vaya que extremo, me sorprende que hayas dado el primer paso y venir a pasar la universidad sola.
-Rogué por ello, el querer aprender a vivir, les dije que ya era suficiente, que quería afrontar las cosas solas.
-Pero aguarda un segundo, no me digas que estás en este departamento bajo el dinero de tus padres.
-No me daban más opción.
-Marian, no es lo mismo, sigues siendo su esclava, no trabajas para sobrevivir, sigues viviendo bajo su techo, pero en otra casa, sigues bajo sus mandos en otras palabras.
-Lo he pensado varias veces, en algún momento cuando esté por terminar la carrera o encuentre un trabajo antes, les diré todo lo que tengo reprimido dentro y sólo buscaré las cosas por mi cuenta.
- Desde mi perspectiva, no debes esperar, debes afrontarlo ya, el tiempo es relativo y si te caes al inicio, pues ahí entenderás qué es la vida.
-¿Y si caigo y no puedo levantarme y todo será un fracaso?
-Pues si te caes, tienes amigos para ayudarte a levantar, me tienes a mí para ayudarte en lo que necesites.
-¿Ya te caigo bien?- sonreí toda ilusa.
-Si no me cayeras bien, no estaría hablando aquí contigo, tomatito.
-¿Tomatito?- de seguro otra vez me puse roja.
-Exacto, por eso mismo tomatito, deja de sonrojarte niña.- se reía de mí.
- Tu lo provocas a propósito. - le seguí el juego.
Gadiel me transmitía una confianza que me animaba a contarle todo, absolutamente todo, más incluso que a Lía, con ella, disfrutaba más escucharla, darle consejos cuando podía, no me quejo, me gusta hacerlo, pero con él es diferente, nos escuchábamos mutuamente y nos entendíamos de una manera especial, sin embargo, mi pequeño corazón no debía interpretar el ambiente como algo romántico. Solo somos amigos, debo tenerlo siempre claro: simplemente amigos y nada más.
-Pero qué ven mis ojos ¡Amor! ¡Joey! ¡Amoooooor!- Los gritos mañaneros de Lía me despertaron de un golpe.
-Pero qué sorpresas trae el tomar solo agua y nada de alcohol- el sarcasmo de Joey me hizo entrar en razón.
-Dejen de hablar, vayan a dormir- escuché una voz soñolienta a mi lado, sin darme cuenta de lo sucedido, estábamos ahí nosotros dos en el sofá, nos habíamos quedado dormidos.
-Nos quedamos dormidos- murmuré, sentándome de inmediato.
-Qué mundo tan pequeño, de haber sabido que compartían sofá me hubiera ido a dormir con Joey en la otra habitación. - Lía se cruzó de brazos enfrente de nosotros con una mirada entrecerrada juzgadora, pero a la vez juguetona.
-Nos despertamos antes, yo no podía dormir y...
-No le des explicaciones como si fuera tú mamá, sólo dormimos y ya, respuesta seca. - mencionó aun cerrado los ojos Gadiel.
-Ya déjalos amor, que vivan en su burbuja- Joey sonrío detrás de Lía, dándole un beso leve en su frente, mientras rodeaba su cintura.-Los niños están creciendo.
-Vete a la mierda Joey- dijo Gadiel aun con pereza, extendiendo su mano con el dedo de en medio.
-Bien, nada de preguntas, hagan lo que quieran, pero si tu Gadiel le haces algo o la alejas de nosotros, no te lo perdono.
-Deja de hablar como si Marian fuera un objeto, sabe lo que hace y lo que no- Fruncido el ceño, tomó una almohada y la puso sobre su cabeza.
-Bueno yo no debería...- Lía me cortó.
-Tranquila, así nos llevamos, ¿Tienes algo para comer? Cocinemos juntas- Debo acostumbrarme a sus cambios de ánimo repentinos.
-Tengo varias cosas en la nevera.
-Bien, espero sepas cocinar más que yo.
-Mi madre es chef y hago mis propias recetas, no sé si te lo mencioné antes. - sonreí, mientras me ataba el cabello.
-Cierto, tenemos a una chef en nuestro grupo, genial.
Así fue como un domingo en la mañana, siendo mi primera semana de universidad, terminé cocinando con mi ¿nueva mejor amiga? Creo que así se dice, en mi departamento, acompañadas de su novio y Gadiel, el chico que me hace sonrojar más de lo normal. Pasaron cinco minutos y noté que mi gran amiga, tiene poco conocimiento para cocinar, sino fuera por mí, estuvieran quemadas las tostadas, literal sólo era pan y queso y casi se le quema, pero al fin y al cabo terminamos desayunando juntos a eso de las nueve de la mañana.
-Lo olvidaba, tengo que irle a dejar las compras a mi mamá.- dijo Lía al terminar de comer.
-Sabía que teníamos que hacer algo.- mencionó Joey
-Mira amor, ya me envió el mensaje- señaló su celular.
-Gadiel ¿Puedes prestarme tu auto?, volvemos en seguida.- preguntó Joey.
-Siento que ese auto es más tuyo que mío, anda y lo dejas en mi departamento.
-Dale, gracias bro.
-Mari, mañana te traigo la ropa que me prestaste toda limpia.
-¿Irás en pijama?- pregunté con gracia.
-Tu ropa tiene estilo oversize, ni parece pijama, me gusta, no te preocupes voy de visita donde mi mamá.
-Mi linda suegra.- dijo Joey al levantarse del comedor con cara de espanto.
-Termino de lavar los platos y nos vamos amor.
-Lía, tu celular está sonando.- añadí mientras tomaba un sorbo de mi té.
-Hola ma, sí, ya estoy saliendo, ya voy en seguida... que no me he olvidado, voy en camino.
-Tu mamá va a matarnos.- dijo Joey al levantar todos los platos.
-Deja ahí los platos Lía, yo me encargo, no tienes por qué preocuparte- añadí.
-Te amo amiga, gracias en serio por todo, la próxima vez planearé una pijamada mucho más divertida que esta que surgió de la nada.- de reojo, Gadiel me miró con una leve sonrisa.
-Está bien, tranquila y ve antes que te vuelvan a llamar.
Lía y Joey se habían marchado, lavé los platos ignorando el simple hecho que nuevamente estábamos Gadiel y yo solos en mi depa.
-Vale tomatito, ¿Cuál es tu plan de hoy?- preguntó mientras se acercaba a mí.
-¿Seguirás con lo del tomatito?- de segura lo dije estando ya roja.
-Hasta que muera. –Esbozó una sonrisa.
-Qué más da... respondiendo a lo que decías, mi plan es repasar los posibles temas de mañana.
-Deja el estudio a un lado y empieza a divertirte, es domingo.
-Por eso, domingo, ni siquiera pienso en trasnochar hoy, debo levantarme temprano mañana.
-¿Quién dijo que íbamos a trasnochar? Será un paseo breve.
-¿Paseo? – pregunté.
-Dado que Lía se llevó al único ser humano que parece soportarme, tengo que buscar otras opciones.- Yo seguía arreglando la cocina.
-Así que soy una opción.- dije mientras limpiaba ahora la mesa.
-Sabes bien a lo que me refiero, pero si no quieres ir, no pasa nada, no insistiré, ¿Sabes si pasan taxis por aquí? Debo ir a ducharme, huelo fatal. – por más que quiera evitarlo, y la Marian tímida que me carcomía por dentro decía que estaba mal lo que iba a decir, la Marian de ahora está totalmente loca.
-¿Dónde iremos? Dime que no es muy lejos.
-Sabía que no te opondrías a mis encantos.- sonrió más que nunca.
-No es por ti, me intriga el lugar que dices querer ir.
-Bien, bien tomatito, digamos que es por "el lugar" que ni siquiera he mencionado. - Caí en la trampa.
-Tú... no debes... olvídalo. - me puse nerviosa otra vez.
-Vamos en tu auto, dime que sí.
-A menos que para llegar al lugar sea ir a pie.
-Está a media hora.
-Vale, deja me cambio. - respondí.
-Ponte algo cómodo, te sorprenderá el lugar.
Justo ahora me encontraba arreglándome para ir a un lugar que ni siquiera sé exactamente dónde es, con mi nuevo amigo que en esta semana apenas cruzábamos palabras y este fin de semana parecer ser mi mejor amigo de toda la vida, debo estar loca. Antes que nada, le envíe un mensaje a mi mamá que todo estaba bien, que no debía preocuparse por nada, que pasaría estudiando y haciendo tareas con una amiga, ahora resulta que sé cómo mentir. Me puse enfrente de mi armario, "algo cómodo" Lía tiene razón la mayoría es oversize, todo me resulta cómodo a excepción del vestido que me puse anoche, así que tomé un jumper holgado negro, una croptop naranja con puntitos que era más larga que una de las normales, porque si me cubría el ombligo, tenía todo listo con accesorios, pero debía tomar una ducha, no puedo solo cambiarme y ya, pareceré desaseada si no lo hago, pero ¿cómo rayos cruzo hacia el baño en bata? Qué vergüenza.
Me puse la bata encima, estaba a punto de dar un paso hacia afuera, ¡Vamos Marian! Ni siquiera lo mires, respiré hondo dos veces y me encaminé por la sala, hasta ir al cuarto de baño, no lo miré hasta que escuché su voz.
-Saldremos a las once ¿te parece? Y de paso vamos a mi depa porque en serio quiero cambiarme.-¿Me lo decía a mí?
-Claro, salgo de inmediato- respondí antes de cerrar por completo la puerta del baño. Sentí que me derrumbaba. Marian Ríos, sólo llevas una semana aquí y ya te andas paseando en bata de baño en frente de un chico, Dios bendito, a dónde he llegado.
Tenía que lavarme el cabello, no me tomé ni diez minutos en salir, otra vez debía cruzar en frente de él, di un suspiro y era el momento. Con mi cabello mojado y en bata, crucé, de reojo lo miré y se encontraba nuevamente en la ventana, estaba de espaldas, aproveché el momento y pasé enseguida a mi habitación, por suerte ya tenía todo elegido para no demorarme más, me peiné, me puse un poquito de maquillaje en las cejas, algo de perfume y listo.
-¿Nos vamos?- pregunté algo tímida, tenía mi celular en las manos y una pequeña mochila en mi espalda donde llevo todo lo necesario por si alguna emergencia, sí, lo sé, exagero un poco, pero mujer precavida vale por dos.
-Vaya tomatito, creí que tardarías una eternidad, qué sorpresa me diste.
-No todas las mujeres nos demoramos tanto, supongo.- dije aun nerviosa.
-Si te refieres a Lía, tarde un millón de años.- tomó su celular y seguía por la puerta principal- ¿Estás lista?- sonrió.
-Siento que me vas a secuestrar.- dije en gracia, le seguí el paso, pero antes verificaba si estaba todo en su lugar, y sí era momento de irnos a quién sabe dónde.
Gadiel el chofer seguía en función, estábamos por salir hacia su depa, ya que él seguía con su vestimenta formal de anoche, parecía estar muy cerca de dónde me encontraba yo, a unas cinco cuadras más abajo de la principal, en esta parte de la ciudad parecía estar más tranquilo, en su alrededor habían muchas casas residenciales y unos cuantos edificios altos. Entramos a un estacionamiento privado dentro del edificio, en serio espero que de verdad no sea un secuestro.
-Llegamos a mi dulce hogar ¿subes o me esperarás? – A diferencia de mi él si fue directo.
-Bueno yo...- miré a mi alrededor, aunque parecía ser un lugar privado, quedarme sola aquí sin ningún alma alrededor, los pensamientos de Marian sobreprotectora empezaban a surgir.- ¿Te sigo?- pregunté muy bajito.
-Bien, vamos.- En primer momento se quedó un poco sorprendido por mi respuesta, luego apareció su risita malvada ya que sabe muy bien que me pongo nerviosa con todo.
Le seguía el paso dentro del vestíbulo, él saludaba a todo el mundo, de la misma forma correspondía también, sino las personas de ahí pensarán que soy mal educada. Nos adentramos en el ascensor, presionó el botón que llevaba al quinto piso, el último de aquel edificio que desde mi perspectiva era muy lujoso.
-Hogar dulce hogar, no me demoro tanto.- fueron las palabras de Gadiel al abrir la puerta. Todo parecía muy estético, retro, con colores neutros, la cueva del lobo solitario de verdad parecía serlo, era muy amplio para vivir él solo.- Puedes ver televisión si quieres o no lo sé, toma asiento- mencionó al ingresar a su habitación, mientras yo miraba todo a mi alrededor.
-Está bien, te espero.- dije en voz baja.
Había cuadros rústicos en las paredes, algunas plantas de plástico y en la sala una enorme televisión, los muebles eran azul oscuro, miré de reojo su cocina, era otro nivel, nunca había visto una cocina con encimera negra degradado con rayas blancas, era muy linda. Me desvíe un poco hacia el anaquel de libros, ama leer y es más que obvio, tenía marcados algunos con pegatinas de colores, tomé uno y me dirigí a sentarme hasta esperarlo para matar el tiempo.
-Siéntete una de las pocas personas afortunadas de conocer mi guarida- habían pasado diez minutos y él había salido de su habitación secándose su cabello con una toalla pequeña, vestía unos pantalones flojos de color negro y una camiseta amarilla.
-Tengo suerte, supongo.- respondí mientras bajaba el libro.
-Así que, chica asiática, también lees.- señaló con su mirada el libro mientras se terminaba de poner los zapatos.
-Sí, es uno de los muchos pasatiempos que tengo.
-Oh multifacética.
-Sí, creo que lo soy.
-Bueno, ya estoy listo, ¿nos vamos?- Se estaba mirando en el espejo de la sala, se revolvía su cabello mojado de un lado a otro, él es muy bonito y lo sabe... pero qué estoy pensando ¡Relájate Marian!.
-Ahora sí ¿me puedes decir a dónde nos dirigimos?
-Ah eso, a ningún lado, en realidad si te secuestré, bohh.- su pequeña sonrisa volvió aparecer.
-Gadiel.- Respondí seria.
-Es broma, vamos que llegamos tarde.
Íbamos saliendo de su departamento, inmensamente grande, se había puesto un perfume, muy llamativo, el mismo de anoche, tenía un aroma fuerte, pero a la vez con un toque de dulce, su caminar, tan firme, lo social que es... ¿por qué estoy pensando estas cosas?
-Buen día señor, le comento que van a distribuir los estacionamientos por paralelas, me confirma si está bien así.- cuando íbamos por el vestíbulo un hombre algo mayor se acercó ¿Señor? Por qué le diría así.
- Sí, hágalo como sea mejor, no tengo problema.- respondió.
-¿Señor?- pregunté ya saliendo de la principal.
-Ah, cierto, cuando te decía "Hogar, dulce hogar" me refería en general todo.
-¿Qué cosa?- ¿Dueño del edificio? ¿Quién es él?
-Te dije que no ando en trabajos turbios, esto es lo que hago, ya no hay más misterios.- sonrió como si nada ya acercándonos al estacionamiento.
-Así que tu trabajo misterioso es ser dueño de un edificio súper lujoso.- ironicé mientras subíamos al auto.
-¿Crees que es demasiado lujoso? Sabía que los colores no eran los adecuados.
-Gadiel.- él solo se reía.
-Ya, ni qué fuera un crimen.
-Sólo que me sorprende mucho saber que a tu corta edad ya tengas un edificio tan grande, yo apenas tengo este auto a mi nombre y eso que me lo compraron mis padres.
-Espero que no te imagines que esto me lo dio mi papá, fue herencia de mi madre, ella está de viaje por el momento, entonces para que mi padre manipulador no se adueñe de las pertenencias de mi mamá, me lo dio a mí, y ahora lo estoy administrando, bueno algo así, yo sólo tengo que firmar y los encargados hacen lo demás.
-Gadiel, llevamos una semana apenas dialogando y no sé cuál es tu apellido.
-Ah que mal, pues un gusto soy Gadiel Ripoll.- extendió su mano en gracia
-Ripoll, claro... espera ¿qué?- Esa familia Ripoll
-En serio tu expresión es tan graciosa.
-Deja de reírte, es que no sabía que eras de la gran familia Ripoll.
-Uy si gran cosa, ya Marian cambia tu expresión, relájate.- estoy en shock...
-Lo siento, no es que lo diga por ti, en serio perdón por incomodarte, lo que pasa es que aún no supero el hecho de que me enfrente con tu papá, don Ripoll, el hombre de negocios más enojón, Dios mío de seguro me odia.
-Cierto tu suegro ahora te debe estar odiando, gran problema.- él sólo pasaba sonriendo cada vez que yo decía alguna estupidez.
-En serio debo ser la "nuera" más odiada.- Ambos nos reíamos, mientras Gadiel ya dio marcha al auto.
Muy en el fondo tenía los nervios de punta, me enfrenté al mismísimo Ripoll, dueño de los restaurantes y convenios alimentarios del país, muchos rumores hay sobre él y sus tratos chuecos, ahora entiendo todo; algo se escuchaba de su hijo, pero no sabía que era este chico lobo solitario que tenía a mi lado, además, Gadiel tiene razón nunca los vincularon juntos, él vive su mundo y ya y de verdad que a comparación con su padre si son muy diferentes. Sé que estuvo mal cómo me expresé ante él, respecto a su familia, así que debo olvidar por completo que Gadiel es un chico, dueño de un edificio súper lujoso, multimillonario, que trata de vivir su día a día como un chico normal, porque si mis suposiciones son ciertas es lo que quiere aparentar ser.
-Ya estamos cerca, si abuela, no lo había olvidado...es que anoche fui a su absurda reunión y ya sabes cómo termina eso... ya estoy estacionándome. - Gadiel estaba hablando por celular con su abuela al parecer; habíamos salido un poco de la ciudad, estábamos más en tierras verdes, parece ser una finca privada.
-¿Veremos a tú abuela?- pregunté, él ya había colgado la llamada.
-En realidad no, es un favor que ella me pidió, mi abuela está en su casa.- Estábamos por ingresar a través de una puerta eléctrica, que para pasar debía poner una tarjeta.
-Está bien.- fue lo último que dije, pero las palabras siguientes de Gadiel me tensaron un poco.
-A ver Marian, sólo te pido que te calmes con lo que vayas a ver.- se detuvo por un momento estando dentro del auto, me angustiaba un poco saber lo que tramaba.
-No me asustes Gadiel, ¿qué pasa?
-Lo verás con tus propios ojos, pero espero te calmes.
-¿Por qué lo dices?- pregunté intrigada.
-Porque por más tímida que seas, siempre cuando te emocionas por algo, lo exageras- me miró con unos ojos juzgadores.
-Qué malo eres, pues se ve que no me conoces.- Me puse en modo serio.
-Bien, hagamos una apuesta, señorita "no exagero todo", si realmente no te emocionas por lo que vas a ver, hago lo que tú me pidas, cualquier cosa...
-Bien, me parece bien, lo que sea ¿verdad?
-Cuidado con pedirme cosas atrevidas niña.- se estaba burlando de mí.
-Gadiel...
- Dale, pero si ganó, tú harás lo que yo diga.
-Muy bien, trato hecho.- No sabía en lo que me estaba metiendo, sólo espero no emocionarme como él lo dijo, aunque lo dudo, cómo sabe lo que me emociona o no, tan sólo tenga escondido a Cha Eun Woo por ahí, así sí hasta me desmayo.
-Además de seguir siendo tu chofer por este fin de semana, seré tu guía, esta es la hacienda de mi abuela, siempre veníamos cuando era niño a pasar el verano acá, su casa sigue impecable, es grande como puedes ver, está al lado de un lago y eso no es todo...
-¿No es todo? Es una casa hermosa, sus colores, es vintage, a lado de un hermoso lago, ¿qué más tiene o qué?
-No puedo creer que ya te estés emocionando sólo con ver la casa, cosa que ni siquiera es por la que aposté contigo- dijo con gracia.
-Esto no es el nivel de emoción que esperas, sólo estoy diciendo que me gusta cómo es el panorama aquí.
-Lástima que quiera venderlo, hace más de un año está a la venta, pero si hay algún comprador interesado, mi abuela lo espanta.
-¿Cómo lo hace?
-Su valor siempre cambia, si mi abuela lo vendía en cincuenta mil, viene un comprador y le dice que vale trescientos mil dólares y así sucesivamente cambia los precios, en sí son excusas para no venderle a nadie.
-Pero si no lo quiere hacer, qué hay de malo que la siga conservando.
-Le entristece saber que ya nadie vive allí, desde que papá anda en sus cosas, los veranos aquí se espumaron hace mucho tiempo, pero quiere conservarla por su mayor tesoro.
-¿Tesoro? ¿Alguna olla encantada? Porque este lugar se ve muy mágico.
-El tesoro que tanto aprecia es por el cuál aposté contigo- esbozó una leve sonrisa, nosotros seguíamos en el auto, dio un pequeño giro y se detuvo en una planada o es lo que pensé hasta que me di cuenta que estábamos sobre una montaña donde tenía una gran vista.
-Es aquí, respira hondo.-Seguía molestándome con eso, nos bajamos del auto y yo seguía su paso, vamos a ver qué es lo que tanto debería no emocionarme.
-Parece que el que está exagerando eres tú.
-Tomatito, mira al frente.
-Sigues con lo del tomati...
-Ahí está la emoción que esperaba.- sonrió.
-¡No te pases! ¡No te pases!
-Creo que gané la apuesta- respondió arrimándose levemente contra el auto, mientras yo, creía estar en otro planeta.
EPÍLOGO.
GADIEL RIPOLL.
Aquella noche fue alucinante, hace mucho que no trasnochamos sin estar haciendo tareas, esta vez eran chismes, anécdotas y bebiendo agua, ya que la niña no sabía de la existencia del alcohol.
-Verdad o reto.- Dijo Lía, apenas se acabó la película.
-Elijo dormir.- añadió Marian a mi lado, sonriendo.
-Nada que ver, vamos uno cortito.- insistía la loca.
-Inicia amor.- dijo el tonto de mi amigo enamorado.
-Vale, para seguir con la iniciación de Mari en nuestro grupo, ¿Verdad o reto?
-A cualquiera de los dos le temo...mmm elijo reto.
-Te reto a que subas una historia en Facebook justo ahora diciendo "pasando la noche con mis amiguitos".
-Pero qué gran reto- ironicé.
-Lo haría, pero no tengo Facebook.
-¿No tienes? Pero si todo el mundo lo tiene.- intervino Lía.
-Al parecer no todo el mundo- respondió con algo de vergüenza.
-Debemos crearte uno, no me digas que tus papás te lo prohibieron.
-No, en realidad no es porque no me hayan dejado crear uno, es porque no me gusta del todo.- se veía a simple vista lo incomoda que estaba.
-Ya entonces una verdad- intervine, debía ayudarla un poco.
-Bien, pregunta tú Gadiel.- Joey mi gran amigo, habla cuando menos se lo pido.
-A ver...Marian, pequeña carne fresca del clan, ¿Es verdad que no soportas a Lía y solo te juntas con ella por pena?
-¡Oye! Marian me quiere por cómo soy ¿Cierto?- la histérica entrando al chat.
-Claro que te quiero, por cómo eres y porque fuiste mi primera amiga de la U.
-¿Lo ves? No le causo lástima.
-A ella no, pero a mí sí.- todos empezaron a reírse.
-Ahora tu Gadiel ¿verdad o reto?- preguntó Lía.
-Verdad.
-Ya, dime la purita verdad, aunque antes siempre lo hayas negado, quiero ahora mismo nada más que la verdad.
-Sin rodeos, dímelo ya.
-¿Cuántas novias has tenido? Antes siempre dices que ninguna, porque no son dignas de ti pero...- la intervine antes de que diera explicaciones innecesarias.
-Una.- respondí y miré de reojo a Marian- aunque ahora es mi ex- sonreí.
-¡Ay! Ya iba a emocionarme, siempre dice que no y no...sin ofender Mari.
-No, para nada, tranquila.- Estaba rojita, muy nerviosa.
-Novia de una noche o no, lo fue, así que cuenta.- mencioné a su lado y no paraba de sonreír.
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No podía dormir; los ronquidos de Joey eran demasiado fuertes. No recordaba que fueran así, pero supongo que al dormir con Lía le contagió ese hábito. Fui a la cocina a buscar un poco de agua, por un momento, mi mente colapsó y pensé que estaba en mi departamento. Me acerqué a la ventana para recibir un poco de aire; todo parecía calmado. De repente, vi a un chico entrando al restaurante de enfrente, tambaleándose, apenas podía mantenerse en pie, a su lado, una chica con un vestido de brillos extravagante lo ayudaba a sujetarse. En la puerta, ella le dio un beso, pero al instante, él comenzó a vomitar, esa escena me dio un poco de asco. Minutos después de haber presenciado eso, el clima parecía perfecto, hasta que un pequeño grito hizo que mi alma entrara y saliera de mi cuerpo de un solo golpe.
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Marian, Mariaaan, haces que cada vez me intrigue más saber de ti. Ambos no podíamos dormir, y matar el tiempo viendo el amanecer era la última opción que teníamos. Nunca había hecho esto antes; planeaba quedarme solo cinco minutos e intentar volver a dormir, pero no podía dejarte sola con esa ilusión de ver salir el sol, algo que para mí también sería una primera vez.
-¿Me puedes dejar de decir tomatito?- Era inevitable que deje de sonreír con esta chica, sólo se pasaba sonrojando y el apodo le quedaba perfecto, ya después de mucho molestarla, parecía encontrarle gracia y también sonreía.
-Por supuesto que no... ahora sígueme contando lo de la flor que decías, no me cambies el tema.
-Vale, al menos intenté que dejaras de decirlo, bueno, a ver... sobre los tulipanes, ¿Sabías que los tallos de los tulipanes siguen creciendo después de ser cortados? Y que existen hasta 3000 variedades de tulipanes en todo el mundo, aunque tienen de 2 a 6 hojas, algunas especies han llegado a tener hasta un máximo de 12 hojas, es la flor más increíble que pueda existir.
-Y yo que pensaba que las rosas eran lo más genial.
-Son lindas, pero los tulipanes lo superan.
- Por lo visto sí y ¿Cuáles son tus favoritos?
-Los tulipanes naranjas o rositas, son bellos.- La miré de reojo, su vista estaba hacia el horizonte, viendo el amanecer, yo... yo no podía dejar de verla, cómo es tan linda y calmada, parece tímida pero al encontrar un tema de su interés habla como nunca y saca sus datos curiosos, Marian es una niña dentro de una cajita con muchas sorpresas.
-Lo imagino... bueno tomatito ya vimos el amanecer y me duele un poco el cuello, ¿Qué te parece si nos sentamos un rato? A ver cuál de los tórtolos se levanta primero.
-Bien, aunque dudo que vuelva a dormir, no tengo sueño.
-Oh ¿Escucho un reto? El que duerme pierde ¿va?
-Bien, lástima que vayas a perder- dijo mientras nos ubicábamos en el sillón.
Intentamos ver algo de televisión, pero la pequeña Tomatito no aguantó y se quedó dormida justo a mi lado. Su cabeza se balanceaba y parecía que su cuello podría quebrarse. La sujeté por un momento, dudando si debía arrimarla hacia mi hombro, pero ¿Cómo no hacerlo? Podría lastimarse, mientras la sostenía, me di cuenta de que era el momento perfecto para saludar a la abuela.
-Hola abuela.- ella está despierta desde las cinco, típico de las abuelitas, debía susurrar mientras le hablaba.
-Hola mi niño hermoso, ¿todo está bien?
-¿Qué te hace pensar que no?- pregunté con gracia.
-Que es muy temprano para que me llames.
-Sí abuela, tranquila, sólo quería saber si necesitabas ayuda hoy en la hacienda.
-¿La del lago?, todo está bien hijo, no tienes de qué preocuparte.- Debo improvisar.
-Bueno, debo decirlo, es que por ahí escuché que había un nuevo comprador, entonces quería comprobarlo por mí mismo a que no fuera.
-¡¿Qué?! Si no fuera porque tengo revisión médica yo mismo iría, hijo anda por mí, que no se venda mi tesoro.
-Tranquila abuela, yo me encargo.
-Bien hijo, ahora debo irme, tengo que ir alistarme, te estaré llamando a cada momento.
-Adiós abuela.- Plan logrado con éxito, el que me llame la abuela toda la mañana, hecho. Marian se sorprenderá al ver el gran tesoro de la abuela.
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Minutos antes de escuchar los gritos de Lía, me desperté por un momento, me había quedado dormido a un lado de Marian, la veía dormir tan tranquilamente, suspiraba hondo, parecía una muñeca de porcelana, tan frágil, inocente, me ponía a pensar sobre la vida que ha tenido... pero ¿qué estás diciendo Gadiel?, vaya, esta chica hace que salga de mi mundo y balbucee cosas que jamás diría.
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