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CAPÍTULO 1: MI NUEVO MUNDO

¿Puede alguien cambiar el rumbo de tu vida con una simple acción? ¿O hacerte ver tu mundo de una manera completamente diferente? Todos vivimos día a día sin saber lo que nos depara el futuro. El destino, ese misterioso arquitecto de nuestras vidas, es impredecible y a menudo nos sorprende. Y así es mi mundo: lleno de sorpresas a las que solo puedo adaptarme.

Me llamo Marian Ríos, soy recién graduada del colegio, estoy a punto de embarcarme en mi vida universitaria. No sé ni por dónde empezar, toda mi vida ha transcurrido entre la puerta de mi casa y el instituto, no me gustan las fiestas ni beber alcohol. Mi adolescencia no fue rebelde como la de otros chicos; yo simplemente pasaba el tiempo en casa, la única vez que mis padres me regañaron fue cuando llegué tarde de la biblioteca, probablemente mi única "mala conducta". Ahora, iniciar una nueva vida aquí es un gran paso, estaba harta de que me dijeran que vivía como un gato encerrado. Es hora de empezar de nuevo, conocer gente, hacer amigos y, por supuesto, enfocarme en mis estudios.

Ser una buena hija y una "niña de casa" tiene sus ventajas, mis padres me regalaron un auto por ir a la universidad, ya que tuve que alquilar un departamento a media hora a pie del campus. En auto, llegar es mucho más rápido, sí, podría ir en autobús, pero mis padres, con sus mentes tradicionales, lo consideran "más peligroso". Los cuartos cercanos ya estaban ocupados y los dormitorios repletos, así que viviré sola en mi propio mundo, sin compañeras de piso, al menos por ahora.

-Hola preciosa ¿Ya llegaste? - Mi mamá me estaba haciendo videollamada, yo apenas había llegado a mi nuevo hogar, conduje por mucho tiempo.

-Hola mamá, acabó de estacionarme, estoy en el garaje, en un momento subo al depa. – Me encontraba en el auto aun, tenía que bajar algunas maletas extras que traía.

-Ahora que me desocupe voy a ayudarte.

-Mamá ya lo hablamos, suficiente fue que me ayudaras a traer mis cosas semanas antes, yo puedo encargarme ahora, no es necesario que vengas, además estamos a casi cinco horas. - Sí, es lo que estás pensando, mis padres me ayudaron con la mudanza, para que no sea pesado traer todo yo sola, aun así, quieren estar por todos lados, no sé si fue suerte, pero pude postular en una universidad lejana de casa.

-Las horas de distancia no son un límite para mí. - Pareciera que lo decía de verdad.

-Mamá...- Dije con seriedad, mirándola a través de la pantalla.

-Está bien Marian, era una broma, igual te llamaré todos los días.- Lo dijo muy contenta.

-Te dije que no era necesario, yo los llamaré cuando pueda, ¿Está bien?- ¡Quiero ser libre!

-Ya lo hablamos cielo, lo importante es que estés bien, sabes que cuentas conmigo para lo que sea, si me necesitas estaré allí de inmediato.

-Estaré bien, no debes preocuparte.- Ya parecía que quería llorar.

-Es un nuevo mundo para ti y estás sola, claro que me preocuparé.

-Debían soltarme poco a poco cuando estaba en el colegio y así no tener ese temor. - Estoy a kilómetros de distancia para al fin hacer mi vida, no lo podía creer.

-Todo a su tiempo Marian, aprenderás las cosas de la vida ahora que ya eres adulta.

-Lo entiendo mamá, ahora esta adulta está muy cansada de manejar un largo trayecto, iré al departamento ¿De acuerdo?

-Está bien, hablamos después hija, cuídate mucho.

-Le mando saludos a papá.

- Se lo diré princesa, adiós. - Mi padre está trabajando, es guardia de seguridad de un banco, no pasa mucho en casa, sólo en las noches y en el día los fines de semana, mi mamá por otro lado, es cocinera, se encarga de comidas en fiestas infantiles o de gala, su comida es deliciosa.

-Cuídate mamá.

La conversación continuó con las típicas preocupaciones maternas y mis intentos de tranquilizarla, finalmente, nos despedimos y cerré la llamada. Miré fijamente a través del parabrisas, con las manos en el volante, y me puse a pensar: "Realmente lo estoy haciendo, al fin tendré mi propia vida". Y ahora que lo pienso mejor, ¿estoy lista para esto?

Bajé del auto dos maletas con rueditas, eran de gran tamaño, traía en ella casi toda la ropa que me faltaba, cerré con seguro y me dirigía a mi departamento, quedaba en un edificio, me tocaba el cuarto piso, en la habitación 0327, el vestíbulo estaba algo vacío, eran a penas las doce del día, no he desayunado ni comido, así que tocará hacer dos en uno.

—Buen día, don Julio —saludé al encargado de la puerta, un hombre de unos sesenta años.

—Buen día, señorita, un gusto volver a verla —respondió amablemente.

—Ahora sí me quedaré definitivamente —comenté. Don Julio había estado presente durante la mudanza y desde entonces me conocía. Mi madre, que le había caído bien, le pidió que me vigilara, así que de una u otra forma seguía protegiéndome.

—Qué bien. Por cierto, ¿necesita ayuda con su equipaje?

—No se preocupe, puedo llevarlo sola —respondí con una sonrisa, intentando no ser grosera. Él estaba ocupado trapeando el piso.

—No es molestia para mí —insistió cortésmente.

—Está bien, don Julio, acepto su ayuda, aunque en serio podía hacerlo yo.

—Tranquila, es un equipaje pesado. Vamos, le ayudo a llevarlo.

—Muchas gracias —dije, mientras nos dirigíamos a mi departamento. Aunque está en el cuarto piso, no me quejo: tiene una vista increíble y hay ascensor, lo que hace que llegar no sea cansado en absoluto.

—Listo, señorita. Un placer servirle.

—Muy amable, gracias.

—Hasta luego, señorita —se despidió cortésmente.

—Adiós, don Julio —respondí, abriendo mi puerta con una tarjeta y clave de acceso. Vaya seguridad, me pregunté si se abriría en caso de un corte de energía.

Llevé mis maletas a mi cuarto, agradecida por la ayuda de mis padres, de lo contrario, habría sido agotador arreglar todo aquí, lo mejor es que gran parte del apartamento ya estaba amueblado: una cocina con isla, dos habitaciones, sala, baño, ducha y cuarto de aseo. Una casa completa solo para mí.

—Bueno, querida casita, de hoy en adelante seremos compañeras, espero que me aceptes bien y no haya problemas —dije en voz alta, sintiéndome un poco loca por hablar sola.

Después de acomodar mi ropa, me duché y organicé mi mochila para mañana. Aún no podía creer que en menos de veinticuatro horas sería mi primer día de clases. ¿Debería estar aterrada?

Con todo organizado, quise ver una película, pero recordé que mi estómago no había recibido ni una gota de carbohidrato, decidí salir al restaurante de enfrente; hoy no quería cocinar. Me merecía una comida de bienvenida de mí para mí. La ventaja de vivir casi en el centro de la ciudad es que la comida es muy buena.

Tomé mi celular, dejé todo apagado y en perfecto orden, puse la clave y salí hacia el elevador. Todo seguía tranquilo; al parecer, vivir sola es convivir contigo misma. Ya estaba a unos metros del restaurante, con poca gente a esa hora. Me senté en una mesa exterior, disfrutando de la fresca brisa de la tarde. ¿Llovería hoy? Sería el plan perfecto: sentada en el sillón, envuelta en una manta, viendo una película y comiendo Takis Fuego. El plan ideal.

-Señorita, buenas tardes ¿En qué le puedo ayudar?. - Mientras estaba imaginando una tarde perfecta un joven se acercó a mí para realizar el pedido.

-Buenas tardes, ¿Tiene almuerzos aún?- pregunté con algo de vergüenza , ya iban a ser las tres de la tarde, creo que comida como tal, no hay.

-Lo siento, aún no, pasado las dos de la tarde lo que ofrecemos son comidas rápidas, como hamburguesas, hot dog, alitas, piernitas de pollo...

-Una hamburguesa estaría bien ¿Me la puede poner para llevar por favorLo interrumpí de inmediato, sino lo hacía decir todo lo que tenía y al final, terminaría eligiendo lo que mencionó al inicio.

-Claro con gusto, en seguida se la traigo.- Se marchó al tomar mi pedido, pude haber comido allí, pero me vería rara comiendo sola una hamburguesa inmensa, además el plan de ver una peli puede continuar pero comiendo algo más rico.

-Aquí tiene.- El joven trajo mi hamburguesa unos ocho minutos después, por suerte fue rápido, ya me estaba empezando a dar más frío acá afuera.

-Muchas gracias, ¿Cuánto es?

-Son dos dólares.

-Aquí tiene.- Extendí la mano y le pagué cinco dólares, ya que había olvidado traer cambio.

-Su vuelto señorita. - Esto se estaba poniendo un poco raro, el joven que me atendió me quedaba mirando con algo de intriga.

-Bueno... gracias. - Respondí casi con la misma expresión.

-Perdón, siento ponerla incomoda. - Al parecer también lo notó.

- ¿Incomoda? Claro que no.- Le dije con seguridad y gracia.

-Es que... parece que la he visto antes.

- ¿A mí?, creo que se está confundiendo, soy nueva por aquí, recién hoy me instalé. - Le dije mientras me levantaba de la silla.

-Bueno, discúlpeme y bienvenida a la ciudad.

-Muchas gracias. - respondí mientras me alejaba del lugar, me pregunto ¿Dónde me habrá visto?, bueno, no tenía cara de malo o algo, así que no debo preocuparme, espero. La vez pasada que vine a comer con mis padres él no estaba, debe ser nuevo.

Me dirigía a mi casa, la misma rutina, pasar por el vestíbulo, subir en el ascensor, abrir con tarjeta y clave, y la tarde perfecta de peli estaba por comenzar, debo disfrutar el último día libre que tengo, la universidad no es color de rosa como todos pensamos.

Acababa de ver Misión imposible tres, adoro todas esas películas, verlas varias veces no me cansaría para nada; me dirigí a mi habitación, me acosté por un momento mientras revisaba si había algún mensaje en mi celular, le contesté a mi mamá, todo está en su perfecto orden, ya eran las cinco de la tarde, debería pensar qué cocinar, la cena debe ser algo más pesado de lo usual, lo que me mantuvo todo el día fue sólo una hamburguesa, así que, unos tallarines con champiñones y queso estaría bien, me levanté de la cama y era hora de hacer la cena, Marian la chef a la obra.

Mi comida está deliciosa, la ventaja de tener una mamá chef, es aprender mucho de ella, aunque a veces sigo mi propia receta, las dos tenemos sazones un tanto diferentes pero ricas. Estar sentada sola en el mesón isla de la cocina, me hace apreciar los momentos en que comíamos en familia, hacer una nueva vida no creí que fuera tan solitario, pero me gusta, es algo inexplicable, ahora este ser depende solo de mí, mis padres están a horas de aquí y yo puedo hacer lo que quiera, aunque no sé por dónde empezar, amigos no tengo, desde el colegio siempre fui la chica solitaria y los pocos amigos que tenía me apuñalaron por la espalda, mejor ni les cuento.

Ya son las ocho de la noche, así que ver mi novela no está demás, esta vez estaba en mi cuarto, encendí mi laptop, abrí Netflix y es hora de ver mi k-drama actualmente favorito, pero antes debo poner alarma, mañana es un nuevo día y quiero llegar temprano. Listo, ahora sí, maratón de capítulos de Un amor tan hermoso, ahí te voy.

-¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!

-No debí haberme quedado hasta tarde viendo K-dramas, "Un capítulo no más" ni yo me la creo.

Apenas sonó la alarma me desperté de inmediato, fui a la ducha, tomé un baño, me vestí en seguida, me peiné, un poco de polvo y rímel y maquillaje listo, a las ocho y media de la mañana inicia la primera clase, son las siete y cinco minutos, debo estar antes, hasta buscar el aula, el piso, debería apresurarme.

Salí del departamento tomé mi mochila, por suerte la alisté a tiempo, estaba a punto de ingresar al estacionamiento y sentía que olvida algo, ¡Cierto, el desayuno! Di media vuelta y me fui al restaurante de enfrente, al menos quisiera tomar un jugo o batido.

-Hola buenos días- Saludé en frente de la barra, no aparecía nadie aun y quiero salir cuanto antes.

-Buenos días... hola, eres tú- Me saludó con una expresión muy generosa el mismo chico de ayer.

-Nos volvemos a encontrar, hola. - Le regresé la sonrisa.

- ¿En qué te puedo ayudar?

-Me podrías vender un jugo de los que están allí- Señalé hacia el refrigerador.

-Claro ya te lo traigo. - Dijo con amabilidad, se dirigía hacia la nevera y tomó en sus manos el jugo morado, el cual yo soy alérgica.

- Disculpa ¿Me podrías traer el de durazno? Soy alérgica al de mora.- Le mencioné mientras aún seguía ahí.

- ¡Oh! Claro, ya te lo traigo. – De inmediato tomó el otro jugo, algo sorprendido después de lo que le mencioné.

-Gracias ¿Cuánto te debo?- Ya tenía el juego de durazno en mis manos, estaba por sacar el dinero y me fijé en la hora, ¿Cómo el tiempo puede pasar muy rápido?

-Ochenta centavos.- Respondió.

-Aquí tienes, muchas gracias.

-No sabía que existían personas alérgicas a la mora. – dijo mientras salía el recibo del jugo.

-Aquí estoy yo, alérgica a una fruta natural. - lo mencione sonriendo, pero en realidad ya quería salir corriendo.

-Debe ser difícil, de pronto en comidas que saben agregarla o helados y cosas así. - Él parece ser buena persona, pero creo que conversar ahora no es buen momento.

-Sí, lo es... De verdad lo siento, tengo algo de prisa, luego podré contarte de mis desdichas por ser alérgica a varias cosas.- Le dije la verdad, ahora cuanto antes debo salir.

-No, discúlpame a mí, te estoy deteniendo, de seguro debes ir al trabajo. – Seguía haciendo conversa, cómo no seguirle la corriente si era muy atento, tomé mis cosas y continué.

-En realidad, debo ir a la universidad y estoy un poco atrasada. - Le dije con una sonrisa mientras me alejaba- Nos vemos.

-Adiós, que te vaya bien. - Se despidió de mí atentamente.

Me encaminé hacia el auto, ya faltaban diez minutos para que sean las ocho de la mañana, debo ir como rápidos y furiosos, por suerte no hay mucho tráfico, mi objetivo es llegar a las ocho y cinco minutos, nunca me gusta llegar tarde a nada.

Ya estaba a metros de la universidad, no podía creer lo inmensa que era, parecía una ciudad, me dirigía al estacionamiento y es más gigantesco de lo que pensaba, había más estudiantes llegando al mismo lugar, tomé mi mochila, respiré profundamente tres veces y ahora sí, todo esto estaba pasando en serio, hoy inicia mi vida como universitaria y no lo podía asimilar. Aseguré mi auto, salí de allí y me dirigía al edificio de mi carrera, pero antes debo encontrarlo, así que en primer lugar iba rumbo a la recepción de la universidad, quiero que me direccionen y ahí si vivir mi mundo y espero que no sea estar perdida en esta ciudad.

-Buenos días, ¿Me podría ayudar? Quisiera saber dónde se encuentra el edificio de diseño digital- Justamente unos docentes que estaban allí podrían indicarme todo.

-Buenos días, bienvenida, claro, el edificio de Diseño es aquel de color amarillo. - Respondió amablemente una docente, señalándome el edificio que queda a lado del estacionamiento, es el principal por suerte.

-Muchas gracias. - Dije, mientras me alejaba de la recepción.

En esta ciudad universitaria las carreras se distinguen por color de edificio, no lo había mencionado antes, mi carrera es Diseño digital, crear videos, dibujar, editar, es lo que más amo, y al fin puedo prepararme en ello.

Iba de camino al edificio, según mi horario debo ir al tercer piso, en el aula 2003, la puerta de la entrada estaba algo llena, muchos tenían cara de confusión, al parecer hoy no soy la única perdida.

Ya iba por el tercer piso, buscando en el pasillo el aula indicada, hasta que minutos después la encontré, al ingresar mi primera impresión fue ver tantos jóvenes en el celular, otros en sus computadores y pocos dialogando, no sé si haré lo mismo ya que no conozco a nadie y ese sea uno de los motivos por los que están tan concentrados, dado aquello, me fui a buscar un lugar, muy diferente a los del colegio, aquí no hay pupitres por alumno, son mesas largas con cinco sillas alrededor y vista hacia al frente, donde había una pizarra digital y arriba un proyector, todo era moderno y debía serlo más aun por la carrera que es.

Eran ya las ocho y media, y aún no había comenzado nada; ni siquiera un docente se había presentado. Me preguntaba si esto era normal, de repente, el sonido de una bocina resonó en el ambiente, similar a un timbre escolar, y en ese momento todos comenzaron a acomodarse en sus lugares. Yo decidí sentarme al frente, mi visión no es la mejor, pero todavía no acepto la idea de comprarme anteojos. Siento que podría empeorar mi vista, o quizás sea algo para el futuro.

-Buenos días alumnos, vaya que son puntuales en su primer día de clases, espero y así sea hasta el final de la carrera. - El profesor había llegado y estaba dando su presentación, parecía muy animado.

-Buen día, lamento la tardanza. - Mientras el profesor estaba por comenzar la clase, una chica apareció por la puerta, se veía cansada, de seguro vino corriendo hasta aquí.

- Buen día señorita, adelante, por hoy la dejaré pasar, por ser el primer día, pero espero no se vuelva a repetir.

-Créame, tuve una buena razón por llegar tarde- Lo dijo aun exhausta- Gracias por dejarme pasar.- respondió muy contenta.

Como todos los asientos de atrás están llenos se sentó a mi lado que aún había un lugar.

-Jóvenes denme un momento, continuaremos la clase en seguida. - El profesor había recibido una llamada y salió del aula.

-Hola nueva compañera. - Me miró fijamente por unos tres segundos y al mismo instante acomodaba sus pertenencias.

-Hola- Respondí algo tímida.

-Me presento, soy Ahilyn, pero mis amigos me dicen Lía y al parecer seremos compañera de mesa, así que ya eres mi amiga, ¿Cómo te llamas tú?- Para ser la primera vez que la veo, parece ser muy directa.

-Me llamo Marian, un gusto.- Aclaré un poco mi garganta, estaba nerviosa y no sé si por ser mi primer día de clases o porque podría decirse que acabo de hacer una nueva amiga.

Aquella chica de cabello rubio lacio, con algunas pecas en el rostro, y ojos cafés claros, unos centímetros más baja que yo, había decido entablar una amistad conmigo, es lo que supongo.

-Lindo nombre, me gusta...- Nuevamente me miró fijamente y se quedó pensando- Me intriga un poco ¿No eres de por aquí?- Después de que arregló todo en su asiento, empezó a preguntarme algunas cosas.

-No, soy nueva tanto en la ciudad como en la universidad- Respondí con una pequeña sonrisa, y sí lo admito, sigo siendo la niña tímida de todos los tiempos.

-Quiere decir... carne fresca.- Su sonrisa malévola me dio un poco de miedo.

-¿Disculpa?- Pregunté nerviosa.

-No te preocupes, no muerdo. – seguía con su sonrisa un poco rara, yo por otro lado estaba con un nudo en la garganta.

-Vengo de muy lejos, mi hogar está a horas de aquí, por decirlo de otra manera estoy en una nueva etapa en mi vida

-Sé que apenas te conozco, pero me das la impresión de que eres la tierna dulce niña de casa que apenas está conociendo el mundo. - ¿Acaso es bruja o adivina? Mi cara de impresión da mucho que decir.- Espera, ¿Adiviné? , no lo creo, debería ser psíquica.- parecía feliz haber acertado mi triste realidad.

-¿Se nota tanto?- pregunté algo apenada.

-Si le dices a todos aquí "Nueva etapa de mi vida" lo sabrán de inmediato, pero tienes suerte el día de hoy.

-¿Suerte?-pregunté.

-Dicen que polos opuestos se atraen, vivo aquí desde el día en que me engendraron, conozco toda la ciudad, así que puedo ser tú guía, saldremos juntas si quieres.- Lía parecía muy entusiasmada con el hecho de presentarme la ciudad.

-Mi vida universitaria queda en tus manos.- mencioné; ya estaba más relajada.

-Vaya responsabilidad que me das, pero lo acepto, después de todo me agradas Marian.

Una nueva etapa, un nuevo comienzo, un nuevo mundo, es como decir que un cordero salió a la selva en busca de leones para hacer amigos y puedo decir que al menos encontré un león vegano.

-La clase está por comenzar, ahí viene el profesor.- le mencioné a Lía para que guardara su celular.

-Si, lo sé. - seguía muy tranquila- No te preocupes y relájate amiga, aunque tengas el celular en las narices del profesor no te lo quitará, tienes que olvidarte de las reglas de la escuela.

-Entiendo. - así que aquí no importa nada, al parecer no existen reglas.

-Señorita guarde el celular, solo cuando pida que lo usen será necesario que lo saquen, por favor- o al parecer si existen aún.

-Sí, lo guardaré, lo siento. - dijo algo tímida- Eso fue un gran giro, no me lo esperaba.- susurro hacía mí, mientras sonreíamos un poco.

Las clases de la mañana terminaron, fueron las mejores que tuve, al fin algo que en serio me gusta, me llama la atención y adoro, ahora tenemos un receso de dos horas, en el que podemos ir a almorzar y pasar el rato, esto en serio es increíble.

-Que clase para más pesada, me dormí en medio de una- Lía parecía no gustarle del todo.

-A mí me agradó, estuvo muy interesante- mencioné, mientras nos dirigíamos a la cafetería.

-Bien, la suerte es que te tengo de amiga, y antes que lo pienses, no te asustes, no te usaré de esa forma, soy muy aplicada en mis tareas, solo escuchar hablar a alguien tan lento y con una voz de sueño, no me llama la atención. – mencionó mientras me tomaba del brazo.

-Está bien, ya lo imaginaba, no te preocupes.- Me agrada Lía, su personalidad es tan suelta y liberal, además parecer ser de confiar.

-Hola guapo, ¿dónde estás?... bien, vamos para allá- mientras caminábamos recibió una llamada, supongo que era su novio. Nuevamente me tomó del brazo y continuábamos nuestro camino.

-¿A dónde vamos?.- pregunté con algo de intriga

-A la cafetería del otro lado, allá hay menos personas y está mi lindo novio.- lo decía súper enamorada, sus ojos brillaban, ¿Eso es lo que llaman amor? Que miedo...

-Andando entonces. - respondí con una sonrisa.

Mientras más veía a mi alrededor más me gustaba este lugar y eso que solo había visto la parte principal, este otro lado de la universidad es muy encantador.

-¡Amooor! Te extrañé demasiado- Lía gritó faltando cinco metros hasta llegar a su novio, casi me rompe el tímpano, corrió hacia él como se ve en las películas.

-Preciosa, me hacías falta. – y él no se quedó atrás, apenas la vio y la tenía en sus brazos, empezaron a besarse, que momento para más incómodo, lo único que me quedaba por hacer era ver disimuladamente por todos lados mientras seguían en sus cosas.

-Vale cariño, te quiero presentar a alguien. - mi momento de brillar - Ella es Marian, mi nueva mejor amiga.

-En realidad apenas nos conocimos hoy, pero sí, me alegra demasiado ser su amiga, un gusto, soy Marian.- Quisiera tener esa seguridad de Lía, sonreí un poco estrechando mi mano, pero de inmediato aquel chico alto, de piel trigueña y ojos claros, algo musculoso me abrazó.

-Cualquier amiga de mi preciosa, es mi amiga, bienvenida al grupo, soy Joey. – De acuerdo, ese abrazo fue más fuerte de lo que pensaba, además me di cuenta de algo cuando habla, su voz gruesa y firme es notable, transmitiendo una sensación de confianza y seguridad, con razón es novio de Lía, son almas gemelas.

-Vamos a sentarnos en la mesa de allá, hay menos sol- mencionó Lía.

Ellos tomados de la mano, seguían unos pasos delante de mí, en serio se ven muy bien juntos, mientras caminábamos muchos de alrededor saludaban a Joey, Lía no se quedaba atrás parecían ser la pareja del momento, y de verdad se ven muy bien juntos, es como una combinación del yin y yang.

-Marian, no te quedes atrás, ven acá amiga- Lía dejó por un momento a Joey y vino hacia mí, creo que se había olvidado por un segundo de mi existencia.

-No quería incomodarlos, lo siento. - respondí algo tímida.

-Para nada, no digas eso, perdóname a mí por olvidarte, es que cuando estoy con este muchachote solo estamos en nuestra burbuja, pero no más, eres mi amiga y no te olvidaré... Oh ¡Mira!, hay banderillas, deberíamos ir por unas- me tomó nuevamente del brazo para ir a comprarlas, a lo lejos le gritó a Joey- ¡Cariño guárdanos asientos, ya volvemos! - y él no se quedó atrás.

-¡Bueno amor, no tardes, ya te extraño!- Al parecer esto de gritar ya es normal de ellos; mientras hacíamos fila para comprar las banderillas no dudé en hacerle ciertas preguntas a Lía.

-Parece que también conoces mucho de la universidad además de toda la ciudad como me decías antes.

-En realidad lo sé todo por mi novio, él lleva aquí un semestre más que yo, cuando supe que postuló para estudiar aquí, obvio me vine para estar a su lado. - Esta vez la respuesta de Lía era más sensata y seria, realmente le gusta ese chico.

-¿Cuánto llevan de novios?- pregunté, no debía quedarme con la intriga, esto del amor son sentimientos que no conozco.

-Desde que estábamos en el colegio, fue amor a primera vista, siempre ha estado para mí y yo para él, nos vemos en un futuro casados y con hijos, de hecho lo soñamos desde antes, pero primero, terminar al menos los estudios- Sus ojitos brillan cuando habla así de él - Ya deja de hablar del tema que me sonrojo.- parecía sonreír nuevamente.

-Vale, no pregunto más. - respondí devolviendo la sonrisa.

- Para que veas lo mucho que te aprecio, quiero que sepas que te considero una amiga de verdad, alguien con quien puedo compartir estas cosas.

-Y lo agradezco, en serio... por considerarme tu amiga, bueno, en realidad mi única amiga.

-¿Qué? ¿Por qué lo dices? Eres súper cool e inteligente, seguro tienes más amigos.

-Créeme, tener esas cualidades no son las mejores para decir "tener amigos".

-Bueno yo pienso que... ¡Espera!- otra vez aparecieron los gritos - Si no tenías amigos, quiere decir que... cómo decirlo ¿has tenido novio alguna vez?- ¿debería contarle que toda mi vida fue dentro de una burbuja?

-Creo que no es de sorprenderse que no.

-¡OMG! Amorío universitario Marian, tendrás tu primer novio aquí, eso te lo aseguro. - parecía muy firma su respuesta.

-No te emociones, vine aquí para estudiar, el hecho de pensar salir con alguien o tener citas me da miedo.

-Miedo el cual perderás, ya eres adulta y debes conocer muchas cosas de este nuevo mundo universitario.

-Cosas...cómo.

-Chicos, obviamente, Marian, querida amiga, el destino quiso que fuera tu guía espiritual.

-No sé si tener miedo hacia lo que vayas hacer o a lo que va a pasar.- respondí sonriendo un poco.

-Claro que no, confía en mí. - Lía, es toda una caja de sorpresas, con ella aprenderé lo que es vivir de verdad.

Teníamos las banderillas en las manos, llevábamos cuatro en total, supongo que Joey come dos por uno, a parte llevaba refrescos y una botella de agua para mí; íbamos de camino a la mesa donde se quedó el novio de Lía, mientras ella me contaba mucho sobre las relaciones románticas a lo lejos pude darme cuenta que a lado de Joey estaba un chico blanco, alto, cabello castaño, tenía consigo audífonos y una sudadera negra y en sus manos un libro, el cual parecía muy concentrado

-Y... ¿qué te parece Marian?- Por estarlo observando me había olvidado del tema que estaba abordando con Lía.

-¿De qué cosa?

-Que te ayudaré a buscar un chico adecuado para ti.

-Te estoy llegando a apreciar mucho Lía, pero creo que ser mi cupido no funcionará.

-¿Qué? Claro que no, no digas tonterías, lo hallaremos.

-Pero yo...- me detuvo lo que iba a decir.

-No hay un no de respuesta, andando.- Poco a poco iba conociendo la personalidad de Lía, única, original y buena amiga.

-¡Amor! Te extrañé mucho.- Dijo Joey mientras nos acercábamos.

-No, si yo te extrañé más.- Empezaban hablar como bebés, vaya ¿esto causa el amor?

-Aquí van otra vez.- Su voz, esa voz del chico misterioso, un tono grave y con firmeza, empezó hablar.

-Ya, ya deja de molestar.-Respondió Joey.

-Que molesto eres Gadiel.- intervino Lía. Gadiel, ese es su nombre al parecer.

-No es como si nunca se comportaran como una pareja acaramelada. ¡Me da escalofríos solo de escucharlos!-comentó, sintiendo una mezcla de inquietud y desconcierto por lo que esos dos hacían. Y la verdad, lo entiendo.

-Que molesto eres...- Lía le viró la cara por un momento y luego dio mi presentación de entrada

- Por cierto, déjame presentarte a mi nueva amiga, ella es Marian... se bueno con ella, quieres. - respondió en forma de amenaza mientras se sentaba a un lado de Joey, yo por otro lado me sentaba al lado del Gadiel, ya que las mesas que teníamos era de cuatro personas, muy pequeña para ser exactos como esas de campo.

-Hola, soy Marian, un gusto en conocerte.- La chica tímida vuelve.

-¿Gusto? Qué modales.- Parecía ser un chico rebelde y con cara de pocos amigos - Me llamo Gadiel, bienvenida al clan.- Pero luego daba un semblante de caballero oculto.

-Marian ¡Él puede ser! ... - Mientras Lía lo señalaba a Gadiel, sabía de qué se estaba refiriendo, me sonrojé en seguida, que vergüenza, sólo espero que no lo mencione.

-¡Maldita sea! Es mi papá de nuevo, le gusta joderme la vida o qué. - Vayas palabras para el caballero interior de Gadiel, su celular no paraba de timbrar.

-Olvídalo, hay más opciones. – Dijo Lía algo desanimada, sabiendo solo ella y yo a lo que se refería.

- ¿A dónde vas amigo?- preguntó Joey.

-Mi padre quiere hablar conmigo, tengo que llamarlo y para que la nueva carne fresca de Lía no se espante, responderé en otro lado. - ¿Carne fresca? Supongo que esa soy yo.

- Que grosero...- Respondió Lía en son de broma.

-Aun puedes escapar, a la cuenta de tres corre...- Antes de que Gadiel se levantara de la mesa me susurró aquellas palabras - Uno, dos... tres. - No sabía qué hacer en este momento.

- ¿Qué? ¿qué debo hacer? - estaba confundida y eso fue lo único que pude decir.

-Cobarde. - sus palabras al momento de levantarse fueron esas, "Cobarde" lo que siempre me he sentido, pero nunca nadie me la había dicho. Se marchó de inmediato sonriendo al verme, por otro lado, yo, estaba procesando estos pocos segundos de lo que había pasado.

-No le hagas caso, no lo dice en serio, a veces es muy molestoso y como sabe que eres mi amiga y ya eres parte de nuestro grupo te molestará más, así que no te sorprendas.

-Gracias por decírmelo- respondí sorprendida.

-Él es mi mejor amigo desde que estábamos en primer año de escuela, es un buen tipo créelo, pero siempre vive en su mundo, así que es mejor que sepas cómo será su comportamiento. –Joey a la defensiva.

-Vive en su mundo y es el más solicitado de aquí. - Lía insinuó algo muy intrigante.

- ¿A qué te refieres? - pregunté.

-Las chicas aquí mueren por dos bellos hombres de esta universidad, él número uno, este muchachote que está aquí conmigo, pero obviamente saben que he marcado territorio con él.

Mientras hablaba conmigo no dudó en robarle un beso a Joey, él más feliz que nunca, al escuchar todos los halagos de Lía.

-Y el número dos, su mejor amigo, el mismísimo Gadiel, el chico súper inteligente en computadores, que le encanta leer libros y ver películas de acción que además de ser guapo ante los ojos de las chicas, pocas son las que pueden decir que han salido a tomar un helado o tener una cita formal con él, en si un lobo solitario, con muchas presas a su alcance que no come, porque parece ser vegano.

-Woh, vaya que esta universidad tiene sorpresas incluidas- mencioné.

-Tienes mucha razón amiga mía, así que él está eliminado para ti, es nuestro amigo y todo, pero no lo sé, tú y él parecen de mundos diferentes.

-No lo decía por eso Lía. - qué vergüenza, de seguro Joey piensa mal de esto.

-Vamos cariño, no la molestes tanto, la haces poner nerviosa- Joey al rescate.

-Amor es que estamos buscando un pretendiente para Marian, vi a Gadiel, pero siento que no da con los requisitos.

-¿Requisitos?, Lía creo que no es para tanto, en serio estoy bien así, solo quiero estudiar y ya, nada de relaciones.

-¿Gadiel? Va a ser algo difícil si lo quieres conquistar. – mencionó Joey mientras saboreaba su banderilla.

-En serio no quiero nada.- interviene, nuevamente con voz tímida.

-Bueno, no puede ser Gadiel pero si otro, no te preocupes.- mencionó Lía siguiendo el paso.

-Yo no quiero...- Mientras estaba objetando al decir que no al amor, una voz conocida intervino en la conversación.

-Chica nueva, otra vez nos topamos.- al girarme lo vi, era el chico del restaurante.

-Uy... no que no- Susurró Lía, mirando muy insinuosa hacia Joey.

-Hola ¿qué haces aquí?- lo único que pude preguntar.

-Estudio aquí, al igual que tú al parecer.- ¿Debo creerle o imagino que me está siguiendo? -Así que al lugar que querías llegar temprano era la universidad.- recalcó.

-Sí, no quería llegar tarde, siempre soy puntual.- estábamos entablando una conversación en la que habían miradas por detrás de nosotros y por nervios ya no sabía que más decir.

- Hello, ¿cómo te llamas amigo de mi amiga? – jamás pensé que la intervención de Lía, me salvaría en este momento, ni yo sabía su nombre.

- Soy Alex.- me miró fijamente con una sonrisa.

-Soy Lía

-Soy Joey- Los tórtolos empezaron a nombrarse.

-Me llamo Marian.- Dije a lo último.

-¿Es posible que se conozcan y no hayan sabido sus nombre?- susurró Lía.

-Cariño, déjalos.- No sabía cómo agradecer a Joey por calmarla muchas veces, pero en este punto tiene razón.

- No había la oportunidad de presentarnos, nos hemos visto dos veces en las cuales la primera estaba atendiendo mesas y la otra Marian tenía que irse, pero mira nada más que mundo tan pequeño, nos volvimos a ver.

-Sí al parecer, y ¿qué estudias?- pregunté.

-Informática.

-¿Informática? ¿de qué nivel?- preguntó Joey.

-Recién primer semestre.

-Ah, con razón no te vi, estoy en segundo, tenemos la misma carrera, ten en cuenta la materia con el profesor Tomás, es muy exigente.

-Lo consideraré, gracias amigo.

-¡Alex! Debemos irnos- Alguien lo llamaba desde el otro lado de la cafetería.

-Bueno, debo ir con mis amigos, un gusto en conocerlos y en volverte a ver Marian.

-Si, lo mismo digo- respondí algo apenada.

-Nos vemos, adiós.- Se despidió de mis amigos con una sonrisa. No lo sé, pero presiento que empezará el interrogatorio de Lía.

-¿Cómo lo conoces? ¿por qué no dijiste que ya teníamos un candidato?- Aquí está.

-Amor, no la presiones.

-Es como te lo dijo, solo nos vimos dos veces, no digas que es un candidato, se escucha raro.

-Un tipo alto, con cabello perfectamente lacio negro, blanco, con una sonrisa coqueta, y miradas que se clavan hacia ti ¿no es un candidato? De seguro entra al top tres de los mejores chicos de la u.

-¿Cuál es el uno? – preguntó Joey algo sorprendido.

-Siempre serás tú bebé.- dijo Lía para suavizar las cosas, mientras me guiñaba el ojo.

-De todas maneras, es un conocido, ni siquiera es mi amigo, apenas nos hemos visto.- Tenía que dejarlo en claro.

-Apenas te conocí hoy y ya te siento como mi hermana, cuando hay química lo hay señorita- buen punto por parte de Lía. -Pero dejemos que el tiempo nos sorprenda, quien sabe y tengas una oportunidad con él.

Me dejó pensando toda esta situación, pero no lo creo, como lo dije antes, no quiero novio, además un chico guapo como Alex, que parece ser bien abierto y sociable, no se interesaría en alguien como yo.

-Es todo, me voy de este lugar- de la nada apareció nuevamente el chico misterioso Gadiel, dejó su mochila caer y se sentó a mi lado, donde antes estaba.

-¿Qué pasa bro?- preguntó Joey

-Me mudaré.- dijo algo molesto, mientras le daba un gran mordisco a su banderilla.

-¿A dónde te vas o qué?- seguían las preguntas por parte de Joey.

-No lo sé, a Argentina, Ecuador, Rusia, no, mejor a Narnia. – Uy, debió haber pasado algo fuerte para querer ir a un mundo ficticio.

- Muy bien, empaquemos todo, nos vamos a Narnia. - respondió Joey de manera graciosa.

-No estoy jugando, realmente lo estoy considerando, mi papá me tiene hasta el cuello con sus cosas.

-Sólo no le prestes atención y ya, no veo cuál es el problema. - agregó Lía.

-El problema es que soy su hijo, y con el simple hecho de serlo debo presentarme en su trabajo.- parecía seguir molesto.

- Sólo no te presentes.- recalcó Joey.

-Tiempo al tiempo, falta poco para cumplir 20 años y al fin liberarme. – En serio quisiera entender el contexto de esta situación pero apenas conozco a estas personas.

-Bien entonces no te quejes y no hagas nada.- Respondió Lía

-Claro para ti es sencillo decirlo, simple mortal. - Ahora sí perdí contexto.

-¿Acaso eres un vampiro?- dije de la nada.

-¿Parezco serlo?- ¡En serio pregunte eso en voz alta!, qué vergüenza.

-Lo siento, no debí...- Tonta Marian.

-Claro, no debías meterte en asuntos que no te corresponden. - me interrumpió de inmediato.

- Ella está aquí con nosotros, obviamente si hablamos de un tema que ella no conoce ¿cómo crees que debería reaccionar? –Lía intervino, defendiéndome.

-Muy bien entonces, Marian, que no sea un secreto que tengo un padre dictador al que me obliga a ir a una absurda reunión de presentación del hijo ejemplar de su empresa este fin de semana, ah y una cosa más, no me veas como el malo de la película, él lo es y estoy harto, me quiere meter en sus cosas cuando sabe muy bien que él allá en su vida y yo en la mía, ¿feliz? Ya sabes el contexto. – después de decirlo muy enojado hacia mí, se levantó de donde estaba sentado y solo se marchó.

- Y sí, ya conoces como es nuestro gran amigo, sólo ignóralo.- Gadiel, parecía ser un chico agradable, pero al hablar de su familia es un desconocido total, el cual sus amigos ya estaban acostumbrados a escucharlo hablar de esa forma, lo que hice fue eso, ignorar lo que había dicho, no soy nadie para intervenir.

-Cariño ya es hora, deben ir a su aula. - mencionó Joey.

- Bien, me recoges hoy a lo que salga, si sales antes, igual te escribo. - Lía se levantó de su lado y no podían faltar sus besos de despedida, Dios mío ellos se succionan hasta el alma.

-Nos vemos Joey, un gusto en conocerte.

-Lo mismo digo, adiós.

Nos dirigíamos con Lía hacia nuestro edifico, debíamos culminar con el segundo horario del primer día, qué puedo decir, acoplarme en este nuevo mundo para mí, hasta ahora ha sido sencillo gracias a mi primera amiga. Caminando por el campus, el sol acariciaba mi rostro y una brisa suave jugueteaba con mi cabello. En cada esquina, parecía haber una sonrisa esperándome, un saludo amistoso o una mirada cómplice que me hacía sentir viva y llena de emoción, como nunca lo había sentido en toda mi vida, era una nueva realidad donde todos parecen ser amables con todos y no existe ningún tipo de egoísmo ni envidia.

Justo antes de entrar por la puerta principal del edificio, aparece él chico ya no tan misterioso del restaurante, Alex, creí que estudiaba otra carrera, aparecer aquí de repente me pone a dudar ahora de lo que dice.

-Uy, aguarda, ¿él no es tú amigo Alex? - mencionó Lía mientras me sostenía el brazo.

- Apenas y lo he visto dos veces. - dije algo apenada, repitiéndoselo otra vez.

-Amigo o no, viene hacia acá.

-¡Ey! Nos volvemos encontrar. – Quisiera tener esa facilidad de comunicarme con las personas que apenas conozco.

- Hola, sí, así parece. - ¿no tenía más palabras que decir o qué? Torpe Marian.

-¿Cómo así por estos rumbos? Creí que eras de ingeniería igual que mi hombre.

-Viene a ver mi prima que estudia aquí, está planeando una fiesta y vine a retirar unas cosas que me dijo, ella está quinto semestre.

-Con razón no sabemos de su existencia, por cierto, fiesta de qué, si no es tanta incumbencia. - Lía y sus preguntas como siempre.

-Inauguración de nuevo semestre, deberían venir, al fin y al cabo, también inician su primer semestre.

- Yo no suelo ir a fiesta, lo siento. - Mi triste realidad, decir que soy la más cool fiestera de toda la ciudad es decir mentiras, además no me gustan, de seguro beben ahí y no soy de ese tipo de ambiente.

-Qué lástima, bueno en tal caso si se animan, es en la piscina de san Carlos en la calle 13 el sábado a las 10 pm - recalcó muy sonriente.

-Claro que nos animaremos, puedo llevar a mi novio ¿verdad? O ¿la invitación es exclusiva? - dijo mi linda amiga señalándome, que vergüenza, no debí decirle que nunca he tenido novio.

-Claro no hay problema, vayan con gusto...ah debo irme ya vi a prima, adiós chicas- Alex se alejaba de donde nos encontrábamos, mientras tanto Lía no iba a dudar de sus extremas insistencias.

-Debemos ir, vas a ir ¿verdad?

-Creo que fui muy clara al decir que no.

-¡Ay! Vamos no seas así, es la primera fiesta de la U.

-Pero no me gustan las fiestas, además si se enteran mis padres que fui a una fiesta en vez de estar estudiando se acaba todo.

-En primer lugar ¿no me dijiste que están a horas de aquí? En segundo lugar, no se les dice y ya, vamos amiga, nuevo mundo ¿no? - en cierto modo tiene razón, estoy en esta nueva vida universitaria, para explorar cosas que nunca había hecho en mi vida, pondré una excusa con mis padres y saldré, no puedo creerlo esta sería la primera actividad oculta que haría sin que ellos se enteren ¿debería arriesgarme o no?

-No lo sé, recién es el primer día e ir a fiestas desde un inicio, me da miedo.

-Estarás con nosotros en grupo, si alguien nos quiere asaltar mi novio le quiebra los dientes y ya.

-¿Asaltar?- pregunté con algo de temor.

- Es un decir, no es porque vaya a pasar.

- Lía, ¿Estás segura que no me vas a dejar sola? Es mi mayor temor.

-Tranquila Marian, estaré contigo y no te dejaré sola, ahora es mi responsabilidad, es como criar a un pollito recién nacido.

-¿Me estás comparando con un pollito?- sí, debo preocuparme.

-Es un decir, vamos que llegamos tarde.

Después de un día largo en la universidad, finalmente regreso a mi departamento. Es una rutina que se repite una y otra vez, pero hay algo reconfortante en su familiaridad, me sirvo la cena con la misma eficiencia de siempre, dejando que el aroma de la comida caliente llene la pequeña cocina, hoy no tocó comprar comida, la ventaja que me gusta cocinar, mientras tanto, el televisor murmura en segundo plano, ofreciendo una compañía suave y acogedora. Me sumerjo en la tranquilidad de mi hogar, dejando atrás las tensiones del día y permitiéndome simplemente existir en el momento presente. Es en estos momentos simples y ordinarios donde encuentro mi mayor paz, donde puedo dejar que el mundo exterior se desvanezca y simplemente ser yo misma.

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