Quinto Escalón
Sentí la liberación de un peso sobre mi cuerpo y varias voces que me costaron identificar. Al abrir mis ojos, los dos compañeros de piso del rubio estaban agarrándolo y lo tenían en el suelo sentado. Uno de ellos, el segundo más mayor, se acercó a mí y dio varias cachetadas en mi rostro, como si quisiera que me espabilara. Se veía asustado y nervioso.
— Como le pase algo te corto el pene —dijo el chico que sacudía ahora mi débil cuerpo.
— No le va a pasar nada. Sin embargo, a mi polla sí. ¡Me habéis cortado todo el puto rollo! —el de piel lechosa se levantó, volviendo a ponerse su camiseta.
— ¿Qué hacemos? Si los padres lo ven así nos la cargamos —el castaño es el que más asustado se veía.
— Trae bebidas.
— ¡¿Qué?! ¿Quieres rematarlo? —su aguda voz resonó fuerte en mi oído, quejándome por ello.
— Mejor que parezca borracho que drogado, ¿no? —le dio un toque en el brazo al castaño y rápidamente salió de la habitación— Si le damos unas tres más creo que serán suficientes.
— ¿Suficientes? —se alejó de mí, acercándose al rubio— Si al menos mantuvieras tu pene dentro de los pantalones sería más que suficiente.
— Agh... —sin decir nada se sentó al otro extremo de la cama, alejado de mí.
— No te sientes, ve a darte una ducha o échate agua fría encima —el paliducho enarcó una ceja—. ¿Crees que no sé que también te has drogado?
El otro rodó los ojos y se dejó caer sobre la cama— Ignórame, ¿quieres?
Lo único que hice en todo ese momento fue abrir mi boca, pero no para hablar sino para quedarme embobado ante la conversación tan extraña que tenían estos individuos.
— Toma —el chico que desapareció hace unos minutos, llegó trayendo consigo varias botellas de las que ya tomé antes con el chico abusón.
— Bébetela, JungKook —me pasó una botella mientras abría otra.
— No quiero —contesté, rechazándola.
— Pórtate bien y tómatela, ¿vale? No nos cabrees —volvió a pasármela.
Terminé cogiéndola y bebiendo, nuevamente sintiendo ese dragón en mi estómago que quería salir y arrasar con todo. La segunda me costó bastante beberla, por no decir que la tercera me tomó el doble, o eso creo porque ya no lo recuerdo.
No sé como llegué al mar, pero de pronto mi tripulación y yo nos veíamos luchando contra el Kraken que el dios Poseidón había liberado para derrotarnos. Habíamos hecho enfurecer al señor de los mares, pero no nos íbamos a rendir ante nada, y ahí estábamos, afrontándolo.
— ¡Hombre al agua! —grité, había caído al mar y me había dolido, no sabía que el agua estaba tan dura— ¡Socorro! —volví a gritar, esperando que mi tripulación me salvara.
Intenté nadar, pero era imposible, las aguas eran duras y por más que lo intentaba no avanzaba.
Un ruido proveniente de algún lugar, hizo que detuviera mi nado. Al parecer un nuevo enemigo apareció y mi vida corría más peligro aún.
— ¿JungKook...? —oí una voz, pero no sonaba como un monstruo, ¿qué clase de enemigo es?— ¿Estás bien?
El enemigo se acercó a mí y tras ponerme de pie, me puse en guardia. De pronto no me encontraba en el mar, el agua había desaparecido con mi tripulación. Ahora una selva amazónica me rodeaba y seguro con muchos peligros acechando.
— ¡JungKook!
— ¡Alto ahí, simio!
— ¿Qué? ¿Me has llamado simio?
— Tengo un arma y no dudaré en usarla.
— JungKook, son las tres de la mañana, ¿me puedes explicar qué haces aquí?
— ¡No te acerques!, juro que te enjaularé y venderé.
— ...
— ¡Oh!, ¿escuchas eso? —hicimos silencio, algo se aproximaba y nada bueno seguro. Cogí del brazo al simio y lo agaché conmigo— ¡Nos atacan!
— ¡¡JungKook!! —el simio sujetó mis brazos mirándome fijamente— ¿Qué coño has tomado?
— Lo que beben los piratas —le respondí—. Pero ahora no soy pirata, soy un cazador.
— Ajá —tiró de uno de mis brazos, llevándome a una sospechosa cueva.
— ¡¿A dónde me llevas, simio parlante?! —estaba apunto de entrar en su cueva y sabía que si entraba ya no podría escapar— ¡¡Socorro!!
— Deja de gritar, JungKook, vas a despertar a todo el mundo —me empujó a su oscura cueva. Miré a mi al rededor buscando una forma de iluminar la cueva. Quizás si encontrara un palo, podría hacer una antorcha con un trozo de mi camiseta y... ¡fuego!, no tenía fuego...
¡Oh dios, estoy perdido, moriré aquí!
Pero entonces algo extraño ocurrió y la luz se hizo presente en toda la cueva.
— JungKook..., ¿qué haces?, levántate del suelo —el simio agarró de nuevo mi brazo y me llevó al centro de la cueva.
— No me hagas daño —tapé mi rostro con mis manos.
— ¿Dónde estuviste antes de estar en el descansillo de las escaleras?
— ¿Descansillo? ¿Escaleras? —llevé mi mano a mi mentón, pensando en las extrañas palabras del simio— Yo vengo del mar.
— Joder... —el simio cayó abatido en una enorme roca.
No le di importancia y me dispuse a recorrer toda la cueva buscando una salida. Encontré una gran roca que tapaba la supuesta salida, pero me fue imposible, empujé todo lo que pude, pero fue en vano. Derrotado ante el simio, me senté junto a él, preparado para pasar mis últimos años de vida a su lado.
La cueva fue cambiando de forma, ahora no sé muy bien lo que era, parecía un castillo o algo. Mi cuerpo se sentía débil y ya no quería huir, me aburrí de buscar la salida. Perdí de vista al simio, pero no estaba solo, un señor estaba conmigo en aquel lugar, sólo que no hablaba. Me miraba mucho y suspiraba cada diez segundos.
Creo que le doy pena.
— Si vas al campo, nunca te vistas de amarillo —advertí al desconocido.
— ¿Por qué?
— Porque te pican las abejas.
— Ajá, gracias por el consejo.
— ¿Sabías que el negro atrae el calor más que cualquier color?
— Sí.
— Yo también.
— Que bien.
— Te contaré un secreto. Antes vi un unicornio al final del pasillo.
— ...
— ¿Quieres ir a verlo conmigo?
— No, gracias.
— Jo... —comencé a hacer ruiditos con mi boca, como si fuera un pescado bajo el mar, era divertido.
— No hagas eso —reí y seguí haciéndolo—. Lo digo en serio —reí más fuerte y continué, sin apartar la vista del desconocido—. ¡Dije que pares! —se acercó a mí y puso su mano en mi boca, la cual chupé— ¡Agh, serás guarro!
Solté varias carcajadas— ¿Cómo se llama, señor desconocido?
— Jimin —masajeó su frente—. Y ya lo sabes, ¿o te olvidaste de nuevo?
Ladeé mi cabeza, no entendía que me decía— Yo conozco un Jimin, pero creo que fue en otra vida.
— Santo cielo —suspiró más fuerte si podía y se recostó en el sofá. Sí, al fin me di cuenta que nos encontrábamos en el sofá de un terrorífico castillo.
— El Jimin de la otra vida tenía el pelo rojo, como tú —me miró desde su posición.
— ¿En serio? ¿Y qué piensas de él?
— Mmm..., era un poco raro. Creo que era acosador.
— ¡¿Acos-...?! —carraspeó su garganta y guardó silencio.
— Pero se veía una buena persona —frunció el ceño—. Creo que fue la primera vez que llegué a sentir algo de curiosidad por alguien.
— Vaya... —sonrió levemente.
— ¿Dije algo gracioso?
— No, claro que no.
— No me mienta, lo he visto —me acerqué a él—. Por mentirme, ahora no le diré dónde he escondido el cofre del tesoro —mordió su labio y sin aguantarse más se empezó a reír en mi cara.
Será idiota, era broma. Claro que iba a decirle donde estaba, pero ya no.
— Me vuelves loco —dijo después de llevarse varios minutos riendo—. Sea lo que sea que hayas tomado, por favor, no vuelvas a hacerlo.
Puse un puchero— El enanito de la cabeza ha empezado a trabajar.
— ¿Qué enanito?
Señalé con un dedo a mi cabeza— Está picando y me duele.
— Oh, te duele la cabeza... —menudo idiota... ¡Dije enanito!— Te traeré algo —se levantó y cogió de un mueble una cajita. Se sentó de nuevo junto a mí, me pasó una pastilla y un poco de agua.
Pastilla.
¿De qué me suena eso?
— No.
— Claro que sí o el señor enanito no parará.
— No quiero eso.
— ¿Por qué?
— Es malo —inflé mis mofletes y bajé mi cabeza.
— JungKook..., ¿te han dado una pastilla como ésta? —me la mostró más de cerca.
— No lo sé.
— Está bien, no te obligaré —dejó la pastilla junto con el vaso de agua en la mesa—. ¿Quieres dormir? —asentí— Puedes dormir en mi cama, ven.
— ¡No! El monstruo blanco me atacará.
— ¿El monstruo blanco? —asentí varias veces— No digas tonterías, anda —cogió mi brazo y me solté al instante. Grité auxilio, no quería volver a la habitación donde ese horrible monstruo quizás me espere—. Está bien, está bien, pero cállate.
Se sentó de nuevo, masajeando su nuca y observándome con detenimiento. Yo quedé junto a él, con mi cabeza hacia atrás, intentando descansar, pero el enanito estaba siendo muy pesado y no me dejaba. Comencé a llorar, me sentía mal y asustado, quería salir de aquí.
— N-no llores —rodeó mi cuerpo con su brazo, acercándome a él y yo lo detuve—. No voy a hacerte nada. Lo prometo —dejé de resistirme y apoyé mi cabeza en su hombro.
— También me duele la tripa —lloré aún más dando sollozos cual niño de 3 años.
El desconocido llamado Jimin cogió mi rostro entre sus manos y limpió todas mis lágrimas— No llores más, por favor. Me siento mal verte así.
— Lo siento —hice pucheros a la vez que absorbía mi nariz.
Sonrió con dulzura, quitando algunos mechones que caían por mi rostro. Estuvo sosteniendo mi cara por no se cuanto tiempo, pero no me molestó, me daba tranquilidad. Mis lágrimas dejaron de salir, sustituyéndolas por una sonrisa muy boba— Así está mejor. Sonríes poco, pero cuando lo haces me dejas hipnotizado —ensanchó sus labios y los míos lo imitaron, no entendía nada, pero su cara me hacía sonreír.
No sé en que momento esos labios rosados acabaron pegados a los míos. Mis ojos se iban a salir de las órbitas ante el gesto del descarado desconocido y cuando se separó, una extraña sensación me sacó de toda ensoñación. Llevé mis manos a mi estómago y me quejé.
— ¿Qué te ocurre? —me preguntó.
— ...creo que el dragón quiere salir.
— ¿El drag-...? —sentí náuseas y con una mano tapé mi boca. Él me miró entendiendo ahora a qué me refería y tiró de mi brazo hacia el interior del pasillo. Me llevó hasta una habitación, donde me señaló un inodoro, y sin aguantar más expulsé al maldito dragón que tanto coñazo me había dado.
Cuando el dragón fue desatado, sentí una gran liberación en mi cuerpo, pero esa misma liberación se llevó consigo todas mis energías, volviendo a consumirme la más absoluta oscuridad.
------------------------------------
Fumé muchas cosas para escribir esto jajajaja.
¡Chicos, no fumeis! Es malo xD.
Besitos *3*
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro