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Cap 1

Judith

—¡Milo! ¡Milo, ven a por el desayuno!—ese cachorro travieso siempre anda perdido.

Le dejo el desayuno a mi angelito en su sitio y me pongo a buscarlo por toda la casa, es muy juguetón e inteligente, a veces se esconde muy bien el muy diablillo.

—¡Milo! ¿Dónde estás pequeño?

Papá se fué a trabajar, justo hoy que mi querido jefe, me dió el día para descansar, así que tendré que ocuparme de todo el desorden yo sola, o tal vez...

Me olvido de Milo por un momento, supongo que sí le da hambre, saldrá corriendo de su escondite, a fin de cuentas no me hace caso alguno.

Me apresuro a tomar mi teléfono, de arriba de la mesa del comedor, nuestro apartamento no es muy grande, pero es bastante acogedor, además de perfecto para no llamar la atención. Le llamo a Mike, mi pesado vecino, o quizás... mi favorito.

Hooola—le digo a Mike muy alegre.

—¿Ves la hora que es Judith?—el responde, puedo escuchar su voz un poco más gruesa de lo normal, definitivamente le he despertado.

No seas pesado Mike, anda, dime cómo estuvo tu noche.

—¿No pudiste esperar un poco más tarde para eso?—sigue protestando.

Es que... puede que necesite tu ayuda.

—¿Mi ayuda? Siempre y cuando no sea para interrumpir una fiesta de compromisos.

Volvía con esa estúpida fiesta, realmente, si ganara dinero por mis actos ridículos, sin duda por ese me haría millonaria.

Mike.

Vale, ya no hablo del tema, pero me has levantado y eso no te lo perdono.

Está bien. Te llamaba porque necesito que me ayudes un poco en casa hoy, papá está trabajando y tengo el día libre. Así que apresúrate.

Después de casi media hora esperando por Mike, siento unos pequeños toques en la puerta.

—No puedo creer que me despertaras para hacer limpieza—me dice Mike apoyado en el marco de la puerta, esas ojeras en su rostro lo delatan, sin duda la pasó en grande anoche.

—Venga, que cuando necesitas mi ayuda lo hago.

—¿Con que esas tenemos?

Comenzamos a ordenar, pasé la aspiradora por todos lados, limpié minuciosamente el baño, y luego, pasé a la cosina, pero algo llamó mi atención, el desayuno de Milo estaba intacto, y pensándolo bien, no lo había visto en toda la mañana.

—¡Mike!

—¡Estoy en tu habitación!

Voy corriendo a donde está, puedo ver cómo cambia su expresión al ver mi cara de horror.

—Milo no está.

—¿Cómo que no está? Recuerda que el es fanático a esconderse.

—Lo sé, pero está mañana le he dejado su desayuno y ni lo ha tocado, desde que desperté no lo he visto.

—Llama a Philip, seguramente él sabe donde está.

No lo había pensado, pero papá no se llevaría a Milo para su trabajo, donde más podría estar.

—¿Papá?

—Dime cielo.

—Milo no está en casa ¿Lo has llevado contigo?

—No Judith, lo dejé está mañana en su cama.

—Vale, ya lo buscaré. Te amo papá.

—Te amo cielo, llámame si necesitas algo.

Es realmente extraño, Milo nunca se escapa de casa, pero tal vez...

—Vamos Mike, el guardia de seguridad del edificio debe saber algo.

Nos apresuramos y vamos hasta el ascensor, cuando llegamos al cuarto de seguridad, está Carlos, un señor mexicano algo mayor, como siempre dormido en medio del trabajo.

—Hola Carlos.

No se movió, seguía roncando el muy tarado.

—Déjame a mí—Mike se le acercó cuidadosamente y colocó sus manos como altavoces sobre su boca—¡Charles!—le pegó un grito que resonó en ese pequeño cuartito.

—No estaba dormido jefe.

Se ha despertado de un tirón, se creyó que éramos su superior, se vió muy chistoso.

—Tranquilo, solo somos nosotros Charles. Necesitamos revisar las cámaras del edificio—le ofrece Mike.

—¿Eso como porqué o qué?

—Milo no está en casa, papá tampoco se lo ha llevado, existe la posibilidad de que esté en el edificio aún, en alguno de los pisos, o de lo contrario salió de él—tenía que explicarle todo detallado, las cámaras solo podían ser revisadas por el dueño del edificio.

—Les voy a dejar, pero que sea rápido, no quiero que me llamen la atención. Ah y jovencito, mi nombre es Carlos.

Mike y yo asentimos, nos pusimos a revisar las cámaras de mi planta, papá siempre sale a las 8:00Am, vemos el momento en el que papá sale de casa, cierra la puerta y se va, pero luego parece regresar por algo y deja la puerta abierta, ahí vemos a Milo en el momento justo que sale de casa.

<< Papá vuelve a salir de casa, cambiamos la cámara para seguirlo y nos encontramos en la salida del edificio, va a por su coche y se va a su trabajo, pero no lleva a Milo, tampoco lo vimos antes de que papá saliera. Cuándo vamos a revisar las cámaras de cada piso, vemos en la toma de la salida, minutos después de que papá se fuera a mi cachorro, no se veía perdido, más bien decidido y centrado, al parecer sabía bien a donde iba, y luego desaparece de las cámaras, había salido del edificio.

Una lágrima descendió por mi mejilla, millones de ideas me pasaron por la mente: ¿Y si no lo volvíamos a encontrar? ¿Y si alguien lo secuestraba?Y si un auto...

—Hey, lo encontraremos, no te pongas así. Vamos no podemos perder tiempo—me dice Mike, como si pudiera leer mis pensamientos.

Salimos del edificio Mike y yo, buscamos por las calles cercanas, preguntamos a la gente, mientras le mostrabamos una foto de Milo junto a su regalo de la navidad pasada, recuerdo que se puso muy contento, movía su colita y saltaba de un lado hacia otro.

Ya se hacía un poco tarde, pero no podía irme a casa sin Milo, tenía la esperanza de encontrarlo.

Estaba un poco agotada, así que me senté en la orilla de la calle, necesitaba descansar mis piernas, y ya no estábamos tan cerca de casa.

—Judith, debemos irnos.

Me dice Mike acercándose a mí. Sabía que ya era tarde, el también estaba cansado, y hasta ahora no había pensado en eso, tampoco habíamos probado un solo bocado en todo el día.

—Está bien, vamos.

Con su ayuda me pongo de pié y comenzamos a caminar. Había un poco de gente en la calle por la feria que hacían cada año en la entrada del centro comercial, Mike y yo nos observamos de arriba hacia abajo, estábamos desaliñados, aún con el conjunto de limpieza, pero solo sonreímos, no sentía vergüenza porque la estaba compartiendo con él.

Ya casi íbamos a doblar en la esquina del gran mercado, pero escuché algo, y no, no me estaba volviendo loca, eran sin duda los ladridos de Milo.

—¿Escuchas eso?

—Viene del centro comerc...

No le dejé terminar, me había hechado a correr en busca de mi angelito.

Ese sitio era enorme, sería como buscar una aguja en un pajar, pero no me detuve, seguí buscando, hasta que lo volví a escuchar.

Bajé mi vista hacia el inicio de las escaleras, y lo ví, era Milo, reconocería ese pelaje azabache brillante incluso en el fin del mundo, pero no estaba solo, un chico estába jugando con él, ese era el motivo de sus ladridos, pero no podía entender, Milo no suele ser tranquilo con extraños.

Fuí corriendo hacia ellos, Milo al verme se aventó contra mí, lo agarré en mis brazos y lo llené de besos, realmente no podía estar tranquila sabiendo que el había desaparecido, la reacción de Milo, hizo que el chico volteara hacia nosotros... No lo podía creer, era Jean, era él nuevamente, pero no volvería a cometer el mismo error.

—Milo es un buen chico—¿Cómo podía hablarme de Milo y días atrás fingió que no me conocía?

—¿De Milo si te acuerdas Jean?

El chico frunció el ceño y luego pareció recordar algo.

—Ya, eres la loca que interrumpió mi fiesta de compromiso ¿Verdad?

—¿Loca? ¿Te parece de locos fingir tu muerte y luego aparecer con otra?

—Mira, ciertamente no sé de qué estás hablando, lo siento, pero sea cual sea la condición que tengas, deberías recibir atención de inmediato, no puede seguir causando desastres.

Idiota, me seguía dando por loca, pero si eso quería, okay Jean, eso tendrás.

—No estoy loca, pero no te preocupes, no te molestaré más. Vamos Milo—le digo al cachorro, pero este se sienta, como si quisiera quedarse ahí, será traidor.

—No puedes llevarte algo que no es tuyo. Conozco a su dueño, yo se lo devolveré.

—Mira, la única dueña de este perro desde que desapareciste, soy yo, así que no te metas y dejame ir de una vez.

—Su dueño se llama Philip, no te pertenece, así que no te esfuerces que no permitiré que te lo lleves.

Vale, ahora sí que había colmado mi paciencia.

—Philip es mi padre imbécil.

—¡Judith!—escucho la voz de Mike a mis espaldas—Ahí estás pequeño, te hemos estado buscando por todas partes.

Milo mueve su colita y se deja acariciar por Mike, pero sigue sentado en el suelo.

Jean, seguía sumido en sus pensamientos, pero yo me había cansado de su actitud indiferente, así que solo agarré a Milo en mis brazos y salí del centro comercial arrastrando a Mike.

—Eh ¿Qué ha sido eso?

—Mike, ya tenemos a Milo, así que solo eso importa.

Llegamos a casa, papá estaba ya en la cocina, fuí directamente hacia ahí.

—¿Me explicas cómo es que Jean sabe de tí y finge no recordarme?

—Judith, te lo puedo explicar, pero cálmate.

No esperé esa reacción por parte de mi padre, lo volvió a hacer, volvió a mentirme.

—Fui yo, yo dejé la nota del restaurante donde estaría Jean la noche de su compromiso.

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