La ciudad estaba muy tranquila, no había tráfico ni aglomeraciones de personas, el cielo ya había oscurecido y no como siempre el cielo estaba sin rastro de estrellas por la contaminación.

Hasta ahora la castaña no había dicho nada, me había indicado la dirección y se había entretenido viendo por la ventana.

Fue cuando me pregunté: ¿Qué mierda estaba haciendo?, era mi oportunidad de llamar su atención, de hacer algo para ganarme su confianza y avanzar para cumplir mi reto.

Sin embargo estaba sola ahí manejando sin tener un tema de conversación.

— Bonito día —  rompí el silencio entre nosotras y la castaña volteó a verme.

— No lo sé — respondió sin ganas, cuando estaba enseñándome era más amistosa.

— bueno... yo, gracias por lo de hoy, en verdad necesito una buena calificación — En ese sentido no mentía, aunque mis notas eran decentes, necesitaba mejorar si quería mi propio departamento, esas eran las condiciones de mis padres.

Ella asintió, demasiado callada para mi gusto, odiaba ese tipo de personas, el tipo de personas con las que no podía convivir ni tener temas de conversación, me estresa el hecho de que estuviera ahí sentada a mi lado sin decir nada, sólo asintiendo a lo que yo le decía.

— ¿No hablas mucho verdad? — pregunté esperando no ofender, hablarle a alguien que no conozco podría ser un arma de doble filo, por una parte lograr entablar una conversación y por el otro molestarle, nunca sabes qué le puede molestar a una persona.

Yo podría decirle "eres muy seria" como un halago, porque las personas serías suelen ser las más comprometidas con sus trabajos, pero en vez de halagar mi comentario podría parecerle molesto.

Entonces yo estaba poniéndome nerviosa y eso no me gustaba.

— Lo hago — dijo mirándome atentamente. —Con las personas a las que les tengo confianza.

— Oh~ entonces aún no soy de confianza — dije y la miré ladinamente. — Pero aún así subiste a mi auto.

Ella sonrió por primera vez en todo el día mostrando unos bonitos hoyuelos.

Y... oh mierda, tenía que ser ilegal, una sonrisa como la suya adornada con hoyuelos no podían pertenecer a una persona con su imágen, alguien tan sencilla, tan simple y descuidada.

Frené y ella casi se movió del asiento.

— ¡Por dios! — dijo llevando su mano al corazón.

— ¡Imbécil! — me gritó el tipo del coche de atrás, seguido por el de a lado y la señora de la izquierda pero los ignore.

— Eso fue peligroso —dijo pasando sus manos por su cabello. — ¿Podrías mostrarme tu licencia de conducir?

Sonreí y negué. — No tengo licencia.

— Creo que me bajo aquí — habló pero le puse seguro al auto, por lo que no pudo salir.

— Tranquila no voy a matarte, por ahora.

— Muy graciosa — sonrió de nuevo. — Le mandé un mensaje a mis padres diciéndoles que subí a tu coche.

La miré con una ceja alzada.

— Mujer prevenida vale por dos — dijo.

El resto del camino fue más relajado y no tan tenso.

— Nos vemos mañana — me despedí de ella.

Jennie hizo una reverencia y se perdió detrás de la puerta.

Interesante muchacha.