Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23: Hospital.

En cualquier otra situación, me habría aterrado conducir por la izquierda cuando estaba acostumbrada a ir por el carril contrario, pero las circunstancias activaron mis instintos de supervivencia y conseguí llegar al hospital indicado sin ningún accidente.

En aquello me parecía a mi padre, pensé. Él siempre mantenía la calma en situaciones de peligro o de urgencia.

Y mientras entrábamos en el edificio y Zac preguntaba por su madre, no pude evitar pensar en mi propia familia.

Es cuando ocurre un problema cuando nos acordamos de aquellos que dejamos atrás. El ser humano es así por naturaleza, y yo, al fin y al cabo, era humana.

Me pregunté si estarían bien, mis padres. Si mi madre seguiría estornudando cada vez que llegaba la primavera. Si mi padre seguiría tomando sus pastillas...

Me sentí tan vulnerable como Zac.

No había nadie cercano a mí sufriendo, pero ver a Marian sobre una camilla con varios tubos conectados a su brazo izquierdo y a Ralph orando en silencio a su lado mientras sostenía una cruz dorada, sentí que mi corazón se partía.

El hombre, al escuchar nuestros pasos, alzó la mirada y se colgó la cruz al cuello. Dejó las plegarias a un lado y se levantó a recibirnos.

Con un dedo en sus labios nos indicó lo que podíamos ver con nuestros propios ojos; su mujer estaba dormida.

Zac se acercó para abrazarlo brevemente.

—¿Qué ha dicho el médico?—. Preguntó este último en un susurro.

Ambos se sentaron en el pequeño sofá que había pegado a la pared, bajo una ventana.

No quería invadir su pequeño círculo familiar, así que me senté en la silla al lado de Marian, en el lado más alejado de ambos.

—Se pondrá bien, quizá mañana le den el alta—. Ralph se encogió de hombros.

Tras escuchar aquello, intenté no oír la conversación. Después de saber que Marian se pondría bien, no necesitaba meterme en una conversación privada.

Pero Ralph no pensó igual.

—Ingrid, ven—. Susurró un poco más fuerte, para que pudiera oírlo.

Me costó entenderlo, pero al final me acerqué lentamente y me senté al lado de Zac, quién no dudó en acercarme a él con una mano en mi espalda.

—¿Cómo se encuentra, señor Collins?—. Pregunté.

—Bien, ¿No lo ves? Como siempre—. Rió levemente.

Aquella simple broma me hizo sonreír. Admiraba a las personas que, aún con problemas como aquel, sabían conservar el buen humor y la alegría.

—Gracias por traer en coche a Zac, cuando se estresa no conduce bien—. Me palmeó la mano, que estaba en mi propio regazo.

Asentí y miré al apelado.

—No podía dejarlo solo—. Confesé sinceramente.

—Eres muy buena mujer —se giró hacia su hijo—. No la dejes ir—. Le guiñó un ojo.

—Descuida, no lo haré—. Sonrió tristemente, mirándome, y habría pensado que era cierto, de no ser por el "contrato" que se interponía en sus palabras y la verdad.

Pero si algo era cierto, era el cariño que había adquirido por él.

Al ver que prestaba atención a su madre, cual niño con temor a quedarse solo, no reprimí las ganas de abrazarlo.

Rodeé su torso de forma que comprendiera que, aunque nuestra relación fuese cliente-prostituta, podía contar conmigo.

Lo entendió.

Me estrechó contra él, buscando el consuelo que le ofrecía, y apoyó su mejilla en mi cabeza.

Cerré los ojos, deseando que Marian mejorase pronto, aunque no sabía qué le había ocurrido. Pensé que debía hacer algo por ellos así que, aún abrazada a Zac, pedí interiormente a su Dios que los cuidara.

Nunca había sido creyente, y dudaba en que alguna vez lo fuese, pero si existía realmente un ser superior en el universo como creía Ralph, quise acudir a él por Marian.

No supe cuánto tiempo había pasado, quizá segundos, quizá minutos, pero en cuanto Zac puso final a nuestro abrazo, sentí que quería más.

Lo miré, no con molestia por su repentina distancia, si no preocupada por su estado.

Al ver que no conseguía captar su mirada, desplacé la mía hasta donde había posado sus ojos.

La puerta de la habitación de hospital se había abierto de par en par y por ella entraban Harry y sus padres, respectivamente.

La vida quería reírse de mí.

Con la expresión más falsamente amable que supe poner, saludé a la familia, aún sentada junto a Zac.

Harry, a diferencia de sus padres, vino directamente a hablar con nosotros.
Tal y como sospechaba, en su ojo había aparecido un pequeño círculo morado.

Aprovechando que los más mayores hablaban, se dirigió a mí con confianza.

—Lo siento, Ingrid—. Dijo, con la mirada en el suelo.

No necesitaba explicaciones para saber de qué se avergonzaba. Harry no solía actuar así, y yo lo sabía.

—Yo también—. Murmuré, mirando a sus padres.

Mis comentarios habían sido crueles.

—Perdona por lo que dije, pero eso tampoco justifica tus acciones—. Añadí.

Él asintió, lentamente.

Zac, que se había quedado rígido a mi lado, pareció despertar de un sueño y se puso en pie, enfrentando a su primo.

Yo lo imité, preocupada por levantar sospechas entre los padres.

Ambos se miraron sin decir nada, como si no necesitasen palabras para entender algo. Algo que escapaba a mi comprensión.

—Espero que algún día me perdones—. Concluyó Harry.

Alzó su mano para tocarme el hombro, pero lo aparté rápidamente.

Zac me tomó de la mano con fuerza, pero sin lastimarme.

—No la toques—. Susurró este entre dientes.

Ambos lo miramos con sorpresa. De los dos, Zac daba más el perfil de hombre peligroso, pero aún así no me había esperado aquella reacción, y menos por mí.

—No te pertenece—. Le recordó Harry.

Su primo bufó con ironía.

—No no pretendo poseerla, si es lo que insinúas, pero no creas que me quedaré de brazos cruzados cuando intentes hacerle daño.

Podría haber replicado, dejado clara mi postura y etc, pero quería escuchar lo que ambos tenían que decir.

Harry se acercó un poco más a su primo.

—¿Por qué te importa tanto? Al fin y al cabo sólo la has contratado —dijo, dejando claro que había adivinado nuestra situación. Se encogió de hombros con frialdad y sonrió con ironía—. Dime, ¿Te folla mejor que Selene?

Ninguno pudo reaccionar.

Apenas había terminado de pronunciar aquel nombre de mujer, que Zac soltó mi mano para cerrarla en un puño e impactarla en la cara de Harry, un poco más abajo que el golpe de la noche anterior.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro