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Capítulo 31 - Enfrentamiento.



Él comenzó a hacer llamadas después de lo que Olivia dijo, sin tan siquiera poner la tele, lanzándome miradas a cada tanto. Podía ver que lo que ocurría le preocupaba, todo aquello era malo, pero ni siquiera imaginaba hasta qué punto.

- Estás enamorada de él ¿no? - quiso saber Olivia, mientras sacaba algo de comida prefabricada de la nevera, decidida a almorzar con rapidez antes de volver al trabajo - No hace falta que digas nada, os escuché anoche - pensé en ello, no recordaba nada de lo que ocurrió anoche. La fiebre me jugó una mala pasada - Él siente lo mismo - aquello si me sorprendió, que ella pudiese saberlo. Me guiñó un ojo y me dedicó una sonrisa - En cualquier otra circunstancia te daría la enhorabuena y te diría que te ha tocado la lotería. Pero el asunto es serio, Kim Ain Lein no va a dejarle ir, así como así.

- Ya no están juntos. ¿No crees que él tiene derecho a ser feliz? - me molestaba terriblemente que todos hablasen sobre la relación que había entre él y su exmujer como si aún quedase algo entre ellos.

- Los rumores dicen que él suele pagarle dinero para que ella no hable de lo que hubo entre ellos - abrí la boca, sorprendida, eso no me lo esperaba - Ten cuidado, Su.

- Él es un buen chico - contesté. Ella negó con la cabeza, en señal de que no lo creía.

- Es un chico malo - aseguró, mirándole de reojo - no sólo es su fama con las relaciones íntimas, si no esa pose de chico ardiente que se gasta.

- Eso es lo que más me gusta de él - me quejé, haciéndola sonreír - Lo digo en serio, no es el típico coreano tímido, Oli.

- De eso ya me he dado cuenta, si no hubiese estado en casa anoche, hubieseis terminado haciendo guarrerías en mi salón - rompí a reír. Ella era demasiado. Si siquiera supiese lo que había pasado entre nosotros en la encimera en la que se comía aquellos fideos instantáneos... ni siquiera estaría apoyada en ella.

Colgó el teléfono, molesto, pero en cuanto me miró sus facciones se relajaron, su mirada se calmó, incluso sonrió. La calma se expandió por cada parte de mi cuerpo, mientras él acortaba las distancias entre nosotros. Yo estaba sentada en la mesa, con el móvil en la mano, metida en el Instagram, pero en ese momento no podía quitar los ojos de él, que rodeó la mesa y se sentó a mi lado, pero en lugar de hacerlo en una silla, lo hizo directamente en la mesa.

Asintió, respondiéndose a una pregunta interna, mientras yo seguía allí, sin hacer otra cosa más que mirarle.

- ¿Y bien? ¿Cómo ha ido? - quise saber. Sonrió, besando mi mejilla, haciéndome sonreír, antes de volver a su posición inicial y responderme.

- No ha ido tan mal - aseguró, aunque podía ver una sombra en su mirada. Todo aquello era más grave de como él lo pintaba - ha aceptado a un encuentro - eso me alertó. No quería que ellos dos se encontraran - Hablaré con ella y todo se arreglará, ya lo verás.

- ¿Por qué estás tan seguro? - sonrió, intentando calmarme, pero yo no podía dejar de pensar en lo que Olivia acababa de decirme - ¿piensas ofrecerle más dinero?

- Así que lo sabes ¿no? - se sorprendió, pero en ese momento la presencia de mi amiga relajó un poco el ambiente.

- Nos vemos luego - se despidió, para luego lanzarle a él una última mirada, antes de marcharse de la casa. Sabía que estar allí, en medio de nuestra conversación la incomodaba, por eso se fue tan rápido.

- La solución no es darle dinero para que se calle, Kang Hyuk Nah - me quejé, poniéndome en pie, haciendo que él me mirase algo defraudado por mi actitud - Tienes que enfrentar la situación de una vez, no puedes seguir huyendo eternamente - Asintió, acortando las distancias entre ambos, agarrando mis brazos para colocarlos alrededor de su cuello. Le observé, sin comprender.

- ¿Podemos seguir huyendo un poco más? - preguntó, con el corazón afligido, dedicándome una sonrisa que me contagió en seguida - Quiero enterrarme en ti una vez más antes de enfrentar todo esto - me besó entonces, ardientemente, aferrando sus manos a mis nalgas, haciéndome estremecer.

- Me gusta mucho este tipo de sexo ardiente que hay entre tú y yo - me atreví a confesarle, haciéndole reír, para luego subirme a la mesa. Pensé que seguiríamos calentándonos hasta haber terminado haciendo el amor, pero en lugar de eso me abrazó, con fuerza.

- ¿Sabes cuál es el problema? - negué con la cabeza, mientras él me estrechaba entre sus brazos un poco más. Sonreí, me hacía sentir bien - que huir ya no es una opción si quiero conservarte de esta manera.

- ¿Hago que las cosas sean más difíciles? - pregunté, con un hilo de voz.

- No - contestó - Lo haces todo más fácil. Pero ... - se separó de mí y me miró, antes de continuar hablando - ... tienes que dejar que haga esto a mi manera - asentí, indicándole que lo haría - voy a marcharme ya, ¿vendrás esta noche para cenar? - asentí, en señal de que lo haría, besé su mejilla y le dejé marchar.

Se suponía que él iba a solucionar sus propios problemas a su manera. Se suponía que yo no iba a interceder en lo absoluto, que me quedaría en casa, tranquilita, y dejaría que él hiciese las cosas. Pero... son demasiados se suponía para una misma frase, más cuando yo soy impaciente por naturaleza, y no podía quedarme solo a mirar.

Esa era una de las razones, la curiosidad por conocer el aspecto de esa tipa el segundo, aunque ya la había visto tras hacer una búsqueda de lo más exhaustiva por internet. Ella era guapísima, con el cabello teñido de castaño claro, delgada y muy elegante. Toda una señora. Cantaba un estilo rapero muy chulo, y era integrante de un grupo de tres chicas llamada Red Cutter.

Así fue como llegué a la recepción de aquel hotel. Me pedí un vino rosado y esperé, pacientemente. Aún no lograba entender por qué razón él había quedado con esa tipa en un hotel.

Confiaba en él, por supuesto, no me entendáis mal. Pero no había necesidad de quedar en un sitio así, cuando podrían hacerlo en cualquier otro lugar, ¿no os parece?

Nunca se me ha dado bien pasar desapercibida, al contrario, siempre me acaban pillando en según qué tipo de situaciones, aquella no fue la excepción. Reconozco que me quedé sin aliento en cuánto le vi allí, con su traje impoluto y esa pose elegante y sexy que tanto me gustaba. Bajé las lentes de contacto y me fijé en él. Estaba para mojar pan, aún no podía hacerme a la idea de que ese pedazo de hombre fuese sólo mío.

Su malestar apareció en cuanto se percató de mi presencia, como bien os digo, soy bastante torpe a la hora de pasar desapercibida. Me hice la estúpida y fingí no darme cuenta de su presencia, mientras él acortaba las distancias entre ambos, con maletín en mano.

- ¿En serio, Susana? - dejé escapar una tímida sonrisa... ¡Dios! Me había pillado - ¿Acabo no confías en mí? - Me quité las lentes de sol por completo y las dejé sobre la mesa. Ese hombre era todo un fastidio - ¿Qué es lo que haces aquí?

- Tenía curiosidad por cómo se vería - reconocí, sorprendiéndole. Se relajó al instante y se sentó frente a mí, importándole bien poco que nos viesen juntos. A mí también me daba igual en ese momento - de verdad, no lo he hecho porque no confíe en ti - asintió, quitándose el botón de la chaqueta, poniéndose cómodo - ¿Tendrás problemas si me ve aquí?

- Sinceramente, me da igual si a ella le molesta - contestó, cambiando su actitud en ese mismo instante, regalándome una sonrisa perfecta. ¡Dios! Me moría por besar esos labios - Todas las dudas y miedos se han ido en cuánto has dicho esas palabras - sonreí. Él me hacía demasiado bien.

- No creo que debas darle el dinero, ya sabes cuál es mi opinión - me quejé. Él asintió, justo cuando el camarero se detenía junto a nuestra mesa.

- Tomaré lo mismo que ella - dijo. Sonreí. Me gustaba que a él no le pusiese nervioso tenerme allí - Lo sé... pero es la única forma en la que dejará las cosas como están.

- Entonces saca ficha primero - me observó, con detenimiento. Apoyé el codo en el reposacabezas, realmente estaba mareada por el vino, y me sujeté la cabeza antes de continuar - sé el primero en romper silencio, en dar tu propia versión sobre este escándalo - sonrió, apreciando el gesto y pensó en ello un momento.

- Si hago eso... quiero que estés a mi lado - ensanché la sonrisa.

- No pienso irme a ninguna parte - bromeé, haciéndole sonreír. El ambiente se volvió rápidamente incómodo, justo cuando los cuchicheos empezaron a aparecer, mientras esa tipa llegaba hasta él.

Era incluso más impresionante en persona, me quedé embobada mirándola, jamás había estado frente a una presencia como ella. Él dio un sorbo a su recién servida bebida, antes de ponerse en pie para saludarla, pero ella le cruzó la cara antes de que él se hubiese acercado. Eso me hizo despertar de mi ensoñación, me puse en pie y apreté los puños, molesta. Porque no estaba dispuesta a permitir que esa tipa le hiciese daño.

- ¿Ni siquiera puedes estarte quietecito esta vez? - se quejó, mientras él se recuperaba y ella se fijaba en mí - ¿Aún sigues aquí? - La observé, sin comprender - ¿Cuánto tiempo más vas a revolotear a su alrededor antes de abandonarle? - me reí, con desgana. Esa tipa, en serio... ¿cómo se atrevía a hablarme así? - ¿Aún no le has contado nada? - recriminó hacia él, como si realmente tuviese derechos.

- Eso no es asunto tuyo - espetó él, mientras ella se preparaba para un nuevo golpe. Pero no llegaría a suceder, eso lo sabéis ¿no? No iba a dejar que maltratase a mi hombre en mi cara.

Detuve el golpe, deteniéndome entre ambos, agarrándola del brazo, mientras ella me observaba con ojos como platos, molesta. Intentó soltarse, hasta que lo consiguió.

- Pero ... ¿quién te crees que eres? - se quejó aquella mujer distinguida - Acaso ¿sabes con quién estás hablando? Puedo destruirte con sólo chasquear los dedos - Kang Hyuk se metió en medio de las dos, evitando un enfrentamiento mayor.

- Eres tú la que no tiene ni idea de dónde se está metiendo - me quejé, intentando alcanzar a esa zorra.

- Discúlpanos un momento - pidió hacia su ex mujer, para luego tirar de mi mano, alejándome de aquella mujer, mientras ella sonreía, triunfante. Me condujo junto a la ventana. Parecía que iba a echarme una buena bronca, estaba especialmente molesto - ¿Se puede saber qué mosca te ha picado?

- ¿Ibas a dejar que te golpease de nuevo? - me quejé, señalando hacia ella, ganándome varios comentarios malsonantes de varias personas, fotografías y malas miradas. Ella era muy querida en Corea, yo solo era una desconocida.

- Por favor - suplicó - deja que haga las cosas a mi manera - insistió. Me reí en su cara, aquello me parecía de lo más inverosímil - Compórtate como una mujer y no como una niña, no hagas que me arrepienta de haberte elegido - le crucé la cara, sin tan siquiera pensármelo dos veces. Él me observó dolida, y ella parecía estar pasándoselo en grande - Susana... - intentó agarrar mis manos, yo no tenía ganas de hablar con él, así que salí de allí como pude, empapándome con la lluvia que caía en ese momento.

Me sentía tan destruida que ni siquiera tenía ánimos para caminar.

¿Tendría él razón? ¿Me estaba comportando como una niña? En España las cosas se hacen de forma diferente. Apoyar a tu pareja y defenderle de tipas como ella, era algo que hubiese hecho en cualquier otra circunstancia.

A él por el contrario no le había parecido bien, al contrario. Incluso se arrepentía de haberme elegido al ver mi actitud. ¿Se arrepentía?

¿Por qué se había enfadado tanto conmigo?

¿Por qué ese hombre era tan frustrante? En cuanto las cosas se ponían un poco complicadas ya actuaba de esa forma tan fría. Como si fuese mi culpa, como si yo estuviese haciéndole daño adrede, y por consiguiente el tuviese que hacerme el mismo daño.

No quería una relación con un tipo tan bipolar como él.

¿Qué? ¿Enfrentar a los medios y luchar por él? No quería hacerlo. Tan sólo quería huir a España, comportarme como esa niña malcriada que él había dicho, darle una razón para que lo pensara.

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