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Capítulo 30 - Sentimientos.


Buenasssss

Hoy os traigo un extra, para celebrar que seguimos creciendo como familia en este perfil. Gracias por seguir esta cuenta y seguir ahí :)

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¿Por qué esa mujer me volvía tan loco? Aún después de haberla hecho mía sobre la encimera de la cocina, tan sólo unos minutos antes, no podía quitar los ojos de ella, deseando volver a estar en su interior, mientras la observaba allí, alimentándose con las gachas que le había preparado. Recuperar fuerzas después de la fiebre y de ese sexo desenfrenado.

Ella era perfecta para mí, no lucía ni un poco asustada de esa parte de mí que solía mantener oculta la mayor parte del tiempo, podía ser yo mismo cuando estaba con ella, y no ese niño que debía portarse bien para poder ser adoptado, fingiendo que no estaba roto después de meterse en peleas callejeras y escapar de cada maldita casa de acogida.

Quizás algún día se lo contase todo, en ese momento sólo quería pensar en un futuro con ella a mi lado.

- ¿Por qué me miras tanto? – se quejó ella – Me vas a desgastar – sonreí, observando cómo se ponía en pie tras acabar. Recogió los platos, metiéndolos en el lavavajillas, y cuando volvió a la mesa, la agarré para atraerla hasta mí - ¿por qué estás tan callado?

- Quiero enfrentar todo esto, contigo – declaré. Ella me observó, sin comprender – el escándalo – bajó la mirada incómoda, al pensar en la noche anterior – va a ser muy duro, los fans de Kim Ain Lein son muy crueles.

- ¿Son sus fans? – ella lucía sorprendida, yo no lo entendía – pensé que eran los tuyos – rompí a reír, sin poder evitarlo.

- No soy alguien tan importante. Sólo el hijo bastardo de un político – dije, apenas, sin pensar, haciendo que ella se sorprendiese al respecto. ¡Maldita sea Lee Kang Hyuk! ¿Qué estás haciendo?

- Pensé que tus padres estaban casados, dijiste... - ella lucía algo confusa.

- Mis padres adoptivos sí – asintió, empezando a comprender la situación un poco mejor – ni siquiera te he hablado sobre esa parte de mi pasado aún.

- No tiene por qué ser ahora – me calmó. Ella era la mejor, os lo aseguro – Entonces, ella es famosa – se percató, volviendo al tema anterior, cambiándolo al darse cuenta de mi incomodidad al hablar sobre mi pasado. Me gustaba mucho ella, no parecía ser la típica chica que exige explicaciones, ella esperaría a que yo estuviese preparado para hablar de ello - ¿es actriz?

- Cantante – contesté – también ha debutado como actriz, pero no es muy buena – asintió, con una sonrisa divertida, ni siquiera quería pensar en lo que estaría pasando por su mente en ese momento.

- Debes haber bajado mucho el listón. Tu ex mujer era una cantante famosa, probablemente deseosa por todo el país. Yo sólo soy una funcionaria pública en la que nadie se fijaría.

- Yo me fijé – prometí, devolviéndole la confianza que ella parecía no disponer en esa frase estúpida – cuando te vi por primera vez en ese club... eras la chica más bonita y ardiente que había visto en mi vida, me cautivaste, Susana.

- Sólo querías llevarme a la cama – se quejó. Rompí a reír, porque tenía razón.

- Me di cuenta de que eras especial en cuanto te conocí más – contesté – quería conservarte, aunque sonase loco. Tu ibas a marcharte a España, Susana.

- Ahora estoy aquí – aseguró, en tono provocador, apoyando los brazos en mis hombros, haciéndome sonreír – y no pienso irme a ninguna parte. Hablando de eso, ¿qué haces aquí? – se quejó, como si acabase de darse cuenta de algo - ¡Deberías de estar trabajando! – rompí a reír, sin lugar a dudas esa mujer era única en su especie.

- Soy el jefe, creo que puedo ausentarme de mi trabajo al menos una vez – pensé en ello. Seguramente tendría demasiadas llamadas perdidas en el teléfono, pero no iba a mirarlas aún, quería disfrutar de mi chica un poco más.

- No me gusta esto – tiré de su cintura, acercándola más a mí, hasta que se hubo sentado sobre mi rodilla izquierda – no quiero que descuidando tu trabajo por mí. Eso no es bueno, Kang Hyuk Shi – Sí, sí que era malo, porque sólo me llamaba señor cuando estaba asustada - ¿Qué es lo que vamos a hacer ahora? – acaricié su mejilla, intentando tranquilarla, con el dorso de la mano, hasta que ella volvió a fijarse en mí, y todo pareció cobrar sentido.

- Dejar de esconderme me parece una buena idea – admití. Entre abrió la boca, cómo si tuviese algo que decir, sin atreverse aún – admitir que tengo una relación con una hermosa chica del sur de España estaría bien – sonrió, como si le calmasen mis palabras.

- ¿Tan malo puede ser eso? – Asentí.

- Ella no va a dejarme escapar tan fácil.

- Se supone que eres libre – se quejó – ya no estáis casados, así que ...

- Hay otras formas de controlar a las personas, Susana – entrelazó sus brazos alrededor de mi cuello y sonrió – Está bien porque esta vez no estaré solo, creo que puedo enfrentarlo todo si estás aquí, mirándome – una sonrisa se fue dibujando poco a poco, su expresión también cambió, de la calma hasta llegar a unos niveles de felicidad insospechados.

- Saranghe – confesó, calentando mi alma. Sin lugar a dudas esa chica estaba dispuesta a usar esa palabra hasta la saciedad, algo que las chicas coreanas no solían tomar a la ligera. Lo que ella sentía por mí era distinto a lo que ninguna otra había sentido, y cada vez que decía esa palabra me embriagaba una sensación de felicidad plena, algo se removía en mi interior, haciendo latir mi corazón, y lo único que quería hacer era mostrarle lo mucho que yo también la amaba

Estiré la cabeza para morder sus labios, por supuesto no iba a quedar sólo en un hecho aislado, el beso evolucionó y terminamos queriendo tanto que parecía irreal. Besarla apasionadamente, intentando fusionarme con ella, con los labios hinchados, sin poder detenerme a pensar.

Me abrazó antes de que la situación se hubiese vuelto insoportable, antes de calentarme lo suficiente para volverme loco. Quizás ella había tenido suficiente sexo por ese día, yo no me casaría de eso jamás.

- Te pusiste el traductor y te aprendiste de memoria esas palabras ¿Verdad? – sonreí, presionando mis labios en su cuello. Ella me conocía bien, a pesar de que ni siquiera nos conocíamos lo suficiente aún.

- Quizás algún día me lo plantee en serio – prometí – estudiar el idioma de mi novia para poder comunicarme con ella.

- No sólo para eso – se echó hacia atrás para mirarme, sin levantarse de encima aún – sería bueno que pudieses hablar apropiadamente con tus suegros – rompí a reír, divertido. Ella era única.

- Te amo – confesé en español, haciéndola sonreír, volviendo a abrazarme nuevamente.

- Me haces muy feliz, Le Kang Hyuk.

- Planeo seguir haciéndolo por mucho más tiempo – aseguré, besando su mejilla. Justo cuando la puerta se abría y ella se levantaba de un salto. Ambos lucíamos como culpables, y Olivia se dio cuenta en seguida.

- ¿Qué hacíais? – se quejó, mirando a su amiga, en coreano, lo que fue maravilloso, porque no entendía nada cuando hablaban en español – No estaríais haciendo cochinadas ... - bajé la cabeza, avergonzado, mientras ella se quejaba al respecto.

- ¡Olivia! – sabía que estaba incluso tan avergonzada como lo estaba yo.

- Deberías poner la tele – dijo hacia mí. Me sorprendí que me dirigiese la palabra, pensé que me odiaba – Kim Ain Lein ha dejado de guardar silencio – Mierda. Eso era malo, muy malo.



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