Capítulo 29 - Un kdrama para adultos.
Buenos días.
Hoy es mi día libre. Se nota ¿no? Más que nada porque os subo un capítulo pronto. Jajaja
Bueno, os dejo el capítulo de esta semana. Espero que les guste :)
---
La fiebre se marchó hace tiempo, ya no tenía frío, hacía calor en esa habitación, siendo abrazada por esos brazos fuertes, mientras mi consciencia salía de los sueños. Debía enfrentarme a la realidad, quizás volverme a España cómo Olivia susurró en la mañana, después de encontrarme tan enferma y dolida.
Abrí los ojos y por un momento fue como si mi sueño se hubiese hecho realidad. ¿Por qué estaba él allí? Pensé en el último sueño que había tenido con él, me encontraba en una playa, después de haberle confesado lo mucho que le amaba, besándole apasionadamente.
Me miró tras despertar de su sueño, y sonrió. Sin lugar a dudas seguía soñando, aquello era del todo imposible. Acarició mi rostro, con tranquilidad. ¡Dios! Aquel sueño se sentía tan real que realmente quería que lo fuese.
- No estás soñando – prometió, como si realmente pudiese meterse en mi cabeza y leer mis pensamientos – me preocupaste mucho, no quiero que vuelvas a enfermarte así, Susana – yo seguía flipando. ¿por qué estaba él allí?
Me levanté de la cama, poniendo distancia entre nosotros. Él hizo lo mismo, pero rodeó la cama, y se detuvo frente a mí.
- Hablemos – sugirió, agarrando mis manos, tirando de mí hasta sentarse en la cama – anoche fui un idiota – tragué saliva, sin saber qué decir – dejé que el miedo nublase mi mente, intenté protegerte del maldito escándalo sin tener en cuenta tus propios sentimientos, sin darme cuenta de lo mucho que eso podría dañarte.
- ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? – fue lo que pregunté, sin poder creerme su actitud aún, ya no quería dar por sentado absolutamente nada. Tenía demasiadas dudas.
- Me arrepentí después de hablar con mi madre – eso me sorprendió – después de que le confesase lo feliz que esta mujer menuda me hace – sonreí, como una tonta. Pero la perdí al recordar lo duro que fue para mí todo aquello – sé que estás enfadada, y que no vas a perdonarme tan fácilmente. Pero "te amo" – abrí la boca ligeramente, porque ni siquiera sabía que él conocía esa palabra, que realmente hablase español. ¡Dios! Sonaba tan genial esa palabra en sus labios. Ni siquiera lo imagináis - ¿Me oyes, Susana? Te amo – sonrió entonces, como un tonto, acortando las distancias entre nuestros labios, besándome dulcemente en los labios.
- ¿Intentas impresionarme diciéndome que me quieres en español? – me quejé, él sonrió, ensanchó la sonrisa y yo me quedé allí, mirándole como una idiota – No voy a perdonarte tan fácilmente.
- Te demostraré que lo que siento es genuino – prometió, presionando mis manos antes de decir algo más – no quiero que volvamos a separarnos, nunca – me besó entonces, pero a diferencia del beso anterior, eso fue algo mucho más apasionado, más nuestro – ahora vamos, te prepararé algo rico para comer – se puso en pie y se marchó a la cocina, dejándome allí, con todo el calentón. ¡Dios! Ese hombre me volvía loca.
Tardé un poco en salir, me vestí con algo más apropiado que sólo ese pijama tan corto. Lo cierto es que quería verme bien para él, no quería usar cualquier cosa, así que usé uno de los vestidos que había comprado en el mercado.
Cuando llegué a la cocina estaba cortando un poco de verdura mientras hacía arroz. Sabía que era lo que estaba cocinando, el olor llenaba toda la casa. Sonreí, realmente me sentía como en un kdrama cuando estaba con él.
- ¿Intentas desconcentrarme apareciendo con ese vestido tan corto? – bromeó, echando las verduras dentro de la olla, fijándose luego en mí – Aún estás convaleciente, Susana, ni siquiera pienses en eso.
- ¿Crees que no estaría a la altura? – me quejé, acariciando su mano, fingiendo calma, cuando lo cierto es que le deseaba con todo mi ser. Sonrió, divertido - ¿Vas a preparar gachas de avena? – ensanchó la sonrisa, sin decir nada – Eres cómo todo un oppa de kdrama. – su agarre a mi cintura me sorprendió demasiado, me hizo respirar agitada, mientras él me subía a la encimera, sin perder su atención de lo que cocinaba, bajando un poco el fuego.
- ¿Sabes cuál es la diferencia, Susana? – preguntó, ladeando la cabeza, acercando su rostro al mío. ¡Dios! Estaba tan cerca, y yo sólo podía mirar hacia sus labios, mientras me aferraba al borde de la encimera de mármol, sintiendo el frío de esta bajo mis piernas, con la temperatura de mi cuerpo empezando a subir, como si volviese a tener fiebre – Este kdrama es para adultos – aseguró, apoyando la mano en la encimera, mientras metía la otra entre mis muslos, haciéndome estremecer – deberías recuperar fuerzas – susurró, a escasos centímetros de mi boca, mientras yo contenía la respiración, algo afectada por su cercanía, cerrando los ojos, abriendo las piernas para hacerle más fácil su llegada a mi sexo, eso le hizo gracia - ¿cuánto deseas esto? – quiso saber, acariciando ese punto aún por encima de las bragas, logrando que un leve quejido brotase de mis labios, y me dejase allí, atolondrada con ganas de más – Realmente eres desesperante – se quejó, agarrándome las bragas en un pellizco, tirando de estas, hasta que estuvieron en el suelo, observándome de nuevo, con lujuria, como ningún otro hombre se había atrevido a mirarme jamás – Dime dónde quieres mis dedos – pidió, desconcentrándome – no pienso tocarte a menos que me lo pidas, Susana.
- En mi coño – contesté, sin estar ni un poquito avergonzada. ¡Dios! ¿Qué era lo que ese hombre me estaba haciendo? Sonrió, como si hubiese conseguido un premio, para luego abrirse paso entre mis piernas, deslizando sus dedos entre mis pliegues, haciéndome estremecer. Apreté el borde de la encimera, clavándole las uñas, haciéndome incluso daño, mientras mi cuerpo se encogía con cada toque, sin poder dejar de mirar hacia sus labios, la forma en la que se los mordía, observando mis labios, mi boca entre abrirse para gemir de forma desesperada, encantándole darme placer de aquella forma – joder – me quejé, cerca del final. ¿Cómo podía ese hombre llevarme a ese punto de desesperación, provocarme de esa manera? – Oppa...
- Mi nombre – pidió, en medio del placer, deseoso de escuchar algo de mí – quiero que pronuncies mi nombre cuando estés a punto, Susana.
- Lee Kang Hyuk... - le llamé, gimiendo sobrecogida, mientras él abría la boca, loco de placer, al verme de esa manera, estallando en mil pedazos, dejando escapar un sonido gutural de su garganta. Besándome apasionadamente después.
Rompió el beso, con rapidez, volviendo a prestar atención a lo que cocinaba, removiéndolo, mientras yo me fijaba en lo ardiente que me parecía ese hombre. Cocinando, después de haberme dado un buen orgasmo, con su abultada entrepierna preparada para colarse en mi interior.
Me observó, divertido, al darse cuenta de que no podía quitar los ojos de su amiguito. Y entonces hizo algo completamente loco. Desabrochó su cinturón y el botón de su pantalón. Cuando volvió a mirarme tenía ganas de algo de mí.
- ¿Qué piensas hacer para rebajar mi calor? – fue su pregunta. Sonrió, con malicia, tan pronto como me atreví a meter la mano entre sus pantalones y acaricié su miembro por encima de los calzoncillos – Eso servirá – aseguró. Sonreí, él era demasiado atrevido, no se parecía a nada a ningún otro tío que hubiese conocido con anterioridad, menos si tenían fama de tímidos, como lo eran los coreanos – agárrala – pidió, fijándose un momento en la comida, volviendo a removerla – esto casi está... - un gemido escapó de sus labios, tan pronto como metí la mano dentro de sus calzoncillos. Estaba cálida, demasiado. Y estaba tan dura, que tan sólo quería sentirla dentro de mí.
- Quiero que me folles – me atreví a decirle. Él sonrió, mientras yo movía la mano como a él le gustaba, haciéndole estremecer, olvidándose un momento de la comida, fijándose en mis labios, descargando toda su frustración sobre ellos, con la respiración acelerada.
- No pienso metértela hasta que no comas algo caliente – me dijo, entre gemidos, apretando los dientes, mordiéndose el labio, dejando marcada su dentadura en él – eres tan ardiente, Susana – aseguró, mientras yo me detenía y presionaba mis dedos contra la punta, haciéndole estremecer. Era ese lugar tan frágil, produciendo en él sensaciones, llevándole al límite – vas a hacer que me trague mis palabras otra vez – se quejó, apartando mi mano, bajándose los pantalones hasta las rodillas – quiero follarte, Susana – asentí, deseosa de él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro